Mostrando entradas con la etiqueta ridingplanet. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ridingplanet. Mostrar todas las entradas

jueves, 7 de noviembre de 2013

Pedals de Foc (etapa I)

Etapa 1: Vielha-Abadía de Castellars
53km. 1357m desnivel acumulado. 6h

Km. 0. Frío de cojones.
Las primeras pedaladas de la Pedals fueron frías, dubitativas. El mochilón de 12 o 13kg que llevaba a la espalda no ayudaba a ir fluído, y me sentía un poco más de corcho que habitualmente cuando empiezas a rodar sobre la bici. Sin embargo, los primeros senderos de la ruta empezaron con muy buen pie. Senderos otoñales preciosos bordeando el embalse de Baserca. Ya estaba en territorio de la Ribagorza aragonesa. Los primeros kilómetros de la ruta prometían, por tanto. Pista medio ancha pero agreste, y paisajes espectaculares. Y lo mejor de todo: en 10 minutos había entrado en calor, a pesar de ir la mayor parte de la mañana por umbrías.

A una buena media fui atravesando los pueblos de Forcat, Viñal y Ginaste, donde comenzaba a sellar la credencial de paso de la Pedals, que llevaba en mi roadbook. El roadbook me daba un aire a piloto del Paris-Dakar, con ese artilugio amarrado entre el manillar y la potencia. Me fue obviamente muy útil y no dio problemas en ningún momento.

Los enlaces entre estos primeros pueblos, pequeños y deshabitados a esas horas de un martes cualquiera de otoño, empezaron a sacarme los primeros gritos de entusiasmo. ¡Qué senderos! El sol de la mañana creaba reflejos dorados entre los árboles y los cercados de piedra, y las hojas que tapizaban el suelo crujían como galletas al paso de mis ruedas. El recorrido estaba siendo muy atractivo, con constantes subidas y bajadas pero con recompensas evidentes como eran estos singletracks dorados. ¡Acierto!
Coll de Sant Salvador, ermita.
Desde aquí se veía el Aneto.

Esta primera etapa tuvo dos ascensiones destacadas, ambas adentrándose en bosques preciosos, por lo que era realmente agradable darle a los pedales. También tuve un tramo de pateo y biciempuja interesante, en el Coll de Serreres. Aquí la ruta se juntaba con la Ruta de la Ribagorza Románica, una red de senderos que recorren esta comarca. Pueblos como Iran o Irgo se iban sucediendo, siempre a una altitud de media montaña, en dirección al Valle de Boí, ya dentro de los dominios de Aigües Tortes.

Al final del día me esperaba otra bonita montaña a escalar. Superado el Coll de Sant Salvador había un fantástico descenso por pista divertida prácticamente hasta Malpás. Los nombres de los pueblos me estaban encantando: Iran, Malpás... parecían sacados de películas y sin embargo eran cuatro casas medio deshabitadas. El último reto del día era la subida hasta la Abadía de Castellars, una fantástica masía en lo alto de una montaña, absolutamente perdida y aislada. Empezaban a divisarse pueblos abandonados, lomas peladas típicas de más altitud pirenaica y un olor intenso a vaca, mientras la tarde amenazaba con caer en cualquier momento y esconderse entre las montañas antes de lo previsto. El reciente cambio de hora no jugaba a mi favor, y no podía distraerme mucho si quería llegar a los finales de etapa a una hora prudencial. Durante todo el día había hecho una temperatura perfecta y agradable, pero entre el sol y la sombra había una diferencia de 5º como mínimo. Eso significaba que al ponerse el sol no habría más de 7º u 8º de temperatura.
La tarde cae sobre las montañas, y yo calentito.

De todas formas, llegué sobrado de tiempo. Creo que la llegada a la Abadía de Castellars esa primera etapa, el descanso, el clinic de media tarde con cervecitas y la impresionante cena que cocinó la gran Teresa para mi, el único huésped del día en aquel paraje remoto, fueron el final perfecto para el primer día de Pedals. Y también para romper el hielo con la historia. Todo había ido más que bien. Tenía los dedos de los pies que apenas podía caminar por culpa de las zapatillas pequeñas, pero el día había sido para enmarcar. Un 10.

Y esto sólo estaba empezando.

martes, 5 de noviembre de 2013

Pedals de Foc (I)


"O sea, que sí hay gente a la que le tocan los concursos". Eso me decía el taxista que me llevaba en la furgoneta desde Vielha hasta la entrada del túnel. "El túnel del tiempo", como él lo llamaba, que une o separa el Valle de Arán de la comarca de Ribagorza, entre Lérida y Huesca, en el corazón de los Pirineos. Notaba un poco de sana envidia en él, aunque con el día que se había levantado se diría que prefería quedarse conduciendo de un lado a otro del valle, con la cazadora puesta y al calor de la calefacción de la furgoneta. Eran las 8:30 de la mañana y las nubes habían ocupado la cara norte del valle, el lado de Vielha, dejando una estampa más invernal que otoñal. A estas alturas del año y en estas altitudes de los Pirineos, ya casi debería estar nevando. Sin embargo, los primeros fríos sólo habían empezado a asomarse. Y precisamente habían elegido el día en que yo comenzaba la Pedals de Foc.

Gracias a los amigos de PowerBar había ganado una invitación a hacer la Pedals de Foc en 4 días a través de un concurso fotográfico. Las fechas que proponían, a priori, no eran las más apetecibles. Finales de octubre y principios de noviembre. De hecho, yo iba a ser el último inscrito en la ruta por esta temporada. El 1 de noviembre se cerraba oficialmente la posibilidad de contratar la Pedals por este año. Sin embargo, al final no hice más que celebrar haber elegido estas fechas para hacerla. Por una sola razón: el otoño.

Sí, el otoño en los Pirineos y en bici era una asignatura pendiente en mi historial delictivo. Igual que volver a las sensaciones de enfrentarse a una ruta en solitario. La última vez había sido en Túnez, 2006. Siete años en los que he estado alejado de esos viajes de aventura, de esa mezcla de excitación y acojone que produce encarar lo desconocido, ya sea el desierto o la montaña. Un buen tiempo sin saber lo que es dar la primera pedalada de muchas, siendo consciente del mogollón de kilómetros que tienes por delante, las montañas que tendrás que subir, las situaciones de todo tipo que tendrás que lidiar, el sufrimiento que soportar y, también, las recompensas que obtener.

