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jueves, 1 de mayo de 2014

CADENCIA


Un proyecto largamente perseguido por fin ve la luz. CADENCIA es la revista que desde hace tiempo quería hacer. Ciclismo y mountain bike pero también otras muchas cosas que no tienen nada que ver con las bicis... ¿o sí? Cansado de las típicas publicaciones que sólo hablan de bicis, ruedas de 26, 27´5 o 29, y nuevos productos, he querido plasmar lo que hay detrás de los paisajes que vemos cuando montamos en bici. Reflexiones, imágenes, temas que surgen en las conversaciones con tus compañeros de ruta...

CADENCIA es lo que surge cuando monto en bici, el resultado de mis experiencias y vivencias sobre las dos ruedas. Hecha desde la bici, no para la bici. Y en los tiempos que vivimos, una alternativa a la decadencia que se empeña en arrastrar el pensamiento general.

Espero que la disfrutéis, y sobre todo que dediquéis un rato de vuestro valioso tiempo para LEER cosas que se salgan de lo previsible, que las hay y muchas. Sé que esto es pedir mucho en la rutina de saturación informativa en la que nos movemos, pero... la opción B es la decadencia.

-¡Pedalea, copón!


Cadencia Magazine by Alfonso Hernández

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Las montañas de Sarajevo

En días como hoy, sobrios y grises, me acuerdo de un país que visité hace cinco años (¡cinco años ya!) y que me dejó una gran huella. Sí, también Irlanda, pero en esta ocasión hablo de un lugar que pasó por una de las guerras civiles más crueles y violentas que han existido en la historia reciente. Hablo de Bosnia Hercegovina.

Este post no tiene mucho que ver con las bicis pero sí con el deporte. En unos días en los que la muerte de Nelson Mandela ha conmocionado al planeta, es bueno recordar una de las muchas ideas que el líder de la lucha anti-apartheid dejó como inspiración para la posteridad: "el deporte tiene el poder de transformar el mundo". Mandela y su visión de una Sudáfrica unida quedó plasmada en la copa del mundo de rugby de 1995, en la famosa historia de cómo convirtió a los Springboks, el equipo nacional de un deporte de blancos, en el equipo de todo un país. No hay muchos ejemplos tan claros de cómo el deporte ha sido capaz de unir a un pueblo y de impulsar valores de convivencia, igualdad y solidaridad. Y puede que tardemos mucho tiempo en ver otros así.

En Sarajevo tuvieron lugar, en 1984, los juegos olímpicos de invierno. Recuerdo perfectamente, con mis escasos 8 añitos, la ceremonia de inauguración de aquellos juegos. Yo no sabía lo que era aquello, ni en qué consistían esos extraños deportes que se practicaban en la nieve, pero me pareció un acontecimiento importante. Años más tarde pude ver con mis propios ojos lo que quedaba de aquellos juegos olímpicos. Las preciosas montañas de Bjelasnica forman una pequeña sierra que domina Sarajevo, y en el año 84 fueron el escenario de algunas competiciones, como los saltos o el esquí alpino. Pero durante el asedio de Sarajevo, entre 1992 y 1996, esas montañas también fueron el lugar desde donde las tropas serbias bombardeaban la ciudad a placer. Como si tuvieran una maqueta de trenes a sus pies. Los restos de aquellas instalaciones, los hoteles, resorts, las mismas plataformas de saltos de esquí, siguen en pie hoy en día como un eco que no se ha marchado, y se mezclan con el esbelto paisaje de abetos, pinos y silencio. Permanecen en el mismo sitio, pero abandonadas por el paso del tiempo, y con el añadido de unas cuantas cicatrices. Muchas. Metralla, agujeros de bala, bombas y restos de trincheras por todas partes. Lo que un día fueron instalaciones deportivas, el símbolo de Yugoslavia y del olimpismo, tuvieron una segunda e inesperada vida como baterías ofensivas en una espantosa guerra civil. Mucho peor destino que el complejo olímpico de Atenas 2004, hoy en estado de total abandono...

Traigo esta historia a propósito de un poster que recuperé el otro día. Un poster que me dieron en el estadio olímpico de Sarajevo y en el que venían dibujadas todas las instalaciones de los juegos, como el plano de una estación de esquí, con ese aire ingenuo de las gráficas de los años 80. Y me vino a la mente el silencio y la paz que había en aquellas montañas, y en realidad en toda la querida Sarajevo. Esas montañas lo mismo albergaron a deportistas de todos los países, en unos juegos olímpicos de invierno en un lejano 1984, como sirvieron de mirador turístico para que los tanques y los morteros mataran a cientos de personas, unos años más tarde. Las mismas montañas y sus árboles siguen allí, impasibles y eternas, neutrales, quizás esperando que otras personas lleguen y hagan con ellas lo que realmente deberían hacer, que es utilizarlas para la vida.

Dicen los sabios que la vida y la muerte son la misma cosa, dos caras de una misma realidad. Que ambas conviven entremezcladas en el día a día desde el inicio de los tiempos. Quizás el deporte, como decía Mandela, tenga el poder que no tienen los políticos para unir, dignificar y querer a las personas. Pero para eso creo que antes es necesario saber mirar a los árboles, escuchar a las montañas y darse cuenta de que ellos estarán ahí siempre. Nosotros y nuestras ridículas preocupaciones, no estamos más que de paso.

jueves, 3 de octubre de 2013

Sobre Lauda y Hunt

La Formula 1 siempre ha sido un deporte apasionante para mi. De niño solía ver las carreras por la tele con mi padre, ya desde los tiempos de Fittipaldi, que era el mito a batir en esos años. Keke Rosberg, Jacques Laffitte, Jacky Ixx o Didier Pironi fueron los primeros pilotos de F1 de los que oí hablar. Por supuesto, para un niño aquellos tipos eran héroes que llevaban bólidos con los que yo jugaba, los gladiadores de la velocidad. Unos superhombres por encima del bien y del mal. Años más tarde me olvidé por completo de la Formula 1, sobre todo en los años de la dictadura de Schumacher y cuando la tecnología y los presupuestos desorbitados empezaron a dejar de lado a los pilotos y a centrarse en la pasta.

