Casi todos los días que salgo a montar tengo la sensación de haber hecho la mejor ruta de la Historia. Supongo que esa es una sensación gratificante, pero el problema es que ya no sé dónde están los referentes para denominar a una ruta como "rutón", porque todos me parecen rutones épicos y alucinantes. O quizás mi listón esté demasiado bajo, cosa que dudo...
El otro día, en cambio, fue distinto. No tuve una sensación; fue una certeza absoluta. Willy y yo hicimos una ruta épica como ninguna otra, y no cabían dudas. Ambos nos dábamos cuenta pedalada a pedalada. Una de las rutas más duras -si no la más dura- que he hecho nunca, y una de las más exigentes y bellas de mi vida. Casi 6 horas de senderos técnicos por el Garraf, con excepción de un par de km de subida en asfalto por el Ratpenat -a un 10% de desnivel medio-, y unos pocos km de enlaces por pistas.
En total, 1.200 m de desnivel acumulado en unos 55 km (calculo) entre Sitges y Gavá. No menos de cinco secciones de bajadas técnicas increíbles e interminables, otras tantas subidas igual de técnicas y exigentes, y todo en el terreno más abrupto que yo conozco. Porque el Garraf es un lugar al que odias o amas. O mucho te gustan las piedras y las trialeras, o lo pasas mal, muy mal. No he visto nunca un terreno tan abrupto y cabronazo como éste. Porque las piedras no es que estén descolocadas, es que parece que estén colocadas a propósito en la peor forma posible para dejarte pasar. Es una pesadilla.
Pero claro, una pesadilla agradable. Si es que existen, las pesadillas del Garraf son de las que te gusta recordar porque las has superado. La dureza extrema sabe amarga en ese momento, pero se vuelve agridulce cuando la digieres por segunda vez, al contarlo. Así que ahora toca disfrutar este pequeña hazaña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario