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jueves, 18 de octubre de 2007

La potencia cuando pinchas no sirve de nada

La maldición de los pinchazos que llevo arrastrando en los últimos meses puede tocar a su fin a partir de este fin de semana. Después de una desafortunada y descabellada idea como fue la de comprar un par de Maxxis Mobster similares en peso a las ruedas de un tractor John Deere, he vuelto a la cordura y he calzado un par de Kendas. Sí, donde dije digo digo Diego. Porque dije que nunca en la puta vida iba a volver a poner unas Kenda en la Blur, y he vuelto por mis fueros. Sólo que esta vez hay un componente extra.

Como me resisto a pasarme al tubeless y sigo fiel a la escuela clásica de las cámaras y los parchecitos, he optado por una solución intermedia: las cámaras con moco. Unas cámaras Specialized (los únicos productos de la marca que he consumido en mi vida), con una mezcla de látex y líquido antipinchazo parecido a la nata líquida. Con esto espero frenar la espiral de pinchazos en la que había caído en las últimas salidas con la Blur.

Bueno, esto y una nueva cubierta Nevegal de 2.10 con flancos reforzados. Cosa fácil si se tiene en cuenta que los flancos normales de la Nevegal son casi tan finos como el papel de culo.

Probaré estas cositas en la próxima salida del sábado. La última, por cierto, me costó un esfuerzo extra porque tuve que arrastrar esas malditas Mobster durante casi 3 horas.

Por cierto, vendo una pareja de Maxxis Mobster 2.10 con una salida, al módico precio de 15 euros cada una (la mitad de lo que me costaron, oiga).

happy trails

martes, 16 de octubre de 2007

Épico



Este puente del Pilar ha sido hardcore. Primero, el concierto de Héroes en Zaragoza el día 10 (tremendo), y luego desde allí a mi pueblo, epicentro del mountain bike mundial. Un fin de semana con acento maño, por otra parte, porque convoqué a seis colegas de Calatayud para hacer una ruta el sábado. El triángulo Barcelona-Calatayud-Alcubilla sigue hiperactivo.

Además, vino mi primo zamorano, que también le da a los pedales, y nos echamos unas rutas bien ricas. El viernes 50 km por el monte, pistas y senderos muy bonitos que yo no conocía del todo. La ruta era inédita y nos gustó especialmente. Desde el pueblo hasta Langa, donde nos tiramos unas birras en una terraza al sol, como lagartos. La vuelta costó un poco, pero cuando llegamos teníamos más hambre que el perro del afilador, y nos metimos p'al cuerpo medio kilo de tallarines, ideales para lo que nos esperaba el día siguiente. Terminamos de comer a las 7 de la tarde, y luego la sobremesa duró hasta que nos fuimos al sobre.

Amanecimos el sábado con otro día radiante y fresco. Sol pero fresco, de esas mañanas con un buen rocío en los caminos. Vinieron los de Calata a las 10, y salimos los 8 individuos con dirección al cañón del Río Lobos. La ruta prometía. Primeros kilómetros de rodaje y calentamiento. Luego la cosa se empezó a animar, al pasar el mirador del Portillo, ya en el Parque Natural. Vistas impresionantes y primeros amagos de cansancio entre la concurrencia. Fotos, risas, jiji jojo, y a seguir. Bajada final hasta el Puente de los Siete Ojos, impresionante y muy rápida. Y final clásico por el cañón, con bastantes peatones pero con las mejores estampas del día. La mejor época sin duda para ver el cañón.

Evidentemente, llegamos al final de la ruta jodidos pero contentos. Con 54 km en las piernas a través de las montañas. Pero como estaba planeado que fuera así, el final de la ruta coincidía con el restaurante El Cañón, otro clásico de la zona. Ser diseñador de la ruta tiene esa responsabilidad, pero cuando sale bien la satisfacción es doble. Corrieron las cervezas, volaron los platos de cordero (o más bien oveja), se esfumaron las botellas de vino y gaseosa... en fin, el típico banquete de después de una ruta épica. Luego seguimos con las celebraciones hasta la noche.

Resultado: un puente espectacular, en pleno otoño, con buenos colegas y buenos productos de la tierra. ¡Qué bien se lo pasa la muchachada y qué bien nos trata la madre tierra!

happy trails

viernes, 5 de octubre de 2007

Ríos de color oro


Después de una semanita sin salir a la montaña por el Festigay, el cuerpo necesita las endorfinas necesarias para equilibrar el subconsciente y la vida real. Eso de soñar que estás bajando los Alpes con una V-10 es una prueba de que tu cuerpo necesita las bonitas sensaciones de una ruta por los senderos de charquitos y vegetación casi tropical de Collserola. Así que desde el miércoles tengo preparada la Black Mamba para su reaparición fugaz por los bosques. Cabe incluso la posibilidad de que hoy a última hora le cambie las cubiertas. Las Kenda Nevegal Stick-e de 2.35 delanteras siguen siendo una cruz, y no dejan de proporcionarme pinchazos y más pinchazos, así que creo que voy a volver a lo bueno -pero pesado- y conocido, y voy a calzar unas Maxxis, que no tienen tan buen agarre como las Kenda, pero no ponen a prueba mi paciencia con los pinchazos.

El tiempo se presenta prometedor. Las fuertes lluvias de esta semana anuncian caminos con chocolate espeso o semiespeso, y un grip intenso. El otoño, ese gran amigo de los bikers, está empezando a dejar la capa freática de los caminos deslizantes y divertidos, y la temperatura es idónea para rutear durante horas sin peligro a deshidratarse. Para más inri, uno de los componentes del team de la ciudad condal se ha hecho con una nueva máquina: una flamante Heckler gang green, y si la tiene lista para hoy es posible que el domingo se produzca el estreno oficial, con lo que seguro que después habrá celebración heinekeniana.

Cuando la semana ha sido un tobogán de actividad y sensaciones, la montaña es como volver a casa, y la oportunidad de volver al estado ideal del ser humano: embarrado, cansado y con una sonrisa de oreja a oreja.

Happy trails.