En días como hoy, sobrios y grises, me acuerdo de un país que visité hace cinco años (¡cinco años ya!) y que me dejó una gran huella. Sí, también Irlanda, pero en esta ocasión hablo de un lugar que pasó por una de las guerras civiles más crueles y violentas que han existido en la historia reciente. Hablo de Bosnia Hercegovina.
Este post no tiene mucho que ver con las bicis pero sí con el deporte. En unos días en los que la muerte de Nelson Mandela ha conmocionado al planeta, es bueno recordar una de las muchas ideas que el líder de la lucha anti-apartheid dejó como inspiración para la posteridad: "el deporte tiene el poder de transformar el mundo". Mandela y su visión de una Sudáfrica unida quedó plasmada en la copa del mundo de rugby de 1995, en la famosa historia de cómo convirtió a los Springboks, el equipo nacional de un deporte de blancos, en el equipo de todo un país. No hay muchos ejemplos tan claros de cómo el deporte ha sido capaz de unir a un pueblo y de impulsar valores de convivencia, igualdad y solidaridad. Y puede que tardemos mucho tiempo en ver otros así.
En Sarajevo tuvieron lugar, en 1984, los juegos olímpicos de invierno. Recuerdo perfectamente, con mis escasos 8 añitos, la ceremonia de inauguración de aquellos juegos. Yo no sabía lo que era aquello, ni en qué consistían esos extraños deportes que se practicaban en la nieve, pero me pareció un acontecimiento importante. Años más tarde pude ver con mis propios ojos lo que quedaba de aquellos juegos olímpicos. Las preciosas montañas de Bjelasnica forman una pequeña sierra que domina Sarajevo, y en el año 84 fueron el escenario de algunas competiciones, como los saltos o el esquí alpino. Pero durante el asedio de Sarajevo, entre 1992 y 1996, esas montañas también fueron el lugar desde donde las tropas serbias bombardeaban la ciudad a placer. Como si tuvieran una maqueta de trenes a sus pies. Los restos de aquellas instalaciones, los hoteles, resorts, las mismas plataformas de saltos de esquí, siguen en pie hoy en día como un eco que no se ha marchado, y se mezclan con el esbelto paisaje de abetos, pinos y silencio. Permanecen en el mismo sitio, pero abandonadas por el paso del tiempo, y con el añadido de unas cuantas cicatrices. Muchas. Metralla, agujeros de bala, bombas y restos de trincheras por todas partes. Lo que un día fueron instalaciones deportivas, el símbolo de Yugoslavia y del olimpismo, tuvieron una segunda e inesperada vida como baterías ofensivas en una espantosa guerra civil. Mucho peor destino que el complejo olímpico de Atenas 2004, hoy en estado de total abandono...
Traigo esta historia a propósito de un poster que recuperé el otro día. Un poster que me dieron en el estadio olímpico de Sarajevo y en el que venían dibujadas todas las instalaciones de los juegos, como el plano de una estación de esquí, con ese aire ingenuo de las gráficas de los años 80. Y me vino a la mente el silencio y la paz que había en aquellas montañas, y en realidad en toda la querida Sarajevo. Esas montañas lo mismo albergaron a deportistas de todos los países, en unos juegos olímpicos de invierno en un lejano 1984, como sirvieron de mirador turístico para que los tanques y los morteros mataran a cientos de personas, unos años más tarde. Las mismas montañas y sus árboles siguen allí, impasibles y eternas, neutrales, quizás esperando que otras personas lleguen y hagan con ellas lo que realmente deberían hacer, que es utilizarlas para la vida.
Dicen los sabios que la vida y la muerte son la misma cosa, dos caras de una misma realidad. Que ambas conviven entremezcladas en el día a día desde el inicio de los tiempos. Quizás el deporte, como decía Mandela, tenga el poder que no tienen los políticos para unir, dignificar y querer a las personas. Pero para eso creo que antes es necesario saber mirar a los árboles, escuchar a las montañas y darse cuenta de que ellos estarán ahí siempre. Nosotros y nuestras ridículas preocupaciones, no estamos más que de paso.
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miércoles, 11 de diciembre de 2013
jueves, 25 de julio de 2013
El Eiger
Ayer 24 de julio se cumplieron 75 años de la primera ascensión al Eiger ("ogro", en alemán) por la cara norte, una de las montañas más duras de los Alpes. Ese 24 de julio de 1938 alcanzaba cumbre la expedición de los alemanes Heckmair y Börg y los austriacos Harrer y Kasparek. La expedición la patrocinaba el gobierno alemán de la época, los nazis. Y eran dos cordadas independientes, los alemanes y los austriacos, pero que después se juntaron bajo el liderazgo de Anderl Heckmair.
Los dos austriacos eran Harrer y Kasparek. Heinrich Harrer. Sí, el de Siete años en el Tíbet. Resulta que Harrer, que se había metido en las SS pocos meses antes, ya destacaba como montañero y alpinista. Los nazis quisieron poner la bandera en el Eiger, hasta entonces virgen, como demostración del poderío del Reich, y utilizaron a los mejores escaladores arios que pudieron permitirse. Al regresar a Alemania, la cordada fue recibida por Hitler con grandes honores.
Harrer, que murió en 2006, siempre reconoció que meterse en el movimiento nazi fue un gran error en su vida. Según dijo, sólo vistió una vez el uniforme de las SS, el día de su boda. Poco después, en 1939, Harrer integró otra expedición del Reich para alcanzar el Nanga Parbat. Allí, entre Pakistán y Nepal, y en medio de un territorio dominado por los ingleses, les sorprendió el estallido de la guerra, quedando atrapados en una tierra de nadie y dando lugar a la famosa aventura y libro de Harrer, Siete años en el Tibet, más tarde película.
Célebres alpinistas como Reinhold Messner y actualmente Ueli Steck han pulverizado los récords de subir al Eiger por la cara norte. Ahora ascender ese monstruo de roca y hielo se ha convertido en una competición, y el récord lo tiene Dani Arnold, con 2 horas 20 minutos. Lo que hace 75 años costaba vidas (y las ha seguido costando), ahora gracias a los materiales, la preparación física y mental, etc, es cuestión de un par de horas.
Por todo esto, observar el Eiger de cerca hace unas semanas, cuando estuvimos en Grindelwald, es como contemplar un monumento al valor y la determinación del ser humano. Una mole de caliza y hielo, peligrosa y amenazante, a menudo cubierta de nubes y tormentas. Ahí han perecido los sueños de muchos valientes, y han alcanzado la gloria otros tantos. Un puñado de locos que vieron necesario llegar hasta allí y retar a la naturaleza de tú a tú.
Por lo tanto, efectivamente. Brad Pitt, que interpretó a Heinrich Harrer en Siete años en el Tibet, tiene algo que ver con el Eiger. La teoría de los seis grados de separación entre las cosas, vuelve a cumplirse.
Con todo esto, ya tengo lecturas para poner a la cola:
La araña blanca.
Siete años en el Tibet, ambos de Heinrich Harrer.
El Eiger desde Grindelwald. |
Los dos austriacos eran Harrer y Kasparek. Heinrich Harrer. Sí, el de Siete años en el Tíbet. Resulta que Harrer, que se había metido en las SS pocos meses antes, ya destacaba como montañero y alpinista. Los nazis quisieron poner la bandera en el Eiger, hasta entonces virgen, como demostración del poderío del Reich, y utilizaron a los mejores escaladores arios que pudieron permitirse. Al regresar a Alemania, la cordada fue recibida por Hitler con grandes honores.
Harrer, que murió en 2006, siempre reconoció que meterse en el movimiento nazi fue un gran error en su vida. Según dijo, sólo vistió una vez el uniforme de las SS, el día de su boda. Poco después, en 1939, Harrer integró otra expedición del Reich para alcanzar el Nanga Parbat. Allí, entre Pakistán y Nepal, y en medio de un territorio dominado por los ingleses, les sorprendió el estallido de la guerra, quedando atrapados en una tierra de nadie y dando lugar a la famosa aventura y libro de Harrer, Siete años en el Tibet, más tarde película.
Célebres alpinistas como Reinhold Messner y actualmente Ueli Steck han pulverizado los récords de subir al Eiger por la cara norte. Ahora ascender ese monstruo de roca y hielo se ha convertido en una competición, y el récord lo tiene Dani Arnold, con 2 horas 20 minutos. Lo que hace 75 años costaba vidas (y las ha seguido costando), ahora gracias a los materiales, la preparación física y mental, etc, es cuestión de un par de horas.
Por todo esto, observar el Eiger de cerca hace unas semanas, cuando estuvimos en Grindelwald, es como contemplar un monumento al valor y la determinación del ser humano. Una mole de caliza y hielo, peligrosa y amenazante, a menudo cubierta de nubes y tormentas. Ahí han perecido los sueños de muchos valientes, y han alcanzado la gloria otros tantos. Un puñado de locos que vieron necesario llegar hasta allí y retar a la naturaleza de tú a tú.