Hace unos años, desde que Fernando Alonso está donde está, he vuelto a aficionarme a las carreras, al espectáculo y a lo que simbolizan esos tíos, que no es otra cosa que la historia viva del automovilismo. Pero sobre todo, a admirar a aquellos tipos, muchos de ellos ya muertos, otros lisiados. Y también a aquellos artefactos de velocidad y riesgo "a pelo".

Recién vista Rush, la película sobre James Hunt y Niki Lauda, me he reecontrado con aquella época. Cuando los pilotos se dejaban las manos cambiando las marchas, cuando el estilo de pilotaje de cada uno no lo tapaban los controles de tracción ni los difusores, y cuando la Formula 1 era un deporte de ricos, de playboys y de melenudos adictos al riesgo. James Hunt y Niki Lauda fueron los máximos rivales de la F1 durante 1975 y 1976, y además tenían dos estilos absolutamente opuestos. Hunt era el estereotipo de niño bien británico, guapo, juerguista, con carisma y con un estilo salvaje. Un rockstar. Nada que ver con ese austríaco feo, metódico, cuadriculado y obsesivo de la mecánica, también forrado de billetes heredados, que había comprado su sitio en Ferrari a base de talonario. En lo único que ambos coincidían era en su ambición por ganar. Eso, y que ambos corrían como demonios, aunque Lauda lo hacía calculando porcentajes y Hunt después de tomarse un whisky.

Son dos estilos de vida ante el deporte, o dos estilos de deporte ante la vida. El uno, indudablemente atractivo... ¿a quién no le gusta sentirse el puto amo de vez en cuando? Ser el rey del mambo, el guaperas-forrado que además es un crack en lo suyo... Pero el otro, sin ser quizás atractivo, es más real. De carne y hueso (nunca mejor dicho). No serás el más guapo ni el más deseado, pero sigues siendo el puto amo porque ganas con la cabeza. El otro gana con el corazón. Pero, ¿Niki Lauda ganaba sólo con la cabeza? Lo dudo, porque cuando se quemó el cuerpo en Nürburgring, seguro que la cabeza le decía "no vuelvas a subirte a ese coche en la vida", y sin embargo a los 30 días volvió a correr un Gran Premio y quedó cuarto. Eso con la cabeza no lo consigues. Lo consigues con el corazón. O con cojones. O con ambas cosas.

Ahora, en la era de los deportistas de laboratorio, las actitudes de aquellos años están mal vistas. Como Raikkonen, que se toma una cerveza después de ganar un Gran Premio y sale en todas las televisiones. "Oh, se ha tomado una cerveza". ¡Lo que tendría que tomarse es una caja! Los patrocinadores quieren pilotos-anuncio que no den problemas, que se cuiden y sean estables, para que los titulares y los flashes los ocupen las marcas. El capital. La personalidad y el estilo son bienes cada vez más escasos en estos tiempos. Pero estoy seguro de que la mayoría de los pilotos actuales se cagarían en el mono de carreras si tuvieran que coger los coches que llevaban Lauda, Hunt y compañía en esos años.

En definitiva, viva el estilo de cada uno y muerte al capital.


martes, 25 de junio de 2013

Roadtrip II parte


Nos habíamos quedado en mi pueblo, cuando apagué el cerebro durante un par de días. Venía de pasar unas jornadas en Calatayud y Logroño, en un comienzo de junio frío y lluvioso. Pues nada, al llegar a mi pueblo soriano, obviamente, las condiciones siguieron así. Tanto que nada más llegar a casa encendí la chimenea. Y abrí una cerveza, claro. No podía ser mejor: mes de junio, chimenea y cielos grises. El paraíso.

Estuve aletargado ese fin de semana, y el lunes ya me puse en marcha. El objetivo, después de dos días sin tocar la bici, era atacar una bonita ruta que hice hace unos meses con los colegas de Navaleno BTT. No toda la ruta entera sino un bucle con comienzo y fin en San Leonardo de Yagüe.

En tierra de Pinares.
San Leonardo, en la comarca de Pinares, es uno de los pocos municipios españoles que conservan el nombre con el que se le bautizó durante el régimen franquista. El antigüamente conocido como San Leonardo de Arganza, cambió a San Leonardo de Yagüe en honor al militar falangista Juan Yagüe, conocido como "el carnicero de Badajoz". Objetivamente no veo ningún motivo para que San Leonardo (como cualquier otro pueblo de España) lleve el apellido de militares franquistas o republicanos en sus topónimos. Una cosa es la historia, respetarla y conocerla sin ideologías ni prejuicios, y otra cosa es hacer de la historia un lastre, que ofenda a las víctimas y ensucie el presente de sus honrados habitantes, 70 años después de una guerra civil. San Leonardo debería eliminar ese apellido de su topónimo, que hace referencia a un personaje infame de la historia, y quedarse así. ¿O es que alguien se imagina que Srebrenica, en Bosnia, pasara a llamarse Srebrenica de Mladic? La historia para los libros, no en los carteles de las calles.

Aparte de la polémica, San Leonardo es un pueblo que me encanta. Y desde allí parte una ruta formidable que atraviesa el Cañón del Río Lobos. Bueno, no exactamente desde allí. Antes hay que dar una vuelta por la comarca. El caso es que para la ocasión decidí hacer uso de la bici que tengo en mi pueblo: la Sunn rígida. He de decir que a los que nos gusta el mountain bike, una rígida es como un disco de vinilo para un melómano. No existe mayor sensación de música en las piernas que con una rígida. Los surcos y el ruido de fondo pasan de la cubierta a la cadena, y de ésta al pedal. Una rígida por los senderos mullidos, limpios y puros del Cañón es como el Dark Side of the Moon de Pink Floyd o el Oxygène de Jean Michel Jarre, en un tocadiscos.
Un sendero pata negra.

