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jueves, 1 de mayo de 2014
CADENCIA
Un proyecto largamente perseguido por fin ve la luz. CADENCIA es la revista que desde hace tiempo quería hacer. Ciclismo y mountain bike pero también otras muchas cosas que no tienen nada que ver con las bicis... ¿o sí? Cansado de las típicas publicaciones que sólo hablan de bicis, ruedas de 26, 27´5 o 29, y nuevos productos, he querido plasmar lo que hay detrás de los paisajes que vemos cuando montamos en bici. Reflexiones, imágenes, temas que surgen en las conversaciones con tus compañeros de ruta...
CADENCIA es lo que surge cuando monto en bici, el resultado de mis experiencias y vivencias sobre las dos ruedas. Hecha desde la bici, no para la bici. Y en los tiempos que vivimos, una alternativa a la decadencia que se empeña en arrastrar el pensamiento general.
Espero que la disfrutéis, y sobre todo que dediquéis un rato de vuestro valioso tiempo para LEER cosas que se salgan de lo previsible, que las hay y muchas. Sé que esto es pedir mucho en la rutina de saturación informativa en la que nos movemos, pero... la opción B es la decadencia.
-¡Pedalea, copón!
martes, 25 de febrero de 2014
La punkie del Metro
Las visitas a mi ciudad y capital del reino son siempre fugaces. Como norma hecha a base de repeticiones. Ya casi prefiero que sea así, breve y práctico como un ligue de noche. Sin medias tintas ni diplomacia. Funcional y directo. Todos sabemos a lo que vas, ¿no? Pues venga, déjate de rodeos y vámonos a tu casa, o a la mía. A Madrid.
Esas visitas son siempre pequeños viajes. Primero porque tengo que cruzar medio país, que en Barcelona llaman estado. Lo llaman estado por pudor, porque les han enseñado que decir España es fascista, franquista y nacionalista. Cruzo lo que quiera que sea esa extensión de terreno que separa Barcelona de Madrid, unos lo llaman el campo, así a lo general, y otros lo llaman meseta. Lo cruzo, y eso ya es un viaje, pero también es otro viaje cuando llego a Madrid. Allí comienza un viaje por otro mundo. El mundo de una ciudad que ya apenas conozco, que recuerdo sólo por vivencias pasadas, y que si antes me sorprendía siendo su habitante y sufrido ciudadano, ahora ya me desencaja. Me fascina lo distinto que es de esta otra ciudad en la que ahora vivo, y me alucina lo lejos que está una de otra, geográficamente y, cada vez más, en todo lo demás.
La visita fue breve, así que después de pasar la noche en casa, al día siguiente temprano volvía a "la otra casa". Sí, supongo que tengo varias casas, como los ricos. No deja de ser paradójico. El caso es que serían las ocho y media de la mañana. Cogí el metro, como siempre a esas horas lleno. El vagón completo de gente, del que se salen dos o tres viajeros en la estación, y hay otros veinte en el andén. Entonces esos veinte comprenden que tienen que meterse en el vagón repleto, y los que están dentro del vagón comprenden que esos veinte desconocidos van a entrar en un sitio en el que ellos ya están más o menos a gusto, han encontrado el sitio y ya son compañeros de viaje entre sí, casi casi íntimos. Colegas. Entonces ambos, los de dentro y los de fuera, se dan cuenta de la situación y saben lo que va a pasar. Que van a tener que apretarse un poco más para que todos quepan. El vagón apesta un poco, la gente no deja de ser algo dejada en sus hábitos higiénicos por más que lleven un iPhone en el bolsillo. Pero no importa. Todos van en el mismo puto vagón, apretados pero con ese sentimiento de consuelo que da el compartir el mismo destino, aunque sea durante unas estaciones, con vecinos y compañeros de viaje.
En ese vagón apretujado me tocó aquel día como compañeros de viaje un grupito de cuatro punks. Tres chicas y un chico. Eran las ocho y media de la mañana, pero iban privando su cerveza de lata de medio litro y se la iban pasando entre ellos. Ellas llevaban el pelo rapado a los lados y más largo en la parte superior, para cuando se hacen la cresta. Aros, pendientes, imperdibles en las orejas. El uniforme lógico en un punkie. Estábamos hombro con hombro, yo ahí metido entre ellos, casi en medio del mini círculo que formaban para ir departiendo. La cerveza circulando, las risas, el descaro de saberse los únicos que estaban privando a esas horas en aquel vagón. En un momento dado me parecía escuchar que iban a los juzgados (supongo que de Plaza Castilla, por la línea de metro donde estábamos), a testificar en un juicio. Me crucé con la mirada chispeante de una de las chicas, la más guapa, que me miraba con curiosidad y con una sonrisa, no sé si de desprecio por creer que yo era un burgués más yendo al trabajo o precisamente por lo contrario, por notar que me caía bien su rollo y que en el fondo me daban envidia. No me escondí y les devolví el gesto de aprecio con una media sonrisa, como diciendo "qué majos sois". Aunque el resto del vagón os esté fulminando con la mirada, yo os entiendo y os respeto.
Porque me daban envidia esos cuatro punks. Unos chavales que se reían de sus cosas, sin molestar a nadie, y a su particular manera, quizás fueran los cuatro individuos con más cojones de todos los que estábamos allí en ese momento. Valientes por hacer lo que realmente les daba la gana, sin importar lo que dijeran los demás. ¿Que había que ir a un juicio a esas horas? Pues vale, pero irían a su estilo. Quizás fueran unos de esos punks a los que sus papás les pagan los vicios y viven en casa sin dar ni chapa, pero no creo. Ya estaban en el vagón, y las estaciones anteriores a la mía no son precisamente el barrio de Salamanca. Y si fuese así, ¿qué? La postura de esos chavales, la mirada de esa chica, aunque estuviera medio pedo, es la correcta en un mundo así. Ser punkie es lo más honesto que esos chavales pueden llegar a ser, teniendo enfrente lo que tienen. El futuro y los modelos sociales, todo eso. ¿Un respetable trabajador yendo a currar en el metro es menos que un punkie? No, por supuesto. Cada uno se dignifica haciendo aquello en lo que cree mientras no haga daño a los demás. Pero esos punks, en su nihilismo, al saberse lumpen y parias sociales y descojonarse de ello, estaban diciendo que hay que ser valiente para madrugar e ir al trabajo todos los días, pero más valiente aún para no hacerlo. Y eso es admirable, joder.
Esas visitas son siempre pequeños viajes. Primero porque tengo que cruzar medio país, que en Barcelona llaman estado. Lo llaman estado por pudor, porque les han enseñado que decir España es fascista, franquista y nacionalista. Cruzo lo que quiera que sea esa extensión de terreno que separa Barcelona de Madrid, unos lo llaman el campo, así a lo general, y otros lo llaman meseta. Lo cruzo, y eso ya es un viaje, pero también es otro viaje cuando llego a Madrid. Allí comienza un viaje por otro mundo. El mundo de una ciudad que ya apenas conozco, que recuerdo sólo por vivencias pasadas, y que si antes me sorprendía siendo su habitante y sufrido ciudadano, ahora ya me desencaja. Me fascina lo distinto que es de esta otra ciudad en la que ahora vivo, y me alucina lo lejos que está una de otra, geográficamente y, cada vez más, en todo lo demás.