Una ruta en bici y en solitario es siempre una idea descabellada y ridícula, y por eso mismo absolutamente adictiva. Una vez que surge de tu cabeza no puedes dejarla en paz hasta que no la consumas, te metes en ella hasta el fondo, te domina primero, la dominas después, y finalmente la superas. Entonces ya estás curado, y empiezas a buscar la siguiente.

Ese día, a las 8:30 de la mañana, lo último que me apetecía era enfrentarme a los 5º y el cielo turbio de Vielha. Tampoco me apetecía ponerme unas zapatillas SPD que no eran las mías, ya que me las había dejado en casa (ERROR). Afortunadamente, el bueno de Axier del Hotel Ribaeta me había dejado las suyas (ACIERTO), con el pequeño hándicap de que eran dos tallas más pequeñas que mi pie. La noche anterior pusieron en la tele la película "127 horas". Esa en la que un chaval queda atrapado en la montaña yendo de excursión él solo con la bici. ¿Y si me perdía en un valle sin cobertura? ¿Y si me caía por un barranco? Hace dos años me perdí en el monte por primera vez y no me gustó nada la experiencia... ¿Estaba recibiendo señales para que no hiciera esta ruta?

Racionalmente, no me apetecía nada de aquello. Y sin embargo algo me decía que todo iba a salir bien, otra vez. Que a pesar de que lloviera aquel día e hiciera frío y fuese temprano, el resto de la semana iba a hacer bueno, que iba a ver bonitos paisajes, y que iba a merecer la pena el esfuerzo de superar 5.500m de desnivel acumulado en cuatro días y 225 km.

Todo gran viaje presenta sus pequeños grandes miedos, y todo gran viaje comienza con un pequeño paso.

Fue atravesar "el Túnel del Tiempo" de Vielha y disiparse las nubes. Un espléndido día se abría paso y un magnífico viaje comenzaba.

martes, 16 de julio de 2013

En los Alpes

Ya han pasado unos cuantos días. Y es que para ponerse a escribir sobre un viaje así, uno necesita reposar y que se asienten las imágenes almacenadas en la retina. Digerir el festín de momentos, esfuerzos y diversión. Y es que el retorno de los Alpes es duro. Siempre lo es cuando te pasas una semana (casi) en un sitio rodeado de tresmiles y cuatromiles, con algunas de las montañas más famosas del planeta como fondo de pantalla mientras desayunas. Es duro volver, pero hay que hacerlo y contarlo para convencerse de que es real.

En esa semana tuvimos buen tiempo excepto un día, que al final lo declaramos apto para montar, y que nos regaló unos paisajes dignos de Juego de Tronos o El Señor de los Anillos. Nieblas, lloviznas, bosques húmedos repletos de musgo y raíces... paisajes encantados. Una jornada excepcional. Pero no menos que las demás, ya que el resto de los días hábiles para montar disfrutamos del sol y las altas temperaturas, gracias a las cuales los glaciares de los Alpes se están derritiendo como un Frigodedo, en los últimos años. Efectivamente, amigos. Esta fue una de las muchas enseñanzas culturales que nos dejó este viaje a Suiza. Los glaciares alpinos han retrocedido más de un 60% en los últimos cien años, y lo pudimos comprobar en vivo y en directo. En algunos glaciares a los que pudimos acercarnos en las rutas, había fotos de alrededor del año 1900 y se veía perfectamente cómo la morrena llegaba hasta escasos metros del punto en el que estábamos. Ahora había retrocedido tanto que ya no se veía desde esos sitios y había que ascender hasta mucho más arriba para verlo.

En fin, que ese buen tiempo que tanto gusta a los domingueros y que tantos carcinomas está causando a la peña, es el mismo que también está derritiendo los glaciares y las grandes masas de hielo del Atlántico norte. El tema "cambio climático" fue, de hecho, un tema de debate en el grupo durante esta semana, pero dejémoslo aparte y centrémonos en el concepto. El montar, el riding.

Las agradables temperaturas y las precipitaciones recientes en esa zona habían dejado el suelo en condiciones óptimas para rodar en bici. Curiosamente, y tal como habíamos previsto durante la preparación del viaje, nos íbamos a un punto para nada caliente de los Alpes, en el sentido de que íbamos a encontrarnos a poca gente haciendo lo nuestro. Al huir de los bike parks se abre un mundo de posibilidades y de senderos, la mayoría para caminantes, pero por eso precisamente también más vírgenes y sin tráfico de bicis. Esto tiene sus pros y sus contras, claro, pero la elección de un "secret spot" frente a un "hot spot" creo que va más con la filosofía de montar que a nosotros nos gusta. Esto te hace currar mucho más, evidentemente. Superar mayor desnivel, mirar el mapa constantemente, etc. Ser creativo y saber improvisar. Pero eso lo hace, al fin y al cabo, más divertido y con más dosis de aventura que si te dejas caer por pistas marcadas y trazadas para bicis.

El caso es que con esa filosofía en mente nos adentramos en el mundo de las megasubidas a cotas de 2.500, salvando mil metros de desnivel, para luego deslizarnos por más o menos progresivos descensos, atravesando páramos y bosques sin parar, intentando perder poca cota y enlazando líneas de altura, hasta el punto inicial. Las subidas eran duras y largas, pero compensaban por el increíble paisaje que disfrutábamos mientras tanto. Y una vez arriba, las bajadas en su mayoría (excepto alguna muy extrema que apenas era ciclable) tenían una mezcla de todo un poco: partes con algo de técnica, piedras, raíces húmedas... y sobre todo mucho curveo, singletrack, escalones, sendero ancho muy rápido... todo aderezado con unas vistas de infarto. Si no era el mítico Eiger, era el Jungfrau, el Mönch o cualquiera de las cumbres que el alpinismo y la escalada han hecho famosas.

