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martes, 30 de abril de 2013

Escapada

Madrid, amigos, la Sierra. Siempre vivo una escapada a casa con gran excitación. Muchas actividades condensadas en pocos días, con distintos grupos y personas, yendo del Metro a un sitio, de ese sitio a la otra punta de la ciudad, de la ciudad a la sierra, y de la sierra de vuelta... Al menos el AVE facilita las cosas y no hay que perder medio domingo o medio viernes en transportes, ni hacer tránsitos por el aeropuerto.

El sábado, curso con la Federación Madrileña de Ciclismo. Una concurrencia de casi 60 alumnos, interesantes perfiles y gran nivel de todos ellos. La apuesta de la FMC por la formación especialista, en estos tiempos que corren, es digna de elogio; y más aún la apuesta por el mountain bike y la formación de profesionales con perfiles diversos, para ser emprendedores y líderes de opinión.

Y el domingo, con mis rodillas enteras y dispuestas, ruta por la sierra con los Sospechosos Habituales, es decir, el Team. Dos horas de subidón por bonitos bosques, desde La Jarosa, y bajada por el mítico DH 2000. Con la Intense Tracer de Jesús, como máquina cedida. Fantástica ruta y no menos divertida bajada, con Guitarra de estrella invitada al protagonizar una bonita voltereta absurda ejecutada en estilo libre.

Después ya vinieron las cañas, las risas, el Romantic... pero en cuanto quise darme cuenta ya estaba otra vez acomodándome en el asiento del tren, aliviado por no haberlo perdido. Un domingo más en una estación, rodeado de cientos de viajeros que, como yo, buscamos escapadas y experiencias lejanas a la rutina. Con amigos, con familias, en un paisaje. Y después, siempre volvemos a casa en los mismos trenes, aviones o coches. Somos animales nostálgicos de la vida nómada, pero siempre volvemos al nido. Para seguir con nuestras ajetreadas vidas, hasta que se presente la próxima ocasión de volar.

Así ha sido siempre, y así seguirá siendo.
La megaciudad, al fondo.

Unos individuos peligrosos.

Más individuos peligrosos.

Nieve en Navacerrada y la Bola del Mundo.

Preparándonos para la bajada. 1700m.

Intense Tracer, por gentileza de Jesús.

miércoles, 23 de enero de 2013

Nuevo curso de monitor-guía de MTB con la Federación Madrileña


La Federación Madrileña de Ciclismo, con el apoyo de Sierra Comunicación, IMBA España y Bike a fondo, organiza el Curso para obtener la licencia federativa de monitores-guía de mountain bike en la Comunidad de Madrid. El curso también certificará como técnico señalizador de IMBA España, para desarrollar rutas señalizadas bajo estándares IMBA en los Centros BTT homologados por este organismo.

El Curso de Monitor-Guía por la FMC amplía la oferta formativa de la Federación Madrileña específica sobre mountain bike y cubre una demanda de titulación en el ámbito federativo de esta especialidad. Además, el curso certifica las competencias de técnico monitor-guía para el ámbito no federativo: empresas privadas de ocio deportivo, turismo rural, etc.

Más información y programa completo, pronto en la web de la FMC.



jueves, 29 de noviembre de 2012

Mega-año

Antes de que las televisiones, revistas y medios en general empiecen a hacer balance del año 2012, haré el mío particular. Creo que es una sana costumbre echar la vista atrás (sólo lo justo) para obtener cierta perspectiva de las cosas, de los aciertos y los errores que uno va dejando atrás en esta vida, a menudo de locos.

Para mi, este 2012 en cuanto a lo que tiene que ver con las montañas y de lo que mayoritariamente hablo en este blog, ha sido excelente. Quizás no tanto en cantidad, al menos como otros años, pero sí en calidad. Uno va sobrepasando la mitad de la década de los 30, y empieza a preferir dormir en cama mullida a dormir en litera o colchoneta. Para entendernos, sí a los campings, pero sin abusar. En fin, que la cosa ya no es tanto de montar y montar, sino de degustar delicatessen. Me sigo comiendo un bocata de mortadela si hay que hacerlo, pero prefiero uno de 5 Jotas.

Por eso este año creo que ha sido un punto de inflexión poder ir a Zermatt, por ejemplo, en mitad de junio aunque sólo fueran 4 días. Un antes y un después, absolutamente. O a Aínsa un fin de semana, repitiendo experiencia. Las bajadas a Madrid este año también han sido grandes momentos, con algunos nuevos spots y un revival excelente en la Casa de Campo, por ejemplo. O la reciente escapada a Calatayud, completando Los 4 Clásicos Anuales (mi pueblo, Madrid, Aínsa y Calatayud). La experiencia como monitor y profesor de mountain bike en la Escuela Español de MTB, y las nuevas posibilidades que seguro va a ofrecer el nuevo invento/artefacto que me he agenciado: la tija (pija) telescópica.