La visita fue breve, así que después de pasar la noche en casa, al día siguiente temprano volvía a "la otra casa". Sí, supongo que tengo varias casas, como los ricos. No deja de ser paradójico. El caso es que serían las ocho y media de la mañana. Cogí el metro, como siempre a esas horas lleno. El vagón completo de gente, del que se salen dos o tres viajeros en la estación, y hay otros veinte en el andén. Entonces esos veinte comprenden que tienen que meterse en el vagón repleto, y los que están dentro del vagón comprenden que esos veinte desconocidos van a entrar en un sitio en el que ellos ya están más o menos a gusto, han encontrado el sitio y ya son compañeros de viaje entre sí, casi casi íntimos. Colegas. Entonces ambos, los de dentro y los de fuera, se dan cuenta de la situación y saben lo que va a pasar. Que van a tener que apretarse un poco más para que todos quepan. El vagón apesta un poco, la gente no deja de ser algo dejada en sus hábitos higiénicos por más que lleven un iPhone en el bolsillo. Pero no importa. Todos van en el mismo puto vagón, apretados pero con ese sentimiento de consuelo que da el compartir el mismo destino, aunque sea durante unas estaciones, con vecinos y compañeros de viaje.
En ese vagón apretujado me tocó aquel día como compañeros de viaje un grupito de cuatro punks. Tres chicas y un chico. Eran las ocho y media de la mañana, pero iban privando su cerveza de lata de medio litro y se la iban pasando entre ellos. Ellas llevaban el pelo rapado a los lados y más largo en la parte superior, para cuando se hacen la cresta. Aros, pendientes, imperdibles en las orejas. El uniforme lógico en un punkie. Estábamos hombro con hombro, yo ahí metido entre ellos, casi en medio del mini círculo que formaban para ir departiendo. La cerveza circulando, las risas, el descaro de saberse los únicos que estaban privando a esas horas en aquel vagón. En un momento dado me parecía escuchar que iban a los juzgados (supongo que de Plaza Castilla, por la línea de metro donde estábamos), a testificar en un juicio. Me crucé con la mirada chispeante de una de las chicas, la más guapa, que me miraba con curiosidad y con una sonrisa, no sé si de desprecio por creer que yo era un burgués más yendo al trabajo o precisamente por lo contrario, por notar que me caía bien su rollo y que en el fondo me daban envidia. No me escondí y les devolví el gesto de aprecio con una media sonrisa, como diciendo "qué majos sois". Aunque el resto del vagón os esté fulminando con la mirada, yo os entiendo y os respeto.
Porque me daban envidia esos cuatro punks. Unos chavales que se reían de sus cosas, sin molestar a nadie, y a su particular manera, quizás fueran los cuatro individuos con más cojones de todos los que estábamos allí en ese momento. Valientes por hacer lo que realmente les daba la gana, sin importar lo que dijeran los demás. ¿Que había que ir a un juicio a esas horas? Pues vale, pero irían a su estilo. Quizás fueran unos de esos punks a los que sus papás les pagan los vicios y viven en casa sin dar ni chapa, pero no creo. Ya estaban en el vagón, y las estaciones anteriores a la mía no son precisamente el barrio de Salamanca. Y si fuese así, ¿qué? La postura de esos chavales, la mirada de esa chica, aunque estuviera medio pedo, es la correcta en un mundo así. Ser punkie es lo más honesto que esos chavales pueden llegar a ser, teniendo enfrente lo que tienen. El futuro y los modelos sociales, todo eso. ¿Un respetable trabajador yendo a currar en el metro es menos que un punkie? No, por supuesto. Cada uno se dignifica haciendo aquello en lo que cree mientras no haga daño a los demás. Pero esos punks, en su nihilismo, al saberse lumpen y parias sociales y descojonarse de ello, estaban diciendo que hay que ser valiente para madrugar e ir al trabajo todos los días, pero más valiente aún para no hacerlo. Y eso es admirable, joder.
viernes, 25 de octubre de 2013
Bici nueva pero antigua
Esta semana he estrenado bici. Después de mucho sopesar, valorar, analizar y buscar excusas para no hacerlo, no encontré ninguna. Todo me conducía a desprenderme de mi noble bici urbana (El Cuervo), que me ha acompañado durante un par de años, y lanzarme a una nueva aventura ciclista. Agradecido por el buenísimo comportamiento de la Univega convertida en singlespeed, buscaba otra cosa. Ruedas grandes, geometría aún más retro. Nos despedimos con mutuo afecto, se la entregué a su nuevo dueño (un chaval de Hong Kong de Erasmus en Barcelona, muy majete) y se queda en buenas manos.
En mi búsqueda de lo esencial, lo sencillo y lo primigenio había llegado a dos opciones. Decantarme por una bici de montaña de 29 pulgadas o por una bici de carretera. Ambas opciones, singlespeed. Porque tengo claro que todo lo que no sean bicis dobles, de montaña pura, no pueden ser más que singlespeed. Al menos es lo que yo busco: bicis simples, cuanto más mejor. Para moverse por la ciudad, para entrenar o pasear. Y además que estéticamente aporten algo, claro.
Así que me he decidido por la opción más rebuscada, pero también la más simple y la más antigua. El antepasado, el neanderthal de las bicis, el fósil redescubierto y reinventado por una marca que, hay que decirlo, es irregular y errática como pocas, pero que mantiene unas líneas y unos principios que nadie más en la industria de la bici mantiene. Kona. Capaz de ser los mejores bestsellers del freeride en los principios de los 2000, morir de éxito y malvivir a base de gamas mediocres en los últimos años, y renacer hace un par de temporadas con maravillas y delicatessen minoritarias como son la Unit o la Honzo.
Mi nueva bici es la Kona Paddy Wagon. Un 42-16 de rueda libre o fixed con la que estoy aprendiendo a montar de nuevo. Con 37 años esta es mi primera bici de carretera (si se puede llamar así), y MOLA.
Me gusta haberme reecontrado con una casa familiar como es Kona. Siempre me ha gustado y es una de las marcas con más personalidad del mercado, a pesar de esos vaivenes que comentaba. Así que nada, a disfrutarla.
Y ahora, este video es una divertida parodia de lo que somos los mountain bikers, manías y actitudes que nos delatan. Muy bueno y bastante acertado. Aunque yo añadiría una cosa más: los pantalones. No se es un auténtico mountain biker sin todos tus pantalones marcados con grasa de cadena o descosidos en la pernera derecha. Es uno de los rasgos que delatan inevitablemente a cualquier biker.
En mi búsqueda de lo esencial, lo sencillo y lo primigenio había llegado a dos opciones. Decantarme por una bici de montaña de 29 pulgadas o por una bici de carretera. Ambas opciones, singlespeed. Porque tengo claro que todo lo que no sean bicis dobles, de montaña pura, no pueden ser más que singlespeed. Al menos es lo que yo busco: bicis simples, cuanto más mejor. Para moverse por la ciudad, para entrenar o pasear. Y además que estéticamente aporten algo, claro.
Así que me he decidido por la opción más rebuscada, pero también la más simple y la más antigua. El antepasado, el neanderthal de las bicis, el fósil redescubierto y reinventado por una marca que, hay que decirlo, es irregular y errática como pocas, pero que mantiene unas líneas y unos principios que nadie más en la industria de la bici mantiene. Kona. Capaz de ser los mejores bestsellers del freeride en los principios de los 2000, morir de éxito y malvivir a base de gamas mediocres en los últimos años, y renacer hace un par de temporadas con maravillas y delicatessen minoritarias como son la Unit o la Honzo.
Mi nueva bici es la Kona Paddy Wagon. Un 42-16 de rueda libre o fixed con la que estoy aprendiendo a montar de nuevo. Con 37 años esta es mi primera bici de carretera (si se puede llamar así), y MOLA.
