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miércoles, 22 de mayo de 2013

Seguir el camino


He tenido abandonada esta página casi un mes. Ha sido un mes intenso, complejo y complicado, en el que han sucedido algunas cosas que seguramente se reflejen en este blog. Cosas que tienen que ver con los proyectos, los sueños y el abrirse camino en el bosque. Quizás, a partir de ahora, este blog deje de ser un blog y se convierta en un proyecto profesional. Aunque, quizás, sería un error. Porque supondría seguir siendo profesional, como creo que siempre ha sido, pero en cambio perdería el toque necesario de sencillez y de comunicación directa que tiene un blog, o lo que sea esto.

Quizás, a partir de ahora, le llegue el momento a los soñadores, a los inconformistas, a los inadaptados. A aquellos que son capaces de seguir un sueño que sólo ellos ven. O quizás no. Quizás las hienas y los chacales sigan dominando la sabana por una buena temporada, y tengan sometidos a todos los demás animalillos. Pero, quizás, los tiempos siempre fueron así. Siempre hubo hienas y serpientes; hormigas y leones. Y los inconformistas no lo serían si no hubiera dificultades y si la caza estuviera asegurada. Ese no es su estilo.

Los inconformistas luchan. Con honor y limpieza. Contemplan el horizonte desde una loma, deciden a dónde quieren ir, y van. Se adaptan al camino que eligen. Disfrutan de él, porque aprenden nuevas habilidades mientras lo recorren. Pueden llegar al destino que habían atisbado, pero quizás no. Quizás haya aparecido otro nuevo horizonte que antes no se veía desde donde estaba situado. Y así continúan el camino.

Todo para decir que... esto es sólo la continuación del camino hacia alguna parte. Un lugar que se me apareció en sueños, hace tiempo.



lunes, 13 de agosto de 2012

En Andorra

Este año he repetido fin de semana de camping y riding (campriding?) en Soldeu, después de que el año pasado saliera tan bien y me quedara con tan buen sabor de boca. Ya se sabe que lo bueno si breve, dos veces bueno. Así que prefiero subir a Andorra en un fin de semana intenso que pasarme una semana allí y destrozarme a mi y a la bici.

Así que me he dedicado esta pequeña escapada que tiene pinta de incorporarse al calendario anual de eventos bikers con el nombre de Acampada Biker Solo, Andorra Camp o algún absurdo nombre parecido. Cuando toda España estaba a 40º a la sombra en Andorra tenía que ponerme una chupa para estar a la intemperie a partir de la tarde. Un paraíso.

Como siempre, las praderas a 2.000m del dominio de Grand Valira han ofrecido un excelente estado y un magnífico nivel de senderos. Las bajadas habituales del bikepark junto con algunas secretas que amablemente me dieron a conocer un par de locales. Todo muy bien mantenido, muy bien pensao, y muy divertido. Realmente, yo con mi Black Mamba era un rara avis entre tanta bici de DH, pero por donde yo bajaba no necesitaba más. Aparte que en alguna ocasión tuve que pedirle paso a algún descender... Que tienen esa manía de ir parando cada 3 minutos en medio del camino para no cansarse los brazos...

Fue gracioso cuando, yendo en un telecabina con dos de estos descenders, y las bicis enganchadas fuera de la cabina, uno de ellos dice: "¡pero si vas con una bici de rallye!" -refiriéndose a mi Blur LT de 140mm-. Pues sí, jeje -pensé yo-. Ya ves, ahora 140mm es una bici de rallye, y es con lo que yo venía aquí a montar hace 10 años, cuando no había bikeparks. No me caen mal los descenders, ni mucho menos -yo fui uno de ellos hasta no hace mucho-, pero el comentario me dio que pensar. Espero que los descenders no piensen que los bikeparks son sólo para ellos y sus bajadas cronometradas. Quiero pensar que la mayoría de ellos saben que el mountain bike existe, aparte del descenso, y que no necesariamente los que no nos ponemos peto ni integral somos unos rallymanes. Pero a lo mejor es mucho suponer, no lo sé... Habrá de todo.

Una marmota. Papá Marmota, probablemente.
De lo que estoy seguro es de que ninguno de esos descenders se paró a ver las marmotas que abundaban por las cumbres de Canillo y Encamp. Y a mi fue lo que más me gustó de todo el fin de semana. Iba bajando por una sucesión de curvas y switchbacks divertidísimos, cuando escuché muy cercano el silbido de una marmota. Frené en seco, me paré y miré alrededor, porque no podía estar muy lejos. Efectivamente, a menos de 10 metros de la curva había una marmota parada, a unos pasos de la entrada a su madriguera, donde asomaba el hocico de otra (macho y hembra, supuse). Así que me quedé quieto y muy, muy lentamente abrí la mochila, saqué la cámara y le hice unas cuantas fotos. Estuve unos cinco minutos allí quieto, sin moverme, igual que la marmota. Sabiendo que nos estábamos observando. Luego seguí hasta abajo del tirón, contento.

Y es que ver animalejos en la montaña es una de las cosas que hacen del mountain algo más que un deporte de acción. Recordad, amiguitos descenders: mirad a vuestro alrededor y descubriréis cosas increíbles, como... ¡la montaña!




domingo, 8 de julio de 2012

El olor a mierda de vaca

Ayer, en La Molina a 2.500m
Seguro que ya lo he dicho alguna vez anteriormente, pero no puedo por menos de repetirlo si es que es así. Creo que una de las cosas que más me gustan de la bici son los olores que evoca. No me refiero a cómo huelen las cubiertas (que también, sobre todo si son nuevas, mmm...), sino sobre todo me refiero a los olores que percibimos cuando salimos a la montaña. Simplemente el olor a mierda de vaca ya me produce felicidad. Se podría decir que la mierda me hace feliz. El olor a mierda de vaca, y el olor a "no sé qué" de la alta montaña, esa mezcla de mierda, tierra en descomposición, pino y piedras, me parecen los olores más extraordinarios de la naturaleza.