Y junto al balance vienen los proyectos. Hay muchos para el año que viene: un nuevo intento de 24Doce; los 4 Clásicos de nuevo, por supuesto; y alguna escapada al exterior. Un proyecto que podría cuajar y que llevo tiempo detrás de él es este. El clásico de los clásicos del descenso de larga distancia: el Megavalanche de Alpe d'Huez. Tras prometerme no volver a correr en una de esas carreras, después del fiasco de una Maxiavalanche en Vallnord, intento engañarme a mí mismo y me digo que el Mega es distinto. Debe ser distinto. Una fiesta del DH-freeride-enduro en Europa. Una montaña mítica, un ambiente divertido (aunque monopolizado por franceses e ingleses, que tiene su miga)... veremos. Pero en cualquier caso seguro que nos esperan grandes momentos sobre la bici ¡Happy trails!

Aquí, una muestra de la edición del Mega este año:

DirtTV: Megavalanche 2012 a Mountain Biking video by orpheusproductions

viernes, 27 de julio de 2012

Viejos rockeros...

Junio y julio han sido apoteósicos. He podido tachar de mi lista de tareas dos de los objetivos vitales que perseguía desde hace años; dos de las cosas que quería hacer en esta vida: montar por el Cervino-Zermatt (ver post anterior), y ver a Billy Idol en concierto. Ambas experiencias han satisfecho por completo mis expectativas. A veces cuando tienes muchas ganas de hacer algo y finalmente lo haces o sucede te quedas igual, no pasa nada, no hay un antes y un después. Pero hay otras veces en que sí, hay un antes y un después del evento en cuestión. En este caso, sobre todo en lo de Zermatt. Conciertos hemos visto ya unos cuantos, y a todos los grandes, por eso Billy no impresiona tanto como concierto  en sí. Lo que es espectacular es ver a un pibe de 56 años, una leyenda del rock, dándolo todo a dos metros de ti y coger al vuelo la púa de uno de los mejores guitarristas de la historia: Steve Stevens.

En fin, son dos cosas que tenía que hacer y afortunadamente, gracias a los dioses, he podido hacerlas y además en compañía de mis amigos. Además esa noche, en la farra posterior y después de ver a un magnífico grupo amateur en directo tocando versiones de los Stones o de AC/DC, nos echaron de un garito por hacer pequeñas travesuras, en medio de los pijos que habían ido a escuchar rock, así que el rock'n'roll attitude lo llevamos a su máximo esplendor en la tórrida noche madrileña. El decoro y los buenos modales son un invento de la burguesía para mantener el control sobre la clase trabajadora. El rock es, precisamente, la banda sonora de la clase popular frente al sistema establecido. Hoy a los rockeros se les llamaría perroflautas. La sociedad es así de gilipollas.
Track de la ruta en la Casa de Campo.

Para rematar la jornada de Billy Idol, celebramos un reencuentro nostálgico con otra vieja gloria del rock, pero del otro rock, el de las ruedas gordas. La Casa de Campo puede que sea el lugar más horadado por los bikers de la capital, el parque de atracciones -nunca mejor dicho- de la bici, a 10 minutos de la Gran Vía. Horas y horas de rutas, entrenamientos, paseos e incluso carreras de la Copa del Mundo. John Tomac, Tinker Juarez o Thomas Frischknecht han rodado por aqui. En fin, la Kelicampo en jerga castiza es una vieja gloria del rock, y mi reencuentro con ella después de casi 7 años de exilio voluntario fue emocionante y divertido, como escuchar en directo un viejo tema de los Stones -Gimme shelter podría valer-. Una gran jornada de singletracks suaves y sinuosos, de calor y polvo, de viejos y conocidos senderos en los que veo cómo pasan los años por ellos, sin que pierdan su esencia, incluso mejoran con el tiempo. Una Titus (Dani) y una Heckler (myself). Nostalgia de buen rock'n'roll.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Los camioneros

Otra vez con los bártulos a cuestas hacia el coche. Otra vez la tarde del jueves en casa haciendo la maleta con unas cervezas y la música a toda leche. Otra vez ese fin de semana largo, merecido, que pretende ser una celebración de la vida y la aventura. Y sin embargo cada vez es distinto, nuevo, inédito. Uno no se cansa de hacer estas rutinas improvisadas. Estos fenómenos normales. Coger una moneda, echarla a cara o cruz y decidir qué hacer el fin de semana según salga. Ese tipo de cosas convierten la vida en una colección de momentos inolvidables con tus amigos.

Cumbre en Patones
Y luego, la vida en la carretera. Meterse 625 kilómetros como el que se toma un café con cruasán, llevar puesta la radio cual camionero y de vez en cuando intercalarla con una buena descarga de rock... Y ha sido en estos largos viajes cuando he llegado a mitificar la figura del camionero. Un individuo cuya profesión es circular por las carreteras de Dios, haga buen o mal tiempo, haya mucho o poco tráfico. Que come cuando tiene hambre y duerme cuando tiene sueño, salvando las paradas técnicas obligadas por los tacómetros.