Me gusta haberme reecontrado con una casa familiar como es Kona. Siempre me ha gustado y es una de las marcas con más personalidad del mercado, a pesar de esos vaivenes que comentaba. Así que nada, a disfrutarla.
Y ahora, este video es una divertida parodia de lo que somos los mountain bikers, manías y actitudes que nos delatan. Muy bueno y bastante acertado. Aunque yo añadiría una cosa más: los pantalones. No se es un auténtico mountain biker sin todos tus pantalones marcados con grasa de cadena o descosidos en la pernera derecha. Es uno de los rasgos que delatan inevitablemente a cualquier biker.
jueves, 10 de octubre de 2013
La calle para el que la trabaja
El pasado fin de semana tuvo lugar el I Descenso Urbano en Barcelona, DUB, un evento organizado por los chicos de Ocisport que en principio iba a celebrarse en la semana de las fiestas de la Mercè, pero que al final se pospuso a mejores fechas y previsiones meteorológicas. La prueba fue un éxito, al menos teniendo en cuenta las inscripciones, afluencia de público y organización en general. Y sobre todo fue un éxito habida cuenta de la NULA, cero, niet, zero difusión que tuvo la prueba desde medios públicos y privados. Es curioso que en la ciudad que se volcó con los X Games hace escasos meses no se preste atención a una prueba que puede convertirse, a poco que triunfe, en un referente nacional. No vamos a decir que el DUB sea como el Lisboa Downtown porque sería mentir, pero sin duda un descenso urbano en una ciudad como Barcelona tiene muchas posibilidades de crecer si encuentra el compromiso de un sponsor.
En esta edición, el ayuntamiento de la ciudad dio el visto bueno a la prueba propuesta por Ocisport. Y para lo poco que los han ayudado, ha salido fenomenal. Espero que un patrocinador apueste por este formato y que la prueba crezca, porque como dependa del ayuntamiento... El mismo ayuntamiento (o poder público, me da lo mismo) que quiere imponer la normativa de circular con casco por las ciudades y poner multas por alcoholemia a los ciclistas, el mismo que no hace nada para conciliar el uso del vehículo con la bici, que se gasta millones en traer unos X Games y luego no mantiene ningún equipamiento deportivo para modalidades como el dirt, bmx o skate, y el mismo que ocasionalmente sanciona y multa a estos mismos deportes urbanos pero vende suelo público a los grandes equipos de fútbol para financiar su deuda. Deuda que ha contraído malgastando coches oficiales, abandonando (o privatizando) infraestructuras y equipamientos o invirtiendo en eventos, campañas o congresos por intereses descaradamente personales o políticos. De este tipo de ayuntamientos, como de todos en realidad, no podemos esperar nada mientras los que están al mando ignoren a los colectivos a los que afectan cuando toman decisiones. Es decir, a todos.
El uso del espacio público, y esto enlaza con lo anterior, es una de las conquistas sociales que más peligra ahora mismo, desde el punto de vista del activismo y la legitimidad ciudadana. Lo vimos con el movimiento del 15M, el desalojo brutal de manifestantes y acampados pacíficos en la Puerta del Sol, etc. El uso de la calle y del espacio público siempre ha sido parte de los movimientos revolucionarios o de derechos civiles y sociales como el espacio común en el que se pueden y se deben llevar a cabo manifestaciones cívicas de la ciudadanía en cualquiera de sus formas: desde mostrar el desacuerdo de un colectivo con determinadas cosas, hasta practicar cualquier forma de cultura o expresión artística. Siempre que no violente a los demás y se desarrolle en unas formas razonables de civismo. Ciudades como Berlín o Londres han sido históricos ejemplos de espacios públicos amigables con la ciudadanía. Pero desde la contraofensiva neocon de las últimas décadas los espacios públicos están en franco retroceso, aquí y en todas partes. El nuevo pecado capital que han inventado los poderosos es que la calle es sagrada, es el santuario de la democracia y el pensamiento único, y no se puede dejar en manos de la chusma. ¿Una democracia para el pueblo? ¡Dónde se ha visto eso!
Por eso, ante el avance del ejército de Sauron y sus malolientes orcos, hay que proponer contraofensivas creativas. Mientras ocupemos los espacios públicos y no se adueñen de todo, hay esperanza. Por eso hay que seguir apoyando el skate, los músicos y artistas de la calle, la manifestación, el flautista, el partido de fútbol espontáneo... y por supuesto las bicis en cualquiera de sus formas. Laissez faire, laissez passer. Libres, cívicos y solidarios. ¿Una utopía? No creo, "it's easy if you try". Las revoluciones empiezan por uno mismo.
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Roger González en el I Descenso Urbano Barcelona. |
En esta edición, el ayuntamiento de la ciudad dio el visto bueno a la prueba propuesta por Ocisport. Y para lo poco que los han ayudado, ha salido fenomenal. Espero que un patrocinador apueste por este formato y que la prueba crezca, porque como dependa del ayuntamiento... El mismo ayuntamiento (o poder público, me da lo mismo) que quiere imponer la normativa de circular con casco por las ciudades y poner multas por alcoholemia a los ciclistas, el mismo que no hace nada para conciliar el uso del vehículo con la bici, que se gasta millones en traer unos X Games y luego no mantiene ningún equipamiento deportivo para modalidades como el dirt, bmx o skate, y el mismo que ocasionalmente sanciona y multa a estos mismos deportes urbanos pero vende suelo público a los grandes equipos de fútbol para financiar su deuda. Deuda que ha contraído malgastando coches oficiales, abandonando (o privatizando) infraestructuras y equipamientos o invirtiendo en eventos, campañas o congresos por intereses descaradamente personales o políticos. De este tipo de ayuntamientos, como de todos en realidad, no podemos esperar nada mientras los que están al mando ignoren a los colectivos a los que afectan cuando toman decisiones. Es decir, a todos.
El uso del espacio público, y esto enlaza con lo anterior, es una de las conquistas sociales que más peligra ahora mismo, desde el punto de vista del activismo y la legitimidad ciudadana. Lo vimos con el movimiento del 15M, el desalojo brutal de manifestantes y acampados pacíficos en la Puerta del Sol, etc. El uso de la calle y del espacio público siempre ha sido parte de los movimientos revolucionarios o de derechos civiles y sociales como el espacio común en el que se pueden y se deben llevar a cabo manifestaciones cívicas de la ciudadanía en cualquiera de sus formas: desde mostrar el desacuerdo de un colectivo con determinadas cosas, hasta practicar cualquier forma de cultura o expresión artística. Siempre que no violente a los demás y se desarrolle en unas formas razonables de civismo. Ciudades como Berlín o Londres han sido históricos ejemplos de espacios públicos amigables con la ciudadanía. Pero desde la contraofensiva neocon de las últimas décadas los espacios públicos están en franco retroceso, aquí y en todas partes. El nuevo pecado capital que han inventado los poderosos es que la calle es sagrada, es el santuario de la democracia y el pensamiento único, y no se puede dejar en manos de la chusma. ¿Una democracia para el pueblo? ¡Dónde se ha visto eso!
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Bansky |
jueves, 23 de mayo de 2013
Las bicicletas son para los europeos
Luego nos quejamos, pero los países que más kilómetros hacen al año en bici (sus habitantes, se entiende) no son aquellos donde hace mejor tiempo o hay menos coches. Es justo al revés. Según un estudio de la Asociación Europea de "Accounting" (algo así como auditoría), los españoles sólo recorren 20 km al año en bici, por persona. El país de la UE que menos usa la bici, en el país probablemente con más días de sol al año. En cambio, los que más recorren kilómetros en dos ruedas son los... ¡daneses! con más de 900km por habitante.