Conforme iba adentrándome entre las estribaciones del Cañón, el sendero se iba haciendo más estrecho y revirado, pero conservaba un firme compacto y a la vez mullido, que era como rodar por una moqueta. Mientras tanto, buitres merodeando las lomas, un cielo gris amenazante y un espacio vacío, únicamente poblado de ruidos y murmullos del bosque. Toda una obra de rock progresivo o de música electrónica analógica, para las piernas. Una sinfonía de esencias y de flow, incrementado como un amplificador al ir montado sobre una rígida del año 96. Cientos de decibelios y miles de watios silenciosos por un tubo de acero Tange.

Y esa fue la ruta épica de esos días en mi pueblo. Otros días transcurrieron y decidí montarme un pequeño circuito en forma de pumptrack, en una chopera donde de pequeños, con 10 o 12 años, los amiguitos del pueblo montamos un pequeño circuito para nuestras bicis. En ese mismo lugar, ya casi con 40 años en las piernas, encontré divertido volver a trazar ese mismo circuito y probarlo como pista de pumptrack, entre comillas, porque era más un pasatiempo que un verdadero circuito de pumptrack, claro. Me acordaba perfectamente del trazado entre los árboles, de modo que en una mañana tuve listo el circuitillo. Tenía su gracia, pero dar 5 vueltas a fondo no era nada fácil. Pedaleo, trazar, arracar, curva, arrancar... 15 segundos de sprint por vuelta era un buen entrenamiento, así que me pasé allí unos buenos ratos de mañana y de tarde.
Recuerdos de carreras en casa (y de
cosas históricas, como la matrícula de mi
primer coche o la placa antigua de la casa)

Circuitillo entre los chopos, recuperado
25 años después...
Sí, es curioso cómo después de 25 años uno vuelve a los sitios donde era feliz con sus amigos de la infancia y con las bicicletas. Ahora, en vez de una BH iba con un bicicletón de enduro, pero en el fondo eran esas mismas sensaciones de libertad, naturaleza e ingenuidad que en esos años. Ese circuitillo, pequeño y ridículo como el circuito del Jarama visto en el año 2013, era en aquellos años el epicentro del mundo, y el origen de una serie de cosas que fueron surgiendo con el paso del tiempo: una forma de ver la vida sobre dos ruedas gordas.


martes, 26 de marzo de 2013

Grandes clásicas

Las grandes clásicas de la competición de carretera son por estas fechas. París-Roubaix, Milán-San Remo, Tour de Lombardía, Tour de Flandes, y Lija-Bastón-Lieja. Y en mountain también ya hay unas cuantas citas antes del comienzo de temporada. Está la Absa Cape Epic, el DH de Sant Andreu, la Andalucía Bike Race, incluso la Titan Desert. Y la más clásica de todas, posiblemente: la Sea Otter. Citas para los pros, tanto de rallye como de descenso, con las que preparan la temporada.

Nosotros no somos menos y también vamos consolidando citas de pretemporada ineludibles. Una de ellas es el Predator Weekend o Chuletas Weekend, que este año celebra su V edición. Por lo menos.

En preparación está ya la Clásica del Cochinillo.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Identidad y estética

El otro día fui al estreno de esta nueva súper producción de Red Bull sobre freeride. "Donde termina el camino". Guai. Un preestreno como los de antes, en una discoteca de Barcelona, con riders-estrella invitados (Andreu Lacondeguy en este caso), y una relativa promoción marketera. Bien. Un evento social algo destacable en medio del aburrido panorama del MTB español en los últimos años. Que parece que sólo tiene pulso los meses de septiembre en el Festibike, y cuando toca una copa del mundo cerca. Tenía agendado el evento desde hacía un par de semanas.

Así que, cual de preestreno de Hollywood se tratara, con la esperanza de insuflarme de energía biker, luces, flashes, celebrities, cámaras, etc... me fui a la sala Apolo 2 a ver Where the trail ends. Aparqué la single en la puerta y aguardé. Había una cola aceptable, parece que había expectación.

Supongo que me intentaba autoengañar, o fantasear con la magia de un estreno "como los de antes". Como cuando Cedric Gracia montó la de Dios en el Razzmatazz, en el New World Disorder 9, creo. Darse un baño de ambiente freerider, revivir una de esas noches de engorile que te inspiraban para darle caña a la bici más y más. Una (última) oportunidad al freeride, entendido como disfrutar de la bici en entornos remotos y exóticos.



Pero no duré ni media hora. El problema no fue la mierda de cerveza que me dieron en el Apolo (yo creo que era sidra), ni la escasa visibilidad de la pantalla. El siempre digno Pablo Moreno haciendo de speaker puede que fuera lo mejor de la velada, porque cuando le tocó hablar a Andreu se acabó la fiesta. Hablar en público no es el fuerte de nuestro freerider más internacional y loko, las cosas como son. Parecía que de un momento a otro iba a ponerse a emular a Aznar cuando lo de "estamos trabahando en ellou". Además, a esas alturas de la noche las gorras de plato no dejaban ver la pantalla que habían colocado en la sala. Sí, amigos. Las gorras de plato (casi de sartén) son a este tipo de eventos como los sombreros raros a las carreras de Ascot. Si no llevas una gorra de plato eres un deshecho humano. Y si es de Red Bull es que eres un pro.

En fin, todo esto no me sorprendía, ese no era el problema. Desde que el freeride entró a escena en el mountain, la estética también cambió. La ropa se hizo más casual, influyó el estilo BMX, snowboard, skater... Más urbano. Coño, yo mismo y mis amigos hemos participado de esta estética en un momento u otro, y no tiene nada de malo. Y la estética es importante, pero más que la estética es importante la actitud. Y la actitud es la misma desde hace 10 años.

La gente que estábamos allí congregada para ver la peli no éramos distintos de los aficionados a las motos que se dan cita para un evento sobre motos. O a los aficionados al boxeo que acuden a una velada. Cada afición o cada deporte tiene unos aficionados con algunos rasgos estéticos parecidos. No verás chavales con gorra de plato en una corrida de toros igual que no verás a jóvenes con camisa y flequillo en una carrera de bicis. ¡Normalmente! Nunca se puede generalizar, claro. Pero hay gustos que coinciden. El resto lo hace el marketing.

