lunes, 13 de diciembre de 2010

Para moderno, el cine mudo

Estos días se ha celebrado en Barcelona el Bicycle Film Festival, el festival de cine sobre bicis más importante del mundo, y que tiene un carácter itinerante, ya que se celebra en muchas ciudades de todo el planeta. Por fin, este año caía en Barcelona, y había ganas de conocerlo, de ver pelis y de confraternizar con otros entusiastas de la bici worldwide.

El jueves pasado fue la "presentación" del BFF en un local cercano al barrio del Borne, donde se exponían cuadros artesanales, fotografías y material vario de bicis urbanas. Cool. Por 1 euro te daban una Moritz (mmm, qué buenas), y después eran gratis. Varios fixers poblaban el garito, con máquinas impolutas. Debían conocerse entre ellos. Yo pensaba: "así que estos son los famosos fixers de los que se oye tanto hablar..." Pero empecé a encontrarme como un extraño entre tanta bici minimalista y sofisticada. Yo, con mi Decartón singlespeed tuneada a lo cutre-pandillera, y el resto con verdaderos maquinones de pista de a 1.000 pavos la rueda. Como te levanten una bici así en la calle debe ser para pegarse un tiro -pensaba yo, mientras recordaba a mis queridas y hurtadas Sunn y Kona y sorbía un trago de birra, pa olvidar.

Ojeé el programa del festival. Las pelis se centraban en el fenómeno de bicis urbanas: fixed, bicimensajeros, etc. Ni rastro de las bicis de montaña, el bmx (sólo una peli), la carretera o el trial. ¿Festival de cine de bicis? Más bien tendrían que haberlo llamado "festival de cine de bicis urbanas", ¿no? Tendría más sentido haberlo llamado "Festival Fixed", pero que yo sepa, hay bastantes tipos de bicis aparte de las que se usan en la ciudad -que por cierto, también son muchas-. Bueno, las fixed molan -pensé-, así que tampoco estará mal ver pelis de estos flipaos.

Entonces empecé a fijarme en el paisanaje que poblaba el garito. Atendí a ver uno o dos bicimensajeros sofocados de pasarse todo el día currando con la bici. Sus bicis estaban sobadas como un guante de cuero viejo. Pero el resto... el resto de las bicis que había aparcadas estaban intactas. Algunas resplandecían tanto que sus dueños se tenían que poner unas Ray Ban más grandes que las orejas de Mickey Mouse. Joder, apuesto una tija de carbono a que esos tíos no montaban en bici y que tenían el culito suave como un bebé. Es más: sospecho que esos tipos (y tipas) se habían apuntado a la última moda de los modernos. A la última revelación de la Hermandad de la Gafapasta.

Entonces se me cayó la venda de los ojos. Sí, hermanos. Todo aquello no era más que otra reunión de pijos modernillos que junto al iMac y el iPhone se dedican a coleccionar otros iconos de la cultura posh-vanguardista, como las Adidas Gazelle, el reloj Casio digital, o la bicicleta sin marchas. Ni siquiera la cultura alternativa y respetable de los verdaderos fixers yankis puede ser alternativa en este país. Una cultura de bicis self-made, no compradas por papá; de fancines, carreras ilegales, movimiento underground... De actitud y no de pose. Con algunas excepciones en Internet, me parece que los fixers van justo de lo que no son ("el viejo dicho: dime de qué alardeas...").  Algo que, por otra parte, también ha sucedido antes con las ruedas gordas y los freeriders, por ejemplo.