Por lo tanto, efectivamente. Brad Pitt, que interpretó a Heinrich Harrer en Siete años en el Tibet, tiene algo que ver con el Eiger. La teoría de los seis grados de separación entre las cosas, vuelve a cumplirse.
Con todo esto, ya tengo lecturas para poner a la cola:
La araña blanca.
Siete años en el Tibet, ambos de Heinrich Harrer.
Tormenta de verano
La semana pasada, con La Molina, cerré la trilogía de visitas obligadas anuales a estaciones de los Pirineos. Falta Vallnord, adonde iremos mañana para ver la copa del mundo. Dolor de manos y dedos, las típicas tormentas de la tarde y mucha diversión han sido las notas dominantes de estos días. Me sorprendió gratamente La Molina, que parece haberse quedado satisfecha asumiendo un papel de estación modesta, limitada en su infraestructura, pero que esconde grandes regalos. Este año incluso se han permitido retocar (para mejor) algunos tramos y puntos concretos de los circuitos. Sin ser una estación explotada ni al 80% de su potencial, sigue manteniendo la dignidad.
Lo mejor de todo fue que justo al terminar de montar, a eso de las 4 y media (apurando al máximo los 20€ de forfait) se desató un tormentón formidable, de esos que mola quedarse mirando. La tormenta fue tan gorda que al bajar con el coche hacia Toses y Ribes de Freser, me encontré una caravana de coches colapsando la carretera, ante el granizo y la nieve que se estaba acumulando en el asfalto y las cunetas. NIEVE un 20 de julio.
Con esto y alguna salida que quizás se tercie por aquí cerca, cerramos la temporada con la Black Mamba y nos iremos de vacaciones con los deberes hechos.
Lo mejor de todo fue que justo al terminar de montar, a eso de las 4 y media (apurando al máximo los 20€ de forfait) se desató un tormentón formidable, de esos que mola quedarse mirando. La tormenta fue tan gorda que al bajar con el coche hacia Toses y Ribes de Freser, me encontré una caravana de coches colapsando la carretera, ante el granizo y la nieve que se estaba acumulando en el asfalto y las cunetas. NIEVE un 20 de julio.
Con esto y alguna salida que quizás se tercie por aquí cerca, cerramos la temporada con la Black Mamba y nos iremos de vacaciones con los deberes hechos.
martes, 16 de julio de 2013
En los Alpes
Ya han pasado unos cuantos días. Y es que para ponerse a escribir sobre un viaje así, uno necesita reposar y que se asienten las imágenes almacenadas en la retina. Digerir el festín de momentos, esfuerzos y diversión. Y es que el retorno de los Alpes es duro. Siempre lo es cuando te pasas una semana (casi) en un sitio rodeado de tresmiles y cuatromiles, con algunas de las montañas más famosas del planeta como fondo de pantalla mientras desayunas. Es duro volver, pero hay que hacerlo y contarlo para convencerse de que es real.
En esa semana tuvimos buen tiempo excepto un día, que al final lo declaramos apto para montar, y que nos regaló unos paisajes dignos de Juego de Tronos o El Señor de los Anillos. Nieblas, lloviznas, bosques húmedos repletos de musgo y raíces... paisajes encantados. Una jornada excepcional. Pero no menos que las demás, ya que el resto de los días hábiles para montar disfrutamos del sol y las altas temperaturas, gracias a las cuales los glaciares de los Alpes se están derritiendo como un Frigodedo, en los últimos años. Efectivamente, amigos. Esta fue una de las muchas enseñanzas culturales que nos dejó este viaje a Suiza. Los glaciares alpinos han retrocedido más de un 60% en los últimos cien años, y lo pudimos comprobar en vivo y en directo. En algunos glaciares a los que pudimos acercarnos en las rutas, había fotos de alrededor del año 1900 y se veía perfectamente cómo la morrena llegaba hasta escasos metros del punto en el que estábamos. Ahora había retrocedido tanto que ya no se veía desde esos sitios y había que ascender hasta mucho más arriba para verlo.
En fin, que ese buen tiempo que tanto gusta a los domingueros y que tantos carcinomas está causando a la peña, es el mismo que también está derritiendo los glaciares y las grandes masas de hielo del Atlántico norte. El tema "cambio climático" fue, de hecho, un tema de debate en el grupo durante esta semana, pero dejémoslo aparte y centrémonos en el concepto. El montar, el riding.
Las agradables temperaturas y las precipitaciones recientes en esa zona habían dejado el suelo en condiciones óptimas para rodar en bici. Curiosamente, y tal como habíamos previsto durante la preparación del viaje, nos íbamos a un punto para nada caliente de los Alpes, en el sentido de que íbamos a encontrarnos a poca gente haciendo lo nuestro. Al huir de los bike parks se abre un mundo de posibilidades y de senderos, la mayoría para caminantes, pero por eso precisamente también más vírgenes y sin tráfico de bicis. Esto tiene sus pros y sus contras, claro, pero la elección de un "secret spot" frente a un "hot spot" creo que va más con la filosofía de montar que a nosotros nos gusta. Esto te hace currar mucho más, evidentemente. Superar mayor desnivel, mirar el mapa constantemente, etc. Ser creativo y saber improvisar. Pero eso lo hace, al fin y al cabo, más divertido y con más dosis de aventura que si te dejas caer por pistas marcadas y trazadas para bicis.
El caso es que con esa filosofía en mente nos adentramos en el mundo de las megasubidas a cotas de 2.500, salvando mil metros de desnivel, para luego deslizarnos por más o menos progresivos descensos, atravesando páramos y bosques sin parar, intentando perder poca cota y enlazando líneas de altura, hasta el punto inicial. Las subidas eran duras y largas, pero compensaban por el increíble paisaje que disfrutábamos mientras tanto. Y una vez arriba, las bajadas en su mayoría (excepto alguna muy extrema que apenas era ciclable) tenían una mezcla de todo un poco: partes con algo de técnica, piedras, raíces húmedas... y sobre todo mucho curveo, singletrack, escalones, sendero ancho muy rápido... todo aderezado con unas vistas de infarto. Si no era el mítico Eiger, era el Jungfrau, el Mönch o cualquiera de las cumbres que el alpinismo y la escalada han hecho famosas.
Así que, como siempre, una semana da para mucho pero siempre vuelves con ganas de más, y con la sensación de que has hecho la punta de un iceberg gigantesco que se esconde en esos bosques, y que nunca se acabaría. Ni aunque vivieras allí cien años.
En esa semana tuvimos buen tiempo excepto un día, que al final lo declaramos apto para montar, y que nos regaló unos paisajes dignos de Juego de Tronos o El Señor de los Anillos. Nieblas, lloviznas, bosques húmedos repletos de musgo y raíces... paisajes encantados. Una jornada excepcional. Pero no menos que las demás, ya que el resto de los días hábiles para montar disfrutamos del sol y las altas temperaturas, gracias a las cuales los glaciares de los Alpes se están derritiendo como un Frigodedo, en los últimos años. Efectivamente, amigos. Esta fue una de las muchas enseñanzas culturales que nos dejó este viaje a Suiza. Los glaciares alpinos han retrocedido más de un 60% en los últimos cien años, y lo pudimos comprobar en vivo y en directo. En algunos glaciares a los que pudimos acercarnos en las rutas, había fotos de alrededor del año 1900 y se veía perfectamente cómo la morrena llegaba hasta escasos metros del punto en el que estábamos. Ahora había retrocedido tanto que ya no se veía desde esos sitios y había que ascender hasta mucho más arriba para verlo.
En fin, que ese buen tiempo que tanto gusta a los domingueros y que tantos carcinomas está causando a la peña, es el mismo que también está derritiendo los glaciares y las grandes masas de hielo del Atlántico norte. El tema "cambio climático" fue, de hecho, un tema de debate en el grupo durante esta semana, pero dejémoslo aparte y centrémonos en el concepto. El montar, el riding.
Las agradables temperaturas y las precipitaciones recientes en esa zona habían dejado el suelo en condiciones óptimas para rodar en bici. Curiosamente, y tal como habíamos previsto durante la preparación del viaje, nos íbamos a un punto para nada caliente de los Alpes, en el sentido de que íbamos a encontrarnos a poca gente haciendo lo nuestro. Al huir de los bike parks se abre un mundo de posibilidades y de senderos, la mayoría para caminantes, pero por eso precisamente también más vírgenes y sin tráfico de bicis. Esto tiene sus pros y sus contras, claro, pero la elección de un "secret spot" frente a un "hot spot" creo que va más con la filosofía de montar que a nosotros nos gusta. Esto te hace currar mucho más, evidentemente. Superar mayor desnivel, mirar el mapa constantemente, etc. Ser creativo y saber improvisar. Pero eso lo hace, al fin y al cabo, más divertido y con más dosis de aventura que si te dejas caer por pistas marcadas y trazadas para bicis.