A lo que voy con todo esto es que en algunos deportes, aficiones o subculturas -como en los fixers, los punkis o el hip hop-, la estética es un elemento de identidad grupal. Eso es así. El freeride ha sido uno de los movimientos que más impacto ha tenido en el MTB en los últimos 10 años, y tuvo tanto impacto que influyó entre otras cosas en la estética y la identidad de los bikers como grupo. Como "tribu", si se quiere. Por supuesto, ha influido en el propio concepto de las bicis que se fabrican y en toda la industria. Es decir, ha sido una modalidad y una rama muy importante dentro del MTB, y ha tenido su estética propia durante los últimos 10 años. Pero... eh, aquí viene la noticia: SIGUE IGUAL. ¡No ha cambiado nada en 10 años!

Hoy en día muchos creen superado el freeride. Revistas especializadas, riders, etc, lo dicen: la época del freeride, en un mundo de vorágine como el nuestro, ya es cosa del pasado. Algo así como "los locos años 20" del desenfreno de saltos, bajadas imposibles y grandes eventos patrocinados por marcas de bebida energética. En realidad han pasado 10 años y un buen puñado de cosas en este tiempo, y el freeride sigue apostando por una identidad, estética y pose idénticas a las de hace una década. Ha habido películas como Life Cycles, cosas como el Enduro, que van modificando conceptos y formas de entender la bici. Para mi, el freeride se ha quedado anclado en una eterna juventud de gorra de plato. El Red Bull Rampage de Utah ha vuelto. Las mismas pelis de acción, saltos enormes, engorile y adrenalina. Las mismas voces en off de tipos duros, con su "mirada de las 100 yardas", de vuelta de todo porque han estado montando en El Culo del Mundo y han visto la cara de Wade Simmons en una sombra. Sí, es sólo marketing para enganchar a los jóvenes a la bici y para motivarlos con un buen espectáculo. De acuerdo. Pero ¿un poco de evolución es malo? La estética de chicos malos del mountain ha pasado de ser cool a ser hortera. La idea de gueto y de rollo guay ya produce más cansancio que respeto.

No es una cuestión, repito, de estética y de superficialidad. Hablo de tener personalidad y estilo propio. Un aficionado a la bici no debería tener etiquetas, y tener el estilo, la estética y la personalidad que le dé la gana. Pero no la que le impongan los cánones del marketing, sean los que sean en cada momento. El freeride (como otras etiquetas dentro del deporte y en concreto de la bici) fue un invento del marketing, y como tal una estética impostada. De pose. Eso, afortunadamente, se está acabando. Y se pasará a otra era, como ya sucede, en la que la gente monta en bici y se identifica con un grupo de iguales que también montan como les da la gana. Sin el postureo que a Red Bull, Monster, Specialized o Kona le parezca más cool o fotogénico para vender su concepto de Freeride, Enduro o lo que toque.

Eso, al menos, es lo que debería ser. Aunque a veces veo regresiones al pasado, como la del otro día en el estreno de la peli, y me entra la risa porque en cualquier momento aparece Marty McFly.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Fixers extremos

Una peli MUY jarta de los fixers. Película completa con escenas en Nueva York, Tokyo, China, Guatemala y Barcelona, sobre los Monster Track y los Alleycats que organizan, competiciones tipo "capturar la bandera".

Realmente extremo las cosas que hacen por la calle..


miércoles, 10 de octubre de 2012

10 canciones para mountain bike

El otro día un buen amigo del colegio, de cuando éramos chavalines, me envió un enlace a un sitio donde hacían un ranking de 10 canciones para ir en mountain bike. Con Nacho comparto gustos musicales y deportivos parecidos; él es patinador y un grunge indómito, y seguro que no ha cambiado mucho desde cuando nos vimos por últimas veces, allá por BUP... En fin, me gustó la idea que me propuso: contrastar  esa lista de canciones con lo que yo podía entender como buena música para montar en bici. Así que he elaborado mi propia y sencilla lista.

No soy un tipo sofisticado en cuanto a gustos musicales. Desde luego, menos que Nacho, que entiende un montón (podéis seguirlo en Frikimalismo) y escribe de música. Pero al menos estas son algunas de las canciones que me gusta escuchar, que relaciono o que me evocan a la bici, y que asocio con bucólicos senderos o con adrenalínicas bajadas.

Creo que no soy capaz de definir en un único estilo de música, y menos en 10 canciones, todo lo que engloba el mountain bike. Precisamente por eso, por la diversidad de paisajes, sensaciones y reacciones que suceden cuando juntas una bici con una montaña. Pero al menos es una lista, y conozco a la mayoría de los grupos (cosa que en la lista que me envió Nacho no conocía más que a dos, jaja).

También son importantes los vídeos. Hay alguna canción bastante gayer, como la 2, pero en ese caso hay que fijarse en el vídeo, que mola mucho. En fin, es sólo una lista, va de menos a más, y está bastante influída por mis gustos rockeros, así que... enjoy it!!

1. My life be like / Grits 


2. 30 seconds to Mars / Kings and queens


3. Only moment we were alone / Explosions in the sky


4. I know you rider / Grateful Dead


5. What else is there? / Röyksopp  


5. Alive / Pearl Jam 


6. Jailbreak / AC/DC 


7. Run to the hills / Iron Maiden


8. Commando / The Ramones 


10. Iron man / Black Sabbath 





jueves, 4 de octubre de 2012

Rampage


Este fin de semana vuelve el Red Bull Rampage para deleite de los amantes de Jackass. Mientras, preparo mi vuelta a la bici tras casi 2 meses de inactividad rutera.

Este es el vídeo de la edición 2010.

Reflexiones XVI


Normalmente en este blog hablo de frivolidades. Porque no nos engañemos, el deporte es una frivolidad, siempre lo ha sido. Las personas sin recursos, explotadas o en medio de una guerra no hacen deporte. No emplean sus recursos en otra actividad que no sea intentar sobrevivir.