Estas cifras no hacen sino alertar de dos cosas: una, ¿que los españoles somos unos vagos? No, no es tan sencillo. Pero es evidente que algo pasa con nosotros. Y dos, que las bicis no se llevan bien con los países mediterráneos.
No es sólo una cuestión de usar más la bici. No es que la gente odie hacer ejercicio en este país. Los gimnasios están llenos y los parques de gente corriendo, también. La gente se ve casi obligada a utilizar el coche para moverse porque las ciudades y los centros de trabajo están mal planteados. Si se facilitara el trabajo desde casa, por ejemplo, no habría necesidad de desplazamiento para mucha gente. Si se ampliara la cobertura ferroviaria en lugar de recortarla porque es deficitaria, se ganaría en eficiencia de transporte. Y si la organización de las ciudades fuese más abierta con el transporte público y privado de bicicletas, seguramente se reducirían los problemas de tráfico, de contaminación y de salud. No creo que existan muchas medidas que generen efectos sostenibles en estos tres ámbitos, aparte de la bici.
La cuestión, por tanto, es de mentalización ciudadana y de responsabilidad pública.
En algunas ciudades europeas ya ha saltado la alarma hace tiempo. Los problemas de movilidad y transporte tienen colapsados a ciudades como Bruselas, donde el tema se refleja en este estupendo documental. Y las iniciativas de la Unión Europea a través del programa CIVITAS están incentivando el uso de la bici en las ciudades medias y grandes. Sin ir más lejos, este mes de mayo se ha repetido una iniciativa, la European Cycling Challenge, para que ciudades como Dublin, Utrecht, Londres oeste, Lille, Bolonia o Padua, compitan entre ellas amistosamente por ver cuál es la que más kilómetros hace en bici.
¿Hay alguna ciudad española en esta campaña? No. ¿Alguien ha oído algo de esto en España? Yo tampoco.
jueves, 31 de enero de 2013
El mundo Strava
Uno de los fenómenos colaterales de la crisis económica que vivimos ha sido la invasión de deportistas en la montaña. Los gimnasios, piscinas y polideportivos se han vaciado en algunos casos, aunque en otros bien es cierto que también han visto aumentar sus socios. Pero en todas partes hay gente corriendo y montando en bici. Supongo que algunos, los que aún tienen un trabajo, buscan el deporte como vía de escape del estrés. Otros, que forman parte de ese ejército de 6 millones de parados -el ejército de EEUU tiene sólo 1,4 millones de soldados en activo-, se dedican con acierto a cuidar de cuerpo y mente, ante el riesgo de caer psicologías negativas, etc. Pero en general el deporte se ha consolidado como un valor social. "Hay que hacer deporte porque es bueno para la salud", dicen. De repente, la buena salud es un síntoma de bienestar. Como si ese concepto de "lo saludable" se quiera asociar a un estado individual y personal, casi espiritual. Y tiene sentido, porque esta idea se completa con un sofisticado plan para privatizar los servicios de salud desde el (los) gobiernos. Es como decir: "la salud es cosa de cada uno". Cuidate tú mismo porque el Estado no te va a cuidar. Eso sí, tampoco te va a poner fácil que tengas una buena salud. Pero si quieres, hay muchas formas de mantener una buena salud y estar guapo o guapa. Así no caerás enfermo. Caer enfermo es un fracaso personal, como el paro.
Es hacia donde vamos. El discurso entre líneas.
Pero en el fragor de este océano turbio y turbulento, a veces se ven pequeñas luces, lejanas boyas a las que seguir fijando el rumbo. Y algunas de ellas tienen que ver con la tecnología, precisamente uno de los malvados aliados de la super estructura y del océano turbio, para muchas personas. Sí, la tecnología puede tener todos nuestros datos, movimientos, gustos, apetencias, y un sinfín de información sobre nosotros. ¿Y? ¿Alguien sigue siendo tan naif para pensar que puede esconderse del ojo del gran hermano? ¿Siendo aborigen australiano, quizás? Quienes reniegan de la tecnología por la sospecha de que ésta controla nuestros pasos es porque no son conscientes del mundo en el que viven. Ya es un hecho; ya sucede.
De forma que aprovecha la tecnología (eso sí, racionalmente, minimiza el impacto, la huella digital, etc) y úsala en tu beneficio. En beneficio del gran circo que hay montado.
Pues bien, esto es Strava. Una extraordinaria aplicación desarrollada en Silicon Valley (es decir, la cuna del mountain bike), que permite grabar tus rutas y entrenamientos, extraer perfiles, medias, y todo tipo de datos. Hasta ahí todo normal y común con otras apps. Pero lo mejor de todo es esto: con Strava puedes comparar segmentos de tus recorridos con los de otros usuarios worlwide que también hayan hecho esos segmentos. Por ejemplo: si Tomi Misser (esto es verídico) ha hecho la misma ruta que tú (cosa bastante fácil), podrás comparar tu performance con la suya. O con la de tus colegas. O bajarte la ruta con la que quieras compararte con otro cualquiera. Con Hermida.
Y es genial. Una idea brillante para hacer de tus rutas, entrenamientos o lo que sea, experiencias únicas al alcance de cualquiera. Elevar a la categoría de global las cosas más individuales y de pequeña escala. Lo grande y lo pequeño relacionado con lo universal y lo municipal. El tramo de trialera en el que has marcado el mejor tiempo llega hasta un tipo de Marin County. Las cuentas de un tal Bárcenas y las islas Bermudas.
Una época fascinante, sin duda.
(Una prueba de producto como nunca la leerás en una revista de bicis).
Es hacia donde vamos. El discurso entre líneas.
Pero en el fragor de este océano turbio y turbulento, a veces se ven pequeñas luces, lejanas boyas a las que seguir fijando el rumbo. Y algunas de ellas tienen que ver con la tecnología, precisamente uno de los malvados aliados de la super estructura y del océano turbio, para muchas personas. Sí, la tecnología puede tener todos nuestros datos, movimientos, gustos, apetencias, y un sinfín de información sobre nosotros. ¿Y? ¿Alguien sigue siendo tan naif para pensar que puede esconderse del ojo del gran hermano? ¿Siendo aborigen australiano, quizás? Quienes reniegan de la tecnología por la sospecha de que ésta controla nuestros pasos es porque no son conscientes del mundo en el que viven. Ya es un hecho; ya sucede.
De forma que aprovecha la tecnología (eso sí, racionalmente, minimiza el impacto, la huella digital, etc) y úsala en tu beneficio. En beneficio del gran circo que hay montado.
Pues bien, esto es Strava. Una extraordinaria aplicación desarrollada en Silicon Valley (es decir, la cuna del mountain bike), que permite grabar tus rutas y entrenamientos, extraer perfiles, medias, y todo tipo de datos. Hasta ahí todo normal y común con otras apps. Pero lo mejor de todo es esto: con Strava puedes comparar segmentos de tus recorridos con los de otros usuarios worlwide que también hayan hecho esos segmentos. Por ejemplo: si Tomi Misser (esto es verídico) ha hecho la misma ruta que tú (cosa bastante fácil), podrás comparar tu performance con la suya. O con la de tus colegas. O bajarte la ruta con la que quieras compararte con otro cualquiera. Con Hermida.