El caso es que con esa filosofía en mente nos adentramos en el mundo de las megasubidas a cotas de 2.500, salvando mil metros de desnivel, para luego deslizarnos por más o menos progresivos descensos, atravesando páramos y bosques sin parar, intentando perder poca cota y enlazando líneas de altura, hasta el punto inicial. Las subidas eran duras y largas, pero compensaban por el increíble paisaje que disfrutábamos mientras tanto. Y una vez arriba, las bajadas en su mayoría (excepto alguna muy extrema que apenas era ciclable) tenían una mezcla de todo un poco: partes con algo de técnica, piedras, raíces húmedas... y sobre todo mucho curveo, singletrack, escalones, sendero ancho muy rápido... todo aderezado con unas vistas de infarto. Si no era el mítico Eiger, era el Jungfrau, el Mönch o cualquiera de las cumbres que el alpinismo y la escalada han hecho famosas.
Así que, como siempre, una semana da para mucho pero siempre vuelves con ganas de más, y con la sensación de que has hecho la punta de un iceberg gigantesco que se esconde en esos bosques, y que nunca se acabaría. Ni aunque vivieras allí cien años.
miércoles, 5 de junio de 2013
El día del planeta
Los que amamos la naturaleza no necesitamos que exista un día como hoy para tener presente, cuidar, respetar y enseñar a que otros respeten al medio ambiente. Hoy, Día Mundial del Medio Ambiente, todos se ponen el lacito verde, la etiqueta "eco" y hacen pomposas declaraciones de lo ecológicos que son. Empresas, gobiernos, ciudadanos y todo cristo. Tener actitudes "ecológicas" o ser "ecologista" hace años era cosa de hippies, oenegeros y gente de poca importancia. Los típicos brasas de chapita en el chaleco, barbudos ellos y de pelo largo y desaliñado, ellas. Ser ecologista era ser poco menos que un cutre y un fumeta, vamos. Ahora la globalización ha convertido en ecologistas a cualquier estrella de cine, futbolista, político o tertuliano. No digo que eso esté mal. Siempre es bueno que existan figuras públicas que presten su imagen a campañas sociales o medioambientales, y que se lo crean, como por ejemplo Leonardo di Caprio, que es un ecologista convencido y siempre apoya campañas dando ejemplo en su vida diaria. Lo que pasa es que esto no es lo habitual. Lo normal es que este tipo de campañas con prescriptores se queden en meras estrategias de marketing, en fotos para la galería. Con lo cual, una actitud ecologista, que por definición busca el equilibrio del impacto del ser humano en la naturaleza, minimizar su huella, etc, se convierte en un instrumento más de consumo. Cuando lo que dice el ecologismo, entre otras cosas, es "empieza por consumir menos, y luego ya hablamos de otras cosas".
En esta trampa caemos todos, tampoco nos engañemos. Yo el primero. Y esto no es más que una reflexión de cómo funcionan las cosas. El "Día mundial del medio ambiente" no es más que otro de esos productos de consumo, como el día de San Valentín o el Día de la Madre. Que sí, que está bien que al menos durante un día del año las flores, los corazoncitos o las madres sean los protagonistas. Pero pasarse de celebraciones, hacer de este tipo de días una especie de acto público de exaltación y enaltecimiento de lo importante que es el tema que toque, y sobre todo venderlo, sobarlo, pisotearlo en los medios, convierte una idea y un concepto intangible en un producto más en las estanterías del comercio global. Es decir, lo convierte en una mierda enlatada.
Para mi, todos los días son del Medio Ambiente, de los animales en peligro de extinción, de la pesca sostenible, de los bosques tropicales, de las dehesas, del monte, la montaña, los ríos y los jardines. Y para poner en práctica lo que hoy predicarán unos y otros, lo único que hay que hacer es una cosa muy sencilla pero muy complicada: cambiar de mentalidad y verse a uno mismo como un microbio más dentro del gran ecosistema interconectado que es el planeta.
Para todos, Feliz Día del Planeta.
En esta trampa caemos todos, tampoco nos engañemos. Yo el primero. Y esto no es más que una reflexión de cómo funcionan las cosas. El "Día mundial del medio ambiente" no es más que otro de esos productos de consumo, como el día de San Valentín o el Día de la Madre. Que sí, que está bien que al menos durante un día del año las flores, los corazoncitos o las madres sean los protagonistas. Pero pasarse de celebraciones, hacer de este tipo de días una especie de acto público de exaltación y enaltecimiento de lo importante que es el tema que toque, y sobre todo venderlo, sobarlo, pisotearlo en los medios, convierte una idea y un concepto intangible en un producto más en las estanterías del comercio global. Es decir, lo convierte en una mierda enlatada.
Para mi, todos los días son del Medio Ambiente, de los animales en peligro de extinción, de la pesca sostenible, de los bosques tropicales, de las dehesas, del monte, la montaña, los ríos y los jardines. Y para poner en práctica lo que hoy predicarán unos y otros, lo único que hay que hacer es una cosa muy sencilla pero muy complicada: cambiar de mentalidad y verse a uno mismo como un microbio más dentro del gran ecosistema interconectado que es el planeta.
Para todos, Feliz Día del Planeta.
martes, 28 de mayo de 2013
El origen del mundo
Llegando al pueblo abandonado de Morcat. |
Este año, además, localizamos una casa rural magnífica en pleno centro del pueblo, de piedra, con enormes y limpias habitaciones, garaje para bicis y todas las comodidades que un grupo de sucios bikers embarrados necesitan. Sobra decir lo bien que comimos y bebimos en todo momento.
Pirineos nevados a finales de mayo... WTF!? |
Y así fue. Salimos desde Aínsa con dirección a Margudgued por una pista que bordeaba el caudaloso río Ara, afluente del aún más caudaloso Cinca. Para calentar motores suavemente. Nada más abandonar Margudgued comenzaba la verdadera ruta, con un comienzo demoledor en subida. Después comenzaba una sucesión de sube-baja muy bonito, ya en sendero, que se adentraba en el monte atravesando varios tipos de vegetación y relieves, como las famosas y autóctonas margas de terreno arenisco gris.
Morcat. |
El viento del norte era intenso en lo que quedaba de Morcat. Así que rebautizamos aquel manojo de casas dejadas de la mano de Dios como Mordor. Fue el momento de reponer fuerzas, comer y prepararnos para el descenso a otro valle, persiguiendo su correspondiente río, y en busca del preciado tesoro del "Coño del mundo". Un descenso trepidante, otra sucesión de subes y bajas por sendero, y por fin llegamos al ansiado paraje.
El "Coño del mundo" es una garganta horadada por el río, con numerosas pozas, cortados y cavidades. De hecho nos encontramos un grupo de descenso de barrancos. Llegamos al fondo de la garganta andando, atravesamos el cauce del río, que pasa sin cubrir los pies sobre un lecho de roca caliza como las que abundan en la zona, y una vez allí abajo, entre cascadas, pozas y cuevas, se apareció la roca mágica. Evidentemente, el nombre es bastante gráfico pero acertado. Seguro que si esta roca estuviera en tierras de aborígenes australianos, la habrían considerado sagrada. Lo más curioso de esta roca es que no tiene nada que ver con las que la rodean. Parece una roca volcánica en medio de una zona de rocas sedimentarias y calizas. Y sobre todo, las aguas transparentes y el suelo blanco del fondo del cauce dan a las pozas un color turquesa intenso.
Alfonso y Simon. |
Los kilómetros ya empezaban a pesar, pero aún quedaban dos buenas bajadas. La primera, un impresionante sendero bordeando la ladera de la montaña, y con el valle de Boltaña a la izquierda. Cualquier pequeño fallo en esa bajada significaba rodar como un rolling stone entre el bosque, al menos 500 metros de caída. Pero el sendero estaba en tan buen estado, tan bien trazado y bajábamos tan concentrados que afortunadamente no hubo nada que lamentar. Una bajada sinuosa de las que se graban en la retina.
El "Coño del mundo" (el nombre es así). |
Habían sido unas seis horas de ruta, 30km totales y un par de miles de calorías perdidas por los intrincados senderos de Aínsa. Pero habíamos llegado y vuelto de un lugar que desprendía magia. ¿Te imaginas que en realidad esa cueva extraña fue en un tiempo muy lejano el origen de los senderos?
Los integrantes de la ruta: Alfonso, Charlie, Simon, Alfonso, Guillermo, Jesús. |
jueves, 23 de mayo de 2013
Las bicicletas son para los europeos
Luego nos quejamos, pero los países que más kilómetros hacen al año en bici (sus habitantes, se entiende) no son aquellos donde hace mejor tiempo o hay menos coches. Es justo al revés. Según un estudio de la Asociación Europea de "Accounting" (algo así como auditoría), los españoles sólo recorren 20 km al año en bici, por persona. El país de la UE que menos usa la bici, en el país probablemente con más días de sol al año. En cambio, los que más recorren kilómetros en dos ruedas son los... ¡daneses! con más de 900km por habitante.
Estas cifras no hacen sino alertar de dos cosas: una, ¿que los españoles somos unos vagos? No, no es tan sencillo. Pero es evidente que algo pasa con nosotros. Y dos, que las bicis no se llevan bien con los países mediterráneos.
