


Rutones Verbeneros Cap.1 from Jan der Klaander on Vimeo.







Se veía venir. Cada cierto tiempo el Poder debe demostrar que nos controla y que puede seguir manejándonos como marionetas. En una nueva demostración de poder, las ordenanzas municipales de Barcelona, vigentes desde el año 2000, ahora se estrechan sobre los ciclistas de Collserola (ahora gestionado por la Generalitat). La Guardia Urbana se ha empezado a poner firme, y amonesta y multa con 1.500 euros a todos aquellos individuos que encuentren montando en bici por senderos de menos de 3 metros de ancho.
Cualquier excusa es buena para montar con los colegas. Y buscar el pretexto es a veces un ejercicio tribal, el sentido de pertenencia a un clan. Algo que nuestros antepasados dejaron grabado en el ADN. Ya se sabe: eso de que los conciertos de música son las nuevas reuniones sagradas de la tribu, que los héroes antes eran dioses, luego gladiadores y ahora jugadores de fútbol... Todos los rituales actuales que en realidad son situaciones antropológicas que se repiten desde generaciones y generaciones.
El caso es que todas las "escuelas" tienen "maestros". Todos hemos tenido maestros en la vida, o al menos me gusta pensar eso. Ir por la vida sin reconocer al menos a un maestro o maestra que nos haya enseñado una disciplina concreta -aparte de nuestros padres- sería tristísimo. Yo tengo la suerte de conocer a más de un maestro. Y el otro día se dieron cita dos de ellos, que fueron o son maestros en distintas formas y etapas.En vez de salir a hacer una de las rutas clásicas que solemos hacer en el monte, el otro día me vi con fuerzas y empalmé dos rutas. La cosa empezó bien, suave y con precaución porque había llovido y las trialeras estaban un poco mojadas y resbalaban. Continué (iba solo) por un enlace que solemos hacer de bajada, y que esta vez me tocó hacerlo de subida. Con el plus de que el camino estaba impracticable, lleno de árboles caídos. Tenía que hacer contorsionismo para pasar por debajo y por encima de troncos y ramas. Parecía una mezcla de Circo del Sol y el juego aquel de Enredados, o como se llamara. Un verdadero calvario. A la postre, creo que eso fue lo que me dejó K.O. Pero en fin, continué la ruta, ya encadenado la segunda parte y sin síntomas aparentes de cansancio, aunque tampoco muy fresco después de media hora trepando por rocas y jugando a ser El Hombre Elástico. Consecuencia: una pájara de proporciones bíblicas cuando encaraba una de las subidas más duras de la zona, hacia Can Pascual. Sin agua, sin comida, vi que todavía me quedaba una pedazo de bajada, y un largo camino de vuelta pasando por otra buena subida. Jodido estoy, pensé. El sendero pasaba a la puerta de un par de casas "okupadas" que hay por el monte, de algunas familias que viven en una especie de "comuna", con sus gallinas y tal. Así que a una de ellas le pedí agua. "Sólo tenemos agua de lluvia que recogemos..." ¿Cómo? Sí, vale, me da igual. Aunque sea aguarrás la iba a beber igual. Aunque no tuviera algo de polución en vez de minerales me daba lo mismo, necesitaba agua. Pero todavía quedaba meter algo de glucosa rápida al cuerpo. Lo bueno del otoño es que es la época de algunos frutos secos, como las bellotas. Así que busqué cual gorrino ibérico entre los matojos en busca de ricas bellotas doradas y crujientes que me dieran algo de energía. La cosa salió medianamente bien, ya que pude volver a casa con bastante esfuerzo, eso sí, pero pude volver después de una ruta de escándalo, de las que hacen afición. Al final, en el campo encontramos todo lo que podemos necesitar para "sobrevivir". Sólo hace falta saber aprovecharlo sin esquilmarlo.