Así que, como siempre, una semana da para mucho pero siempre vuelves con ganas de más, y con la sensación de que has hecho la punta de un iceberg gigantesco que se esconde en esos bosques, y que nunca se acabaría. Ni aunque vivieras allí cien años.
















viernes, 28 de junio de 2013

Preparando las maletas (otra vez)

Preparar las maletas para un viaje siempre es excitante. La perspectiva de un viaje siempre lo es, o casi siempre -si es por trabajo puede llegar a ser un coñazo-, y hacer las maletas forma parte del ritual que lo acompaña. Así que, normalmente, pensar en qué llevar al viaje suele ser parte del mismo. Comenzarlo desde casa. Este año ya me ha tocado hacer la maleta unas cuantas veces, por trabajo y por placer, y ahora toca una de placer -aunque quizás también conlleve algo de trabajo. El caso es que a poco que uno esté familiarizado con los desplazamientos, fines de semana y vacaciones de guardar, cada cual tiene sus métodos propios de hacer la maleta. El mío es bastante simple.
Preparativos de viaje, mapas, billetes, revistas... 
Si el viaje es largo, hago una lista de cosas para llevar. Si es corto no, pero dependiendo del sitio puede que también. También suelo hacer la maleta con una cerveza a mano. Así sucede, que a menudo me dejo las cosas en casa. Si voy a un país con enchufes distintos a los nuestros, me olvido los adaptadores. Si voy a un sitio de playa, se me olvidan las chanclas. Si voy a la montaña, me dejo el gorro de lana. Y así sucesivamente. Pero la experiencia es un grado, así que siempre que puedo intento hacer la maleta con varios días de antelación. De esta forma siempre me acuerdo de algo con lo que no contaba o se me había olvidado.

Otro gran truco a la hora de preparar la maleta para un viaje es mentalizarse para llevar pocas cosas. Si piensas en llevar muchas cosas acabarás cargando un maletón y medio, pero si te propones llevar un equipaje pequeño, con un poco de suerte cabrá todo en una mochila. Es decir, que siempre llevamos más de lo que queremos y de lo que acabamos necesitando. Calculo que normalmente llevo un 40% 20% más del equipaje que después necesito. No falla. El problema es que si de entrada pienso en quitar ese 20% que sé que me va a sobrar, lo acabaré pagando muy caro. Es posible que me vea sin cepillo de dientes, calcetines, calzoncillos o cualquier otra cosa de necesidad básica. Así que ya cuento con ese extra de más y no me complico la vida.

Muestra de maleta el año pasado.
En definitiva, mi forma de hacer las maletas es bastante cutre, nada práctica y desde luego improvisada. No soy un ejemplo en hacer maletas, vamos. Y cuando hay aparatos electrónicos de por medio, olvídate. Últimamente la proporción de cables, cargadores, adaptadores y cámaras es bastante superior al de calzoncillos y calcetines, lo cual puede ser preocupante para más de uno.

Pero en fin... Todo este rollo para decir que... ¡LLEGÓ LA HORA DEL VIAJE ANUAL DE BICI! Seis días en el corazón de los Alpes Berneses darán para mucho, pasarán rápidos y sucederán un sinfín de anécdotas y escenas. Así que hay que aprovechar cada minuto.

Llevamos meses preparando este viaje con los sospechosos habituales del Team, así que voy a ponerme con la maleta, abrir una cerveza y a empezar de una vez otra nueva aventura absurda y fenoménica.






lunes, 17 de junio de 2013

Roadtrip I

La semana pasada puse en práctica mi nueva condición de freelance, prospector o buscavidas. Condición impuesta pero también deseada y buscada, y en la que siempre me he sentido cómodo y familiar. Al menos durante la temporada estival, me he dicho a mí mismo: "voy a aprovechar las circunstancias y voy a dedicarme a dar sentido literal a la expresión Ancha es Castilla". Retomaba, además, una vieja tradición ya en desuso estos últimos años de asentamiento, como son los roadtrips. Aquellos viajes relámpago en los que metía la bici en el coche y la sacaba cuando me parecía bien, ya fuera de camino a Lisboa, a Andalucía, atravesando Castilla o donde se terciara.

Eran otros tiempos, claro. Ahora prefiero otras cosas. Pero no está de más engrasar de vez en cuando este tipo de ejercicios al más puro estilo nómada y vagabundo, por unos días.

Así que dicho y hecho, me inventé una minigira por el "tercio este" de España. Lugares por donde suelo moverme habitualmente en estos años: Cataluña, Aragón y el este de Castilla. Hacer una suerte de roadtrip por nuevos y viejos rincones, ver a los amigos, tantear proyectos, descansar, recargar baterías y, por supuesto, montar.

Primera parada: Calatayud
Granizada de junio.
Bilbilis Augusta es siempre un destino favorito. Sus almuerzos con los socios locales deberían formar parte de la Guía Michelin. Almuerzos a base de ensalada de cerdo, es decir: panceta, jamón, huevos fritos y vino. A eso hay que añadirle unas cortezas y un café. Lo cierto es que el aporte calórico que nutre a los bilbilitanos se esfuma rápidamente cuando salen a montar en bici. El nivel físico y técnico de los senderos locales es ya un tema recurrente en este blog, pero cada vez que vuelvo parece que el listón ha subido un poquito más. Ahora, gracias al entusiasmo y la habilidad de mi amigo Fernando, Calatayud tendrá pronto un CentroBTT propio, del que daremos debida cuenta en este espacio.

En Calatayud tuve la oportunidad de probar, de una vez por todas y en condiciones reales, una 29". En concreto la Giant Trance X 120mm, un pepino facilitado por mi amigo Fernando en su tienda DeFer.

Giant Trance X, un maquinón
para enduro en 29"
El desayuno local: ensalada de cerdo.
Mi susceptibilidad hacia las 29" se disipó con esta máquina y en las primeras pedaladas. Su extrema facilidad para escalar, su extrema capacidad de absorción en las bajadas, y su extrema aceleración y velocidad en terrenos mixtos, me dejaron con la boca abierta. En una 29" buena (como esta, de 5.000€ PVP), las ruedas y la ligereza del conjunto son fundamentales. Sólo así se consigue que una bici grande se comporte con esa facilidad de pedaleo. Efectivamente, en una trialera de piedra suelta de bajada, una 29" (o esta, al menos) es donde flaquea más. Tiene menos rigidez que una 26", sí, pero también es más estable y tragona que ésta. La geometría relajada de una 29" combinada con una tija telescópica permite ratonear prácticamente en las mismas condiciones que con una 26", en curvas cerradas y angulosas. Por tanto, hay que "hilar más fino" con una 26" en un terreno complicado, mientras que con una 29" no importa tanto si eres un paquete bajando o subiendo, porque la bici te corregirá. Para entendernos, en una 26" hay que "bailar" sobre la bici, surfear y mover la cadera sobre ella. En una 29" te sientas en el sillín, abres las palomitas, y a disfrutar de la película. Aunque a veces te dé la sensación de que todo flexe bajo tu culo.