Y es genial. Una idea brillante para hacer de tus rutas, entrenamientos o lo que sea, experiencias únicas al alcance de cualquiera. Elevar a la categoría de global las cosas más individuales y de pequeña escala. Lo grande y lo pequeño relacionado con lo universal y lo municipal. El tramo de trialera en el que has marcado el mejor tiempo llega hasta un tipo de Marin County. Las cuentas de un tal Bárcenas y las islas Bermudas.
Una época fascinante, sin duda.
(Una prueba de producto como nunca la leerás en una revista de bicis).
jueves, 17 de enero de 2013
Una Bianchi
Lo confieso. Cada vez me dan más ganas de subirme a una bici de carretera y probar qué se siente. Pero no a una bici cualquiera, faltaría más. Para tener sensaciones cercanas a lo podría ser un amago de esbozar una sonrisa de satisfacción sobre una bici de montaña, mi bici de carretera tendría que ser una clásica. Una Bianchi, por ejemplo. Sí, con una Bianchi como esta creo que podría ser equiparablemente feliz a como podría estarlo sobre una bici de montaña. ¿Por qué? Creo que por hedonismo. Me explicaré.
¿Para qué querría yo una bici de carretera? Yo, que me he subido DOS veces DOS a una de estas bicis, de otras personas. No sólo para entrenar en invierno. También para probar el "otro" ciclismo. El de los viejos y clásicos carreteros, durante tanto tiempo denostados por los bikers, y al que cada vez miro con más respeto. Pero sobre todo por disfrute estético. Sucede que, como en todo, en el ciclismo las modas han hecho un daño terrible, y las buenas bicis modernas de carretera son una especie de monocascos carbónicos de colores y pinturas estridentes, horteras, antiestéticas, con llantas de perfil alto y diámetros de tubos como morcillas de Burgos. Es decir, un puto asco. Me gustan las bicis por una razón, entre otras muchas: porque la bici transmite sensaciones de la superficie sobre la que ruedan, ya sea tierra o asfalto. Transmiten cosas. Y actualmente, las bicis de montaña tienen más ingeniería encima que un jodido cohete de la NASA. Transmiten botoncitos. Y eso me resulta patético. Busco otras cosas, y me da la impresión de que las bicis de toda la vida siguen teniendo ese soul. Es decir, bicis como las míticas Bianchi, Olmo, Pinarello, etc.
¿Tendrá eso que ver con el hecho de que los puristas estéticos -es decir, los hipsters y modernillos de las ciudades- se monten verdaderas obras de arte rodantes con las bicis más clásicas que puedan conseguir (llegando incluso al esnobismo, por cierto)? ¿Las bicis clásicas de carretera son las más cotizadas por los que aprecian el buen gusto o son sólo un objeto de culto pop?
No sé, quizás pase como con los coches clásicos, que cada vez tienen más seguidores. Vas al Rally Costa Brava de coches clásicos y hay 200 inscritos con auténticas joyas de coches, en perfecto estado y apreciadísimos por el público entendido. ¿Acaso los coches actuales, como muchas bicis o motos, son tan desagradables a la vista que hay que recurrir a los clásicos? No creo que sea sólo por melancolía. Objetivamente, la pureza estética de una Bianchi de 1984 es indiscutiblemente más alta que una de 2013. Otra cosa es la funcionalidad y las prestaciones. Una bici de hoy en día seguramente sea más efectiva en términos generales, se acople mejor con el ciclista, tenga una geometría más ergonómica, etc, que una bici del siglo pasado. Aunque habría que verlo -¿hola, revistas de ciclismo, qué tal una comparativa real y no de mierda publicitaria sobre bicicletas de una generación a otra?-
Pero para eso están los ingenieros, ¿no? ¡Fabriquen vehículos buenos y bonitos, y déjense de intentar vendernos sus ridículas tecnologías!
¿Para qué querría yo una bici de carretera? Yo, que me he subido DOS veces DOS a una de estas bicis, de otras personas. No sólo para entrenar en invierno. También para probar el "otro" ciclismo. El de los viejos y clásicos carreteros, durante tanto tiempo denostados por los bikers, y al que cada vez miro con más respeto. Pero sobre todo por disfrute estético. Sucede que, como en todo, en el ciclismo las modas han hecho un daño terrible, y las buenas bicis modernas de carretera son una especie de monocascos carbónicos de colores y pinturas estridentes, horteras, antiestéticas, con llantas de perfil alto y diámetros de tubos como morcillas de Burgos. Es decir, un puto asco. Me gustan las bicis por una razón, entre otras muchas: porque la bici transmite sensaciones de la superficie sobre la que ruedan, ya sea tierra o asfalto. Transmiten cosas. Y actualmente, las bicis de montaña tienen más ingeniería encima que un jodido cohete de la NASA. Transmiten botoncitos. Y eso me resulta patético. Busco otras cosas, y me da la impresión de que las bicis de toda la vida siguen teniendo ese soul. Es decir, bicis como las míticas Bianchi, Olmo, Pinarello, etc.
¿Tendrá eso que ver con el hecho de que los puristas estéticos -es decir, los hipsters y modernillos de las ciudades- se monten verdaderas obras de arte rodantes con las bicis más clásicas que puedan conseguir (llegando incluso al esnobismo, por cierto)? ¿Las bicis clásicas de carretera son las más cotizadas por los que aprecian el buen gusto o son sólo un objeto de culto pop?
No sé, quizás pase como con los coches clásicos, que cada vez tienen más seguidores. Vas al Rally Costa Brava de coches clásicos y hay 200 inscritos con auténticas joyas de coches, en perfecto estado y apreciadísimos por el público entendido. ¿Acaso los coches actuales, como muchas bicis o motos, son tan desagradables a la vista que hay que recurrir a los clásicos? No creo que sea sólo por melancolía. Objetivamente, la pureza estética de una Bianchi de 1984 es indiscutiblemente más alta que una de 2013. Otra cosa es la funcionalidad y las prestaciones. Una bici de hoy en día seguramente sea más efectiva en términos generales, se acople mejor con el ciclista, tenga una geometría más ergonómica, etc, que una bici del siglo pasado. Aunque habría que verlo -¿hola, revistas de ciclismo, qué tal una comparativa real y no de mierda publicitaria sobre bicicletas de una generación a otra?-
Pero para eso están los ingenieros, ¿no? ¡Fabriquen vehículos buenos y bonitos, y déjense de intentar vendernos sus ridículas tecnologías!
viernes, 21 de diciembre de 2012
La montaña mágica
El invierno es una época interesante para ciertos menesteres relacionados con el mountain. Aparte de que la mayoría de los pros empiezan el entrenamiento de cara a la temporada, otros muchos que no planificamos mucho el año y que vamos encadenando salidas durante todo el año, pasamos de todo y vamos a nuestro aire. Por ejemplo, después de las vacaciones de verano y hasta las de navidad, entre septiembre y diciembre, sí que hay una especie de "mini temporada" muy interesante, como es el otoño. Pero aparte de eso, el resto del año "todo el monte es orégano" y yo lo considero cien por cien ciclable.
Por eso, en las últimas semanas del año y las primeras del siguiente, es un periodo de tierra de nadie, en el que se abren posibilidades tan fantásticas como los circuitos piratas. Salir a hacer misiones de "Search and destroy" y crear nuevos trazados, circuitos, recorridos... aprovechando que el terreno está maleable y se pueden dibujar curvas e imaginar caminos llenos de flow.
Aquí mi último proyecto: el bonito parque de Montjuïc, el trazado del Campeonato de España 2010, y el enorme potencial de una zona especialmente bonita en invierno (la montaña mágica).