No sé muy bien por qué la gente hace vela. Supongo que por lo mismo que nosotros hacemos bici de montaña. Ayer en la tele salían los que han dado la vuelta al mundo sin escalas, en vela. Y me daba cuenta de lo poco que me gusta el mar y lo mucho que me gusta la tierra. Tampoco el aire especialmente. Eso de ir mojado todo el día, cubierto de salitre... hace que una actividad durísima (y admirable) como es navegar en alta mar se convierta en una tortura. Lo mismo con los que se dedican a volar, por ejemplo. Evidentemente sí me gustaría volar, pero para eso tendría que ser un ave. Quiero decir, ¿para qué jugar a volar? Prefiero ver volar a otros animales que saben hacerlo de serie. En fin, que de los 5 elementos de la naturaleza con el que más cómodo me siento es con la tierra. El barro, el polvo, las piedras, la arena... todo esto me es conocido y familiar. Hasta puedo, a veces, anticiparme a su comportamiento y tratar con ellos de tú a tú, sin que me hagan pagar por ser un forastero en su casa. Porque no dejo de ser un forastero siempre que los visito, solo que con el paso de los años voy conociendo su extensa familia. Las piedras de granito, las pizarras, las raíces -siempre escurridizas-, la arena fina, el barro... Por supuesto, los árboles en toda su dimensión, las plantas y los animales. Todos tienen sus peculiaridades, unos son más afectuosos que otros, aunque generalmente nos tratan mejor de lo que les tratamos nosotros. Pero si tratas con todos ellos comprendes que forman parte de la misma familia de elementos. Y si los escuchas, te hablan.

Y como buen organismo vivo, tienen sus olores propios. De ahí lo del principio. Entrar en una habitación donde huele a algo familiar no es lo mismo que entrar en una oficina o en un lugar desconocido. Lo mismo pasa en la montaña. Quizás sean aromas que tenemos grabados a fuego por nuestra joven historia como homínidos que bajaron de los árboles hace cuatro días. Pero cada vez que subo a la montaña y huelo a mierda de vaca, en este mundo donde los tomates ya no huelen y solo saben a plástico, juro que me hace sentir más vivo, y hasta creo que aún quedan cosas auténticas.

jueves, 15 de marzo de 2012

Empieza la fiesta

El Team en Moralzarzal, a few weeks ago. 
La primavera se otea en el horizonte. El desastre climático en el que vivimos hace que a comienzos de marzo ya se vean almendros en flor, los pastos verdear, y los animales con las hormonas alteradas buscando copular como locos. Vamos, como nosotros. Con la diferencia de que nosotros, los homínidos, gastamos la energía en otras cosas aparte de en copular. De ahí lo que nos separa del resto de las especies. Un animal ocupa su tiempo básicamente en dos cosas: procurarse un alimento y asegurar la supervivencia de la especie. Nosotros tenemos una pirámide de necesidades algo distinta: procurarnos una remuneración que nos asegure el alimento y una serie de comodidades vitales. Si no hay dinero, habrá poco alimento, menos comodidades, y desde luego ninguna procreación de la especie. De manera que todo depende, en nuestro caso, de las  monedas. De lo que la teoría económica de Smith, Marx llamaba "la fuerza de trabajo". Es decir: de la inteligencia, habilidad o maña que uno tenga para ganarse el pan. ¡Bueno, eso nos acerca a los animales! El problema es que hoy en día ya no es cuestión de inteligencia sino de suerte. No se garantiza que el mejor preparado, ni mucho menos el más honesto, llegue más lejos. Es como si en el reino animal sobrevivieran muchas golondrinas que no saben construir nidos, por ejemplo, todo porque conocen a un águila que las protege. En cambio, otras golondrinas muy capaces de proteger a su especie, no gozan del favor de ese águila y no sobreviven. Con el tiempo, las golondrinas -ya lo dijo Darwin- sobrevivirán, sí, pero serán unas inútiles -como dijo Nietzsche-. Puede que desarrollen otras habilidades en lugar de hacer nidos, pero básicamente degenerarán su especie y sobre todo tendrán siempre por encima de ellas al águila o a quien quiera que sea el que las protege.

En fin, me estoy saliendo del tema. Es primavera. Los animalitos, las flores, y eso. Y tenemos tanta energía, porque ya el hombre ya no hace la guerra, y -algunos- no tenemos que preocuparnos de la supervivencia de la especie porque ya está más que asegurada, que tenemos que sacarla de alguna forma. ¿Y cómo damos salida a tanto chorro de vitalidad, de energía no utilizada en las funciones animales que alguna vez tuvieron nuestras especies pasadas? Pues haciendo algo si no constructivo -porque no conduce a ningún, no nos engañemos-, al menos que nos devuelva a nuestro lugar de origen: el bosque, y nos haga recordar las raíces animales en medio de este mundo enloquecido. Creo que no está suficientemente estudiado el aspecto antropológico del deporte, al menos de los deportes de montaña: por qué son tan terriblemente adictivos, por qué son tan tremendamente satisfactorios y por qué son tan diabólicamente bonitos en sí mismos. Supongo que algo de eso tiene que ver, ya lo he dicho muchas veces: el encuentro con nuestras raíces. El homo sapiens bajó de los árboles hace tan solo 200.000 años. Las primeras especies de homo erectus datan de 2,5 millones de años. Una insignificancia evolutiva.

Por eso: empieza la primavera. Empieza la temporada. Empieza la fiesta.

miércoles, 18 de enero de 2012

Una especie singular

Una intensa labor de observación, al modo de un naturalista, me ha llevado a identificar el comportamiento de un grupo particular en nuestro ecosistema postmoderno. Aislar e identificar este grupo no es tarea fácil. No les gusta el contacto con el ser humano, son celosos de su intimidad. Son animales públicos y se avistan con frecuencia en nuestro campo, pero el contacto con ellos no siempre es fácil. No deben verte como una amenaza ni como una especie invasiva. Debes acercarte a ellos con suma cautela y con una actitud sumisa, como los humanos ante los gorilas. Así podrás ganarte su confianza y no te verán como una amenaza. Se trata de una especie que estuvo al borde de la extinción en algunos países como Rusia o China, pero ahora no solo han proliferado sino que se ha convertido en una especie endémica en casi todo el planeta. Los distintos planes de reintroducción de esta especie han sido exitosos en toda Europa y América. Tan solo siguen sin poblar el continente africano, ya que el micro clima no es tan propicio.

Me refiero a los Jefes de Empresas.

10 características identifican a esta especie, que hoy en día amenaza la sostenibilidad de medio mundo:

1.- Se mueven en manada. Aunque cazan individualmente, cohabitan en manadas de 5 a 6 individuos por microhábitat. Este microhábitat se llama Empresa. En ocasiones una Gran Empresa puede congregar a más de 20 o 30 Jefes, y en ese caso habrá siempre 3 o 4 Jefes Superiores, nunca un único Jefe de Empresa. Es su estrategia de dominación múltiple entre varios individuos sobre el microhábitat que controlan.

2.- Están en la cúspide de la cadena alimentaria. Es una especie depredadora y se alimentan de otras especies inferiores: Técnicos, Supervisores, Coordinadores y Responsables. Son sus favoritos. Con frecuencia se dan casos de canibalismo y antropofagia entre ellos mismos, especialmente entre dos individuos que luchen por el dominio de la Empresa. En tal caso, suelen acompañar a la víctima con un plato de patatas. Por encima de los Jefes sólo se encuentran los Súperdepredadores: los Presidentes.