No es sólo una cuestión de usar más la bici. No es que la gente odie hacer ejercicio en este país. Los gimnasios están llenos y los parques de gente corriendo, también. La gente se ve casi obligada a utilizar el coche para moverse porque las ciudades y los centros de trabajo están mal planteados. Si se facilitara el trabajo desde casa, por ejemplo, no habría necesidad de desplazamiento para mucha gente. Si se ampliara la cobertura ferroviaria en lugar de recortarla porque es deficitaria, se ganaría en eficiencia de transporte. Y si la organización de las ciudades fuese más abierta con el transporte público y privado de bicicletas, seguramente se reducirían los problemas de tráfico, de contaminación y de salud. No creo que existan muchas medidas que generen efectos sostenibles en estos tres ámbitos, aparte de la bici.
La cuestión, por tanto, es de mentalización ciudadana y de responsabilidad pública.
En algunas ciudades europeas ya ha saltado la alarma hace tiempo. Los problemas de movilidad y transporte tienen colapsados a ciudades como Bruselas, donde el tema se refleja en este estupendo documental. Y las iniciativas de la Unión Europea a través del programa CIVITAS están incentivando el uso de la bici en las ciudades medias y grandes. Sin ir más lejos, este mes de mayo se ha repetido una iniciativa, la European Cycling Challenge, para que ciudades como Dublin, Utrecht, Londres oeste, Lille, Bolonia o Padua, compitan entre ellas amistosamente por ver cuál es la que más kilómetros hace en bici.
¿Hay alguna ciudad española en esta campaña? No. ¿Alguien ha oído algo de esto en España? Yo tampoco.
jueves, 31 de enero de 2013
El mundo Strava
Uno de los fenómenos colaterales de la crisis económica que vivimos ha sido la invasión de deportistas en la montaña. Los gimnasios, piscinas y polideportivos se han vaciado en algunos casos, aunque en otros bien es cierto que también han visto aumentar sus socios. Pero en todas partes hay gente corriendo y montando en bici. Supongo que algunos, los que aún tienen un trabajo, buscan el deporte como vía de escape del estrés. Otros, que forman parte de ese ejército de 6 millones de parados -el ejército de EEUU tiene sólo 1,4 millones de soldados en activo-, se dedican con acierto a cuidar de cuerpo y mente, ante el riesgo de caer psicologías negativas, etc. Pero en general el deporte se ha consolidado como un valor social. "Hay que hacer deporte porque es bueno para la salud", dicen. De repente, la buena salud es un síntoma de bienestar. Como si ese concepto de "lo saludable" se quiera asociar a un estado individual y personal, casi espiritual. Y tiene sentido, porque esta idea se completa con un sofisticado plan para privatizar los servicios de salud desde el (los) gobiernos. Es como decir: "la salud es cosa de cada uno". Cuidate tú mismo porque el Estado no te va a cuidar. Eso sí, tampoco te va a poner fácil que tengas una buena salud. Pero si quieres, hay muchas formas de mantener una buena salud y estar guapo o guapa. Así no caerás enfermo. Caer enfermo es un fracaso personal, como el paro.
Es hacia donde vamos. El discurso entre líneas.
Pero en el fragor de este océano turbio y turbulento, a veces se ven pequeñas luces, lejanas boyas a las que seguir fijando el rumbo. Y algunas de ellas tienen que ver con la tecnología, precisamente uno de los malvados aliados de la super estructura y del océano turbio, para muchas personas. Sí, la tecnología puede tener todos nuestros datos, movimientos, gustos, apetencias, y un sinfín de información sobre nosotros. ¿Y? ¿Alguien sigue siendo tan naif para pensar que puede esconderse del ojo del gran hermano? ¿Siendo aborigen australiano, quizás? Quienes reniegan de la tecnología por la sospecha de que ésta controla nuestros pasos es porque no son conscientes del mundo en el que viven. Ya es un hecho; ya sucede.
De forma que aprovecha la tecnología (eso sí, racionalmente, minimiza el impacto, la huella digital, etc) y úsala en tu beneficio. En beneficio del gran circo que hay montado.
Pues bien, esto es Strava. Una extraordinaria aplicación desarrollada en Silicon Valley (es decir, la cuna del mountain bike), que permite grabar tus rutas y entrenamientos, extraer perfiles, medias, y todo tipo de datos. Hasta ahí todo normal y común con otras apps. Pero lo mejor de todo es esto: con Strava puedes comparar segmentos de tus recorridos con los de otros usuarios worlwide que también hayan hecho esos segmentos. Por ejemplo: si Tomi Misser (esto es verídico) ha hecho la misma ruta que tú (cosa bastante fácil), podrás comparar tu performance con la suya. O con la de tus colegas. O bajarte la ruta con la que quieras compararte con otro cualquiera. Con Hermida.
Y es genial. Una idea brillante para hacer de tus rutas, entrenamientos o lo que sea, experiencias únicas al alcance de cualquiera. Elevar a la categoría de global las cosas más individuales y de pequeña escala. Lo grande y lo pequeño relacionado con lo universal y lo municipal. El tramo de trialera en el que has marcado el mejor tiempo llega hasta un tipo de Marin County. Las cuentas de un tal Bárcenas y las islas Bermudas.
Una época fascinante, sin duda.
(Una prueba de producto como nunca la leerás en una revista de bicis).
Es hacia donde vamos. El discurso entre líneas.
Pero en el fragor de este océano turbio y turbulento, a veces se ven pequeñas luces, lejanas boyas a las que seguir fijando el rumbo. Y algunas de ellas tienen que ver con la tecnología, precisamente uno de los malvados aliados de la super estructura y del océano turbio, para muchas personas. Sí, la tecnología puede tener todos nuestros datos, movimientos, gustos, apetencias, y un sinfín de información sobre nosotros. ¿Y? ¿Alguien sigue siendo tan naif para pensar que puede esconderse del ojo del gran hermano? ¿Siendo aborigen australiano, quizás? Quienes reniegan de la tecnología por la sospecha de que ésta controla nuestros pasos es porque no son conscientes del mundo en el que viven. Ya es un hecho; ya sucede.
De forma que aprovecha la tecnología (eso sí, racionalmente, minimiza el impacto, la huella digital, etc) y úsala en tu beneficio. En beneficio del gran circo que hay montado.
Pues bien, esto es Strava. Una extraordinaria aplicación desarrollada en Silicon Valley (es decir, la cuna del mountain bike), que permite grabar tus rutas y entrenamientos, extraer perfiles, medias, y todo tipo de datos. Hasta ahí todo normal y común con otras apps. Pero lo mejor de todo es esto: con Strava puedes comparar segmentos de tus recorridos con los de otros usuarios worlwide que también hayan hecho esos segmentos. Por ejemplo: si Tomi Misser (esto es verídico) ha hecho la misma ruta que tú (cosa bastante fácil), podrás comparar tu performance con la suya. O con la de tus colegas. O bajarte la ruta con la que quieras compararte con otro cualquiera. Con Hermida.
Y es genial. Una idea brillante para hacer de tus rutas, entrenamientos o lo que sea, experiencias únicas al alcance de cualquiera. Elevar a la categoría de global las cosas más individuales y de pequeña escala. Lo grande y lo pequeño relacionado con lo universal y lo municipal. El tramo de trialera en el que has marcado el mejor tiempo llega hasta un tipo de Marin County. Las cuentas de un tal Bárcenas y las islas Bermudas.
Una época fascinante, sin duda.
(Una prueba de producto como nunca la leerás en una revista de bicis).
martes, 27 de noviembre de 2012
viernes, 9 de noviembre de 2012
En la Tierra Media
En mi último viaje a la Tierra Media junto a mi compañera, quisimos explorar de nuevo el territorio de la Laguna Oscura, un remoto paraje de las Tierras Altas de Rohan en el que según la leyenda habitan seres mágicos. Antiguamente este territorio estaba oculto bajo el hielo de los glaciares, y también estuvo poblado por animales fantásticos como lobos y dientes de sable. Ahora, siglos después, el lugar es un paraje de montañas abruptas, frío viento y bosques inmensos que en otoño se pueblan de hojas amarillas y tonos mostaza.
Las Tierras Altas de Rohan y la Laguna Oscura son paisajes mágicos para los medianos y sus habitantes, llamados así mismos numantinos. Son una raza de humanos fuertes y duros, de estatura corta pero muy voluntariosos, habituados a un clima extremo de inviernos fríos. También habitan esa tierra los elfos y algunas familias de enanos. Al otro lado de las montañas se ocultan los ejércitos de los orcos, dominados por el Señor Oscuro.