Este blog es un espacio sobre otro nivel de la realidad que –aunque también existe- está despejado de problemas, o al menos del tipo de problemas cotidianos que los seres humanos manejan a diario. En mi trabajo real estoy en contacto con esa otra realidad. Macroproblemas reales del mundo: derechos humanos, pobreza, desarrollo. Pero esto también incluye los problemas, problemillas y obstáculos que todos afrontamos día a día. Como alguien decía: “un problema es una dificultad que requiere una solución, y la mayoría de las veces la gente no se refiere a problemas en sus vidas, sino a obstáculos que se deben superar”.

La situación social y económica de mucha gente, también en nuestro país, es muy dura. Es un problema, y dura 24 horas. Desde que te levantas hasta que te acuestas. No es una dificultad ni un obstáculo. No se termina al salir de la oficina o al terminar de pagar la hipoteca.

En el mundo, por tanto, y en la vida hay problemas, obstáculos y dificultades. Esto es así; es lo que convierte a la vida en un reto y al ser humano en un ser vivo que tiene que luchar para sobrevivir. ¿Qué tiene que ver esto y qué hago hablando de este tema? ¿Dónde quiero ir a parar?

Quiero ir a parar a lo siguiente. A plantear una pregunta. ¿Qué sentido tiene hablar de bicis con la que está cayendo? ¿Qué sentido tiene a veces hablar de frivolidades estando como estamos, con la gente protestando en la calle, con los políticos prevaricando, con el país yéndose a la mierda?

Algunos pueden decir que tiene sentido para cambiar de tema, para evadirse un rato de la realidad, porque la salud es importante, etc, etc. Es decir, son temas menores. Entretenimientos de la clase media. Otros pueden decir que simplemente se la suda lo que pasa en el mundo y que no es asunto suyo, así que hacen lo que les gusta sin más. Se dedican al hedonismo en tiempos de crisis. Por último, hay quien podrá decir que todo forma parte de todo. Que la realidad es multidimensional.

Esto es una reflexión sobre la postura ante la vida, sobre el papel que uno toma ante la realidad. Una explicación de uno mismo. Lo que en filosofía se llama metafísica.

Estamos en un mundo interrelacionado, en el que todo tiene que ver con todo. Las antiguas esferas de poder como la religión o la política han perdido su prestigio. A ellas les ha sucedido la democracia participativa como núcleo nebuloso de poder –y que ni siquiera está en la adolescencia -. Las fuentes de conocimiento clásico como las ciencias y el mundo académico han sido desbordadas por la sociedad de la información. Las fronteras se han desdibujado, los problemas son globales, lo local se confunde con lo internacional. Es lo que Bauman llama la sociedad líquida.

De manera que no tiene sentido delimitar temas serios o temas frívolos como si estuvieran separados. Está claro que el hecho de que Greg Minaar haya ganado el último mundial de DH es una noticia irrelevante comparada con que en Siria hayan asesinado a 5.000 niños en un conflicto armado. Pero son dos esferas de la realidad que no pueden compararse. Simplemente, suceden. Y es importante que se conozcan, conocer su dimensión real y contextualizar ambos datos.

Creo que en la vida es importante saber un poco de todo. Quizá eso sea un defecto de profesión. En la facultad siempre me dijeron que un buen periodista es alguien que es capaz de hablar durante 15 minutos de prácticamente cualquier tema. Quizás por eso entonces me dedico a ello, a ambas cosas: una suerte de compaginar dos niveles distintos de realidad, dos planos.

Uno en la vida puede optar por muchos caminos. Vocacional o profesionalmente te puedes dedicar a aquello que mejor haces o te sientes capacitado a realizar –al menos en teoría, porque hoy en día esto es harto complicado-. Y puedes hacerlo desde distintos puntos de vista. Puedes tener como vocación servir a tu comunidad, ayudar a los demás, intentar crear un proyecto propio o simplemente ganar dinero. El suficiente para vivir, vivir bien o vivir muy bien. Todas estas opciones son igual de respetables.

Yo quiero pensar que me gano la vida ejerciendo como profesional en una actividad que me satisface enormemente desde el punto de vista intelectual, social y ético. Y que también me dedico, de modo amateur o semiprofesional, a otra actividad en la que a lo largo del tiempo he llegado a acumular mucha experiencia, algo de conocimiento y que también me ha enseñado muchas cosas para la vida. En realidad, hablamos de valores. Y sucede que los valores del deporte, los que empleamos día a día en la montaña (sacrificio, lucha, generosidad, superación), son los mismos o parecidos a los que utilizo en mi vida diaria, cuando trabajo o cuando hablo del ser humano.

Simplemente, son valores universales. Valores humanos.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Belchite

Belchite, julio de 1937.
Belchite, septiembre de 2012.
75 años de diferencia.

Este pueblo de la provincia de Zaragoza fue el escenario durante la guerra civil uno de los episodios más violentos y también significativos del enfrentamiento entre las dos Españas. La localidad, situada en la margen norte del Ebro, se encontraba en medio del avance republicano desde Cataluña hacia Zaragoza. El avance hacia la capital aragonesa era constante hasta que los republicanos se toparon con una bolsa de resistencia de los sublevados nacionales en Belchite. El ejército del general Líster tomó Belchite entre agosto y septiembre de 1937, tras un enorme esfuerzo y recursos militares que a la postre impidieron a los republicanos llegar hasta Zaragoza a costa de asegurar la retaguardia. La toma de Belchite supuso alrededor de 6.000 bajas entre población civil, soldados nacionales y soldados republicanos.

Al fracasar la ofensiva republicana, el ejército sublevado lanzó una contraofensiva para contrarrestar el relativo avance republicano en el Ebro. Los generales nacionales movilizaron divisiones del frente de Madrid hasta el frente del Ebro, adonde incluso llegaron los temidos Tercios Regulares de Ceuta. Con todos ellos, y paralelamente continuando el avance en el frente del norte peninsular, el ejército sublevado hizo retroceder a los republicanos hasta la otra orilla del Ebro, en lo que terminaría siendo la retirada y descomposición final que condujo a partir en dos el frente republicano y permitir a los nacionales llegar hasta Valencia y Barcelona.