3.- Endogamia. Sólo se relacionan entre ellos. Comen y se reúnen entre ellos únicamente. Los machos suelen buscar pareja pero sólo con fines de dominación de la manada, no con fines reproductivos. Una pareja de machos dominantes puede controlar ferozmente a toda la manada, y al mismo tiempo pueden intercambiar de individuos. Es decir, no son fieles entre sí y a menudo cohabitan y se producen casos de poligamia macho-macho.

4.- Suele haber más ejemplares de machos que de hembras. Por ello se producen intensas luchas de dominación entre ellos por conseguir el poder sobre la manada. Un macho alfa y una hembra alfa suelen dar lugar a una camada de cachorros destinados a perpetuar el dominio de la manada en la Empresa. Esto se conoce como Empresa Familiar.

5.- Utilizan una técnica de dominación llamada "La ley de las lentejas". Esta técnica consiste en convencer a las especies inferiores en hacer lo que ellos quieren tan solo pronunciando una frase, que según los científicos contiene poderes tántricos: "Esto son lentejas". El resto de especies, al escuchar esta frase, optan generalmente por bajar la cabeza y en ocasiones hasta bajarse los pantalones, en clara actitud de sumisión sexual.

6.-  Los individuos solitarios son aún más peligrosos que las manadas. Pero ambos comparten una pauta común: se rodean siempre de un grupo de inviduos inferiores (Subdirectores, Adjuntos, etc). Se trata de especies con una relación de Comensalismo (como las rémoras) o Pelotismo. Los subalternos de esta clase hacen funciones como desparasitar al Jefe, alabar sus decisiones, y otros actos de extrema sumisión como comerle la oreja e incluso realizar felaciones.

7.- Se trata de una especie con una organización social fuertemente jerárquica: sólo los individuos más feroces o los designados con el Dedo del Poder alcanzan el status de Jefe. Una vez en posición dominante, los individuos se tornan peligrosos y en ocasiones despóticos, con frecuentes incoherencias verbales y psicológicas. Un estudio del profesor Mostrenko, de la Universidad de Kiev, está intentando demostrar que la capacidad intelectual del Jefe disminuye exponencialmente a lo largo de su vida como líder de la manada.

8.- Su ascenso en la jerarquía de la Empresa puede producirse por dos motivos: por méritos propios o por elección directa (método del Dedo del Poder). En ambos casos, las consecuencias son las mismas: un afán fuera de lo normal por el control y el dominio sobre el resto de las especies, bien a través de la Persuasión o de la Fuerza. Los individuos que se adueñan del control por elección directa suelen responder a un perfil de tipo borderline y suelen delegar su responsabilidad a la cohorte de subalternos que lo cortejan.

9.- Los ecosistemas con más densidad de población de Jefes son las grandes ciudades de Estados Unidos y Europa. Se suelen detectar encuentros y movimientos migratorios de Jefes a lo largo de todo el año. Se conoce a estos movimientos como Conferencias y Congresos, y Viajes de Empresa. En estos movimientos migratorios conspiran y realizan alianzas para perpetuar el dominio de la Empresa.

10.- Se han encontrado ciertos objetos relacionados con la jerarquía social de los Jefes, los más habituales son: bolígrafo o pluma Montblanc, American Express, reloj gordo y/o pendientes de perla, y también un iPhone, iPad, iMac o cualquier producto que empiece por la letra "i" o con los prefijos o sufijos -premium, -class, -business o -master. Además, son siempre blancos caucasianos.

11.- Al ser una especie altamente territorial, su táctica de ataque y defensa suele ser la del Enmarronamiento. Consiste en provocar un aluvión de mierda que salpica a todo el micro hábitat y enfanga al resto de las especies, paralizándolas y siendo presa fácil para los Jefes. La técnica del Enmarronamiento es su especialidad, y da lugar a fenómenos climáticos conocidos como Tormentas de Mierda o Brainstorming, que ocasionan graves daños a otras especies y al ecosistema.

12.- Los Jefes de Empresa cuentan a menudo con otras especies con las que crean alianzas. Los Orcos, los Trolls y los Enanos. También con grupos de Orcos, Trolls y Enanos que se juntan entre sí: los Comités de Empresa. Se trata, salvo raras excepciones, de sociedades cooperativas en las que sus miembros llegan a pactos de no agresión con los Jefes de Empresa a cambio de unos cuantos fardos de pienso compuesto. Las dinámicas de estas alianzas son a menudo complejas, pero no suelen perturbar el poder y el dominio de los Jefes sobre el resto de las especies.

martes, 22 de noviembre de 2011

Los Losers


Hay días, al terminar la ruta que toca, en los que volvemos por la gasolinera para darle un manguerazo a la bici. Especialmente en invierno, cuando empieza a proliferar el barro, hacemos la operación "lavado automático por la cara". Ni siquiera es una manguera, sino uno de esos grifos manuales de las gasolineras, pero ayuda a quitar los pegotes más gordos del cuadro.

El caso es que al lado de la gasolinera hay un campo de fútbol donde suelen jugar las categorías infantiles del Europa (un histórico equipo de Barcelona, ahora en Tercera, pero que fue uno de los clubes que fundaron la Liga Española). El campo fue construido como campo de hockey hierba para las olimpiadas del 92, y ahora se utiliza como campo de entrenamiento y para jugar partidos entre empresas y liguillas infantiles y juveniles.

Lo que solemos hacer si terminamos la ruta en esa zona, es hacernos con unas latas de cerveza en la gasolinera y si se tercia, ver el partido que esté en juego en ese momento. Suele haber poca gente en la grada: familiares, amigos, lo típico. Pero lo verdaderamente sorprendente es que casi siempre, por no decir siempre, no tenemos que esperar mucho hasta ver alguna tangana entre jugadores, entre entrenadores, entre el público, entre el árbito y el público, entre un jugador y otro, o entre el público, un jugador y el árbitro. Un día hasta tuvo que venir la guardia urbana para poner orden en una pelea entre dos aficiones.

Claro, nosotros venimos con el subidón de la ruta, unas cervecitas frías, el cuerpo oxigenado y las endorfinas al 100%. Y nos ponemos a ver otro deporte, como espectadores, en el que la peña acaba a hostias, insultándose y perdiendo los nervios por una pelota. Resulta gracioso, pero al mismo tiempo penosamente grotesco, ver estos espectáculos en los que los padres de un chaval se dejan la voz insultando a un árbitro, mientras unos ciclistas empapados en sudor y barro observan perplejos la escena.