Giant Glory, un maquinón para DH.
Ese es mi breve análisis de la experiencia con una 29 pulgadas. Dicho lo cual, votaría SÍ en un hipotético referéndum para hacer las 29" bicis de enduro. Es decir, funcionan. Pero 1) funcionan las de 4.000€ en adelante y 2) se hace urgente probar una 650b (27,5"). En cualquier caso, las ruedas grandes parecen ser el futuro, no ya en el cross-country, donde ya son un estándar, sino en el enduro.



Segunda parada: Logroño
Finalizada la estancia entre la familia bilbilitana, lavé y desmonté mi bici, la metí en el coche y puse rumbo a la siguiente parada de la gira: Logroño. Allí vive mi primo Rober y nos teníamos que encontrar para hablar de ideas y proyectos que quizás cuajen.
Ojalá todo el verano fuera así...
Logroño y sus bebidas isotónicas.

Iba también con la intención de montar por los senderos locales, pero un inoportuno frente de chubascos convirtió la mitad norte de la península, en pleno mes de junio, en un agujero en el tiempo. Parecía que el verano se había esfumado y ya era otoño. Frío, lluvia y viento. Es decir, un tiempo perfecto para conducir, ver paisajes y viajar por carretera, pero no el mejor para montar en bici. De manera que nuestra experiencia en Logroño se orientó más por el lado de las tabernas y el vino local, más que por los senderos. ¡Qué vino! ¡Qué pinchos! Además estaban en fiestas de San Bernabé, conmemorando la derrota de los franceses cuando la guerra de la independencia. Y era pleno Roland Garros Spagnol. Se nota la influencia vasca y navarra en tierras riojanas, ese Camino de Santiago, ese carácter montañoso, de pantalones Trango, bolsete cruzado, greñas y pendiente de aro. Me gustó mucho Logroño, y volveré pronto para las fiestas de San Mateo. Gran ciudad, bonitos paisajes e insuperable papeo y bebeo.


Tercera parada: mi pueblo

En la cumbre del Puerto de Piqueras.
Una mañana gris y fresca volví a empaquetar la bici y los hatillos y puse rumbo a Soria, que por una vez me quedaba en dirección sur. La delicia de viajar en coche un día cualquiera entre semana se convirtió en un acto de placer rayando el lujo asiático, cuando comencé a ver la carretera que me quedaba por delante. Creo que no tuve que adelantar a más de 3 coches en 100km de carretera sinuosa, llena de curvas, buen firme, rodeada de peñascos y atravesando una garganta natural. Pisé un poco la zapatilla y me empecé a emocionar con la música que llevaba puesta en el iPod. Estaba siendo un tramo épico, pero quedaba lo mejor: subir el puerto de Piqueras (1.100m) que divide La Rioja de Soria. A 11ºC, la sierra Cebollera parecía estar en otoño/invierno permanente, y no dejaba de preguntarme cuántos lobos, corzos, jabalíes y demás fauna andaría escondida por aquella inmensidad de bosques.

En estos pequeños viajes es donde se puede exprimir el placer de conducir, en vez de en esos fines de semana donde todo son prisas, atascos y tráfico de domingueros. Uno se reconcilia con su coche, saca la mano por la ventanilla, como en el anuncio, y disfruta conduciendo como cuando montas por un singletrack con la bici.

Tras unos cuantos tramos más, ya pasado Soria (que estaba en plenas fiestas del Lavalenguas), llegué a mi pueblo para comer. Y allí apagué el cerebro durante dos días.

(continuará)...

jueves, 23 de mayo de 2013

Las bicicletas son para los europeos

Luego nos quejamos, pero los países que más kilómetros hacen al año en bici (sus habitantes, se entiende) no son aquellos donde hace mejor tiempo o hay menos coches. Es justo al revés. Según un estudio de la Asociación Europea de "Accounting" (algo así como auditoría), los españoles sólo recorren 20 km al año en bici, por persona. El país de la UE que menos usa la bici, en el país probablemente con más días de sol al año. En cambio, los que más recorren kilómetros en dos ruedas son los... ¡daneses! con más de 900km por habitante. 

Estas cifras no hacen sino alertar de dos cosas: una, ¿que los españoles somos unos vagos? No, no es tan sencillo. Pero es evidente que algo pasa con nosotros. Y dos, que las bicis no se llevan bien con los países mediterráneos.

No es sólo una cuestión de usar más la bici. No es que la gente odie hacer ejercicio en este país. Los gimnasios están llenos y los parques de gente corriendo, también. La gente se ve casi obligada a utilizar el coche para moverse porque las ciudades y los centros de trabajo están mal planteados. Si se facilitara el trabajo desde casa, por ejemplo, no habría necesidad de desplazamiento para mucha gente. Si se ampliara la cobertura ferroviaria en lugar de recortarla porque es deficitaria, se ganaría en eficiencia de transporte. Y si la organización de las ciudades fuese más abierta con el transporte público y privado de bicicletas, seguramente se reducirían los problemas de tráfico, de contaminación y de salud. No creo que existan muchas medidas que generen efectos sostenibles en estos tres ámbitos, aparte de la bici.
La cuestión, por tanto, es de mentalización ciudadana y de responsabilidad pública.

En algunas ciudades europeas ya ha saltado la alarma hace tiempo. Los problemas de movilidad y transporte tienen colapsados a ciudades como Bruselas, donde el tema se refleja en este estupendo documental. Y las iniciativas de la Unión Europea a través del programa CIVITAS están incentivando el uso de la bici en las ciudades medias y grandes. Sin ir más lejos, este mes de mayo se ha repetido una iniciativa, la European Cycling Challenge, para que ciudades como Dublin, Utrecht, Londres oeste, Lille, Bolonia o Padua, compitan entre ellas amistosamente por ver cuál es la que más kilómetros hace en bici. 

 ¿Hay alguna ciudad española en esta campaña? No. ¿Alguien ha oído algo de esto en España? Yo tampoco.


miércoles, 22 de mayo de 2013

Seguir el camino


He tenido abandonada esta página casi un mes. Ha sido un mes intenso, complejo y complicado, en el que han sucedido algunas cosas que seguramente se reflejen en este blog. Cosas que tienen que ver con los proyectos, los sueños y el abrirse camino en el bosque. Quizás, a partir de ahora, este blog deje de ser un blog y se convierta en un proyecto profesional. Aunque, quizás, sería un error. Porque supondría seguir siendo profesional, como creo que siempre ha sido, pero en cambio perdería el toque necesario de sencillez y de comunicación directa que tiene un blog, o lo que sea esto.