La Laguna Oscura es una puerta de entrada al territorio del Señor Oscuro, y hasta allí quisimos llegar mi compañera y yo: hasta la Puerta Negra, el llamado Pico Turbión. El límite de la Tierra Media y la frontera con el reino del temido Señor Oscuro. Más veces habíamos intentado atravesar la frontera y nos fue imposible. Así que esta vez tenía que ser la definitiva, pero una terrible ventisca nos lo impidió. Más arriba de la Laguna Oscura todo era viento y niebla, y el páramo de montaña pantanoso se había convertido en una trampa. Ni la magia del conjuro Gore-Texum nos libró de las inclemencias. Nuestra misión era depositar la bandera roja de nuestra Comunidad del Castillo en en la Puerta Negra. Pero las fuerzas del Señor Oscuro son muy poderosas. Es el señor del viento y el frío, y los utilizó en nuestra contra para hacernos fracasar en nuestro objetivo.
Así que mi compañera y yo volvimos a nuestra aldea, contentos por haber llegado al territorio de las Tierras Altas y haber vuelto sanos y salvos a nuestra comunidad. Ávidos de nuevas aventuras la próxima vez que volvamos a las Tierras Altas de la Tierra Media.
Las Tierras Altas de Rohan y la Laguna Oscura son paisajes mágicos para los medianos y sus habitantes, llamados así mismos numantinos. Son una raza de humanos fuertes y duros, de estatura corta pero muy voluntariosos, habituados a un clima extremo de inviernos fríos. También habitan esa tierra los elfos y algunas familias de enanos. Al otro lado de las montañas se ocultan los ejércitos de los orcos, dominados por el Señor Oscuro.
La Laguna Oscura es una puerta de entrada al territorio del Señor Oscuro, y hasta allí quisimos llegar mi compañera y yo: hasta la Puerta Negra, el llamado Pico Turbión. El límite de la Tierra Media y la frontera con el reino del temido Señor Oscuro. Más veces habíamos intentado atravesar la frontera y nos fue imposible. Así que esta vez tenía que ser la definitiva, pero una terrible ventisca nos lo impidió. Más arriba de la Laguna Oscura todo era viento y niebla, y el páramo de montaña pantanoso se había convertido en una trampa. Ni la magia del conjuro Gore-Texum nos libró de las inclemencias. Nuestra misión era depositar la bandera roja de nuestra Comunidad del Castillo en en la Puerta Negra. Pero las fuerzas del Señor Oscuro son muy poderosas. Es el señor del viento y el frío, y los utilizó en nuestra contra para hacernos fracasar en nuestro objetivo.
Así que mi compañera y yo volvimos a nuestra aldea, contentos por haber llegado al territorio de las Tierras Altas y haber vuelto sanos y salvos a nuestra comunidad. Ávidos de nuevas aventuras la próxima vez que volvamos a las Tierras Altas de la Tierra Media.
lunes, 13 de agosto de 2012
En Andorra
Este año he repetido fin de semana de camping y riding (campriding?) en Soldeu, después de que el año pasado saliera tan bien y me quedara con tan buen sabor de boca. Ya se sabe que lo bueno si breve, dos veces bueno. Así que prefiero subir a Andorra en un fin de semana intenso que pasarme una semana allí y destrozarme a mi y a la bici.
Así que me he dedicado esta pequeña escapada que tiene pinta de incorporarse al calendario anual de eventos bikers con el nombre de Acampada Biker Solo, Andorra Camp o algún absurdo nombre parecido. Cuando toda España estaba a 40º a la sombra en Andorra tenía que ponerme una chupa para estar a la intemperie a partir de la tarde. Un paraíso.
Como siempre, las praderas a 2.000m del dominio de Grand Valira han ofrecido un excelente estado y un magnífico nivel de senderos. Las bajadas habituales del bikepark junto con algunas secretas que amablemente me dieron a conocer un par de locales. Todo muy bien mantenido, muy bien pensao, y muy divertido. Realmente, yo con mi Black Mamba era un rara avis entre tanta bici de DH, pero por donde yo bajaba no necesitaba más. Aparte que en alguna ocasión tuve que pedirle paso a algún descender... Que tienen esa manía de ir parando cada 3 minutos en medio del camino para no cansarse los brazos...
Fue gracioso cuando, yendo en un telecabina con dos de estos descenders, y las bicis enganchadas fuera de la cabina, uno de ellos dice: "¡pero si vas con una bici de rallye!" -refiriéndose a mi Blur LT de 140mm-. Pues sí, jeje -pensé yo-. Ya ves, ahora 140mm es una bici de rallye, y es con lo que yo venía aquí a montar hace 10 años, cuando no había bikeparks. No me caen mal los descenders, ni mucho menos -yo fui uno de ellos hasta no hace mucho-, pero el comentario me dio que pensar. Espero que los descenders no piensen que los bikeparks son sólo para ellos y sus bajadas cronometradas. Quiero pensar que la mayoría de ellos saben que el mountain bike existe, aparte del descenso, y que no necesariamente los que no nos ponemos peto ni integral somos unos rallymanes. Pero a lo mejor es mucho suponer, no lo sé... Habrá de todo.
De lo que estoy seguro es de que ninguno de esos descenders se paró a ver las marmotas que abundaban por las cumbres de Canillo y Encamp. Y a mi fue lo que más me gustó de todo el fin de semana. Iba bajando por una sucesión de curvas y switchbacks divertidísimos, cuando escuché muy cercano el silbido de una marmota. Frené en seco, me paré y miré alrededor, porque no podía estar muy lejos. Efectivamente, a menos de 10 metros de la curva había una marmota parada, a unos pasos de la entrada a su madriguera, donde asomaba el hocico de otra (macho y hembra, supuse). Así que me quedé quieto y muy, muy lentamente abrí la mochila, saqué la cámara y le hice unas cuantas fotos. Estuve unos cinco minutos allí quieto, sin moverme, igual que la marmota. Sabiendo que nos estábamos observando. Luego seguí hasta abajo del tirón, contento.
Y es que ver animalejos en la montaña es una de las cosas que hacen del mountain algo más que un deporte de acción. Recordad, amiguitos descenders: mirad a vuestro alrededor y descubriréis cosas increíbles, como... ¡la montaña!
Así que me he dedicado esta pequeña escapada que tiene pinta de incorporarse al calendario anual de eventos bikers con el nombre de Acampada Biker Solo, Andorra Camp o algún absurdo nombre parecido. Cuando toda España estaba a 40º a la sombra en Andorra tenía que ponerme una chupa para estar a la intemperie a partir de la tarde. Un paraíso.
Como siempre, las praderas a 2.000m del dominio de Grand Valira han ofrecido un excelente estado y un magnífico nivel de senderos. Las bajadas habituales del bikepark junto con algunas secretas que amablemente me dieron a conocer un par de locales. Todo muy bien mantenido, muy bien pensao, y muy divertido. Realmente, yo con mi Black Mamba era un rara avis entre tanta bici de DH, pero por donde yo bajaba no necesitaba más. Aparte que en alguna ocasión tuve que pedirle paso a algún descender... Que tienen esa manía de ir parando cada 3 minutos en medio del camino para no cansarse los brazos...
Fue gracioso cuando, yendo en un telecabina con dos de estos descenders, y las bicis enganchadas fuera de la cabina, uno de ellos dice: "¡pero si vas con una bici de rallye!" -refiriéndose a mi Blur LT de 140mm-. Pues sí, jeje -pensé yo-. Ya ves, ahora 140mm es una bici de rallye, y es con lo que yo venía aquí a montar hace 10 años, cuando no había bikeparks. No me caen mal los descenders, ni mucho menos -yo fui uno de ellos hasta no hace mucho-, pero el comentario me dio que pensar. Espero que los descenders no piensen que los bikeparks son sólo para ellos y sus bajadas cronometradas. Quiero pensar que la mayoría de ellos saben que el mountain bike existe, aparte del descenso, y que no necesariamente los que no nos ponemos peto ni integral somos unos rallymanes. Pero a lo mejor es mucho suponer, no lo sé... Habrá de todo.
Una marmota. Papá Marmota, probablemente. |
Y es que ver animalejos en la montaña es una de las cosas que hacen del mountain algo más que un deporte de acción. Recordad, amiguitos descenders: mirad a vuestro alrededor y descubriréis cosas increíbles, como... ¡la montaña!
martes, 7 de agosto de 2012
La ciudad en verano
La bici de ir al trabajo me proporciona grandes alegrías cada mañana y cada tarde. Como dice David Byrne en "Diarios de bicicleta", la bici en la ciudad otorga una perspectiva muy distinta a la que tienen tanto los viandantes como los conductores, y sobre todo más divertida. Ahora en verano, en pleno mes de agosto y con las calles medio vacías, es un lujo ir en bici. Así que he querido aprovechar el momento para hacer un par de retoques a la bici urbana y ganar en diversión. He cogido una postura de verano, le he hecho el setup de verano.
Y la verdad es que ha ganado. Tenía un viejo manillar Roox de paredes de casi 1 cm de grosor, que utilizaba en la vieja Kona Stab de descenso. Con un manillar ancho aumentas el control sobre la dirección y llevas una postura más relajada, de manera que aunque es peor para circular entre los coches, ahora que no hay tantos vas mucho más tranquilo.
