Estos días se ha celebrado en
Barcelona el Bicycle Film Festival, el festival de cine sobre bicis más importante del mundo, y que tiene un carácter itinerante, ya que se celebra en muchas ciudades de todo el planeta. Por fin, este año caía en Barcelona, y había ganas de conocerlo, de ver pelis y de confraternizar con otros entusiastas de la bici worldwide.
El jueves pasado fue la "presentación" del BFF en un local cercano al barrio del Borne, donde se exponían cuadros artesanales, fotografías y material vario de bicis urbanas.
Cool. Por 1 euro te daban una
Moritz (mmm, qué buenas), y después eran gratis. Varios fixers poblaban el garito, con máquinas impolutas. Debían conocerse entre ellos. Yo pensaba: "así que estos son los famosos fixers de los que se oye tanto hablar..." Pero empecé a encontrarme como un extraño entre tanta bici minimalista y sofisticada. Yo, con mi
Decartón singlespeed tuneada a lo cutre-pandillera, y el resto con verdaderos maquinones de pista de a
1.000 pavos la rueda.
Como te levanten una bici así en la calle debe ser para pegarse un tiro -pensaba yo, mientras recordaba a mis queridas y hurtadas
Sunn y
Kona y sorbía un trago de birra, pa olvidar.
Ojeé el programa del festival. Las pelis se centraban en el fenómeno de bicis urbanas: fixed, bicimensajeros, etc. Ni rastro de las bicis de montaña, el bmx (sólo una peli), la carretera o el trial. ¿Festival de cine de bicis? Más bien tendrían que haberlo llamado "
festival de cine de bicis urbanas", ¿no? Tendría más sentido haberlo llamado "Festival Fixed", pero que yo sepa, hay bastantes tipos de bicis aparte de las que se usan en la ciudad -que por cierto, también son muchas-.
Bueno, las fixed molan -pensé-,
así que tampoco estará mal ver pelis de estos flipaos.Entonces empecé a fijarme en el paisanaje que poblaba el garito. Atendí a ver
uno o dos bicimensajeros sofocados de pasarse todo el día currando con la bici. Sus bicis estaban sobadas como un guante de cuero viejo. Pero el resto... el resto de las bicis que había aparcadas estaban intactas. Algunas resplandecían tanto que sus dueños se tenían que poner unas
Ray Ban más grandes que las orejas de Mickey Mouse. Joder, apuesto una tija de carbono a que esos tíos no montaban en bici y que tenían el culito suave como un bebé. Es más: sospecho que esos tipos (y tipas) se habían apuntado a la última moda de los modernos. A la última revelación de la
Hermandad de la Gafapasta.
Entonces se me cayó la venda de los ojos. Sí, hermanos. Todo aquello no era más que otra reunión de pijos modernillos que junto al iMac y el iPhone se dedican a coleccionar otros iconos de la cultura
posh-vanguardista, como las
Adidas Gazelle, el reloj
Casio digital, o la
bicicleta sin marchas. Ni siquiera la cultura alternativa y respetable de los verdaderos fixers yankis puede ser alternativa en este país. Una cultura de bicis self-made, no compradas por papá; de fancines, carreras ilegales, movimiento underground... De
actitud y no de
pose. Con algunas excepciones en Internet, me parece que los fixers van justo de lo que no son ("el viejo dicho: dime de qué alardeas..."). Algo que, por otra parte, también ha sucedido antes con las ruedas gordas y los
freeriders, por ejemplo.
Es lo que pasa cuando la cultura, o lo que podría llegar a ser una manifestación cultural, deportiva, o de cualquier otra forma, la secuestran
los modernos. Perdón, los
burgueses progres.