Guitarra bajando el Genaro
Una clase de personas habituadas a esa soledad del viajero, pero que también la comparte con extraños. Con otros camioneros. Que, como un clan de hormigas, se transmiten los mejores lugares donde parar a comer en el camino. O las mejores estaciones de servicio o áreas de descanso. Que avisan de boca a oreja si hay un atasco, un accidente o si han sufrido un reventón. En un código propio al que solo ellos tienen acceso. Dispersos por toda la geografía, la gran familia de hormigas lleva a sus espaldas frigoríficos, coches, paquetes o casas prefabricadas. Quién sabe. Y eso que a veces son un peligro para el resto de los pequeños insectos que pueblan las vías por donde transitan o paran. Pero son ellos, los camioneros, los que abastecen nuestras ciudades, pueblos, comunidades autónomas y reinos de taifas, en esta España nuestra que invierte en AVES en lugar de hacerlo en líneas de tren para el transporte de mercancía, y así reducir los costes del cada vez más caro transporte por carretera y por petróleo. 




Aunque también es verdad que en ese hipotético caso, los camioneros se verían abocados a la extinción, como tantos otros oficios que han quedado en las cunetas del capitalismo motorizado, a lo Mad Max. Puede que los camioneros sean lo más parecido a un biker sobre el asfalto, más incluso que los moteros. Gente que a pesar de ser su trabajo disfrutan del camino, hacen de su vehículo un templo y comparten un código con sus congéneres. 
Bajando el sendero del Genaro

Por cierto, el fin de semana en Madrid, muy bien.

Con nuestra mascota, Mini-Yo. Jorge,
Fernando, Félix y Alfonso.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Lo nuevo y lo viejo

En lo que llevamos de diciembre he estado ya un par de veces en Madrid. Una para el puente de la Constitución y otra por trabajo. Así que en la primera, aproveché entre otras cosas para montar en bici por los senderos de mi tierra. En esta ocasión fue un clásico que, paradójicamente, no había catado en mis 20 años de experiencia biker, y que tenía a escasos 60 km de casa. Me refiero a la zona de Hoyo de Manzanares. He hecho descensos urbanos en Hoyo, y otras muchas rutas por la zona y por la sierra, pero nunca había rodado en la tierra de Hoyo. El sitio se puso bastante de moda entre la comunidad de las ruedas gordas como residencia de invierno. Por su clima y geografía, Hoyo es agradable para montar en invierno, es soleado, el terreno es seco y poco húmedo, y tiene una red de senderos excelentes y técnicos. Justo en ese momento de auge Hoyero me fui a Barcelona, así que lo tenía como asignatura pendiente desde hace tiempo.

Ahora me he desquitado un poco. Hoyo, de la mano del guía-sherpa Félix, y con los inconmensurables Guitarra y Dani, se ha convertido en mi nuevo favourite spot de Madrid. Trialero, granítico, técnico, sinuoso, bonito. Un lugar perfecto para rodar a los pies de la sierra y a dos pasos de la gran ciudad. La única desventaja es que, una vez más, necesitas cargar la bici en el coche para dirigirte a casi cualquier sitio que merezca la pena en Madrid pero, en este caso, compensa.

martes, 12 de abril de 2011

La cueva de los valientes

El fin de semana pasado tuve la suerte de volver a rodar por la Sierra de Madrid con los amigotes de siempre. Un sábado espectacular y una ruta épica, no podía ser de otra manera.

La cosa empezó cuando mis colegas me provocaron para sentir la envidia cochina de sus rutas por la Sierra la semana anterior. Así que me lié la manta a la cabeza y cogí un Alsa el viernes nada más salir del trabajo. Metí la Black Mamba en una bolsa de viaje para bicis, junto a una mochila con lo básico, y me apreté en una mierda de asiento durante 7 horas y media hasta Avenida de América. Una vez allí me despedí de mi compañero de viaje, un chino simpático algo extraño, desembolsé la bici y me dejé caer hasta casa. Había que descansar, pero antes tuve tiempo para cambiarle las pastillas del freno trasero a la bici.



Al día siguiente, temprano, quedé con Vico para subir en su coche hasta San Rafael, punto de salida de la ruta. Después Félix, José Manuel y Tinker completaron el equipo Marmota recién instaurado. Primeras risas y absurdeces en el calentamiento previo. Y el olor... ese olor único de la Sierra, a pino madrileño, que no tiene nada que ver con el olor a pino que anuncian los jodidos limpiadores de baño.. Si los limpiadores de baño olieran a PINO las tiendas Schlecker parecerían un jodido bosque ¡cuando en realidad huelen a Quimicefa, por Dios!