Quizás, a partir de ahora, le llegue el momento a los soñadores, a los inconformistas, a los inadaptados. A aquellos que son capaces de seguir un sueño que sólo ellos ven. O quizás no. Quizás las hienas y los chacales sigan dominando la sabana por una buena temporada, y tengan sometidos a todos los demás animalillos. Pero, quizás, los tiempos siempre fueron así. Siempre hubo hienas y serpientes; hormigas y leones. Y los inconformistas no lo serían si no hubiera dificultades y si la caza estuviera asegurada. Ese no es su estilo.

Los inconformistas luchan. Con honor y limpieza. Contemplan el horizonte desde una loma, deciden a dónde quieren ir, y van. Se adaptan al camino que eligen. Disfrutan de él, porque aprenden nuevas habilidades mientras lo recorren. Pueden llegar al destino que habían atisbado, pero quizás no. Quizás haya aparecido otro nuevo horizonte que antes no se veía desde donde estaba situado. Y así continúan el camino.

Todo para decir que... esto es sólo la continuación del camino hacia alguna parte. Un lugar que se me apareció en sueños, hace tiempo.



jueves, 7 de febrero de 2013

Historias del ciclismo (II)

"El infierno del norte". También llamada "París-Roubaix". Una carrera mítica que se celebra desde 1896, nada más y nada menos, lo que la convierte en una de las más longevas de la historia junto a las otras cuatro grandes clásicas: la Milán-San Remo, el Tour de Flandes, la Lieja-Bastoña-Lieja y el Giro de Lombardía. Una carrera histórica y épica, que nunca ha sido ganada por un corredor español -lo más cercano ha sido dos podiums de Miguel Poblet en 1958 y de Juan Antonio Flecha en 2007, ambos segundos-. 

¿Cómo surge la leyenda de una prueba así? ¿Qué la convierte en un monumento? Dentro de 100 años, si seguimos vivos, la París Roubaix seguirá disputándose por trazados en los que han transitado Eddy Merckx, Francesco Moser, Sean Kelly o Tom Boonen, máximo ganador de la carrera (cuatro veces) junto a su compatriota belga Roger de Vlaemink, en los años 70.

La épica de la París Roubaix no se debe sólo a los adoquines -o pavés- de parte del trazado. Ni al barro. Ni a lugares emblemáticos por los que atraviesa, muchos de ellos escenarios de la I Guerra Mundial, como la Trinchera de Arenberg. Ni a la rivalidad histórica por ganar la carrera que hay entre dos de las superpotencias ciclistas europeas, Bélgica y Francia.

La extrema dureza de la Paris Roubaix es famosa en todo el mundo. 50 km de tramos de pavés, lluvia, caídas, tubulares destruidos, 6 horas que ponen a prueba la resistencia de los ciclistas y de sus bicis. Fue famosa la horquilla que lanzó Rock Shox, modelo Paris Roubaix; una de las pocas horquillas de suspensión jamás comercializadas para bicis de carretera.

La épica del "Infierno del Norte", que empezó a fraguarse cuando transcurría entre los caminos aún polvorientos de una Europa devastada por las bombas, tras la I Guerra Mundial, se debe a todas esas cosas y a muchas más. La leyenda de ser un acontecimiento que supera las fronteras, que ya no es sólo una carrera sino un evento. Como un gran premio en Mónaco, Monza o Spa. O un partido Brasil-Uruguay.

A veces, la propia historia, el paso del tiempo, convierte un evento ya de por sí excepcional, en algo histórico.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Identidad y estética

El otro día fui al estreno de esta nueva súper producción de Red Bull sobre freeride. "Donde termina el camino". Guai. Un preestreno como los de antes, en una discoteca de Barcelona, con riders-estrella invitados (Andreu Lacondeguy en este caso), y una relativa promoción marketera. Bien. Un evento social algo destacable en medio del aburrido panorama del MTB español en los últimos años. Que parece que sólo tiene pulso los meses de septiembre en el Festibike, y cuando toca una copa del mundo cerca. Tenía agendado el evento desde hacía un par de semanas.

Así que, cual de preestreno de Hollywood se tratara, con la esperanza de insuflarme de energía biker, luces, flashes, celebrities, cámaras, etc... me fui a la sala Apolo 2 a ver Where the trail ends. Aparqué la single en la puerta y aguardé. Había una cola aceptable, parece que había expectación.

Supongo que me intentaba autoengañar, o fantasear con la magia de un estreno "como los de antes". Como cuando Cedric Gracia montó la de Dios en el Razzmatazz, en el New World Disorder 9, creo. Darse un baño de ambiente freerider, revivir una de esas noches de engorile que te inspiraban para darle caña a la bici más y más. Una (última) oportunidad al freeride, entendido como disfrutar de la bici en entornos remotos y exóticos.



Pero no duré ni media hora. El problema no fue la mierda de cerveza que me dieron en el Apolo (yo creo que era sidra), ni la escasa visibilidad de la pantalla. El siempre digno Pablo Moreno haciendo de speaker puede que fuera lo mejor de la velada, porque cuando le tocó hablar a Andreu se acabó la fiesta. Hablar en público no es el fuerte de nuestro freerider más internacional y loko, las cosas como son. Parecía que de un momento a otro iba a ponerse a emular a Aznar cuando lo de "estamos trabahando en ellou". Además, a esas alturas de la noche las gorras de plato no dejaban ver la pantalla que habían colocado en la sala. Sí, amigos. Las gorras de plato (casi de sartén) son a este tipo de eventos como los sombreros raros a las carreras de Ascot. Si no llevas una gorra de plato eres un deshecho humano. Y si es de Red Bull es que eres un pro.

En fin, todo esto no me sorprendía, ese no era el problema. Desde que el freeride entró a escena en el mountain, la estética también cambió. La ropa se hizo más casual, influyó el estilo BMX, snowboard, skater... Más urbano. Coño, yo mismo y mis amigos hemos participado de esta estética en un momento u otro, y no tiene nada de malo. Y la estética es importante, pero más que la estética es importante la actitud. Y la actitud es la misma desde hace 10 años.