Por eso, en las últimas semanas del año y las primeras del siguiente, es un periodo de tierra de nadie, en el que se abren posibilidades tan fantásticas como los circuitos piratas. Salir a hacer misiones de "Search and destroy" y crear nuevos trazados, circuitos, recorridos... aprovechando que el terreno está maleable y se pueden dibujar curvas e imaginar caminos llenos de flow.
Aquí mi último proyecto: el bonito parque de Montjuïc, el trazado del Campeonato de España 2010, y el enorme potencial de una zona especialmente bonita en invierno (la montaña mágica).
miércoles, 24 de octubre de 2012
Fixers extremos
Una peli MUY jarta de los fixers. Película completa con escenas en Nueva York, Tokyo, China, Guatemala y Barcelona, sobre los Monster Track y los Alleycats que organizan, competiciones tipo "capturar la bandera".
Realmente extremo las cosas que hacen por la calle..
miércoles, 19 de septiembre de 2012
lunes, 17 de septiembre de 2012
martes, 7 de agosto de 2012
La ciudad en verano
La bici de ir al trabajo me proporciona grandes alegrías cada mañana y cada tarde. Como dice David Byrne en "Diarios de bicicleta", la bici en la ciudad otorga una perspectiva muy distinta a la que tienen tanto los viandantes como los conductores, y sobre todo más divertida. Ahora en verano, en pleno mes de agosto y con las calles medio vacías, es un lujo ir en bici. Así que he querido aprovechar el momento para hacer un par de retoques a la bici urbana y ganar en diversión. He cogido una postura de verano, le he hecho el setup de verano.
Y la verdad es que ha ganado. Tenía un viejo manillar Roox de paredes de casi 1 cm de grosor, que utilizaba en la vieja Kona Stab de descenso. Con un manillar ancho aumentas el control sobre la dirección y llevas una postura más relajada, de manera que aunque es peor para circular entre los coches, ahora que no hay tantos vas mucho más tranquilo.
Es lo que tiene el verano en la ciudad, que da una perspectiva distinta de todo, y más aún yendo en bici. Te das cuenta de que los coches son los verdaderos enemigo de las ciudades y de cómo cambia tu relación con la ciudad sin esas máquinas por en medio. Una relación mucho más fluida, agradable y transparente. Te paras en un sitio a hacer una foto o vas a tal tienda o tal otra sin apenas mirar a tu espalda, sin temor a cruzarte delante de un coche. Y los semáforos, que para mi siempre son sugerencias de tráfico, se vuelven no ya sugerencias sino adornos. Sí, uno puede (y debe) infringir las normas de circulación en la ciudad en verano, porque son normas de circulación de y para los coches. ¿O acaso el código de circulación lo crearon por el peligro que suponía el tráfico de bicicletas o peatones? Por supuesto que no. Los automóviles tuvieron que crear códigos para circular entre sí, imponiendo sus reglas al resto de usuarios de las vías, que las llevaban utilizando desde que se construyeron, y lo hacían con sus propios códigos o no-códigos. La armonía del caos. Pero tuvo que venir la dictadura de las máquinas y dibujar hasta carriles bici, esa aberración y ese insulto para los ciclistas. Hemos cedido nuestro espacio vital, nuestras calles y nuestras ciudades a los motores. Y con ello, nuestro movimiento y relación con el mundo.
Por eso, en verano no sólo se pueden sino que se deben ignorar las más elementales normas de circulación; excepto claro está, cuando tu circulación suponga un peligro o ponga en riesgo a otros "circulantes". No por respeto a las normas sino por respeto a los demás.
Y la verdad es que ha ganado. Tenía un viejo manillar Roox de paredes de casi 1 cm de grosor, que utilizaba en la vieja Kona Stab de descenso. Con un manillar ancho aumentas el control sobre la dirección y llevas una postura más relajada, de manera que aunque es peor para circular entre los coches, ahora que no hay tantos vas mucho más tranquilo.
Es lo que tiene el verano en la ciudad, que da una perspectiva distinta de todo, y más aún yendo en bici. Te das cuenta de que los coches son los verdaderos enemigo de las ciudades y de cómo cambia tu relación con la ciudad sin esas máquinas por en medio. Una relación mucho más fluida, agradable y transparente. Te paras en un sitio a hacer una foto o vas a tal tienda o tal otra sin apenas mirar a tu espalda, sin temor a cruzarte delante de un coche. Y los semáforos, que para mi siempre son sugerencias de tráfico, se vuelven no ya sugerencias sino adornos. Sí, uno puede (y debe) infringir las normas de circulación en la ciudad en verano, porque son normas de circulación de y para los coches. ¿O acaso el código de circulación lo crearon por el peligro que suponía el tráfico de bicicletas o peatones? Por supuesto que no. Los automóviles tuvieron que crear códigos para circular entre sí, imponiendo sus reglas al resto de usuarios de las vías, que las llevaban utilizando desde que se construyeron, y lo hacían con sus propios códigos o no-códigos. La armonía del caos. Pero tuvo que venir la dictadura de las máquinas y dibujar hasta carriles bici, esa aberración y ese insulto para los ciclistas. Hemos cedido nuestro espacio vital, nuestras calles y nuestras ciudades a los motores. Y con ello, nuestro movimiento y relación con el mundo.
Por eso, en verano no sólo se pueden sino que se deben ignorar las más elementales normas de circulación; excepto claro está, cuando tu circulación suponga un peligro o ponga en riesgo a otros "circulantes". No por respeto a las normas sino por respeto a los demás.
miércoles, 25 de julio de 2012
jueves, 7 de junio de 2012
30 de junio, Calatayud
El próximo día 30 de junio se dará cita, en la ciudad de Calatayud, el Wallride Night Town.
Festival dedicado a las bicis de ruedas más gordas, cuyo plato fuerte es la celebración, por segunda vez, de un descenso urbano con el aliciente añadido de ser nocturno. Un trazado 30% tierra, 60% asfalto y 10% aire, que hará las delicias de todos.
Durante el día, además de contar con nuestro campillo y pasarelas para disfrutar de los saltos, haremos 4 horas de entrenamientos oficiales con remontes y calles cortadas, para dar salida a la carrera al caer la noche. Miles de watios se encargarán de iluminar todo el trazado, que discurrirá desde el mismo y majestuoso castillo de Ayud, hasta la plaza de España.
Además, al término de la carrera tendrá lugar la primicia del estreno en España de la última producción de Anthill Films: Strenght in numbers. Estreno patrocinado por Red Bull.
La participación del DH urbano es de un máximo de 170 corredores por cuestiones de horarios. Terminada la prueba se darán entrega los trofeos, en la carpa habilitada en el castillo para la posterior MEGAFIESTA, donde unos dj's pincharan unas sesiones para deleite del personal.
Habrá, gracias a varios sponsors, un gran sorteo de material, y muchas sorpresas más! ¡Animaos y venid a disfrutar de la gran fiesta del freeride! ¡Os esperamos!
Inscripciones: 15 e federados. 20 € no federados. Plazo desde 23 mayo, hasta dos días antes de la celebración del evento. Inscripciones limitadas a 170 corredores, (por exigencias del formato).
El evento en Facebook
Más información: http://www.defer.es/noticias
Durante el día, además de contar con nuestro campillo y pasarelas para disfrutar de los saltos, haremos 4 horas de entrenamientos oficiales con remontes y calles cortadas, para dar salida a la carrera al caer la noche. Miles de watios se encargarán de iluminar todo el trazado, que discurrirá desde el mismo y majestuoso castillo de Ayud, hasta la plaza de España.