La ruta: una subida infernal de 3 horas, con tramos más infernales y otros de descanso entre senderos y pistas escondidas entre el bosque. Subidos los primeros 5 km comenzamos una serie de intervalos fuera de pista entre senderos, de lo más divertido. Y después de alcanzar la primera cota alta, comenzó una zona de pedaleo rapidísima por singletrack, que nos dejó la primera sonrisa en la boca del día.

Luego venía la ascensión continuada hasta Cueva Valiente, el objetivo a batir del día, y que tuvo 2 o 3 tramos realmente jodidos o muy jodidos. Pero al final, a 1.900 metros, la vista merecía la pena. El día estaba tan despejado que se podía ver Castilla y Madrid con gran claridad. En Cueva Valiente también conocimos a un personaje bastante cercano a los años 80 y que nos acojonó un poco con sus maneras flowerpower...

Pero a partir de ahi comenzaba el descenso de vuelta hasta San Rafael. Pedregoso, técnico en tramos, rapidísimo en otros... En fin, espectacular.

Una muestra en el vídeo que se curró la GoPro de Tinker:



Los verdaderos placeres deben ser escasos pero intensos, como saborear un buen vino o una cerveza. Si no, perderían su valor extraordinario. De ahí que para mi, volver de vez en cuando a la Sierra sea comparable a comerse un solomillazo con un buen Ribera: un lujo ocasional, una exquisitez, un acto sagrado que se paladea durante semanas y deja el listón altísimo para los gourmets de los caminos.

pD.- Por cierto, el resto del fin de semana en Madrid fue infernal: nada de cachondeo, ni de tapas en La Latina, ni de buen tiempo, ni de noche al fresco en medio de un ambientazo, ni de ver ganar a tu equipo de fútbol Glorioso por 3-0... nada de eso. Sí que volví en otro Alsa nocturno (mucho más cómodo que el de ida) en el que fui todo el viaje dormido hasta llegar al trabajo el lunes a las 7,30am.  Infernal.

miércoles, 12 de enero de 2011

Corriendo a 2011

Después de los fastos navideños vienen las rebajas, o sea, la cuesta de enero. Y creo que es peor empezar el año después de unos días de vacaciones en Navidad, que volver a la rutina después de las vacaciones de verano. El caso es que estos días he aprovechado para algo que durante muchos, muchos años, por no decir siempre, había denostado: correr. La excusa era la San Silvestre. El año pasado, sin comerlo ni beberlo, me dejé liar para correr la última carrera del año en Las Palmas de Gran Canaria, donde estábamos pasando unos días con unos amiguetes. Y este año me propuse correrla en Madrid, en la San Silvestre Vallecana, la carrera popular más popular posiblemente de España. Así que me lo tomé en serio y me puse a entrenar. 10 kilómetros no es una maratón, pero hay que entrenar un poco si no se quiere sufrir.

La cosa salió bien. Nunca había participado en una carrera así. Más de 35.000 personas de toda edad y condición corrieron el día 31 de diciembre a las 17.30 horas. Cientos de personas nos animaban desde las aceras, muchos de ellos niños. Las calles del centro de Madrid, la Cibeles, Neptuno, para nosotros. Muchos de los corredores iban disfrazados con cosas estrafalarias... vamos, que era un cachondeo. Un ambiente genial, sano, deportista y divertido. Cosas, por cierto, que nunca he visto en una carrera de bicis. En ningún momento te daba la sensación de estar fuera de lugar, o de que los corricolaris más machacas te fueran a mear en la cara. Y eso a veces se aprecia en otros deportes, aunque sean de un nivel no competitivo profesional. No sé por qué pasa, pero en la bici el rollo es muy distinto.

Así que desde el año pasado, la manía que siempre he tenido a todo lo que oliera a correr ha desaparecido. Misteriosamente, un día me dije: "¿por qué no ir por el monte corriendo en vez de caminando?" Y así surgió. Ahora, en invierno, le he cogido el gusto a eso de salir a correr algunas tardes por el barrio. A diferencia de lo que pensaba, no es para nada aburrido. Se trata de ir concentrado, regulando la respiración, los pasos, y el ritmo. Es un ejercicio más mental que físico, como otros muchos, aunque obviamente la resistencia y el rendimiento es mejor según sea tu condición física. Y por último es un deporte totalmente compatible y complementario con la bici: ejercicio aeróbico y cardiovascular, fortalece el tren inferior y superior, y te dan las mismas ganas de llegar a casa y tomarte un par de birras, así que me vale.

Sin ser ahora un flipao del atletismo ni el footing, y siempre como segundo deporte de apoyo, incluso me está picando el gusanillo y quizás me plantee carreras más largas, quién sabe. Por lo menos, el ambiente en las carreras es muy bueno, y no hace falta federarse. Algo que en el caso de la bici, voy a olvidar radicalmente. Eso de tener que federarse para correr, y así financiar a un lobby corrupto que suspende cautelarmente a ciclistas, sin tener resultados a favor o en contra, se va a terminar. Empieza mi boikot particular a la UCI.

jueves, 15 de julio de 2010

El mundial

Por fin ganamos algo gordo. Lo más gordo del mundo que se puede ganar: una Copa del Mundo de fútbol. Algo lo suficientemente gordo como para paralizar un país entero y hacer Historia. Algo que recordaremos siempre hasta el día en que nos vayamos al hoyo. España ganando un Mundial. Algo inaudito sólo de imaginarlo cuando éramos pequeños. Y ahora es real.