En realidad, respeto profundamente el deporte del fútbol. Lo sigo con mi equipo, me gusta y lo valoro. Pero espero que no vuelva a escuchar decir eso de que el fútbol es el deporte rey, aunque sea una frase hecha. Nadie con un mínimo de inteligencia puede respetar al fútbol y poner de vuelta y media al ciclismo o a los ciclistas, a quienes se tilda con facilidad y se etiqueta como esto o lo otro. La violencia que engendra el fútbol no tiene comparación con ninguna otra disciplina deportiva. Estamos de acuerdo: la violencia es una cosa y el fútbol, otra. Hay aficionados perfectamente educados y otros que podrían ser psicópatas potenciales. Pero con demasiada frecuencia la sociedad ensalza el fútbol y todo lo que lo rodea dando alas, precisamente, a los piraos. Frustrados, generalmente, que lo más cerca que han estado de practicar un deporte de verdad es comprar el Marca los lunes. Gente, en definitiva, que no puede dar lecciones de nada, ni de deporte, ni de educación, ni de civismo, salvo de cómo ser un loser y estar orgulloso de ello.

martes, 30 de agosto de 2011

Me duelen las manos

Y me duelen no por golpear a nada ni a nadie, ni por ejercitarlas jugando a las cartas o aplaudiendo al papa en su visita reciente. En ese caso habría utilizado las manos para otra cosa. Tampoco es por aplaudir las últimas medidas de nuestros queridos politicastros. Precisamente por aplaudirlos, no. En todo caso me dolería de forrarlos a hostias.

Desde hace unos años, la sensación de la última parte de la temporada y del verano es siempre la misma: un intenso dolor de manos. Y eso es una señal inequívoca de que el verano ha ido bien. De que ha habido ejercicio relacionado con agarrar un manillar, apretarlo fuerte sin soltarlo, frenar, cambiar, etc. Las durezas en las manos y las articulaciones ligeramente tocadas son la huella que queda de las bajadas, curvas y saltos a los que nos dedicamos con entusiasmo en los meses estivales. Mientras se adivinan los tonos ocres del otoño entre los bosques, nosotros, los que sudamos en verano, todavía estamos recuperándonos de los excesos. Es cuestión de reposar un poco y relajarse antes de emprender la mejor parte del año en lo que a dar pedales se refiere.

Sé que cuando sea mayor y jubilado seré víctima de una de estas dos dolencias: próstata y/o artrosis en las manos. Tantas vibraciones, botes, golpes, movimientos y demás cosas no pueden ser buenos para el organismo. Y lo pagaremos caro -especialmente porque no habrá sanidad pública para cuando nos toque quejarnos-.

Pero mientras tanto... ¡a tomar por culo y a montar! Nos podía haber dado por el estramonio y las raves, pero nos ha dado por la bici y la destrucción. Qué le vamos a hacer.

jueves, 18 de agosto de 2011

Lost, perdido en la montaña


Nunca he visto un solo capítulo de la serie Lost, pero cuando te toca a ti estar perdido te aseguro que echas mano a tu manual mental de supervivencia, venga de Lost o del flipado ese del Último Superviviente. Todo tu conocimiento sobre situaciones "comprometidas" se pone a examen. Y no es un examen fácil. Algo así me sucedió hace unos días en la serranía conquense.

Todos sabemos que no se pueden hacer ciertas cosas al salir a la montaña, sea en bici o andando o en cualquier otra actividad. Y los accidentes y percances en la montaña suceden tanto a gente inexperta como a gente habituada. Pero a veces la experiencia juega malas pasadas y uno se arriesga a hacer ciertas cosas, como ir solo por una zona que no conoces. La estadística no miente, y si no te ha pasado nada en años de salidas por la montaña, puede haber una que sí te suceda. El famoso 9 de cada 10 médicos recomiendan Colgate. Siempre hay un hijoputa que recomienda Binaca.

Aquel día cumplí todos los requisitos de seguridad y previsión ante una salida en bici por una zona desconocida, en solitario y en agosto: agua y comida abundante, mapa detallado (dejé una réplica del mapa de la ruta a mi novia, menos mal que hice caso a la vocecita interior que me lo dijo), batería en el móvil (que luego se demostró insuficiente), protección solar... En fin, que tomé las precauciones necesarias. Pero no fueron bastante para el palizón de kilómetros, el sol y lo difícil de orientarse y moverse en esa zona en concreto. Orientarse en la montaña no es cosa fácil, y la experiencia de muchos años no te garantiza nada, pero sin un buen mapa estás perdido. Esta vez, ni siquiera con un buen mapa me bastó.

La ruta había transcurrido sin problemas pero con algunas correcciones sobre la marcha, que había solucionado perfectamente. El típico sendero que tocaba retroceder porque no era el correcto, algún camino mal señalizado, etc. Pero el mapa y el marcaje de la ruta estaba demostrándose bueno. Me encaminaba hacia el bucle final ya de vuelta al pueblo de partida, desde el punto más alto de la montaña hasta el valle. La ruta decía que el camino se terminaba y que debía buscar un enlace a través del monte hasta otra pista que bajaba hasta una carretera, y de ahí al pueblo. Pero el monte estaba impracticable, totalmente cerrado y además había un barranco que según las curvas de nivel no debería estar allí. Retrocedí para buscar una alternativa que bajara por el monte. Imposible. Un rebaño de cabras sin pastor andaba por allí, pero no conducían a ningún sendero. A esas horas de la tarde ya notaba todo el peso de la jornada y del sol acumulado. Seguí buscando alternativas bajando por un cauce seco, ya con la bici al hombro. Nada. Conducía a otro barranco. Todo parecía indicar que estaba perdido y lo que era peor: el mapa no me ayudaba en nada.

Roto por el cansancio, subí otra vez con la bici al hombro por el cauce seco hasta un collado. Si me asomaba por unos árboles podía ver perfectamente el pueblo al que tenía que bajar, allí en el valle, pero no había forma humana de llegar hasta él a través del monte, y tenía que retroceder unos 7 km de subidas y bajadas por pista para llegar a una bifurcación que quizás me llevara a otro pueblo. Eso, estando completamente sin fuerzas y desde ese momento, para añadir más desgracia, también sin agua. En resumen: estaba jodido. Traté de buscar otras opciones, pero ya solo encontré una: la llamada de auxilio.

Desde entonces hasta que me encontraron unos amables tipos que había en el camping, con el 4x4, pasaron otras 3 horas. No eran capaces de localizarme por las referencias del mapa, sino por las suyas locales, así que ya pensaba que iba a pasar la noche bajo los buitres y algunos perros que andaban por allí. Allí no había ni rastro de civilización. Solo un inmenso silencio, pajaritos y chicharras, que parecían reirse de mi por subestimar esas montañas. Al final, vi el 4x4 acercarse a lo lejos y recogerme exhausto. La solución era difícil porque estaba en una zona sin salida. Tendría que haber retrocedido 7 km y bajar por unas pistas (sin marcar) hasta otro pueblo distinto. Es decir, muy posiblemente también me habría perdido. Se trata de una zona que solo conocen los cazadores de la zona, muy poco marcada y transitada. No apto para visitantes atrevidos.