En esa contraofensiva, Belchite estaba de nuevo en medio, y ahora además había adquirido una dimensión simbólica. Franco no iba a permitir que ningún general republicano le arrebatara ninguna posición, así que el ejército nacional sometió Belchite a hierro y fuego, esta vez sin contemplaciones. Cinco divisiones enteras abrasaron la localidad, que entre huídos, refugiados y muertos quedó diezmada. El símbolo de la resistencia nacional, primero, y de su reconquista a los republicanos, después, se convirtió en un gran instrumento de propaganda para Franco. Tanto que éste, ya en la posguerra, decidió conservar Belchite tal como había quedado, para escarmiento de los rojos y para honrar a los caídos nacionales, y lo dejó así hasta que en 1954 construyó Belchite nuevo, un pueblo nuevo al que se irían trasladando los vecinos del Belchite viejo.

A finales de los años 60 terminaron de abandonar el pueblo viejo sus últimos habitantes y desde entonces Belchite viejo ha quedado olvidado como un vestigio intacto de la guerra. Quedó sumido en eso tan siniestro que es la tierra de nadie. Ni destruido del todo, ni habitado, ni del todo enterrado. Una zona borrosa del mapa, silenciada y hecha tabú. Belchite tuvo durante 40 años un uso político: fue la reliquia o el trofeo de guerra para los vencedores. También para construir el imaginario colectivo de posguerra sobre la represión roja y el culto a la violencia. Pero desde los últimos 30 años, Belchite también es una prueba irrefutable de una nación avergonzada y traumatizada por su pasado, que ha sido incapaz de hacer una verdadera memoria de la historia, que ha querido mirar hacia otro lado -progreso, olimpiadas, llámalo como quieras- en lugar de ajustar cuentas con los fantasmas, con honestidad y buena voluntad, y que las pocas veces que lo ha intentado ha sido en la burda forma de películas, libros o ensayos falsamente correctos, políticamente timoratos y diplomáticamente cínicos.

Así que Belchite, el Belchite viejo a 2km del nuevo, sigue siendo una mancha del pasado, como lo han sido Srebrenica y tantos otros lugares marcados por la guerra. Una mancha que primero hay que entender, para luego limpiar y después restañar. Pero lejos de ser sólo una mancha que sigue sin borrarse, es una mancha que se agranda con la desidia y la desmemoria de la sociedad actual. El falso ejercicio de memoria histórica que nos quisieron vender hace unos años nada tiene que ver con lo que debería ser un verdadero ejercicio de relato histórico objetivo, basado en el entendimiento entre las partes y el resarcimiento de todas las víctimas. Los procesos de paz de los últimos 30 años en varias partes del mundo no se han siquiera contemplado en España.

Y lo que es peor en el caso de Belchite: cuando se trata de proteger la escasa memoria que queda todos se lavan las manos: diputación, ayuntamiento, comunidad autónoma, Unesco, ministerios... Todos se pasan la pelota, miran para otro lado y evitan convertir Belchite viejo en un museo de la memoria, en un centro de la paz o un monumento a la convivencia. En cualquier cosa que evite su olvido, que estimule a sus vecinos actuales o que simbolice a lo que se llega con la ignorancia y la violencia. Eso es lo que debería ser, en lugar de un museo del horror al aire libre, espectral y grotesco, como una pintura de Goya (los horrores de la posguerra, quizás), que de vez en cuando sigue apareciéndose en la estepa entre voces y banderas.

Es muy triste Belchite viejo. Pasear por sus calles es como hacerlo por Srebrenica, Auswitz, Mostar o Normandía. Te invade el desasosiego, una pesadumbre en el estómago. Pero en este caso, Belchite tiene un aliciente más. No tanto por lo que fue, porque al fin y al cabo no es imprescindible pasear por un pueblo arrasado para entender lo que fue una guerra. Sino sobre todo, por lo que es ahora: un recordatorio de la dejadez que parece decirnos a todos: ¿habéis aprendido la lección? Un reflejo de lo que, después de todo, quizás seamos. El fruto silvestre que ha crecido en el campo: un pueblo abandonado por la razón.


martes, 7 de agosto de 2012

La ciudad en verano

La bici de ir al trabajo me proporciona grandes alegrías cada mañana y cada tarde. Como dice David Byrne en "Diarios de bicicleta", la bici en la ciudad otorga una perspectiva muy distinta a la que tienen tanto los viandantes como los conductores, y sobre todo más divertida. Ahora en verano, en pleno mes de agosto y con las calles medio vacías, es un lujo ir en bici. Así que he querido aprovechar el momento para hacer un par de retoques a la bici urbana y ganar en diversión. He cogido una postura de verano, le he hecho el setup de verano.

Y la verdad es que ha ganado. Tenía un viejo manillar Roox de paredes de casi 1 cm de grosor, que utilizaba en la vieja Kona Stab de descenso. Con un manillar ancho aumentas el control sobre la dirección y llevas una postura más relajada, de manera que aunque es peor para circular entre los coches, ahora que no hay tantos vas mucho más tranquilo.

Es lo que tiene el verano en la ciudad, que da una perspectiva distinta de todo, y más aún yendo en bici. Te das cuenta de que los coches son los verdaderos enemigo de las ciudades y de cómo cambia tu relación con la ciudad sin esas máquinas por en medio. Una relación mucho más fluida, agradable y transparente. Te paras en un sitio a hacer una foto o vas a tal tienda o tal otra sin apenas mirar a tu espalda, sin temor a cruzarte delante de un coche. Y los semáforos, que para mi siempre son sugerencias de tráfico, se vuelven no ya sugerencias sino adornos. Sí, uno puede (y debe) infringir las normas de circulación en la ciudad en verano, porque son normas de circulación de y para los coches. ¿O acaso el código de circulación lo crearon por el peligro que suponía el tráfico de bicicletas o peatones? Por supuesto que no. Los automóviles tuvieron que crear códigos para circular entre sí, imponiendo sus reglas al resto de usuarios de las vías, que las llevaban utilizando desde que se construyeron, y lo hacían con sus propios códigos o no-códigos. La armonía del caos. Pero tuvo que venir la dictadura de las máquinas y dibujar hasta carriles bici, esa aberración y ese insulto para los ciclistas. Hemos cedido nuestro espacio vital, nuestras calles y nuestras ciudades a los motores. Y con ello, nuestro movimiento y relación con el mundo.