Estos días me he acordado mucho de Naranjito, cuando hace casi 30 años, en un país que intentaba subirse al carro del desarrollo, acogimos un Mundial de fútbol. En todos estos años hemos sido unos pupas, cada vez hemos llegado un poco más lejos en los mundiales, pero siempre con ese complejo de inferioridad que arrastramos desde hace tanto tiempo (o quizás es congénito). Hasta que desde hace unos años, las cosas parece que empezaron a cambiar, con una generación de deportistas que ganan cosas impensables: Fórmula 1, motos, Tours, Roland Garros, Wimbledons, NBA, y la Eurocopa.

Al ganar el mundial hemos pasado de ser unos eternos aspirantes a algo grande, a ser de los grandes. Esto en cuanto al fútbol. Pero no sólo en esto. Nos hemos limpiado definitivamente de viejos fantasmas, y hemos sacado a relucir que ser español, ondear tu bandera y animar a tu país no es ser un facha ni un nacionalista, aunque les pese a muchos. El triunfo de La Roja es el de todo un pueblo, hecho de gente diversa y plural, cada uno de su padre y de su madre, de su pueblo y de su provincia. Y cualquiera de los caciques que intentan hacer patria de su pequeño pueblo están equivocados de cabo a rabo, porque la historia nos ha demostrado que cuando estamos juntos, somos mejores y más fuertes. Más solidarios y menos egoístas. Menos diferentes y más iguales.

Ayer vi Invictus, la película de Clint Eastwood sobre Mandela y el mundial de rugby del 95 en Sudáfrica. La historia ha querido que un país como España, sin ser favorito, haya ganado el mundial de Sudáfrica, y lo haya hecho en gran parte empujado por un pueblo –evidentemente no comparable con el que sufría las heridas de Sudáfrica en 1995- pero sí con ciertas cicatrices que supuran de vez en cuando.

Y la peli, a la que encuentro formidable, emocionante, me sugiere unos cuantos paralelismos con la victoria de España en el mundial. Sin ir más lejos, que la victoria de un equipo es la victoria de un pueblo, simboliza el bien común y el entusiasmo colectivo que nos hace iguales a todos. Y esto es positivo, suma a los pueblos y no los resta. Villarriba y Villabajo seguro que se juntaron en la Fuente de Enmedio para celebrar el Mundial.

La forma en que Mandela se sirvió de un deporte de blancos para unir a todo un país bajo una bandera, un himno y unos colores no es hacer nacionalismo, que es la puta palabra maldita desde el siglo pasado –ojalá la borraran del mapa. Eso es hacer un pueblo, construir una sociedad, unos valores comunes. En realidad, es una gestión de management como la copa de un pino, aunque ahora a cualquier cosa se le llama “management”; no insultemos a Mandela.

Algunos historiadores han dicho que en España habría hecho falta un Mandela para unir la sociedad tras la dictadura. Puede que sea verdad. Pero yo creo que aquí habría sido distinto. Todos estos “héroes nacionales” que tanto les gustan a los anglosajones aquí no funcionan. Ya hemos tenido muchos. Y nosotros a los héroes los fusilamos. Quizás seamos tan simples como pueblo que lo que necesitamos es un partido de fútbol, o ganar Eurovisión... Pero espero, sinceramente, que lo que ha empezado el otro día ganando un símbolo de alcance mundial, no lo rompan los políticos. Aunque eso a lo mejor ya es demasiado pedir.

Podemos pedir a Vicente del Bosque que gane un mundial de fútbol, pero no pidamos a nuestros políticos que hagan bien su trabajo.

jueves, 1 de julio de 2010

24 Solo

Las pruebas de resistencia siempre me han atraído. El grado de locura que hay que tener, mezclado con la preparación física y mental lo convierte en un desafío y una prueba de tus límites que lo hace irresistible. Así que este año me apunté a la 24Doce en solitario, a ver qué tal era eso de correr (o participar) durante 24 horas.

Ahora puedo decir que la prueba ha sido superada, pero ha costado. No sabía muy bien qué me iba a encontrar allí, y la verdad es que me encontré con un nivelazo de la mayoría de corredores, muchos rallyman habituales en la competición de cross country, y otros que como yo iban a pasarlo bien y participar. Aparte de todos ellos, estaban los de solitario. Digo aparte porque me parecieron una raza aparte, sin la obsesión por los resultados de los pro, pero curtidos en la bici, perros viejos del mountain con la cabeza fría y las piernas muy duras.