En fin, el examen fue largo y tuve suerte, pero he aprendido muchas lecciones, entre otras: intentar evitar salir solo por zonas desconocidas, y... ¡¡comprarme un jodido GPS!! Es curioso lo que te pasa por la cabeza en esas situaciones. Eso, si te deja el cansancio extremo y los nervios que tienes encima. Pensaba en quién coño me mandaba estar una tarde de agosto perdido en la montaña, jodido de cansancio y de calor. No encontré la respuesta.

martes, 28 de junio de 2011

La escuela de calor


Las últimas semanas han sido ajetreadas y de mucho viajar los fines de semana. Como recién graduado Técnico Monitor y Guía de Mountain Bike, por la Escuela Española de Mountain Bike y la Federación Madrileña de Ciclismo, puedo decir y digo: "¡joder, qué calor!" Y es que el verano ya ha llegado, y nadie sabe cómo ha sido. De repente, han empezado a derretirse los Kinder Sorpresa en las tiendas de golosinas y los caminos se han secado como el cerebro de los gobernantes que nos mangonean. Todos los síntomas inducen a pensar que es verano y que tenemos por delante unos meses a base de chanclas y gazpacho. Y también de salidas nocturnas, de viajes, de montar con los colegas, de cervezas y de terracitas. Cambio climático aparte, el verano es una de las estaciones que más me simpatizan, aunque reconozco que hay que saber montárselo para no caer en los tópicos y cagarla con todo el equipo. Huir de las muchedumbres y el enjambre dominguero, escapar de las colas y caravanas, apostar por las verbenas de pueblo, estar a la fresca, por el paseo playero o montañero y, sobre todo, por los espacios abiertos y poco explotados. Esos que no salen en el País Semanal o en cualquier otro medio de desinformación de masas.

Personalmente, y para evitar el síndrome post-vacacional o post-estival, creo que es un error sobreestimar o tener altas expectativas hacia esta estación. El verano son dos días y pasan volando. Tampoco es pa tanto. Hay que disfrutarlo exactamente igual que el resto del año, un poco más porque hay más tiempo libre, sí, pero sin verlo como un permiso carcelario a nuestras rutinarias y apestosas vidas. Antes que llegar a tener un concepto tan bajo de nuestra existencia, habría que preguntarse si algo falla. Es como los fines de semana. Si estás deseando que llegue el viernes porque crees que tu vida entre semana es una mierda, es que algo no marcha bien, ¿no te parece, amigo?

Quizás este quitarle hierro al verano sea una reminiscencia del efecto Vacaciones Santillana, y de aquellos infernales libros de tareas que nos recordaban que en verano también había que currar, cuando éramos niños. Aunque fuera solo durante un par de días -yo solía hacer todas las tareas del tirón y después me tumbaba a la bartola-, te hacía ser consciente de que el verano no era totalmente un agujero negro. En cualquier caso, el verano es una buena época para hacer cosas distintas a las habituales, o hacerlas con más intensidad, depende del caso. Y todo por dos razones: más Tiempo para hacer cosas y más Sol.

Así que ya está abierta la Escuela de Calor. También están abiertos los Bike Parks, los Clinics, las piscinas, los aceleradores de partículas, el medievo, los helados, las galletas, los nite-rides...

martes, 7 de junio de 2011

No es un día cualquiera


Todo parecía indicar que hoy sería un día más de la semana. Un martes de junio. Pero no del todo. No exactamente. A veces los días se suceden sin pena ni gloria. Otros llevan más penas que glorias, y otros la balanza cae más hacia las glorias. Vamos, que no hay un día igual a otro, pero a veces se parecen. Pues hoy ha sido uno de esos días curiosos.

Comenzaron las curiosidades cuando fui a la presentación de la temporada de verano de Vallnord y Grand Valira. El gran Óscar Saiz me estuvo contando las novedades de Grand Valira Bikepark, y estuvimos charlando un rato de esto y aquello. Por allí andaba también el no menos grande Cyril Despres, tres veces ganador del Dakar. Luego conocí a una chica que resultó ser amiga íntima de una compañera de trabajo. Nos reimos un buen rato por la coincidencia. Esas cosas que pasan porque el mundo es un pañuelo.

Después, no tenía ganas de ir a comer a la oficina. Así que me he quedado en el rompeolas de la playa tomando el fresco viento que venía de levante y comiendo una ensalada. Unos chavalines que estaban correteando por las piedras me han preguntado si quería que pescaran un cangrejo para mi. Les he dicho que no, y que tuvieran cuidado. Luego se han ido a otra parte con sus patinetes, que se están poniendo de moda otra vez, pero ahora tuneados.

Al salir del trabajo he ido al Decartón a comprar un par de cosas. Me he metido con la bici en las callejuelas del casco antiguo y por la Plaza de Sant Felip Neri, acribillada a balazos de la guerra. Y a la vuelta de una esquina me he topado casi de bruces con Sebas Romero, Andreu Lacondeguy y Alex Echevarría, que iban de camino a ver a César Rojo. He quedado con Sebas en tomarnos algo un día de estos y contarnos planes.

Y por fin, ya en casa y con una tarde de tormenta magnífica, ha venido el Sr. Gómez (el mirlo que viene todos los días a la terraza) y se ha puesto a cantar como un loco durante un buen rato. Mientras tanto, yo grababa el sonido en el móvil, y luego lo reproducía, lo cual él interpretaba como si hubiera otro mirlo cerca suyo. El pobre pájaro debía estar alucinando. Espero que mi bromita no le haya molestado...

Así que ese ha sido mi día de hoy. Aunque todavía no ha terminado, por supuesto. Aún queda la noche.

miércoles, 1 de junio de 2011

Como perros sin collar

La carretera que conduce a Aínsa ya daba señales de que aquello iba a ser extraordinario. No era normal el color del pantano, ni los árboles sumergidos a media altura en el agua. El color turquesa, uniforme en todo el pantano, y el contraste con los tonos grises de las colinas de margas resaltaba en la tarde, que ya caía en esas altitudes. Los tonos anaranjados se reflejaban en las cotas altas de la Peña Montañesa, pero abajo en el pantano era el turquesa el color dominante. Y en las montañas, los grises del suelo y los verdes oscuros de los pinos. Y al fondo, Aínsa.