La gente que estábamos allí congregada para ver la peli no éramos distintos de los aficionados a las motos que se dan cita para un evento sobre motos. O a los aficionados al boxeo que acuden a una velada. Cada afición o cada deporte tiene unos aficionados con algunos rasgos estéticos parecidos. No verás chavales con gorra de plato en una corrida de toros igual que no verás a jóvenes con camisa y flequillo en una carrera de bicis. ¡Normalmente! Nunca se puede generalizar, claro. Pero hay gustos que coinciden. El resto lo hace el marketing.

A lo que voy con todo esto es que en algunos deportes, aficiones o subculturas -como en los fixers, los punkis o el hip hop-, la estética es un elemento de identidad grupal. Eso es así. El freeride ha sido uno de los movimientos que más impacto ha tenido en el MTB en los últimos 10 años, y tuvo tanto impacto que influyó entre otras cosas en la estética y la identidad de los bikers como grupo. Como "tribu", si se quiere. Por supuesto, ha influido en el propio concepto de las bicis que se fabrican y en toda la industria. Es decir, ha sido una modalidad y una rama muy importante dentro del MTB, y ha tenido su estética propia durante los últimos 10 años. Pero... eh, aquí viene la noticia: SIGUE IGUAL. ¡No ha cambiado nada en 10 años!

Hoy en día muchos creen superado el freeride. Revistas especializadas, riders, etc, lo dicen: la época del freeride, en un mundo de vorágine como el nuestro, ya es cosa del pasado. Algo así como "los locos años 20" del desenfreno de saltos, bajadas imposibles y grandes eventos patrocinados por marcas de bebida energética. En realidad han pasado 10 años y un buen puñado de cosas en este tiempo, y el freeride sigue apostando por una identidad, estética y pose idénticas a las de hace una década. Ha habido películas como Life Cycles, cosas como el Enduro, que van modificando conceptos y formas de entender la bici. Para mi, el freeride se ha quedado anclado en una eterna juventud de gorra de plato. El Red Bull Rampage de Utah ha vuelto. Las mismas pelis de acción, saltos enormes, engorile y adrenalina. Las mismas voces en off de tipos duros, con su "mirada de las 100 yardas", de vuelta de todo porque han estado montando en El Culo del Mundo y han visto la cara de Wade Simmons en una sombra. Sí, es sólo marketing para enganchar a los jóvenes a la bici y para motivarlos con un buen espectáculo. De acuerdo. Pero ¿un poco de evolución es malo? La estética de chicos malos del mountain ha pasado de ser cool a ser hortera. La idea de gueto y de rollo guay ya produce más cansancio que respeto.

No es una cuestión, repito, de estética y de superficialidad. Hablo de tener personalidad y estilo propio. Un aficionado a la bici no debería tener etiquetas, y tener el estilo, la estética y la personalidad que le dé la gana. Pero no la que le impongan los cánones del marketing, sean los que sean en cada momento. El freeride (como otras etiquetas dentro del deporte y en concreto de la bici) fue un invento del marketing, y como tal una estética impostada. De pose. Eso, afortunadamente, se está acabando. Y se pasará a otra era, como ya sucede, en la que la gente monta en bici y se identifica con un grupo de iguales que también montan como les da la gana. Sin el postureo que a Red Bull, Monster, Specialized o Kona le parezca más cool o fotogénico para vender su concepto de Freeride, Enduro o lo que toque.

Eso, al menos, es lo que debería ser. Aunque a veces veo regresiones al pasado, como la del otro día en el estreno de la peli, y me entra la risa porque en cualquier momento aparece Marty McFly.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Mega-año

Antes de que las televisiones, revistas y medios en general empiecen a hacer balance del año 2012, haré el mío particular. Creo que es una sana costumbre echar la vista atrás (sólo lo justo) para obtener cierta perspectiva de las cosas, de los aciertos y los errores que uno va dejando atrás en esta vida, a menudo de locos.

Para mi, este 2012 en cuanto a lo que tiene que ver con las montañas y de lo que mayoritariamente hablo en este blog, ha sido excelente. Quizás no tanto en cantidad, al menos como otros años, pero sí en calidad. Uno va sobrepasando la mitad de la década de los 30, y empieza a preferir dormir en cama mullida a dormir en litera o colchoneta. Para entendernos, sí a los campings, pero sin abusar. En fin, que la cosa ya no es tanto de montar y montar, sino de degustar delicatessen. Me sigo comiendo un bocata de mortadela si hay que hacerlo, pero prefiero uno de 5 Jotas.

Por eso este año creo que ha sido un punto de inflexión poder ir a Zermatt, por ejemplo, en mitad de junio aunque sólo fueran 4 días. Un antes y un después, absolutamente. O a Aínsa un fin de semana, repitiendo experiencia. Las bajadas a Madrid este año también han sido grandes momentos, con algunos nuevos spots y un revival excelente en la Casa de Campo, por ejemplo. O la reciente escapada a Calatayud, completando Los 4 Clásicos Anuales (mi pueblo, Madrid, Aínsa y Calatayud). La experiencia como monitor y profesor de mountain bike en la Escuela Español de MTB, y las nuevas posibilidades que seguro va a ofrecer el nuevo invento/artefacto que me he agenciado: la tija (pija) telescópica.

Y junto al balance vienen los proyectos. Hay muchos para el año que viene: un nuevo intento de 24Doce; los 4 Clásicos de nuevo, por supuesto; y alguna escapada al exterior. Un proyecto que podría cuajar y que llevo tiempo detrás de él es este. El clásico de los clásicos del descenso de larga distancia: el Megavalanche de Alpe d'Huez. Tras prometerme no volver a correr en una de esas carreras, después del fiasco de una Maxiavalanche en Vallnord, intento engañarme a mí mismo y me digo que el Mega es distinto. Debe ser distinto. Una fiesta del DH-freeride-enduro en Europa. Una montaña mítica, un ambiente divertido (aunque monopolizado por franceses e ingleses, que tiene su miga)... veremos. Pero en cualquier caso seguro que nos esperan grandes momentos sobre la bici ¡Happy trails!

Aquí, una muestra de la edición del Mega este año:

DirtTV: Megavalanche 2012 a Mountain Biking video by orpheusproductions

jueves, 15 de noviembre de 2012

Top 5 Rutas

La lista de hoy son las cinco mejores rutas que he probado. Rutas con predominio del sendero, el bosque y el enduro, aunque no exclusivamente enduro. Hay muchas más zonas, senderos y rutas memorables, en Les Gets, Morzine, Calatayud, los Monegros o Almería, pero por simplificar en un listado con un poco de distintos lugares por donde he montado, estos son los que salen.