Es lo que tiene el verano en la ciudad, que da una perspectiva distinta de todo, y más aún yendo en bici. Te das cuenta de que los coches son los verdaderos enemigo de las ciudades y de cómo cambia tu relación con la ciudad sin esas máquinas por en medio. Una relación mucho más fluida, agradable y transparente. Te paras en un sitio a hacer una foto o vas a tal tienda o tal otra sin apenas mirar a tu espalda, sin temor a cruzarte delante de un coche. Y los semáforos, que para mi siempre son sugerencias de tráfico, se vuelven no ya sugerencias sino adornos. Sí, uno puede (y debe) infringir las normas de circulación en la ciudad en verano, porque son normas de circulación de y para los coches. ¿O acaso el código de circulación lo crearon por el peligro que suponía el tráfico de bicicletas o peatones? Por supuesto que no. Los automóviles tuvieron que crear códigos para circular entre sí, imponiendo sus reglas al resto de usuarios de las vías, que las llevaban utilizando desde que se construyeron, y lo hacían con sus propios códigos o no-códigos. La armonía del caos. Pero tuvo que venir la dictadura de las máquinas y dibujar hasta carriles bici, esa aberración y ese insulto para los ciclistas. Hemos cedido nuestro espacio vital, nuestras calles y nuestras ciudades a los motores. Y con ello, nuestro movimiento y relación con el mundo.
Por eso, en verano no sólo se pueden sino que se deben ignorar las más elementales normas de circulación; excepto claro está, cuando tu circulación suponga un peligro o ponga en riesgo a otros "circulantes". No por respeto a las normas sino por respeto a los demás.
Y la verdad es que ha ganado. Tenía un viejo manillar Roox de paredes de casi 1 cm de grosor, que utilizaba en la vieja Kona Stab de descenso. Con un manillar ancho aumentas el control sobre la dirección y llevas una postura más relajada, de manera que aunque es peor para circular entre los coches, ahora que no hay tantos vas mucho más tranquilo.
Es lo que tiene el verano en la ciudad, que da una perspectiva distinta de todo, y más aún yendo en bici. Te das cuenta de que los coches son los verdaderos enemigo de las ciudades y de cómo cambia tu relación con la ciudad sin esas máquinas por en medio. Una relación mucho más fluida, agradable y transparente. Te paras en un sitio a hacer una foto o vas a tal tienda o tal otra sin apenas mirar a tu espalda, sin temor a cruzarte delante de un coche. Y los semáforos, que para mi siempre son sugerencias de tráfico, se vuelven no ya sugerencias sino adornos. Sí, uno puede (y debe) infringir las normas de circulación en la ciudad en verano, porque son normas de circulación de y para los coches. ¿O acaso el código de circulación lo crearon por el peligro que suponía el tráfico de bicicletas o peatones? Por supuesto que no. Los automóviles tuvieron que crear códigos para circular entre sí, imponiendo sus reglas al resto de usuarios de las vías, que las llevaban utilizando desde que se construyeron, y lo hacían con sus propios códigos o no-códigos. La armonía del caos. Pero tuvo que venir la dictadura de las máquinas y dibujar hasta carriles bici, esa aberración y ese insulto para los ciclistas. Hemos cedido nuestro espacio vital, nuestras calles y nuestras ciudades a los motores. Y con ello, nuestro movimiento y relación con el mundo.
Por eso, en verano no sólo se pueden sino que se deben ignorar las más elementales normas de circulación; excepto claro está, cuando tu circulación suponga un peligro o ponga en riesgo a otros "circulantes". No por respeto a las normas sino por respeto a los demás.
lunes, 30 de julio de 2012
Soria, Siberia y el Doctor Zhivago
Si existe un sitio al que por más veces que vayas no te cansas, ese es el Cañón del Río Lobos. En general toda la provincia de Soria, aunque yo no puedo ser objetivo porque me delatan mis raíces. El caso es que diremos esto en voz baja para que no corra el bocaoreja, no sea que estos rincones se masifiquen y se conviertan en una romería de domingueros, atraídos por una estampa bucólica a dos horas de la gran ciudad. Nota para los que escriben y leen el Lonely Planet: no leáis a partir de este punto. Aquí no hay nada que ver, iros a Toledo o a Segovia a comer cochinillo en Cándido.
Lo cierto es que este es el eterno dilema del turismo sostenible: atraer a la gente a destinos y rincones fantásticos, de manera que su impacto no erosione el entorno. Esto es lo deseable, lo ideal. Un turismo respetuoso y armónico, en proporción al desarrollo de la zona; así ambos se benefician y pueden crecer conjuntamente, si se tercia lo de crecer, claro. Que crecer por crecer a lo bobo, termina cansando...
En esta parte del mundo, Soria, hay mucho que ver y mucho que hacer, pero pocos habitantes y pocos recursos. Para ser (escrupulosamente) políticamente incorrectos se podría decir que los recursos se los llevaron otros -o los expoliaron- a lo largo de los años, y que la gente se fue donde colocaron esos recursos. El de Castilla siempre ha sido el verdadero expolio, y no el que dicen de Cataluña. El resultado: una tierra de emigrantes que se ha quedado despoblada. Una tierra rica, con la mayor masa forestal de España, que se ha quedado infraexplotada -o manejada por unos pocos-, y una tierra que por todo lo anterior, importa a muy pocos y no recibe ni atención ni infraestructuras. Soria es la única capital de provincia en España que no está unida por autovía, y casi tampoco por ferrocarril. Pero lejos de lloriquear, como hacen otros, los sorianos son duros y tiran adelante con lo que tienen, que no es poco. Así han logrado crear una especie de reserva espiritual de Occidente, como decía aquel payaso, que sólo conocemos y valoramos unos pocos, en voz bajita, y que nos reconocemos enseguida. Vino, setas, trufas, bosques, románico, antiguos glaciares... son solo algunas de las exportaciones de Soria para paladares que saben apreciar lo bueno y lo auténtico.
Por eso, cualquier iniciativa de desarrollo en esta especie de región de las Galias es digna de elogio, admiración y apoyo. Como la de los amigos de Navaleno, que conocí en el curso de la EEMTB de este año y que han montado una empresa basada en el modelo de Centros BTT en esta pequeña localidad a los pies de la sierra. Así que en esta excursión de fin de semana a mi tierra decidí visitarles y de paso descubrir el entorno biker de la zona, que era prometedor. Y vaya si lo fue. Una preciosa ruta en compañía de 14 bikers locales nos llevó hasta el Cañón del Río Lobos por una vía que no había hecho nunca y que me pareció extraordinaria. De allí, pasamos por San Leonardo y Casarejos estribando la comarca, y haciendo parte de la vía -abandonada- de tren que abastecía de madera la enorme fábrica Norma, de San Leonardo -hoy casi muerta, antaño un centro maderero de primer orden-.
Curiosamente, en esa vía se rodó parte de la peli Doctor Zhivago. Soria y Siberia quizás no sean tan diferentes entre sí, al fin y al cabo. Y no lo digo por el frío.
Por cierto, el próximo 11 de agosto los amigos de Navaleno BTT organizan una interesantísima prueba no competitiva en un circuito precioso entre pinares. ¡Seguro que nos veremos más veces, chavales!
La crónica seria de la ruta, aqui.
Lo cierto es que este es el eterno dilema del turismo sostenible: atraer a la gente a destinos y rincones fantásticos, de manera que su impacto no erosione el entorno. Esto es lo deseable, lo ideal. Un turismo respetuoso y armónico, en proporción al desarrollo de la zona; así ambos se benefician y pueden crecer conjuntamente, si se tercia lo de crecer, claro. Que crecer por crecer a lo bobo, termina cansando...
En esta parte del mundo, Soria, hay mucho que ver y mucho que hacer, pero pocos habitantes y pocos recursos. Para ser (escrupulosamente) políticamente incorrectos se podría decir que los recursos se los llevaron otros -o los expoliaron- a lo largo de los años, y que la gente se fue donde colocaron esos recursos. El de Castilla siempre ha sido el verdadero expolio, y no el que dicen de Cataluña. El resultado: una tierra de emigrantes que se ha quedado despoblada. Una tierra rica, con la mayor masa forestal de España, que se ha quedado infraexplotada -o manejada por unos pocos-, y una tierra que por todo lo anterior, importa a muy pocos y no recibe ni atención ni infraestructuras. Soria es la única capital de provincia en España que no está unida por autovía, y casi tampoco por ferrocarril. Pero lejos de lloriquear, como hacen otros, los sorianos son duros y tiran adelante con lo que tienen, que no es poco. Así han logrado crear una especie de reserva espiritual de Occidente, como decía aquel payaso, que sólo conocemos y valoramos unos pocos, en voz bajita, y que nos reconocemos enseguida. Vino, setas, trufas, bosques, románico, antiguos glaciares... son solo algunas de las exportaciones de Soria para paladares que saben apreciar lo bueno y lo auténtico.