El plan era sencillo: elegir una de las 12 rutas que proponía la organización de la Quedada Zona Zero y completarla alegremente durante la mañana, para dedicarnos al solaz durante la tarde y la noche. Quizás el domingo haríamos otra ruta. Mientras tanto, disfrutando de la compañía de buenos colegas llegados de Madrid y Barcelona: los Team Members oficiales Dani y Simon, los grandes Jesús, Charlie y Carlos, desde Madrid, y el inconmensurable Willy desde Barcelona.

Así que el sábado de buena mañana nos dirigimos hasta la plaza central de Aínsa, donde nos esperaba la organización con un chocolate calentito. Despertamos un poco entumecidos por el recibimiento de la noche del viernes, que como siempre se prolonga un poco más de lo debido. Pero nos espabilamos pronto nada más salir del camping donde estábamos, y afrontar el primer sendero a la puerta del bungalow, como quien dice. Un sendero de subida por un bosquecillo hasta el castillo de Aínsa, un pueblo medieval precioso, empedrado y con olor a MEDIEVOOOO!

Pero el chocolate nos sentó como una patada. Ya íbamos con el estómago un poco revuelto, y aquello nos sacudió. Así que nada mejor que empezar la ruta subiendo para poner al organismo en su sitio. Senderos y pistas de subida, bien bonitos entre un cauce de lajas y pizarra, entre un riachuelo, fue el comienzo del tomate. Sabía que con esas referencias paisajísticas de los alrededores la ruta no podía defraudar.

Aquello iba poniéndose bonito e interesante. Tras ganar una buena cota, accedimos a un sendero endurero donde ya empezamos a salivar. Buenas piedras donde poner en práctica la técnica que cada uno buenamente tenga. Falso llano en trialera por bosque: un favorito. Piedra por aqui, raíz por allá... precioso. Enlazado una bajadita de vez en cuando... fantástico. Esto marcha.

Poco después subimos y bajamos cota casi seguido. Primera bajada interesante del día entre un canal de margas y colinas naturales de piedra suelta pero con una tracción sorprendente. Fabuloso. Y el paisaje, que sigue ganando: bosques y más bosques de coníferas, robles y boj, de media montaña prepirenaica.

Tras atravesar un pueblecito comenzó una dura ascensión prolongada por asfalto hasta otro pueblito, Oncins. Fue la parte más pesada, pero luego lo agradecimos. Porque empezaba un descenso casi contínuo por senderos ya de vuelta hasta Aínsa. Primero, una parte técnica de piedra suelta entre rocas, agujeros y cortados; luego una parte rapidísima de pedaleo por trialera abierta; y después un enlace hasta el tramo mágico de Bosque Bóveda (la especie autóctona de estos lugares): un larguísimo, merecido y esperado ¡¡singletrack por bosque abovedado!! El rey de la selva, el puto amo de las especies de caminos, la pieza maestra de todo buen cazador de senderos. Un pedazo de singletrack como Dios manda, con sus curveos, peraltes, zonas rápidas, de ir pedaleando a muerte rozando los árboles e ir gritando de gusto y de alegría. Uno de los mejores singletracks que puedo recordar, sin duda. Generoso, noble y completamente entregado a la causa. ¿O quizás era una hembra?

Pero no terminaba ahí la cosa. Después de unos 15 minutos de éxtasis quedaba lo mejor: como cuando terminas una Guinness y llegas a la espuma. Bueno, en realidad sólo podría compararlo con el sexo, pero tampoco voy a entrar en detalles porque quedaría demasiado porno describirlo con un símil.

Lo que hicimos después de ese singletrack pensaba que solo sucedía en los vídeos del Kranked. Pero no. Resulta que en HUESCA, ESPAÑA también. Un jodido descenso por una sucesión de dunas y colinas de margas, piedrecillas grises compactas, como una montaña rusa de asfalto granulado. Una jodida montaña rusa en medio del bosque y de colinas arcillosas como nunca antes había visto, salvo en las Bardenas o los Monegros. Pero aqui tú mismo ibas haciendo tu propia línea entre las colinas. Freeride. El puto éxtasis. ¡Y todo está grabado!

Así que después de semejante cierre para la ruta, sólo pudimos celebrarlo el resto del día. Una ruta épica para un día épico en el que todos disfrutamos como jodidos perros sin collar.

jueves, 12 de mayo de 2011

Fragmentos de la última aventura

Cuando todo sale bien percibes una sensación de fluidez y de conjunto. Como cuando serpenteas por un camino, yendo al ritmo que te marca. Te sientes parte de un todo mucho mayor: una montaña, un entorno. Esto incluso pudes captarlo en otro tipo de circunstancias: un concierto, un momento de intimidad, contemplar un paisaje. En un viaje también sucede. Momentos fragmentados que al final encajan dando sentido a un conjunto.

Esto es (parte de) lo que sucedió en nuestra última incursión en las tierras salvajes. Aparte, claro, de otros muchos momentos y pinceladas que forman parte de eso que los futbolistas llaman "reglas del juego": lo que pasa en el campo, queda en el campo.

Y esto es el campo:











martes, 1 de marzo de 2011

Morir con las calas puestas

Se veía venir. Cada cierto tiempo el Poder debe demostrar que nos controla y que puede seguir manejándonos como marionetas.  En una nueva demostración de poder, las ordenanzas municipales de Barcelona, vigentes desde el año 2000, ahora se estrechan sobre los ciclistas de Collserola (ahora gestionado por la Generalitat). La Guardia Urbana se ha empezado a poner firme, y amonesta y multa con 1.500 euros a todos aquellos individuos que encuentren montando en bici por senderos de menos de 3 metros de ancho.

Como ya sucedió en la Sierra de Madrid hace unos años, con algunos caminos emblemáticos como el Smidt vetados para las bicis, ahora le toca el turno a la sierra de Collserola. Un Parque Natural a las puertas de una gran ciudad es mala combinación para la convivencia entre excursionistas, caballos y bicis. Y una jugosa fuente de potenciales votos. Estamos de acuerdo en que la montaña es frágil y que la presión del ser humano no la beneficia. Pero la respuesta ante esta situación creo que no es tanto tirar de decreto como de buscar soluciones para el uso y disfrute sostenible por parte de todos, de un patrimonio que los ciclistas respetamos tanto o más que los boyscouts.

No se dice nada de la presión que ejercen las hordas de excursionistas que se pasean por la montaña como si fuese la Gran Vía o el Rastro. No se dice nada de la presión urbanística y por tanto de los vehículos que campan a sus anchas por el interior de una zona protegida. No se dice nada de las motos de la Guardia Urbana que recorren el parque para prohibir a los ciclistas. No se dice nada sobre los caminos y senderos que de no ser por las bicis, se cegarían y quedarían expuestos por ejemplo a más posibilidades de incendios forestales. Tampoco se dice nada sobre los cazadores que cada invierno realizan batidas (controladas) de jabalíes. Ya puestos, toda esta gente hace más daño al ecosistema y lo manipula mucho más que una bici. Ni se dice nada de las carreteras del parque en las que los coches se pasan los límites de velocidad por el arco del triunfo. Y por supuesto, el parque de atracciones más antiecológico del mundo está en todo lo alto de una montaña. No podía ser de otra forma.

