martes, 22 de noviembre de 2011

Los Losers


Hay días, al terminar la ruta que toca, en los que volvemos por la gasolinera para darle un manguerazo a la bici. Especialmente en invierno, cuando empieza a proliferar el barro, hacemos la operación "lavado automático por la cara". Ni siquiera es una manguera, sino uno de esos grifos manuales de las gasolineras, pero ayuda a quitar los pegotes más gordos del cuadro.

El caso es que al lado de la gasolinera hay un campo de fútbol donde suelen jugar las categorías infantiles del Europa (un histórico equipo de Barcelona, ahora en Tercera, pero que fue uno de los clubes que fundaron la Liga Española). El campo fue construido como campo de hockey hierba para las olimpiadas del 92, y ahora se utiliza como campo de entrenamiento y para jugar partidos entre empresas y liguillas infantiles y juveniles.

Lo que solemos hacer si terminamos la ruta en esa zona, es hacernos con unas latas de cerveza en la gasolinera y si se tercia, ver el partido que esté en juego en ese momento. Suele haber poca gente en la grada: familiares, amigos, lo típico. Pero lo verdaderamente sorprendente es que casi siempre, por no decir siempre, no tenemos que esperar mucho hasta ver alguna tangana entre jugadores, entre entrenadores, entre el público, entre el árbito y el público, entre un jugador y otro, o entre el público, un jugador y el árbitro. Un día hasta tuvo que venir la guardia urbana para poner orden en una pelea entre dos aficiones.

Claro, nosotros venimos con el subidón de la ruta, unas cervecitas frías, el cuerpo oxigenado y las endorfinas al 100%. Y nos ponemos a ver otro deporte, como espectadores, en el que la peña acaba a hostias, insultándose y perdiendo los nervios por una pelota. Resulta gracioso, pero al mismo tiempo penosamente grotesco, ver estos espectáculos en los que los padres de un chaval se dejan la voz insultando a un árbitro, mientras unos ciclistas empapados en sudor y barro observan perplejos la escena.

En realidad, respeto profundamente el deporte del fútbol. Lo sigo con mi equipo, me gusta y lo valoro. Pero espero que no vuelva a escuchar decir eso de que el fútbol es el deporte rey, aunque sea una frase hecha. Nadie con un mínimo de inteligencia puede respetar al fútbol y poner de vuelta y media al ciclismo o a los ciclistas, a quienes se tilda con facilidad y se etiqueta como esto o lo otro. La violencia que engendra el fútbol no tiene comparación con ninguna otra disciplina deportiva. Estamos de acuerdo: la violencia es una cosa y el fútbol, otra. Hay aficionados perfectamente educados y otros que podrían ser psicópatas potenciales. Pero con demasiada frecuencia la sociedad ensalza el fútbol y todo lo que lo rodea dando alas, precisamente, a los piraos. Frustrados, generalmente, que lo más cerca que han estado de practicar un deporte de verdad es comprar el Marca los lunes. Gente, en definitiva, que no puede dar lecciones de nada, ni de deporte, ni de educación, ni de civismo, salvo de cómo ser un loser y estar orgulloso de ello.

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