Después de adquirir una supercadena Luma antirrobo con eslabones de 10 mm, blindada, y con un candado que parece el de las mazmorras de Mordor, ya puedo echarme a la calle con la Kona Unit sin ir acojonado porque me la roben. La cosa está peligrosa ahí fuera, y no es cuestión de jugársela. Un juguete tan atractivo como la Unit puede caer en manos de cualquier indeseable, así que la sacaré a lucir sólo en contadas ocasiones, y seguiré utilizando la VPP (Virtual Pisa Panchitos) de 150 euros para ir al trabajo. El otro día intentaron reventarme la pitón, pero si me quitan esa bici me la suda. Lo único es que no tengo la rapidez de movimientos que con la Unit.
Así que el primer viaje con la Unit, ayer, fue divertido. El 32-17 de desarrollo se queda en un molinillo bajando por Muntaner o Balmes, pero luego se pedalea fácil en llano, y se puede mover también correctamente subiendo la empinada cuesta de Santaló, por ejemplo. Es decir, un desarrollo que vale para todo, aunque vas un poco vendido si quieres adelantar a vehículos motorizados, en plan bicimensajero. La aceleración en los semáforos es excelente (sales siempre el primero), y la absorción del cuadro es extraordinaria. Quizás con un 42-17 la cosa se pondría más seria. Pero quizás más adelante.
Este fin de semana toca descanso, o más bien excursión a Madrid y Festibike. La Black Mamba está aparcada, esperando que se pase la Maldición de los Pinchazos, que me lleva atormentando los últimos meses. Como la combinación "banda antipinchazos" + cámaras Tioga gordas no funcione, pensaré seriamente en pasarme a los tubeless, sucumbiendo a mis principios. Ya pasé por algo parecido cuando me compré mi primer móvil. Son cosas que sabes que son útiles, pero te niegas a reconocer que el peso del progreso aplasta a las cosas obsoletas. En el fondo, es puro romanticismo.
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