Pero no. Sólo se fijan en algunas actitudes desde luego amonestables, que también se creen que están solos en la montaña y no respetan a los viandantes. Aunque habría que ver si esos viandantes circulan por en medio de los caminos, como si también estuvieran en su casa, dejando basuras en la montaña.

Lo peor de todo no es esto. Es que estamos indefensos ante el Poder. El Poder Público se ha convertido en un eufemismo para encubrir a los que dictan órdenes y mandatos en contra de Lo Público con mayúsculas, y nosotros somos sus víctimas. Nosotros, los que les votamos y pagamos sus sueldazos. Esto no es demagogia, sino una gran paradoja. ¿Y las asociaciones civiles?  Más de lo mismo. ¿El famoso IMBA? Una organización manejada por oportunistas que responden a sus únicos intereses: vinculación con la revista Bike a Fondo, vinculación con marcas comerciales como Canyon, etc. Puro humo. Una panda de amiguetes comprados por el Sistema. ¿Otras organizaciones? Puede haber muchas, pero desunidas y sin posibilidad de presionar o negociar con las autoridades. Es decir, estamos vendidos.

Estamos solos ante lo que quieran hacer unos cuantos autoproclamados "poderes públicos" que velan por el "interés general" y el "bien público". ¿Luchar para defenderse? No queda otra, pero es un camino largo, tortuoso y perdido de antemano. Sin embargo, es la única salida que nos queda. INSUMISIÓN Y RESISTENCIA.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Para moderno, el cine mudo

Estos días se ha celebrado en Barcelona el Bicycle Film Festival, el festival de cine sobre bicis más importante del mundo, y que tiene un carácter itinerante, ya que se celebra en muchas ciudades de todo el planeta. Por fin, este año caía en Barcelona, y había ganas de conocerlo, de ver pelis y de confraternizar con otros entusiastas de la bici worldwide.

El jueves pasado fue la "presentación" del BFF en un local cercano al barrio del Borne, donde se exponían cuadros artesanales, fotografías y material vario de bicis urbanas. Cool. Por 1 euro te daban una Moritz (mmm, qué buenas), y después eran gratis. Varios fixers poblaban el garito, con máquinas impolutas. Debían conocerse entre ellos. Yo pensaba: "así que estos son los famosos fixers de los que se oye tanto hablar..." Pero empecé a encontrarme como un extraño entre tanta bici minimalista y sofisticada. Yo, con mi Decartón singlespeed tuneada a lo cutre-pandillera, y el resto con verdaderos maquinones de pista de a 1.000 pavos la rueda. Como te levanten una bici así en la calle debe ser para pegarse un tiro -pensaba yo, mientras recordaba a mis queridas y hurtadas Sunn y Kona y sorbía un trago de birra, pa olvidar.

Ojeé el programa del festival. Las pelis se centraban en el fenómeno de bicis urbanas: fixed, bicimensajeros, etc. Ni rastro de las bicis de montaña, el bmx (sólo una peli), la carretera o el trial. ¿Festival de cine de bicis? Más bien tendrían que haberlo llamado "festival de cine de bicis urbanas", ¿no? Tendría más sentido haberlo llamado "Festival Fixed", pero que yo sepa, hay bastantes tipos de bicis aparte de las que se usan en la ciudad -que por cierto, también son muchas-. Bueno, las fixed molan -pensé-, así que tampoco estará mal ver pelis de estos flipaos.

Entonces empecé a fijarme en el paisanaje que poblaba el garito. Atendí a ver uno o dos bicimensajeros sofocados de pasarse todo el día currando con la bici. Sus bicis estaban sobadas como un guante de cuero viejo. Pero el resto... el resto de las bicis que había aparcadas estaban intactas. Algunas resplandecían tanto que sus dueños se tenían que poner unas Ray Ban más grandes que las orejas de Mickey Mouse. Joder, apuesto una tija de carbono a que esos tíos no montaban en bici y que tenían el culito suave como un bebé. Es más: sospecho que esos tipos (y tipas) se habían apuntado a la última moda de los modernos. A la última revelación de la Hermandad de la Gafapasta.

Entonces se me cayó la venda de los ojos. Sí, hermanos. Todo aquello no era más que otra reunión de pijos modernillos que junto al iMac y el iPhone se dedican a coleccionar otros iconos de la cultura posh-vanguardista, como las Adidas Gazelle, el reloj Casio digital, o la bicicleta sin marchas. Ni siquiera la cultura alternativa y respetable de los verdaderos fixers yankis puede ser alternativa en este país. Una cultura de bicis self-made, no compradas por papá; de fancines, carreras ilegales, movimiento underground... De actitud y no de pose. Con algunas excepciones en Internet, me parece que los fixers van justo de lo que no son ("el viejo dicho: dime de qué alardeas...").  Algo que, por otra parte, también ha sucedido antes con las ruedas gordas y los freeriders, por ejemplo.

Es lo que pasa cuando la cultura, o lo que podría llegar a ser una manifestación cultural, deportiva, o de cualquier otra forma, la secuestran los modernos. Perdón, los burgueses progres.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Regalos



Los días soleados del otoño son un regalo inesperado para los que andamos por el monte en estas fechas. Cuando gran parte de la península ya sufre temporales y días de perros, en el Mediterráneo aún se disfruta de temperaturas templadas que invitan a adentrarse en los bosques dorados del otoño. Es un premio gordo que tienes que ir a cobrar al banco.

La fauna que merodea en esta época por el bosque se compone de alguna batida de cazadores en busca de senglares, o de setas. Ambos cazan. Otros cazadores, o más bien buscadores, somos nosotros. Como en el siglo XIX proliferaron los buscadores de oro, a mi me gusta pensar en una especie de "buscadores de caminos" -aunque suene un poco chorra. La diferencia es que nosotros no expoliamos ni nos llevamos lo que es del bosque, sino que en todo caso lo potenciamos: mantenemos los senderos vivos.

Hablando de denominaciones, otro nombre que he escuchado hace poco a un amigo para describir lo que hacemos es más original: Ciclomountain. Ni ciclocross ni mountain bike. Me parece perfecto, y combina el anglicismo con el latinismo en un palabro que no es ni una cosa ni otra, sino algo totalmente aparte. Brillante.

