Inauguramos hoy una nueva sección dedicada a las historias ciclistas más épicas de la historia. No sólo de mountain bike, sino también de ciclismo de carretera. Efectivamente, en mis alucinaciones recurrentes y con motivo de las pasadas navidades, he acudido a otras fuentes de sabiduría ciclista a las que llevaba ya un tiempo acercándome: el ciclismo de carretera. Y bebiendo de estas fuentes, me propongo rescatar grandes hechos que han marcado el ciclismo tal como lo conocemos hoy en día. Historias y leyendas de corredores y carreras que han marcado hitos, etapas y grandes vueltas que se han ido olvidando.
Tenemos mucho que aprender de nuestros hermanos mayores de la carretera y mirarlos con respeto, porque han sido y siguen siendo la principal fuente del heroismo y el drama que envuelven al deporte más duro y épico que existe. El ciclismo.
Así que empecemos con un bonito vídeo original de TVE (con el gran Pedro González de comentarista) en el que Laurent Fignon pierde el Tour de 1989 durante 40 angustiosos minutos, en favor de Greg Lemond. La contrarreloj de París es historia, pero lo que se esconde detrás de ella, y que ahora aparece en una autobiografía del desaparecido Fignon, es el relato de cómo vivió aquella etapa el corredor francés. Fignon llegó a la última etapa de París (su ciudad natal) con 58 segundos de ventaja sobre Lemond. Tiempo más que suficiente para afrontar una contrarreloj aunque fuese frente al mejor Lemond. En teoría. Porque además de esa ventaja, Fignon también llegaba a París con una enorme y dolorosa llaga en el culo (según algunos, según otros tuvo un problema en un testículo), que le hizo ver las estrellas durante toda la crono, y que a la postre le hizo perder su ventaja con Lemond. Fignon recordó ese día como una tortura constante de 29 minutos, de un dolor insoportable que le impedía literalmente pedalear. Así perdió su tercer Tour. Por 8 segundos y por culpa de una llaga en el culo, el pobre Laurent Fignon. Un corredor maldito, en cierto modo, que por supuesto era odiado hasta el delirio en España.
Otro día desmontaré también estos mitos sobre Fignon.
Aquí va el vídeo:
Tenemos mucho que aprender de nuestros hermanos mayores de la carretera y mirarlos con respeto, porque han sido y siguen siendo la principal fuente del heroismo y el drama que envuelven al deporte más duro y épico que existe. El ciclismo.
Así que empecemos con un bonito vídeo original de TVE (con el gran Pedro González de comentarista) en el que Laurent Fignon pierde el Tour de 1989 durante 40 angustiosos minutos, en favor de Greg Lemond. La contrarreloj de París es historia, pero lo que se esconde detrás de ella, y que ahora aparece en una autobiografía del desaparecido Fignon, es el relato de cómo vivió aquella etapa el corredor francés. Fignon llegó a la última etapa de París (su ciudad natal) con 58 segundos de ventaja sobre Lemond. Tiempo más que suficiente para afrontar una contrarreloj aunque fuese frente al mejor Lemond. En teoría. Porque además de esa ventaja, Fignon también llegaba a París con una enorme y dolorosa llaga en el culo (según algunos, según otros tuvo un problema en un testículo), que le hizo ver las estrellas durante toda la crono, y que a la postre le hizo perder su ventaja con Lemond. Fignon recordó ese día como una tortura constante de 29 minutos, de un dolor insoportable que le impedía literalmente pedalear. Así perdió su tercer Tour. Por 8 segundos y por culpa de una llaga en el culo, el pobre Laurent Fignon. Un corredor maldito, en cierto modo, que por supuesto era odiado hasta el delirio en España.
Otro día desmontaré también estos mitos sobre Fignon.
Aquí va el vídeo:
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