Una especie de misticismo rodeaba la carpa en la que algunos solitarios descansábamos entre vueltas, sin los medios de los equipos semi profesionales, sin masajes, y luchando con uno mismo por hacer una vuelta o dos más. Me pareció una categoría aparte a la que me gustaría parecerme.

Mi carrera fue razonablemente bien. Esperaba mucho más, pero ese día en concreto no me encontré muy bien, no sé si por empezar demasiado fuerte o por no saber dosificar el esfuerzo. El caso es que a la cuarta vuelta ya estaba roto, y no pude recuperarme del todo hasta por la noche. Entonces fue cuando disfruté más. Por la noche di un par de vueltas muy fáciles, y decidí guardarme algo para la mañana del domingo apretar un poco más e intentar llegar a 15 vueltas (me había propuesto hacer 20, pero tuve que corregir sobre la marcha, jejeje).

Sin embargo, mientras descansaba un poco en la tienda (no pude dormir), estuvo lloviendo toda la noche, con lo cual se suspendió la carrera por la mañana y se cortaron los resultados a las 3 am. Nota mental: la próxima vez, hay que dosificar mucho más, no forzar en las horas centrales, y guardar un buen trozo de energía para la noche.

Aún así, el ambiente de la 24Doce fue extraordinario, la deportividad bastante exquisita, y sobre todo, el recorrido fantástico. Un par de singletracks divertidísimos que de noche se volvían una gozada total, y una organización de muy buennivel han conseguido engancharme un poco más al rollo de las maratones y la larga distancia. ¡Larga vida al mountain!

jueves, 17 de junio de 2010

Luis

El otro día fui a ver a Luis, a su cueva de Sabadell. La guarida del lobo. La choza del ermitaño. Considero a Luis una especie de gurú del mountain en este país. Pero un gurú un tanto underground, claro. No me refiero al gurú listillo, sino al tipo auténtico que vive para la bici. Es difícil conocer a una persona como Luis en profundidad, pero en general te da la impresión de estar hablando con el último hombre libre de la Tierra. Un tipo sin más preocupaciones que la bici, sus guitarras, sus diseños y sus historias. Comprometido con su forma de ser y de pensar. Sin ataduras aparentes, y sobre todo sin dobles caras. Lo que ves es lo que hay.

Hablar con él de bicis ya es una obviedad, pero la verdad es que acabas descubriendo nuevas ideas y conceptos. Supongo que mi educación ciclista ha tenido un maestro principal en este tipo, desde que una tarde entré tímidamente en la tienda de la calle Antonio Pérez. Allí me encontré algo a lo que no estaba acostumbrado cuando iba a una tienda de bicis. Había una fauna curiosa. Un pasota recostado en el mostrador leyendo una revista de bicis americana, otro arreglando un bicicletón en el taller, otro tío bebiendo birra de una litrona, y otro sentado en el ordenador. Rock de los 70 de fondo. Parecía cualquier cosa menos una tienda de bicis. Y en ese momento, tras el primer intercambio de frases, vi que aquellos tipos con pinta de macarras iban a ser amigos míos. Te vendían su marca, por supuesto, pero sobre todo te vendían calidad y autenticidad. Y eso los convertía en tipos cercanos y sin careta. No es que fueran de pose, es que eran así.

Con el tiempo, alrededor de su tienda he conocido a los mejores amigos sobre la bici, y también fuera de la bici. Y con Luis como una especie de "capo" en la gran familia, he tenido un ejemplo de autenticidad, con sus luces y sombras, como todo el mundo, pero siempre como referente. Una especie de maestro Yoda.

El otro día, decía, no estuvimos hablando del último modelo de suspensión, o de las nuevas horquillas... Estuvimos hablando de política, de la huelga general, de la decepción de las ideas de izquierda en este país, del capitalismo que nos ha ganado, del intolerante nacionalismo, y de otras cosas. Dos madrileños en Sabadell. Dos tipos en bici. Un amigo.

En la foto, Pedro González, hermano de Luis y copropietario de Bike Comp / LTM Racing, en un reportaje de la revista Bike circa 1992.

martes, 25 de mayo de 2010

En la Sierra

Para los madrileños, que siempre tendemos a "territorializar" las cosas y a ponerle diminutivos a las palabras, sólo existe una Sierra: la de Navacerrada, el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares. Y como buen madriles, para mi también sólo hay una. Allí comenzó gran parte de lo que conozco como mountain bike. Si Soria fue mi escuela y el instituto, la Sierra de Madrid fue la universidad.  Y ahora que "estoy ejerciendo" siempre es genial volver por allí a ver a los viejos amigos y a rodar por los viejos pasillos y aulas.



Por un lado, notas el paso del tiempo, cualquiera, ya sea mucho o poco siempre es tiempo y es la dimensión más subjetiva de todas, así que también la que más se resiente. Por otro lado, ese tiempo transcurrido lo convierte todo en algo no del todo nuevo y no del todo conocido, y eso se traduce en una sensación fantástica entre la novedad y el recuerdo.