Es lo que pasa cuando la cultura, o lo que podría llegar a ser una manifestación cultural, deportiva, o de cualquier otra forma, la secuestran los modernos. Perdón, los burgueses progres.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Bellotas



En vez de salir a hacer una de las rutas clásicas que solemos hacer en el monte, el otro día me vi con fuerzas y empalmé dos rutas. La cosa empezó bien, suave y con precaución porque había llovido y las trialeras estaban un poco mojadas y resbalaban. Continué (iba solo) por un enlace que solemos hacer de bajada, y que esta vez me tocó hacerlo de subida. Con el plus de que el camino estaba impracticable, lleno de árboles caídos. Tenía que hacer contorsionismo para pasar por debajo y por encima de troncos y ramas. Parecía una mezcla de Circo del Sol y el juego aquel de Enredados, o como se llamara. Un verdadero calvario. A la postre, creo que eso fue lo que me dejó K.O.


Pero en fin, continué la ruta, ya encadenado la segunda parte y sin síntomas aparentes de cansancio, aunque tampoco muy fresco después de media hora trepando por rocas y jugando a ser El Hombre Elástico. Consecuencia: una pájara de proporciones bíblicas cuando encaraba una de las subidas más duras de la zona, hacia Can Pascual. Sin agua, sin comida, vi que todavía me quedaba una pedazo de bajada, y un largo camino de vuelta pasando por otra buena subida. Jodido estoy, pensé.


El sendero pasaba a la puerta de un par de casas "okupadas" que hay por el monte, de algunas familias que viven en una especie de "comuna", con sus gallinas y tal. Así que a una de ellas le pedí agua. "Sólo tenemos agua de lluvia que recogemos..." ¿Cómo? Sí, vale, me da igual. Aunque sea aguarrás la iba a beber igual. Aunque no tuviera algo de polución en vez de minerales me daba lo mismo, necesitaba agua. Pero todavía quedaba meter algo de glucosa rápida al cuerpo. Lo bueno del otoño es que es la época de algunos frutos secos, como las bellotas. Así que busqué cual gorrino ibérico entre los matojos en busca de ricas bellotas doradas y crujientes que me dieran algo de energía.


La cosa salió medianamente bien, ya que pude volver a casa con bastante esfuerzo, eso sí, pero pude volver después de una ruta de escándalo, de las que hacen afición. Al final, en el campo encontramos todo lo que podemos necesitar para "sobrevivir". Sólo hace falta saber aprovecharlo sin esquilmarlo.





viernes, 3 de diciembre de 2010

Bici terminada

Pues ya va tomando forma la bici, sí señor. La última sesión estuve volviendo a limpiar la transmisión y desengrasando la cadena, que parecía un mazacote de grasa y mierda. Coloqué el plato encajándolo en la biela, lo limpié, y después coloqué el cubreplato, un magnífico cubreplato-cadena "super BH", que es una obra de arte. Frenos, ruedas colocadas y... voilá! Aquí está la bici, limpia al fin, y por lo menos en un estado de revista para aguantar lo que le queda de vida -es decir, ad eternam- como bici de exposición. La jubilación dorada que cualquier bici desearía en su vida. Poder contarle a otras bicis más jóvenes cómo eran los duros años de los frenos de varilla, las piezas de hierro forjado... Eran los pesos pesados, los dinosaurios de las bicis: 20 Kg de hierro atravesando las carreteras de una España surcada de cicatrices y baches.

Rascando los últimos rincones de tierra y barro fosilizado -esos pedales de hierro llenos de recovecos-, me daba cuenta de que esos trozos de barro -barro soriano, obviamente- llevarían allí 20, 30 años. Quizás más tiempo. Sigue sorprendiéndome esta tontería, pero tocar tierra que lleva allí pegada todos esos años me parece un misterio.



Cuando en realidad, la tierra o las piedras que tocamos o pisamos llevan siglos ahí puestas, quietas y observando.

De hecho, cada vez que montamos en bici, por ejemplo, estamos haciendo algo de arqueología o espeleología, ¿no? En fin...

Lo importante es que ya está lista, restaurada y rehabilitada la bici de mi abuelo, y ahora será el objeto más valioso de mi casa en el pueblo. Quizás debería ser la primera muestra del "museo de la bici", o la "casa museo de un flipao de la bici".