1. Sunnega-Täsch-Zermatt, Suiza
Se lleva la medalla de oro esta ruta memorable, que parte de la cota 2.200 del Sunnega (Zermatt) y recorre las faldas de una montaña alpina durante unos 12 km casi sin perder altura, a través de un singletrack colgado de las alturas. El singletrack perfecto. Después, a partir del pueblo de Täsch, la ruta se adentra en una zona de denso bosque y veritiginosos senderos, y se vuelve a Zermatt siguiendo otro pedazo de sendero paralelo al tren cremallera, más técnico y rocoso. Todo esto teniendo al Matterhorn, ese icono de las montañas, a la vista durante 4 o 5 horas. Por panorámica, simplicidad de líneas y mezcla entre sencillez, rotundidad y técnica, esta es la mejor ruta que he podido hacer en más de 20 años de MTB, sin ninguna duda.

2. Ruta Bajo Peñas, Aínsa (Huesca)
La excelente red de rutas que ofrece Aínsa a través de su CentroBTT Zona Zero es casi interminable. La primera que hicimos hace dos años fue esta, y quizás por eso también es la que recuerdo con más cariño, por la cantidad de sorpresas y novedades que nos encontramos. Hacer una ruta así la primera vez que llegas a una zona inédita en el pirineo de Huesca, tiene muchas posibilidades de convertirse en épica, y esta lo fue. Senderos larguísimos, bosques, paisajes variados y un final apoteósico nos hizo admirar desde el principio esta comarca, que se coloca en un merecido segundo puesto, también reconociendo el compromiso y entusiasmo de sus riders locales. Desde entonces, Aínsa se ha convertido en un destino obligatorio cada año.


3. Alcubilla-Río Lobos, Soria
Qué puedo decir... La travesía "Mi pueblo-Cañón del Río Lobos" es un clásico que organizo cada año para los colegas, y una ruta de extraordinaria belleza, diversión y disfrute. La Paris-Roubaix del MTB, para nosotros. Una ruta clásica de cross country por parajes semidespoblados, de verdadera naturaleza campestre y rural, que desemboca en uno de los rincones de Castilla y León más interesantes, donde sólo habitan los buitres leonados. Historia, geología, flora y fauna en una ruta para disfrutar de la bici en estado puro, y de un silencio que sólo se puede escuchar igual en las tierras de Castilla. Medalla de plata claramente.


4. La Molina 2500-Alp, Cataluña
Las rutas y senderos fuera de los mapas suelen ser un atractivo adicional, por lo que tienen de clandestino. Ha habido unos cuantos de este tipo a lo largo de los años, pero quizás el de La Molina a Alp, que conocí por vez primera en un descenso avalancha, es el que más nos ha gustado y nos ha hecho repetir más veces. Dentro del concepto Bike Park, como es el de La Molina, existen puntos a favor y en contra para el uso de la bici. En los Alpes franceses, por ejemplo, la cantidad de senderos fuera de pista es considerable y de altísima calidad, por lo que perfectamente se puede disfrutar de un bike park con una bici no de descenso, sin bajar por las pistas específicas de DH. De hecho, la evolución del concepto enduro (y de los propios parks) cada vez hace más aptas las bicis para entornos de alta montaña y remontes. Así que, por barrer para casa, el descenso desde la cota 2.500 del Bike Park La Molina hasta el pueblo de Alp se gana un lugar en el top 5. Por ser uno de los más largos y sin embargo accesibles (apto para cualquiera), y también bonitos y completos.

5. Travesía Cercedilla-Segovia, Madrid/Segovia
Otro de los lugares especiales para la bici que he podido probar es, como no podía ser de otra manera, la Sierra de Madrid. Y dentro de ésta, existen innumerables recorridos (el Descenso 2000 de Los Leones, la ruta de Cueva Valiente, las de Cercedilla, la Tubería, el Ortiz...) Pero si tengo que escoger uno, dentro del concepto de Ruta de larga distancia, me quedo con la travesía de Cercedilla hasta Segovia, cruzando la sierra de Guadarrama. Especialmente si es en otoño, los paisajes y las vistas son excelentes, y tras coronar la carretera de la república nos adentraremos en un frondoso bosque lleno de senderos, rincones y riachuelos que nos conducirán casi hasta las puertas de Segovia. Una ruta entre dos mundos: el que simboliza una megaurbe como Madrid (las torres al fondo) y una tranquila y noble ciudad de provincia como es Segovia. En medio, uno de los bosques más bonitos de la cordillera central.



miércoles, 20 de junio de 2012

miércoles, 9 de mayo de 2012

"Home is where the road is"

Bueno, las últimas semanas han sido algo movidas. Parece que estoy siempre sobre un camino. De ahí el título del post... El mes de mayo siempre trae consigo eventos, viajes, carreras y cosas así, y este año está siendo igual. Primero, remontándonos al último post, al final no pude participar en la Trek12. Una lástima, pero supongo que viendo los tiempos de la categoría en solitario más me vale no haber ido, sopena de hacer el ridículo... ¡La gente está fuertísima!

Últimos kilómetros de la Maratón
de Monegros, entre polvo y barro.
Esto lo comprobé el sábado pasado en la Orbea Monegros 29er, una clásica que este año he repetido por cuarta o quinta vez, porque es un espectáculo de paisajes y de afición. Es como un gran premio de Jerez o de Assen, algo así como la meca del MTB de competición amateur. De los casi ¡¡6.000!! inscritos, los que tiraban tiraban mucho, pero mucho. La crisis está generando (ya lo he dicho antes) una raza de deportistas super-entrenados. La gente tiene más tiempo para entrenar y todo eso. Pero 6.000 participantes en una prueba de MTB (de la que por cierto no se ha oído hablar en los grandes medios) da que pensar.