Volver a la Sierra siempre mola y siempre molará, porque está ahí, la conozco como si hubiese nacido en ella, y porque sigue siendo tan bonita como cabrona. Sólo ella huele de esa forma especial, y sólo en ella pueden pasar cosas extraordinarias.

A pesar de tanto capullo a su alrededor, y de tantos enemigos, la Sierra está mejor que nunca, y siempre tiene un hueco para los que la queremos.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Cercedilla-Segovia




Siempre es un placer reencontrarse con la Sierra. Pero lo es más cuando descubres una ruta nueva. Y todavía resulta más placentera si la ruta es inédita. Y el placer se convierte en nirvana cuando la ruta es improvisada. Eso ocurrió el sábado pasado en Cercedilla. Iba para la clásica a Segovia, pero una serie de circunstancias me llevaron por otro sitio no habitual -es decir, me perdí-. Perderse es a veces una bendición, aunque yendo solo por la montaña no es la mejor manera de decirlo, pero pone a prueba tu capacidad de reacción y de orientación. Y cuando descubres una ruta nueva estando perdido, es como si fueras Orellana y estuvieras descubriendo El Dorado.

Así que el disfrute fue verdadero y puro en esta ruta. La época, además, era la idónea: otoño, robles y hayas en declive, temperatura perfecta, y senderos enmoquetados con agujas de pino. Vacas, caballos, y la fauna típica de esa tierra, surcada por el río Eresma. Y de postre, pasado Valsaín, ascenso al monte para retomar el descenso original y auténtico que lleva a Segovia. Un rápido singletrack entre las praderas, ya en Castilla, que termina en el mismito acueducto.

Y la Black Mamba, en perfectas condiciones.

ride on

martes, 7 de julio de 2009

Hoya de San Blas revisited

Después de una semana en el dique seco por culpa de una buena hostia y por las fiestas de San Juan en Soria, volvía a la acción. Hace dos sábados, ya al final de la ruta - extraordinariamente buena-, perdí el pie subiendo una trialera y casi me clavé el manillar en el pecho. Tuve la sensación de que me rompía el esternón, aunque afortunadamente no fue nada, después de que me revisaran en el centro de salud.

El golpe me dolió toda la semana siguiente. Casi no podía darme la vuelta en la cama, así que no habría podido montar aunque hubiera querido. Pero como ya tenía pensado ir a los San Juanes, me perdí la salida del sábado y aproveché para recuperarme.

Y el fin de semana pasado tocaba boda en Madrid. Aprovechando la coyuntura, pude llevarme la bici y salir a hacer algo el sábado por la mañana, justo antes de la boda. Así que nos reunimos con el Team y con Félix para volver a la Hoya de San Blas, donde habíamos estado en septiembre pasado. Esta vez, la ruta era la misma prácticamente, pero con la salvedad de que incluía una rica variante llamada "Motojet": un singletrack de bajada ultrarrápido, entre bosque. Igual que la mítica persecución con motojets de El Imperio Contraataca entre el bosque de los ewoks.

Divertidísima y durilla ruta por la gran Sierra, que siempre nos ofrece los mejores senderos, a pesar de la triste noticia del cierre del camino Smidt.

happy trails

jueves, 25 de junio de 2009

Campeonatos de Madrid, DH. La Pinilla 21 de junio.

Algunos colegas "cataron" podium y título: Turro, Emilio, ya habituales, más un Pedro González que ganó el master 40.

Vídeo de Pira al respecto:

Madrid Downhill Championship -09- from Aguanta Pira on Vimeo.




Y ya que estamos, otro vídeo de la sierra... ¡aaahhhh qué recuerdos y qué morriñaaa!!

Spain´s Trails: Enduro Centro from Markus Böhnisch on Vimeo.

martes, 11 de noviembre de 2008

Rutón del 16




















En pocas ocasiones nos hemos juntado tanta gente para montar en Madrid. La expectación era alta y la afluencia, masiva. Se notaba que había ganas, y la excusa de una convocatoria para montar en un sitio inédito con motivo de mi visita a Madrid, funcionó. Estaban todos más otros que no conocía. En total, 16 bikers madrileños de toda la vida, 16 amigos con los que compartimos un día extraordinario de mountain.

Desde Miraflores partía la ruta, que trepaba por la montaña. Luego empezó a serpentear, subiendo entre un bosque precioso haciendo "zetas". Una subida interminable que en la parte superior se convertía en sendero de cabras, trialero y técnico... ¡y nevado! Efectivamente, a esas alturas ya había nieve fresca de la sierra, y se agradecía ver las primeras nieves de la temporada en la cuenca alta del Manzanares.

