viernes, 28 de junio de 2013

Preparando las maletas (otra vez)

Preparar las maletas para un viaje siempre es excitante. La perspectiva de un viaje siempre lo es, o casi siempre -si es por trabajo puede llegar a ser un coñazo-, y hacer las maletas forma parte del ritual que lo acompaña. Así que, normalmente, pensar en qué llevar al viaje suele ser parte del mismo. Comenzarlo desde casa. Este año ya me ha tocado hacer la maleta unas cuantas veces, por trabajo y por placer, y ahora toca una de placer -aunque quizás también conlleve algo de trabajo. El caso es que a poco que uno esté familiarizado con los desplazamientos, fines de semana y vacaciones de guardar, cada cual tiene sus métodos propios de hacer la maleta. El mío es bastante simple.
Preparativos de viaje, mapas, billetes, revistas... 
Si el viaje es largo, hago una lista de cosas para llevar. Si es corto no, pero dependiendo del sitio puede que también. También suelo hacer la maleta con una cerveza a mano. Así sucede, que a menudo me dejo las cosas en casa. Si voy a un país con enchufes distintos a los nuestros, me olvido los adaptadores. Si voy a un sitio de playa, se me olvidan las chanclas. Si voy a la montaña, me dejo el gorro de lana. Y así sucesivamente. Pero la experiencia es un grado, así que siempre que puedo intento hacer la maleta con varios días de antelación. De esta forma siempre me acuerdo de algo con lo que no contaba o se me había olvidado.

Otro gran truco a la hora de preparar la maleta para un viaje es mentalizarse para llevar pocas cosas. Si piensas en llevar muchas cosas acabarás cargando un maletón y medio, pero si te propones llevar un equipaje pequeño, con un poco de suerte cabrá todo en una mochila. Es decir, que siempre llevamos más de lo que queremos y de lo que acabamos necesitando. Calculo que normalmente llevo un 40% 20% más del equipaje que después necesito. No falla. El problema es que si de entrada pienso en quitar ese 20% que sé que me va a sobrar, lo acabaré pagando muy caro. Es posible que me vea sin cepillo de dientes, calcetines, calzoncillos o cualquier otra cosa de necesidad básica. Así que ya cuento con ese extra de más y no me complico la vida.

Muestra de maleta el año pasado.
En definitiva, mi forma de hacer las maletas es bastante cutre, nada práctica y desde luego improvisada. No soy un ejemplo en hacer maletas, vamos. Y cuando hay aparatos electrónicos de por medio, olvídate. Últimamente la proporción de cables, cargadores, adaptadores y cámaras es bastante superior al de calzoncillos y calcetines, lo cual puede ser preocupante para más de uno.

Pero en fin... Todo este rollo para decir que... ¡LLEGÓ LA HORA DEL VIAJE ANUAL DE BICI! Seis días en el corazón de los Alpes Berneses darán para mucho, pasarán rápidos y sucederán un sinfín de anécdotas y escenas. Así que hay que aprovechar cada minuto.

Llevamos meses preparando este viaje con los sospechosos habituales del Team, así que voy a ponerme con la maleta, abrir una cerveza y a empezar de una vez otra nueva aventura absurda y fenoménica.






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