Por eso, en verano no sólo se pueden sino que se deben ignorar las más elementales normas de circulación; excepto claro está, cuando tu circulación suponga un peligro o ponga en riesgo a otros "circulantes". No por respeto a las normas sino por respeto a los demás.

viernes, 27 de julio de 2012

Viejos rockeros...

Junio y julio han sido apoteósicos. He podido tachar de mi lista de tareas dos de los objetivos vitales que perseguía desde hace años; dos de las cosas que quería hacer en esta vida: montar por el Cervino-Zermatt (ver post anterior), y ver a Billy Idol en concierto. Ambas experiencias han satisfecho por completo mis expectativas. A veces cuando tienes muchas ganas de hacer algo y finalmente lo haces o sucede te quedas igual, no pasa nada, no hay un antes y un después. Pero hay otras veces en que sí, hay un antes y un después del evento en cuestión. En este caso, sobre todo en lo de Zermatt. Conciertos hemos visto ya unos cuantos, y a todos los grandes, por eso Billy no impresiona tanto como concierto  en sí. Lo que es espectacular es ver a un pibe de 56 años, una leyenda del rock, dándolo todo a dos metros de ti y coger al vuelo la púa de uno de los mejores guitarristas de la historia: Steve Stevens.

En fin, son dos cosas que tenía que hacer y afortunadamente, gracias a los dioses, he podido hacerlas y además en compañía de mis amigos. Además esa noche, en la farra posterior y después de ver a un magnífico grupo amateur en directo tocando versiones de los Stones o de AC/DC, nos echaron de un garito por hacer pequeñas travesuras, en medio de los pijos que habían ido a escuchar rock, así que el rock'n'roll attitude lo llevamos a su máximo esplendor en la tórrida noche madrileña. El decoro y los buenos modales son un invento de la burguesía para mantener el control sobre la clase trabajadora. El rock es, precisamente, la banda sonora de la clase popular frente al sistema establecido. Hoy a los rockeros se les llamaría perroflautas. La sociedad es así de gilipollas.
Track de la ruta en la Casa de Campo.

Para rematar la jornada de Billy Idol, celebramos un reencuentro nostálgico con otra vieja gloria del rock, pero del otro rock, el de las ruedas gordas. La Casa de Campo puede que sea el lugar más horadado por los bikers de la capital, el parque de atracciones -nunca mejor dicho- de la bici, a 10 minutos de la Gran Vía. Horas y horas de rutas, entrenamientos, paseos e incluso carreras de la Copa del Mundo. John Tomac, Tinker Juarez o Thomas Frischknecht han rodado por aqui. En fin, la Kelicampo en jerga castiza es una vieja gloria del rock, y mi reencuentro con ella después de casi 7 años de exilio voluntario fue emocionante y divertido, como escuchar en directo un viejo tema de los Stones -Gimme shelter podría valer-. Una gran jornada de singletracks suaves y sinuosos, de calor y polvo, de viejos y conocidos senderos en los que veo cómo pasan los años por ellos, sin que pierdan su esencia, incluso mejoran con el tiempo. Una Titus (Dani) y una Heckler (myself). Nostalgia de buen rock'n'roll.

jueves, 7 de junio de 2012

30 de junio, Calatayud

El próximo día 30 de junio se dará cita, en la ciudad de Calatayud, el Wallride Night Town. Festival dedicado a las bicis de ruedas más gordas, cuyo plato fuerte es la celebración, por segunda vez, de un descenso urbano con el aliciente añadido de ser nocturno. Un trazado 30% tierra, 60% asfalto y 10% aire, que hará las delicias de todos.

Durante el día, además de contar con nuestro campillo y pasarelas para disfrutar de los saltos, haremos 4 horas de entrenamientos oficiales con remontes y calles cortadas, para dar salida a la carrera al caer la noche. Miles de watios se encargarán de iluminar todo el trazado, que discurrirá desde el mismo y majestuoso castillo de Ayud, hasta la plaza de España.

Además, al término de la carrera tendrá lugar la primicia del estreno en España de la última producción de Anthill Films: Strenght in numbers. Estreno patrocinado por Red Bull.

La participación del DH urbano es de un máximo de 170 corredores por cuestiones de horarios. Terminada la prueba se darán entrega los trofeos, en la carpa habilitada en el castillo para la posterior MEGAFIESTA, donde unos dj's pincharan unas sesiones para deleite del personal.

Habrá, gracias a varios sponsors, un gran sorteo de material, y muchas sorpresas más! ¡Animaos y venid a disfrutar de la gran fiesta del freeride! ¡Os esperamos!

Inscripciones: 15 e federados. 20 € no federados. Plazo desde 23 mayo, hasta dos días antes de la celebración del evento. Inscripciones limitadas a 170 corredores, (por exigencias del formato).

El evento en Facebook
Más información: http://www.defer.es/noticias

jueves, 19 de abril de 2012

Trek12... ?¿

Este año tenía como reto la 24Doce de Moralzarzal, en junio. Pero hace poco supe que la organización de la prueba había creado una serie de carreras del mismo formato, pero de 12 horas, a disputarse entre enero y mayo, con la emblemática prueba de Moralzarzal como fin de fiesta. Esta sí, de 24 horas o de 12. Una de estas pruebas de 12 horas, repartidas por toda España, cae en Cataluña el próximo sábado. Así que me apunté sin dudarlo hace varias semanas. He estado entrenando, mentalizándome para la prueba en solitario...