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Salud, dinero y salud

La salud (la buena salud) puede que sea el bien más importante que tenemos en la vida. Se suele decir eso de "salud, dinero y amor"... Pero cuando te falta la primera, o le falta a alguien de tu entorno, el resto de problemillas que rodean nuestras pequeñas vidas se vuelven ridículos. Digo esto no por mi, sino por un buen amigo que está en una situación así, en modo "fight", como él dice.

En casos así, cuando tienes un problema de salud (ya sea una caries, un hueso roto o un cáncer), unos invocan a Dios, otros a los dioses, y otros a sí mismos, para recuperarse del trance. El dolor nos hace bajar a la tierra y humillarnos ante nuestra condición de seres frágiles y mortales. Nos despoja de todo lo que no es humano en nosotros, y nos deja en pelotas frente a frente con la vida y la muerte. Es entonces, para recuperar nuestra salud y volver a ser personas "completas" y seguir con nuestras vidas, cuando recurrimos a lo que buenamente puede cada uno.

No sé en qué pensaría Lance Armstrong para salir de su enfermedad y ganar el Tour 7 veces. Tengo pendiente leer su biografía, porque aunque no me simpatice, reconozco que Armstrong los tuvo bien puestos (nunca mejor dicho) para superar toda una adversidad como un cáncer de testículos. El tío dejó claro que la capacidad de recuperación de un ser humano es infinita, y que la voluntad lo puede todo.

Suelen decir que los deportistas tienen una capacidad especial para superar las enfermedades o las lesiones. No lo sé, pero quiero pensar lo mismo que pensó Armstrong si alguna vez me veo en las mismas. A él le dijeron que tenía menos de un 40% de posibilidades de sobrevivir. ¿Qué tendría en ese momento, un 0,001% de probabilidades de ganar 7 Tours?

Claro que en el caso de Armstrong, el dopaje también tuvo algo que ver. Pero también es verdad que sólo con hormona del crecimiento no se supera lo que ha superado este hombre.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Regalos



Los días soleados del otoño son un regalo inesperado para los que andamos por el monte en estas fechas. Cuando gran parte de la península ya sufre temporales y días de perros, en el Mediterráneo aún se disfruta de temperaturas templadas que invitan a adentrarse en los bosques dorados del otoño. Es un premio gordo que tienes que ir a cobrar al banco.

La fauna que merodea en esta época por el bosque se compone de alguna batida de cazadores en busca de senglares, o de setas. Ambos cazan. Otros cazadores, o más bien buscadores, somos nosotros. Como en el siglo XIX proliferaron los buscadores de oro, a mi me gusta pensar en una especie de "buscadores de caminos" -aunque suene un poco chorra. La diferencia es que nosotros no expoliamos ni nos llevamos lo que es del bosque, sino que en todo caso lo potenciamos: mantenemos los senderos vivos.

Hablando de denominaciones, otro nombre que he escuchado hace poco a un amigo para describir lo que hacemos es más original: Ciclomountain. Ni ciclocross ni mountain bike. Me parece perfecto, y combina el anglicismo con el latinismo en un palabro que no es ni una cosa ni otra, sino algo totalmente aparte. Brillante.

En fin, lo importante es que los caminos están ahora en su punto más dulce. Como las uvas al vendimiar. Alfombras amarillas de hojas crujientes, terrenos húmedos donde tumbar la bici desafiando la gravedad, y un efecto gloss de luz tipo Photoshop que te deja con la baba colgando.

Mis últimas salidas han sido en pedaladas y carreras populares en una zona de sierra y bosque mediterráneo, y he disfrutado como un verdadero enano. Para mi, el otoño es la época de mejores sensaciones sobre la bici, algo así como si un niño se quedara encerrado en una macrotienda de juguetes el día de nochebuena. O como saborear una buena cerveza o un buen vino. La magia de disfrutar de regalos inesperados antes de que termine el año.