En fin, lo importante es que los caminos están ahora en su punto más dulce. Como las uvas al vendimiar. Alfombras amarillas de hojas crujientes, terrenos húmedos donde tumbar la bici desafiando la gravedad, y un efecto gloss de luz tipo Photoshop que te deja con la baba colgando.

Mis últimas salidas han sido en pedaladas y carreras populares en una zona de sierra y bosque mediterráneo, y he disfrutado como un verdadero enano. Para mi, el otoño es la época de mejores sensaciones sobre la bici, algo así como si un niño se quedara encerrado en una macrotienda de juguetes el día de nochebuena. O como saborear una buena cerveza o un buen vino. La magia de disfrutar de regalos inesperados antes de que termine el año.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Olores en peligro de extinción

Hay olores que nos transportan a años atrás, a personas o a momentos determinados. Alguien lo decía el otro día en La Contra de la Vanguardia. Es cierto, los olores son como máquinas teletransportadoras, agujeros del tiempo. Pero sin necesidad de ponernos trascendentes,hay olores muy especiales que a veces no se valoran lo suficiente. Por ejemplo, el olor de un coche nuevo. No soy capaz de reproducirlo o imaginarlo hasta que entro en algún coche nuevo. El del mío ya ha pasado, ya no huele así. Pero ese olor, el reconfortante y cálido aroma de un coche nuevo, es uno de los olores más intensos y emocionantes que conozco. Aparte, claro está, de los paisajísticos y consabidos olores (el cuerpo de una mujer, la tierra mojada, el olor de la gasolina, bla, bla, bla). No nos engañemos, ¿a quién no le gusta el olor a nuevo que respira una máquina de cuatro ruedas?

Esto viene a raíz de lo que pensé el otro día al entrar en Tomás Domingo. No me había dado cuenta hasta ahora, increíblemente, después de años de visitar tiendas de bicis. Pero el olor que despide una tienda de bicis no es el mismo que el de una tienda de discos, o de ropa, o de coches. El olor que despiden las bicis nuevas, las cubiertas sin estrenar, es un olor de virginidad tanto o más excitante que el olor de un coche nuevo. El chispeante olor de la pintura, los adhesivos, el caucho, mezclados con la química de los desengrasantes, el aceite y la mierdecilla, que suele venir de los talleres (si los hay). Toda esta mezcla sutil de aromas hace que una tienda de bicis huela más o menos igual en cualquier parte del mundo. Es un denominador común, un rasgo distintivo, como una contraseña secreta de la hermandad: "eh, esto es una tienda de bicis, amigo, sé bienvenido". Más dulce que el olor de un taller de coches, y más amigable que el de una tienda de ordenadores.

Las tiendas de bicis, las entrañables y ahora condenadas a desaparecer o a reconvertirse tiendas de bicis, con su color y sabor especiales, son sitios de culto. ¡Coño, son los putos templos de la bici! Y me apena ver que si quiero un producto concreto lo tenga que comprar por Internet, porque en las tiendas no tienen el que necesito, está agotado, o es ridículamente caro. Es el reflejo del tiempo que vivimos, el mercado libre, la demanda enorme de productos, la oferta competitiva... Quizás las tiendas de bicis de barrio se queden con cuatro productos y un taller, para arreglar pinchazos y vender parches. Quizás la moda de Internet pase.  Pero pensar que ese olor, como el de otros lugares de valor incalculable, y en peligro de extinción como herrerías, cerrajerías, afiladores, mercerías, ¡panaderías! puede terminarse algún día... me pone de mala hostia.

miércoles, 13 de octubre de 2010

3 planetas

Según un informe hecho público por WWF Adena, en España necesitamos 3,5 países para cubrir el gasto de recursos que tenemos en nuestra vida cotidiana. Y en el conjunto de todo el mundo, se calcula que en 2030 necesitaremos 2 planetas completos para satisfacer las necesidades de todo el planeta; 3 planetas en 2050, si seguimos a este ritmo. Evidentemente, el nivel de consumo y gasto que tenemos los países desarrollados a costa de los no desarrollados es insostenible. No sólo desde la equidad y la justicia social, sino desde la propia vida del planeta.



Ahora pienso en la cantidad de cosas que pueden generar más huella ecológica en nuestro día a día, y se me ocurren varias. El entramado que nos rodea ya es toda una gran huella, pero de él formamos parte todos, y en parte todos somos responsables. Lo que no sé es hasta qué punto. Pondré un ejemplo. Uno puede pensar qué impacto puede tener reciclar el papel que usamos o cultivar tus propias hortalizas, por ejemplo, si luego te vas de vacaciones a Tailandia, surcando el cielo con un avión que gasta el combustible que consume una persona de Mali en toda su vida. Supongo que “el entramado” en el que vivimos, el ritmo de vida, las empresas en las que trabajamos, las películas, envases, y artículos que consumimos, ya nos predispone a gastar de forma insostenible. Es decir, estamos condicionados por un tipo de vida basada en el consumo y el gasto no controlado de recursos, pero creo que existe un pequeño margen para poder contribuir personalmente a no empeorar la situación. Al menos, para no empeorarla del todo.


Contribuir no para cambiar el final, que a mi me parece inevitable y de color marrón-negruzco, sino hacerlo por propia convicción de que lo correcto es no consumir más de lo que puedes, o no gastar más de lo que tienes. Parece sencillo...

lunes, 27 de septiembre de 2010

El camino de las sombras

Oscuridad, tinieblas, y polvo. Los mismos caminos se convierten en el lado oscuro de la luna. Pero no hay butacas en este circo de la Luna. No des nada por supuesto, pues no se parecen entre sí. Cualquier parecido entre el día y la noche es pura coincidencia. Nocturnidad que implica sangre, lujuria y miedo. En esto también es así, amigo. La noche, con sus bestias de ojos brillantes acechando. Miedo a la oscuridad ancestral, la anclada en la noche de los tiempos. Susurros ocultos, desconocidos. Sombras imprevistas, luces inquietantes.




Las bicicletas no son para la noche, diría un forastero. Cuando desaparecen los colores llegan las apariciones. Cosas que nunca se ven salen a la superficie. Cosas que siempre viste quedan bajo la capa freática. La luz y las tinieblas comprenden cómo funciona el mecanismo. Nosotros sólo lo interpretamos.



Cuando la luz deja de ser fuerte y dominar a la materia, despierta la no-

materia y se adueña de todo. Del ser y del no-ser. De las piedras y de las sombras. De los árboles y los arroyos. De los caminos. Sólo tú, tu bici

y un buen par de luces, te separan de las tinieblas. El corazón de las tinieblas es cualquier camino, cualquier bosque, en cualquier noche. Y nadie más lo comprende, sólo los que han visto lo no visible.