Bien, hoy jueves, estoy en casa con un resfriado de tres pares de co... narices, y tengo serias dudas de si podré ir a la carrera el sábado. Lo mejor de todo es que no había tenido ni un solo resfriado en todo el invierno, ni desde hace meses, y me ha tocado justo ahora. Es lo que se llama "una situación oportuna". O lo que comúnmente también se puede llamar "una verdadera putada".

En fin, es lo que hay. Espero recuperarme en tiempo récord a base de agua con miel y limón, vahos de eucalipto, frenadol y sesiones de cama-sauna y manta... Es sabido que nada más salir de un resfriado o una gripe (al menos a mi me pasa) vuelves a hacer deporte con más ganas y los pulmones más despejados. También influirá, claro está, la sensación de euforia y las endorfinas que vuelven a activarse después del letargo..

De todas formas, si los futbolistas pueden reponerse de un día para otro de gripes, resfriados, luxaciones o esguinces ¡no sé por qué los bikers no!

Un adelanto de la prueba

jueves, 2 de febrero de 2012

Bikeaholics

Afortunada e increíblemente, el universo de Internet cada vez alberga más masa crítica ciclista. Por doquiera que navegues hay infinidad de blogs, páginas, revistas online, tweets, magazines, dedicados a alguna de las muchas modalidades de ciclismo actualmente. ¿Vivimos quizá una globalización del ciclismo? ¿Una maniobra comercial? ¿Tan bien encaja la cultura online con la cybermodernidad y las bicis? Es muy posible. Es más, creo que es un jodido hecho! Los urbanistas más autorizados cada vez promulgan con menos vergüenza las bondades de la bici y su impacto positivo en las ciudades del siglo XXI. La sostenibilidad que abandera la bicicleta impone su lógica y campa a sus anchas en las ideas alternativas a la economía capitalista y la movidad urbana, el desarrollo sostenible y el transporte.

Lo que hasta hace poco tiempo era una especie de subcultura underground (aún con muchos gafapasta, correcto) se está convirtiendo en un elemento más de la nueva teoría (todavía alternativa, eso sí) que intenta superar el sistema imperante. Evolucionar. Las bicis, que durante años se han visto relegadas a ser poco menos que un juguete por culpa del imperio del automóvil, vuelven con fuerza y vuelven para quedarse. Y sin ser siquiera un elemento deportivo o competitivo, sino como el vehículo más humano, sofisticado y completo que ha sido capaz de inventar el homo sapiens.

Vamos, que las bicis molan y cada vez hay más gente consciente de eso. Bien por moda o por convencimiento, los enfermos de la bici ya no son tan enfermos y frikis como la gente normal pensaba, sino que somos cada vez más un movimiento silencioso y engrasado que se autoorganiza para derrocar el Orden Establecido (más o menos).

La última prueba, para mi extraordinaria y revolucionaria, de este movimiento silencioso pero contundente, es esta web.

martes, 24 de enero de 2012

Anarquía y milenarismo

Estos días estoy retomando una actividad típica del inicio de año: campillear. Como los miles de asiduos a este blog saben, YO tengo un campillo, hecho con sangre, sudor y lágrimas el año pasado en intensas jornadas de sol a sol y de birra a birra. Resulta gratificante tener tu propio campillo al aire libre, privado y secreto, hecho a medida. Por supuesto, cuanto más ilegal mejor. Ah, sí. Todos los que lo han probado saben de qué hablo. Esa sensación de intimidad, de recogimiento, de propiedad privada pero al mismo tiempo pública e ilegal... Esa sensación de infringir las ordenanzas municipales (o andar en un terreno alegal), esas mañanitas de abrir trazados, de pensarlos e idearlos previamente ... Hablo de CREAR ARTE, AMIGOS!!! CREAR!!! EL MILENARISMO!!!

Bien, ejem, pues resulta que ahora estoy en "esos días" de periodo en el que me apetece intercalar otras modalidades de bici, léase sacar a pasear la doble. Bajar el sillín, ropa cómoda, y a subir y bajar por los caminitos. A veces, eso sí, hay que lidiar con los simpáticos perritos y sus no menos simpáticos dueños, que campan a sus anchas y se lanzan corriento detrás de ti con la intención no precisamente de pedirte un Powerbar. Pero bueno, en el fondo yo tampoco soy un santo bajando por donde me da la gana. Lo que pasa es que entre unas cosas y otras, uno se siente un poco proscrito y delincuente por ir en bici. Circuitos ilegales, improperios de los peatones por la calle, de los conductores, y ahora también de los paseantes y domingueros. Hasta sus perros nos tocan los cojones.

Pero es que, amiguitos, cada uno tiene que buscar la forma de esquivar las argucias del Sistema. Luego se quejan de que los jóvenes son unos perdidos, pero nadie nos lo pone fácil para practicar un deporte inmensamente popular como es la bici. Bueno, claro, también es que de 100 personas que van en bici, un 20? por ciento hacen mountain bike real. Pero independientemente de eso, ¿dónde hay circuitos urbanos de BMX, dirt jump, o simples senderitos, acotados y seguros para ciclistas, donde no molestemos a nadie? Igual que hay cientos (porque hay cientos) de campos de fútbol, baloncesto, petanca y su puta madre en verso, pues quizás tendría que haber DOS o TRES recintos (indoor o outdoor, tampoco nos vamos a poner finos) para la peña que va en bici. En mi zona, hay uno, sí, de BMX semi profesional, que no es lo que busco. Hay unas rampas y un half pipe en la Marbella. Tampoco es para mi. Y ya está, no hay más. El resto son pistas profesionales de BMX en las afueras. Por eso tenemos que andar ocupando jardines, parques, mobiliario urbano, y lo que pillemos. No vamos a estar montando en bici en una piscina municipal, digo yo.

Por lo tanto, digo lo de siempre: anarquía y birra fría. Estrategia Juan Palomo: yo me lo guiso, yo me lo como. Okupa y resiste los campillos mientras puedas. Eso sí, en el fondo es mejor, no sea que en el futuro tengamos que pagar impuestos por montar en bici en un recinto. ¡¡Aaargh!! ¡¡Como vulgares jugadores de fútbol 7!!!