Pero aparte de eso, y entre ambos eventos, hubo uno bastante especial que fue el curso de monitores de la Escuela Española de MTB, de la que puedo decir orgullosamente que formo parte desde este año. El curso, celebrado el 28 y 29 de abril en Robledo de Chavela en un clima invernal, fue un éxito con alrededor de 60 alumnos y alumnas, entre ellas la olímpica Silvia Rovira. Mucha gente, mucho nivel y muchos proyectos que se están fraguando entre los entusiastas del MTB y los deportes de montaña. Gente interesante, sana y con intereses comunes, de los cuales seguro saldrán nuevas relaciones y contactos. Una magnífica experiencia, en suma, para proyectar el lado emprendedor del MTB como actividad de ocio y de empresa deportiva sostenible.
Sesión práctica del curso de Monitor-Guía de la EEMTB

Y este fin de semana nos espera la III Kedada Zona Zero en Aínsa, una kedada enduro que ya el año pasado nos dejó un sabor de boca excelente y que este año no nos hemos pensado repetir. Aunque arrastro (de nuevo) problemillas físicos (esta vez una inoportuna gastroenteritis), espero estar a tope para disfrutar de los senderos y trialeras del Pirineo oscense. Por cierto, me declaro fan incondicional de la provincia de Huesca y de su variedad paisajística.


jueves, 15 de marzo de 2012

Empieza la fiesta

El Team en Moralzarzal, a few weeks ago. 
La primavera se otea en el horizonte. El desastre climático en el que vivimos hace que a comienzos de marzo ya se vean almendros en flor, los pastos verdear, y los animales con las hormonas alteradas buscando copular como locos. Vamos, como nosotros. Con la diferencia de que nosotros, los homínidos, gastamos la energía en otras cosas aparte de en copular. De ahí lo que nos separa del resto de las especies. Un animal ocupa su tiempo básicamente en dos cosas: procurarse un alimento y asegurar la supervivencia de la especie. Nosotros tenemos una pirámide de necesidades algo distinta: procurarnos una remuneración que nos asegure el alimento y una serie de comodidades vitales. Si no hay dinero, habrá poco alimento, menos comodidades, y desde luego ninguna procreación de la especie. De manera que todo depende, en nuestro caso, de las  monedas. De lo que la teoría económica de Smith, Marx llamaba "la fuerza de trabajo". Es decir: de la inteligencia, habilidad o maña que uno tenga para ganarse el pan. ¡Bueno, eso nos acerca a los animales! El problema es que hoy en día ya no es cuestión de inteligencia sino de suerte. No se garantiza que el mejor preparado, ni mucho menos el más honesto, llegue más lejos. Es como si en el reino animal sobrevivieran muchas golondrinas que no saben construir nidos, por ejemplo, todo porque conocen a un águila que las protege. En cambio, otras golondrinas muy capaces de proteger a su especie, no gozan del favor de ese águila y no sobreviven. Con el tiempo, las golondrinas -ya lo dijo Darwin- sobrevivirán, sí, pero serán unas inútiles -como dijo Nietzsche-. Puede que desarrollen otras habilidades en lugar de hacer nidos, pero básicamente degenerarán su especie y sobre todo tendrán siempre por encima de ellas al águila o a quien quiera que sea el que las protege.

En fin, me estoy saliendo del tema. Es primavera. Los animalitos, las flores, y eso. Y tenemos tanta energía, porque ya el hombre ya no hace la guerra, y -algunos- no tenemos que preocuparnos de la supervivencia de la especie porque ya está más que asegurada, que tenemos que sacarla de alguna forma. ¿Y cómo damos salida a tanto chorro de vitalidad, de energía no utilizada en las funciones animales que alguna vez tuvieron nuestras especies pasadas? Pues haciendo algo si no constructivo -porque no conduce a ningún, no nos engañemos-, al menos que nos devuelva a nuestro lugar de origen: el bosque, y nos haga recordar las raíces animales en medio de este mundo enloquecido. Creo que no está suficientemente estudiado el aspecto antropológico del deporte, al menos de los deportes de montaña: por qué son tan terriblemente adictivos, por qué son tan tremendamente satisfactorios y por qué son tan diabólicamente bonitos en sí mismos. Supongo que algo de eso tiene que ver, ya lo he dicho muchas veces: el encuentro con nuestras raíces. El homo sapiens bajó de los árboles hace tan solo 200.000 años. Las primeras especies de homo erectus datan de 2,5 millones de años. Una insignificancia evolutiva.

Por eso: empieza la primavera. Empieza la temporada. Empieza la fiesta.

viernes, 9 de marzo de 2012

Where is the limit

Un nuevo vídeo de las aventuras y desventuras de un viaje a Madrid. ¡El primero de la temporada!
Parafraseando en tono de mofa, obviamente, al personaje Josef Ajram.



Y de Bonus para el finde, el trailer de un proyecto sobre el mejor de todos los tiempos: Steve Peat.


martes, 29 de noviembre de 2011

Inshallah


Estaba viendo la tele el otro día, justo antes de salir a montar el domingo, y vi un reportaje sobre la Titan Desert y una especie de concurso que organizaba dicho programa, Bike Attack, de Esport3. Por supuesto, se me afilaron los dientes una vez más, después de asistir a la presentación de la edición 2012 de la Titan y de ver que algunos colegas se han apuntado ya. De no ser porque la inscripción es una PASTA me habría apuntado hace tiempo. Pero mientras tanto me conformo con acumular envidia y relamer los huesos que me encuentro. Entonces, al final del programa anunciaron lo del concurso: el Repte Gaes. El sponsor principal de la Titan Desert organiza un concurso para elegir a 2 personas que correrán la Titan. De entre todos los inscritos al concurso se elegirán a 10 personas, que pasarán 4 meses de entrenamiento asesorado, y de ellos solo 2 conseguirán su plaza para la carrera. Todo eso, en formato "reality" para la tele, más o menos. Flipa.

La movida es la siguiente: el próximo 14 de enero se juntarán todos los concursantes en Sitges, y en un trazado de 10 km cronometrados, se elegirán a los 10 mejores. No solo cuenta el tiempo de la crono. También la técnica, la bici... un conjunto de cosas. "Dar bien en cámara". Los concursantes no pueden haber corrido nunca la Titan ni haber hecho podiums en su "carrera deportiva". Vamos, que doy el pego perfectamente (solo he sido 4º en dos ocasiones). De esos 10 elegidos, solo 2 conseguirán el pase a la Titan con todos los gastos pagados. Después de 4 semanas de entrenamiento asesorado por profesionales y documentados en el programa de tele. En fin, una especie de "reality show biker". Algo insólitorrr.

...todo sonaba tan descabellado que no he podido resisitirme y me he apuntado. La preselección en Sitges será divertida: 10 km en el Garraf (el recorrido es secreto) que lo conozco medianamente bien.

Y para ello, ya estoy sacando brillo y engrasando a la ultimate machine gun: The Heckler.

Así que, como dicen en el desierto: Inshallah.