Además, al término de la carrera tendrá lugar la primicia del estreno en España de la última producción de Anthill Films: Strenght in numbers. Estreno patrocinado por Red Bull.
La participación del DH urbano es de un máximo de 170 corredores por cuestiones de horarios. Terminada la prueba se darán entrega los trofeos, en la carpa habilitada en el castillo para la posterior MEGAFIESTA, donde unos dj's pincharan unas sesiones para deleite del personal.
Habrá, gracias a varios sponsors, un gran sorteo de material, y muchas sorpresas más! ¡Animaos y venid a disfrutar de la gran fiesta del freeride! ¡Os esperamos!
Inscripciones: 15 e federados. 20 € no federados. Plazo desde 23 mayo, hasta dos días antes de la celebración del evento. Inscripciones limitadas a 170 corredores, (por exigencias del formato).
El evento en Facebook
Más información: http://www.defer.es/noticias
jueves, 12 de abril de 2012
Vídeos
Jueves audiovisual. De primero, un corto sobre un entrañable señor que repara bicis en San Francisco.
De segundo, una tienda guaaaaiiii...
Y de postre, un anticipo de otra movie de freeride interesante.
Interesantes perspectivas de cara a este verano.
De segundo, una tienda guaaaaiiii...
Y de postre, un anticipo de otra movie de freeride interesante.
Interesantes perspectivas de cara a este verano.
miércoles, 28 de marzo de 2012
jueves, 22 de marzo de 2012
Chicas, chicas
Hoy va de pibas. Sí. Chicas, chorvas, nenas, tías, titis, troncas, pájaras. Los miércoles son El Día de la Chica en una web que he descubierto recientemente: Bikeaholics, y suelen hacer homenajes explícitos a chicas tatuadas, chicas sobre bicis, chicas desnudas en bici, chicas desnudas simplemente... Así que, como el post anterior iba de hormonas, primavera y tal, pues este de hoy va simplemente de eso: de las chicas.
Cuando vivía en Madrid veía muy pocas chicas en bici. Muchas menos en carreras. Y ninguna en tiendas de bicis. No digamos ya en la ciudad. En cambio, en Barcelona la cosa es muy distinta. Hace poco escuché que la seguridad vial de una ciudad para la bici se mide por el número de mujeres que van en bici. Es decir, si ves a muchas mujeres en bici por la calle es que es una ciudad segura y bien pensada para la bici. Y debe ser cierto, porque Barcelona está lleno. Literalmente, 3 de cada 4 personas que veo en bici por la calle aquí, son tías. Y eso es genial porque -ya hablando en serio- las mujeres son las principales impulsoras de hábitos en la sociedad. A las familias y a la sociedad. Además, estéticamente, para qué vamos a engañarnos, a los sufridos ciclistas machos nos encanta ver a sufridas ciclistas hembras. Es un hecho. ¡Ya era hora de un poco de equidad de género en este deporte, demonios!
El tema es que supongo que algunas ciudades son más woman-friendly para las bicis (o bike-friendly para las mujeres) que otras. Y con las ciudades, las costumbres. En general, estamos en un momento en el que la peña se cuida más físicamente pero también hay menos dinero para gastar en los gimnasios. Solución: hacer ejercicio en la calle. Las tiendas de deportes hasta ahora minoritarios como el triatlón florecen como champiñones. El Decathlón siempre está lleno de gente. La playa y el campo se abarrotan de peña corriendo. Hay cientos de fixies por la calle. Hay una carrera de lo que sea y se apuntan 400 del tirón. Se agotan las plazas. ¡Si hay 18.000 inscritos para la Quebrantahuesos este año! Como dice un colega: "la crisis está creando una raza superior de gente ultra-entrenada físicamente". Quizás esta moda de cuidarse tanto, hacer ejercicio como locos y convertirse en un Ultra Man vigoréxico siembre el futuro de mutantes con una fuerza extraordinaria...
Pero en cualquier caso, si todo el mundo hace más deporte y más bici, seguro que habrá más chicas montando en bici. Aunque sea por proporción. Cada vez hay más modelos de ropa, complementos, bicicletas diseñadas para las chicas. Y eso siempre es bueno, para ellas ¡y para nosotros! Qué deporte más aburrido este de la bici si no hubiera también chicas, ¿no? ¿Quién no ha ido a una carrera y se ha picado para no quedar "por lo menos mejor que la primera chica"? ¿Y cuántas veces hemos terminado muy por detrás, no solo de la primera sino de la... vigésima?
En fin, que tenemos mucho que aprender de las chicas. Sí, también sobre la bici.
Cuando vivía en Madrid veía muy pocas chicas en bici. Muchas menos en carreras. Y ninguna en tiendas de bicis. No digamos ya en la ciudad. En cambio, en Barcelona la cosa es muy distinta. Hace poco escuché que la seguridad vial de una ciudad para la bici se mide por el número de mujeres que van en bici. Es decir, si ves a muchas mujeres en bici por la calle es que es una ciudad segura y bien pensada para la bici. Y debe ser cierto, porque Barcelona está lleno. Literalmente, 3 de cada 4 personas que veo en bici por la calle aquí, son tías. Y eso es genial porque -ya hablando en serio- las mujeres son las principales impulsoras de hábitos en la sociedad. A las familias y a la sociedad. Además, estéticamente, para qué vamos a engañarnos, a los sufridos ciclistas machos nos encanta ver a sufridas ciclistas hembras. Es un hecho. ¡Ya era hora de un poco de equidad de género en este deporte, demonios!
El tema es que supongo que algunas ciudades son más woman-friendly para las bicis (o bike-friendly para las mujeres) que otras. Y con las ciudades, las costumbres. En general, estamos en un momento en el que la peña se cuida más físicamente pero también hay menos dinero para gastar en los gimnasios. Solución: hacer ejercicio en la calle. Las tiendas de deportes hasta ahora minoritarios como el triatlón florecen como champiñones. El Decathlón siempre está lleno de gente. La playa y el campo se abarrotan de peña corriendo. Hay cientos de fixies por la calle. Hay una carrera de lo que sea y se apuntan 400 del tirón. Se agotan las plazas. ¡Si hay 18.000 inscritos para la Quebrantahuesos este año! Como dice un colega: "la crisis está creando una raza superior de gente ultra-entrenada físicamente". Quizás esta moda de cuidarse tanto, hacer ejercicio como locos y convertirse en un Ultra Man vigoréxico siembre el futuro de mutantes con una fuerza extraordinaria...
Pero en cualquier caso, si todo el mundo hace más deporte y más bici, seguro que habrá más chicas montando en bici. Aunque sea por proporción. Cada vez hay más modelos de ropa, complementos, bicicletas diseñadas para las chicas. Y eso siempre es bueno, para ellas ¡y para nosotros! Qué deporte más aburrido este de la bici si no hubiera también chicas, ¿no? ¿Quién no ha ido a una carrera y se ha picado para no quedar "por lo menos mejor que la primera chica"? ¿Y cuántas veces hemos terminado muy por detrás, no solo de la primera sino de la... vigésima?
En fin, que tenemos mucho que aprender de las chicas. Sí, también sobre la bici.
miércoles, 22 de febrero de 2012
Descensos urbanos... para los pobres
Desde hace unos años se disputa lo que ya se ha convertido en un clásico de los descensos de pretemporada en el calendario internacional: el descenso urbano de Valparaíso, Chile. Han dado la vuelta a YouTube los vídeos del eslovaco Filip Polc bajando a toda pastilla por las estrechas calles y los enormes saltos del circuito de Valparaíso. Acaba de disputarse la edición 2012, que ha ganado el chileno Mauricio Acuña. Aqui la edición 2011 y la cámara subjetiva de Antonio Leiva:
Descensos urbanos hay en muchas ciudades como el pionero de Lisboa, en Santos (Brasil), Guayaquil (Ecuador), el mismo Rio de Janeiro; Medellín, Manizales (Colombia), etc. ¿Veis alguna característica en común?