Por eso, cualquier iniciativa de desarrollo en esta especie de región de las Galias es digna de elogio, admiración y apoyo. Como la de los amigos de Navaleno, que conocí en el curso de la EEMTB de este año y que han montado una empresa basada en el modelo de Centros BTT en esta pequeña localidad a los pies de la sierra. Así que en esta excursión de fin de semana a mi tierra decidí visitarles y de paso descubrir el entorno biker de la zona, que era prometedor. Y vaya si lo fue. Una preciosa ruta en compañía de 14 bikers locales nos llevó hasta el Cañón del Río Lobos por una vía que no había hecho nunca y que me pareció extraordinaria. De allí, pasamos por San Leonardo y Casarejos estribando la comarca, y haciendo parte de la vía -abandonada- de tren que abastecía de madera la enorme fábrica Norma, de San Leonardo -hoy casi muerta, antaño un centro maderero de primer orden-.
Curiosamente, en esa vía se rodó parte de la peli Doctor Zhivago. Soria y Siberia quizás no sean tan diferentes entre sí, al fin y al cabo. Y no lo digo por el frío.
Por cierto, el próximo 11 de agosto los amigos de Navaleno BTT organizan una interesantísima prueba no competitiva en un circuito precioso entre pinares. ¡Seguro que nos veremos más veces, chavales!
La crónica seria de la ruta, aqui.
jueves, 15 de marzo de 2012
Empieza la fiesta
El Team en Moralzarzal, a few weeks ago. |
En fin, me estoy saliendo del tema. Es primavera. Los animalitos, las flores, y eso. Y tenemos tanta energía, porque ya el hombre ya no hace la guerra, y -algunos- no tenemos que preocuparnos de la supervivencia de la especie porque ya está más que asegurada, que tenemos que sacarla de alguna forma. ¿Y cómo damos salida a tanto chorro de vitalidad, de energía no utilizada en las funciones animales que alguna vez tuvieron nuestras especies pasadas? Pues haciendo algo si no constructivo -porque no conduce a ningún, no nos engañemos-, al menos que nos devuelva a nuestro lugar de origen: el bosque, y nos haga recordar las raíces animales en medio de este mundo enloquecido. Creo que no está suficientemente estudiado el aspecto antropológico del deporte, al menos de los deportes de montaña: por qué son tan terriblemente adictivos, por qué son tan tremendamente satisfactorios y por qué son tan diabólicamente bonitos en sí mismos. Supongo que algo de eso tiene que ver, ya lo he dicho muchas veces: el encuentro con nuestras raíces. El homo sapiens bajó de los árboles hace tan solo 200.000 años. Las primeras especies de homo erectus datan de 2,5 millones de años. Una insignificancia evolutiva.
Por eso: empieza la primavera. Empieza la temporada. Empieza la fiesta.
martes, 17 de enero de 2012
Post de reflexión
Relacionado con esto, hoy he escuchado a un tipo hablar sobre los movimientos sociales antiglobalización. Aparte de caer en los típicos argumentos que se suelen escuchar en este tipo de entornos, y de hacer una lectura muy particular de la historia del capitalismo y de la economía (y eso que era economista, o licenciado), decía una cosa que me ha dado pie a las siguientes reflexiones.
Explicaba que los movimientos sociales (agrupando en ellos al sindicalismo moderno y a los movimientos antimilitarista, ecologista y feminista, principalmente, que se desarrollaron desde los años 60), llegaron a un punto hacia los años 80, en pleno auge de la primera oleada neoliberal, en que se condensaron en una gran plataforma alternativa al sistema: el movimiento antisistema (o antiglobalización). Fruto de él han sido los foros sociales mundial (Porto Alegre, Nairobi, Génova, Dakar, Caracas, etc). Su base ideológica: una respuesta de la sociedad civil hacia el capitalismo globalizado neoliberal. La crítica desde el Sistema hacia este movimiento es que no hacen ninguna propuesta. Y su respuesta es: no es tan importante la propuesta sino identificar el problema.
Pasadas las primeras oleadas neoliberal y la respuesta antiglobalización de los 90, el capitalismo ha vuelto a contraatacar. La última crisis financiera y la ofensiva de recortes sociales al Estado del bienestar están rediseñando el panorama socioeconómico del mundo: actores transnacionales, nuevos y descentralizados. La respuesta ante ese contraataque ha sido el 15-M. Los Indignados, como así los conocen ya en Italia, Francia, Europa entera, desde aquellos ciudadanos que se reunieron en la Puerta del Sol en primavera del año pasado. La lectura que hacía esta persona, ligada al movimiento del foro social, de este panorama de movimientos y cambios sociales evidentes, era también particular. En su opinión, no acababa de ver la conexión entre los Antiglobalización y lo que está siendo el 15-M y los Indignados. Para mi, la relación está clara.
Lo que un día fue un movimiento global, anticapitalista (el más importante quizás, desde las Internacionales socialistas), ha evolucionado en un grado más local, concreto y a pie de calle. La segunda oleada neoliberal, de la primera década del siglo XXI, ha sido quizás más profunda y radical, al no existir ya ningún bloque ideológico de contrapeso. Quizás por eso se ha generalizado el impacto social y con ello el malestar. No ya hacia el Sistema, que en estos 10 años ha intoxicado a casi todos los ámbitos y se ha convertido en algo totalmente difuso y etéreo, como un organismo en cloud. Sobre todo se ha generado malestar hacia la política y la forma clásica de organización social.
Conclusión: el Contrato Social actual, aquello que todos hemos firmado tácitamente (el trabajo, el capital, la delegación de la soberanía en el Estado, etc), ha expirado. Era un contrato firmado en los cimientos de la revolución francesa, y ya es papel podrido. El socialismo intentó romperlo, pero fracasó. El problema es que nadie sabe muy bien qué lo va a sustituir, si es que lo va a sustituir algo nuevo. Y volviendo a Bauman y su teoría del Estado líquido "todo es impredecible". El estado cada vez se asemeja más a una empresa, no se sabe bien dónde empieza y dónde acaba; y los movimientos sociales que este año han barrido buena parte de Occidente y de los países árabes-mediterráneos, no se sabe bien hacia dónde van, qué pretenden o cómo quieren cambiar las cosas. Pero al menos están aqui. La alternativa, de no haber existido, quién sabe cómo de nefasta sería.
martes, 3 de enero de 2012
Propósitos
Empezamos el año con una cuestión típica y tópica, pero no por ello menos interesante: ¡propósitos de año nuevo! Es inevitable, a los occidentales nos encanta hacer listados de cosas. Así que, por esta vez seguiremos la corriente y jugaremos a ser alguien interesante, de esos que tienen un puñado de metas y principios impertubables, y eso que queda tan bien en las pelis tipo Jerry Maguire o así.
1. Un propósito no relacionado con la bici:
- Inteligencia y valor, para que la mierda no me salpique. Y seguir haciendo mi propia cerveza.
2. Un propósito de mantenimiento para la bici:
- Vigilar de cerca el basculante de la Blur, intentar conseguir una nueva horquilla para ella; y proteger con mi vida a la Sunn.
3. Un propósito relacionado con montar en bici:
- Hacer más kilómetros que la furgoneta de Locomía.
4. Una ruta obligatoria para 2012:
- La 24Doce de este año no se me escapa. Si puedo meterme en la Titan Desert. Y hacer los 4 viajes-ruta clásicos: mi pueblo, Calatayud, Madrid y Aínsa.
...Y de regalo, para toda la audiencia fiel de este blog, las 10 claves del año 2011 que acaba de terminar. Un análisis riguroso y pormenorizado de todas las cuestiones de máximo relieve social que han dado de sí en el mundo, un año que será recordado como la mierda desde el punto de vista socioeconómico. Las claves para comprender el devenir de los tiempos, la síntesis hecha luz en una época convulsa y turbia.
Al fin y al cabo esto es un blog, pero deberían darme el Nobel por enumerar las claves del progreso humano en lo que ha sido mayormente este año:
En lo positivo:
- los nuevos spots como Aínsa
- los reencuentros con viejos amigos
- la cerveza casera
- conocer Nápoles y Sicilia
- subir a un volcán en activo
- encontrar una ganga de bici del año 94 y petarlo con ella
- encontrar la horquilla más ligera del mercado y metérsela a una super Heckler
- el segundo verano en Les Angles
- el Día de la Reina en Amsterdam
- subir el Puigmal
- salud a tope
- la nueva peli del Team
- become a Mountain Bike monitor
- mantenerse firme y aguantar las tormentas de arena
- echarle huevos y cambiar las cosas que no te gustan
- el fin de ETA parece definitivo
- el 15-M y las revoluciones en el mundo árabe
- dormir feliz por las noches
En lo negativo:
- un país de lobos y corderos (o de chorizos y paletos).
- perderme la 24Doce
- picadura de medusa en la cara
- perderme 4 horas en la montaña
- el tiempo perdido por culpa de preocupaciones laborales
- días con falta de horas para hacer cosas que quería
- esto no es una crisis, es una estafa
- y los culpables siguen robando
- parece que hace buen tiempo...