El grupo avanzaba sin mayores dificultades y con un tono festivo, amenizado por las roturas de cadena de Litri, los comentarios de Guitarra y Wittig, y la exhibición técnica de Nacho. Hacía tiempo que no me echaba unas buenas risas con éstos. Son unos cachondos, y además montan en bici de puta madre.

Después de un rato observando el increíble paisaje solitario de lo alto de la montaña, empezamos la bajada. Una primera parte bastante trialera y algo impracticable, que luego se convirtió en un sendero entre el bosque, con mucho flow aunque demasiado recto y sin apenas curvas, para nuestro gusto. Además, me quedé sin freno trasero, y no podía apurar mucho, pero aún así podía seguir al bueno de Félix, que bajaba como un tiro con su Covert. Se nota que el tío ha estado este verano en Whistler, porque iba bastante suelto. Simon y Vico, por su parte, acusaron el perfil técnico y acusado de la ruta (unos 650 metros en alrededor de 10 km de subida), y bajaban a un ritmo poco habitual en ellos. Os he visto en mejores momentos, troncos, espero que esto sólo sea un bajón físico...

En definitiva, el reencuentro con los amigos de Madrid no ha podido ser mejor. Félix, Litri, Wittig, Guitarra, Nacho, Simon, Vico, y todos los demás disfrutamos de un gran día de mountain en el mejor lugar que se me ocurre, y donde se fraguó una buena parte de la comunidad biker de la capital: la sierra de Madrid. Muchas horas juntos recorriendo senderos, subiendo funiculares, haciendo bajadas y riéndonos anécdotas. Pasa el tiempo y los de siempre seguimos dándolo todo. Me alegro de tener a esta gente como compañeros de aventuras. ¡Larga vida a la sierra!

viernes, 28 de septiembre de 2007

¿Qué marcha me llevas?

Después de adquirir una supercadena Luma antirrobo con eslabones de 10 mm, blindada, y con un candado que parece el de las mazmorras de Mordor, ya puedo echarme a la calle con la Kona Unit sin ir acojonado porque me la roben. La cosa está peligrosa ahí fuera, y no es cuestión de jugársela. Un juguete tan atractivo como la Unit puede caer en manos de cualquier indeseable, así que la sacaré a lucir sólo en contadas ocasiones, y seguiré utilizando la VPP (Virtual Pisa Panchitos) de 150 euros para ir al trabajo. El otro día intentaron reventarme la pitón, pero si me quitan esa bici me la suda. Lo único es que no tengo la rapidez de movimientos que con la Unit.

Así que el primer viaje con la Unit, ayer, fue divertido. El 32-17 de desarrollo se queda en un molinillo bajando por Muntaner o Balmes, pero luego se pedalea fácil en llano, y se puede mover también correctamente subiendo la empinada cuesta de Santaló, por ejemplo. Es decir, un desarrollo que vale para todo, aunque vas un poco vendido si quieres adelantar a vehículos motorizados, en plan bicimensajero. La aceleración en los semáforos es excelente (sales siempre el primero), y la absorción del cuadro es extraordinaria. Quizás con un 42-17 la cosa se pondría más seria. Pero quizás más adelante.

Este fin de semana toca descanso, o más bien excursión a Madrid y Festibike. La Black Mamba está aparcada, esperando que se pase la Maldición de los Pinchazos, que me lleva atormentando los últimos meses. Como la combinación "banda antipinchazos" + cámaras Tioga gordas no funcione, pensaré seriamente en pasarme a los tubeless, sucumbiendo a mis principios. Ya pasé por algo parecido cuando me compré mi primer móvil. Son cosas que sabes que son útiles, pero te niegas a reconocer que el peso del progreso aplasta a las cosas obsoletas. En el fondo, es puro romanticismo.

jueves, 7 de junio de 2007

La Pedriza











El fin de semana pasado estuve de visita por casa. Entre otras muchas cosas, el sábado subimos a La Pedriza con Dani. Hacía mucho que no iba por La Pedriza, y me llevé una gran sorpresa al verla tan verde y bonita como la recordaba. Ascendimos por una pista, Dani con la Heckler y yo con la Chameleon. También me reecontraba con la sensación de ir en una rígida por la montaña, esa magnífica ligereza de pedaleo que te da, y especialmente la Chameleon de Dani. Llegamos a un punto más alto desde donde se veía el embalse de Manzanares -lleno hasta arriba-, y una vez allí, seguimos un poco más hasta que cogimos un senderito de bajada que no conocía.

Bajé un poco el sillín y me mantuve detrás de Dani en la bajada, muy divertida y algo accidentada para una rígida, pero sin duda eran las sensaciones más frescas que recordaba como mountain bike auténtico, el de toda la vida. No hay nada para mejorar la técnica de bajar en bici como hacerlo con una rígida. Esquivar piedras, raíces, trazar con mucha más precisión y equilibrio. En una rígida no se admiten los errores que puedas tener sobre una doble, y eso se nota.

Muy bien La Pedriza. Hasta otra ;-)