Con la excepción de Lisboa, se trata de países de Sudamérica, en desarrollo, con clima tropical o en verano austral en estas fechas, y en los que un evento así supone un acontecimiento mediático y popular importante. De esta forma, los pilotos que compiten en la copa del mundo de DH entrenan la pretemporada y se lo pasan bien en países exóticos y baratos para los organizadores del evento. Y lo más importante: que los pilotos locales se ponen las pilas y dan lo máximo de sí mismos para batir a las estrellas del descenso internacional. ¡Y lo consiguen! Si no, ved el vídeo del descenso urbano de Santos para escuchar a Greg Minaar o Cedric Gracia su respeto hacia los pilotos locales.
Por eso, más allá de llevar la bicicleta de descenso a los países pobres o en auge -en lo que hay una clara estrategia de marketing-, organizar pruebas internacionales para que los "pros" luzcan palmito como estrellas me parece bastante injusto. Es como organizar carreras promocionales de Formula 1 en un país con pilotos locales, y luego no dejarles participar en el mundial. No deja de ser un espectáculo y un entretenimiento para la gente, y para los practicantes del MTB -que los hay, y muchos- en estos países. Pero también es ponerles un trozo del primer mundo ante sus narices para después desmontar el tinglado y marcharse con el circo a otro lado. Excepto, claro, cuando un local como el chileno Acuña gana a las estrellas.
Descensos urbanos hay en muchas ciudades como el pionero de Lisboa, en Santos (Brasil), Guayaquil (Ecuador), el mismo Rio de Janeiro; Medellín, Manizales (Colombia), etc. ¿Veis alguna característica en común?
Con la excepción de Lisboa, se trata de países de Sudamérica, en desarrollo, con clima tropical o en verano austral en estas fechas, y en los que un evento así supone un acontecimiento mediático y popular importante. De esta forma, los pilotos que compiten en la copa del mundo de DH entrenan la pretemporada y se lo pasan bien en países exóticos y baratos para los organizadores del evento. Y lo más importante: que los pilotos locales se ponen las pilas y dan lo máximo de sí mismos para batir a las estrellas del descenso internacional. ¡Y lo consiguen! Si no, ved el vídeo del descenso urbano de Santos para escuchar a Greg Minaar o Cedric Gracia su respeto hacia los pilotos locales.
Por eso, más allá de llevar la bicicleta de descenso a los países pobres o en auge -en lo que hay una clara estrategia de marketing-, organizar pruebas internacionales para que los "pros" luzcan palmito como estrellas me parece bastante injusto. Es como organizar carreras promocionales de Formula 1 en un país con pilotos locales, y luego no dejarles participar en el mundial. No deja de ser un espectáculo y un entretenimiento para la gente, y para los practicantes del MTB -que los hay, y muchos- en estos países. Pero también es ponerles un trozo del primer mundo ante sus narices para después desmontar el tinglado y marcharse con el circo a otro lado. Excepto, claro, cuando un local como el chileno Acuña gana a las estrellas.
miércoles, 15 de febrero de 2012
Una historia de la gran ciudad
Andar en bici cada puto día del año en una gran ciudad te permite un punto de vista especial y privilegiado de algunos paisajes urbanos. Puedes pararte en lugares por donde los coches pasan de largo, hacer un cambio de sentido donde te salga de las pelotas y plantarte a ver algo que te ha llamado la atención (siempre que no se moleste al tráfico); puedes meterte por sitios donde los peatones también pueden, de acuerdo, pero que en caso de huir por patas, por ejemplo, lo tienes más fácil... Y así con más cosas.
Por eso desde hace un tiempo tenía una deuda en forma de "película" -o lo que sea, en formato audiovisual-, sobre la idea de la bici en la urbe. En ciertos momentos, tan extraños y ajenos el uno con el otro como otras veces simbióticos. Pero solamente de la mezcla de cosas distintas surgen exóticos y óptimos resultados. Por ejemplo: huevo frito + patatas fritas, peras + manzanas, o ya la mezcla de todas las mezclas: vino + colacola.
Del mismo modo, la bici + la ciudad dan como resultado una mezcla industrial, postmoderna, dura y humana al mismo tiempo. Cemento, hormigón, acero y aceite para engrasarlo todo. Por eso la banda sonora de la ciudad es para mi el rock industrial de Ministry, por ejemplo.
jueves, 2 de febrero de 2012
Bikeaholics
Afortunada e increíblemente, el universo de Internet cada vez alberga más masa crítica ciclista. Por doquiera que navegues hay infinidad de blogs, páginas, revistas online, tweets, magazines, dedicados a alguna de las muchas modalidades de ciclismo actualmente. ¿Vivimos quizá una globalización del ciclismo? ¿Una maniobra comercial? ¿Tan bien encaja la cultura online con la cybermodernidad y las bicis? Es muy posible. Es más, creo que es un jodido hecho! Los urbanistas más autorizados cada vez promulgan con menos vergüenza las bondades de la bici y su impacto positivo en las ciudades del siglo XXI. La sostenibilidad que abandera la bicicleta impone su lógica y campa a sus anchas en las ideas alternativas a la economía capitalista y la movidad urbana, el desarrollo sostenible y el transporte.
Lo que hasta hace poco tiempo era una especie de subcultura underground (aún con muchos gafapasta, correcto) se está convirtiendo en un elemento más de la nueva teoría (todavía alternativa, eso sí) que intenta superar el sistema imperante. Evolucionar. Las bicis, que durante años se han visto relegadas a ser poco menos que un juguete por culpa del imperio del automóvil, vuelven con fuerza y vuelven para quedarse. Y sin ser siquiera un elemento deportivo o competitivo, sino como el vehículo más humano, sofisticado y completo que ha sido capaz de inventar el homo sapiens.
Vamos, que las bicis molan y cada vez hay más gente consciente de eso. Bien por moda o por convencimiento, los enfermos de la bici ya no son tan enfermos y frikis como la gente normal pensaba, sino que somos cada vez más un movimiento silencioso y engrasado que se autoorganiza para derrocar el Orden Establecido (más o menos).
La última prueba, para mi extraordinaria y revolucionaria, de este movimiento silencioso pero contundente, es esta web.
Lo que hasta hace poco tiempo era una especie de subcultura underground (aún con muchos gafapasta, correcto) se está convirtiendo en un elemento más de la nueva teoría (todavía alternativa, eso sí) que intenta superar el sistema imperante. Evolucionar. Las bicis, que durante años se han visto relegadas a ser poco menos que un juguete por culpa del imperio del automóvil, vuelven con fuerza y vuelven para quedarse. Y sin ser siquiera un elemento deportivo o competitivo, sino como el vehículo más humano, sofisticado y completo que ha sido capaz de inventar el homo sapiens.
Vamos, que las bicis molan y cada vez hay más gente consciente de eso. Bien por moda o por convencimiento, los enfermos de la bici ya no son tan enfermos y frikis como la gente normal pensaba, sino que somos cada vez más un movimiento silencioso y engrasado que se autoorganiza para derrocar el Orden Establecido (más o menos).
La última prueba, para mi extraordinaria y revolucionaria, de este movimiento silencioso pero contundente, es esta web.
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