- ...pero en el fondo es mucho peor que buen tiempo
- no he ido a ningún concierto este año
- la era de las prohibiciones y las restricciones se consolida
- siempre hay alguien que está peor que tú.
jueves, 22 de diciembre de 2011
Happy trails 2012
Un año más, el sol de media tarde adquiere ese tinte cobrizo y se cuela por las habitaciones. De pequeño, estas tardes de diciembre iluminaban toda la casa con una cálida luz naranja, que contrastaban con el frío de fuera. Ese era el síntoma de que la navidad estaba a la vuelta y de que el año se terminaba. En realidad, esa luz del Sol estaba apuntando al equinocio de invierno, cuando está más lejos de nuestro planeta, y sin embargo parece que se cuela por las casas en una despedida invernal hacia otro calendario y otro orden astrológico. Celebraciones paganas o religiosas, es lo mismo. Lo importante es que se termina una estación, un ciclo, y empieza otro.
Lo de los ciclos viene bien recordarlo hoy en día. Estamos (otra vez lo digo, lo sé, me repito más que el ajo) en un cambio de ciclo general, en el epicentro de un nuevo orden que aún no vemos con perspectiva. Pero ante esto, lo que nos intentan vender e introducir en nuestros pequeños cerebros es el temor. El miedo a lo desconocido, a la incertidumbre. Lo más grave de la crisis mundial no es la crisis en sí. Es el miedo que nos hacen tener hacia ella. Inocular el miedo en la psicología colectiva ha sido el mayor logro del capitalismo y de la sociedad globalizada.
Por eso, para 2012 pido como propósito general una sola cosa: superar la crisis. Pero en el sentido de actuar como si no existiera, de superarla psicológicamente. Ojalá una multinacional hiciera una campaña con este lema: ME SUDA LA POLLA LA CRISIS. Hay que limpiar el patio de todo y de todos los que nos han metido en esta situación, pero no podemos mirar más que hacia adelante. Por lo que hay que actuar como si los que están empeñados en mantenernos atemorizados y dóciles no tuvieran efecto sobre nosotros. Y así no lo tendrán.
Así que celebremos este fin de un año intenso, 2011, al que agradezco que haya sido benévolo conmigo y con mi entorno, y a los dioses, que nos han dado fuerzas para superar las batallas.
Happy Trails 2012!
Lo de los ciclos viene bien recordarlo hoy en día. Estamos (otra vez lo digo, lo sé, me repito más que el ajo) en un cambio de ciclo general, en el epicentro de un nuevo orden que aún no vemos con perspectiva. Pero ante esto, lo que nos intentan vender e introducir en nuestros pequeños cerebros es el temor. El miedo a lo desconocido, a la incertidumbre. Lo más grave de la crisis mundial no es la crisis en sí. Es el miedo que nos hacen tener hacia ella. Inocular el miedo en la psicología colectiva ha sido el mayor logro del capitalismo y de la sociedad globalizada.
Por eso, para 2012 pido como propósito general una sola cosa: superar la crisis. Pero en el sentido de actuar como si no existiera, de superarla psicológicamente. Ojalá una multinacional hiciera una campaña con este lema: ME SUDA LA POLLA LA CRISIS. Hay que limpiar el patio de todo y de todos los que nos han metido en esta situación, pero no podemos mirar más que hacia adelante. Por lo que hay que actuar como si los que están empeñados en mantenernos atemorizados y dóciles no tuvieran efecto sobre nosotros. Y así no lo tendrán.
Así que celebremos este fin de un año intenso, 2011, al que agradezco que haya sido benévolo conmigo y con mi entorno, y a los dioses, que nos han dado fuerzas para superar las batallas.
Happy Trails 2012!
jueves, 22 de septiembre de 2011
jueves, 18 de agosto de 2011
Lost, perdido en la montaña
Nunca he visto un solo capítulo de la serie Lost, pero cuando te toca a ti estar perdido te aseguro que echas mano a tu manual mental de supervivencia, venga de Lost o del flipado ese del Último Superviviente. Todo tu conocimiento sobre situaciones "comprometidas" se pone a examen. Y no es un examen fácil. Algo así me sucedió hace unos días en la serranía conquense.
Todos sabemos que no se pueden hacer ciertas cosas al salir a la montaña, sea en bici o andando o en cualquier otra actividad. Y los accidentes y percances en la montaña suceden tanto a gente inexperta como a gente habituada. Pero a veces la experiencia juega malas pasadas y uno se arriesga a hacer ciertas cosas, como ir solo por una zona que no conoces. La estadística no miente, y si no te ha pasado nada en años de salidas por la montaña, puede haber una que sí te suceda. El famoso 9 de cada 10 médicos recomiendan Colgate. Siempre hay un hijoputa que recomienda Binaca.
Aquel día cumplí todos los requisitos de seguridad y previsión ante una salida en bici por una zona desconocida, en solitario y en agosto: agua y comida abundante, mapa detallado (dejé una réplica del mapa de la ruta a mi novia, menos mal que hice caso a la vocecita interior que me lo dijo), batería en el móvil (que luego se demostró insuficiente), protección solar... En fin, que tomé las precauciones necesarias. Pero no fueron bastante para el palizón de kilómetros, el sol y lo difícil de orientarse y moverse en esa zona en concreto. Orientarse en la montaña no es cosa fácil, y la experiencia de muchos años no te garantiza nada, pero sin un buen mapa estás perdido. Esta vez, ni siquiera con un buen mapa me bastó.
La ruta había transcurrido sin problemas pero con algunas correcciones sobre la marcha, que había solucionado perfectamente. El típico sendero que tocaba retroceder porque no era el correcto, algún camino mal señalizado, etc. Pero el mapa y el marcaje de la ruta estaba demostrándose bueno. Me encaminaba hacia el bucle final ya de vuelta al pueblo de partida, desde el punto más alto de la montaña hasta el valle. La ruta decía que el camino se terminaba y que debía buscar un enlace a través del monte hasta otra pista que bajaba hasta una carretera, y de ahí al pueblo. Pero el monte estaba impracticable, totalmente cerrado y además había un barranco que según las curvas de nivel no debería estar allí. Retrocedí para buscar una alternativa que bajara por el monte. Imposible. Un rebaño de cabras sin pastor andaba por allí, pero no conducían a ningún sendero. A esas horas de la tarde ya notaba todo el peso de la jornada y del sol acumulado. Seguí buscando alternativas bajando por un cauce seco, ya con la bici al hombro. Nada. Conducía a otro barranco. Todo parecía indicar que estaba perdido y lo que era peor: el mapa no me ayudaba en nada.
Roto por el cansancio, subí otra vez con la bici al hombro por el cauce seco hasta un collado. Si me asomaba por unos árboles podía ver perfectamente el pueblo al que tenía que bajar, allí en el valle, pero no había forma humana de llegar hasta él a través del monte, y tenía que retroceder unos 7 km de subidas y bajadas por pista para llegar a una bifurcación que quizás me llevara a otro pueblo. Eso, estando completamente sin fuerzas y desde ese momento, para añadir más desgracia, también sin agua. En resumen: estaba jodido. Traté de buscar otras opciones, pero ya solo encontré una: la llamada de auxilio.
Desde entonces hasta que me encontraron unos amables tipos que había en el camping, con el 4x4, pasaron otras 3 horas. No eran capaces de localizarme por las referencias del mapa, sino por las suyas locales, así que ya pensaba que iba a pasar la noche bajo los buitres y algunos perros que andaban por allí. Allí no había ni rastro de civilización. Solo un inmenso silencio, pajaritos y chicharras, que parecían reirse de mi por subestimar esas montañas. Al final, vi el 4x4 acercarse a lo lejos y recogerme exhausto. La solución era difícil porque estaba en una zona sin salida. Tendría que haber retrocedido 7 km y bajar por unas pistas (sin marcar) hasta otro pueblo distinto. Es decir, muy posiblemente también me habría perdido. Se trata de una zona que solo conocen los cazadores de la zona, muy poco marcada y transitada. No apto para visitantes atrevidos.
En fin, el examen fue largo y tuve suerte, pero he aprendido muchas lecciones, entre otras: intentar evitar salir solo por zonas desconocidas, y... ¡¡comprarme un jodido GPS!! Es curioso lo que te pasa por la cabeza en esas situaciones. Eso, si te deja el cansancio extremo y los nervios que tienes encima. Pensaba en quién coño me mandaba estar una tarde de agosto perdido en la montaña, jodido de cansancio y de calor. No encontré la respuesta.
miércoles, 17 de agosto de 2011
La vida en Marte
Como decía la canción de Bowie, la vida en Marte vista desde el vehículo Opportunity parece mucho más tranquila de lo que es hoy en día en muchos puntos de nuestro querido planeta Tierra. Agobiados por la crisis/estafa económica mundial, por sequías, hambrunas y otros dramas, la vida en nuestro planeta Azul se antoja más complicada que la apariencia silenciosa y quieta del planeta Rojo.
Ahora que lo pienso, lo de planeta Azul y planeta Rojo puede querer significar algo...
El Opportunity ha tardado 3 años en recorrer 21 km en Marte, para llegar al cráter Endeavour. Qué cosas...
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