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miércoles, 29 de abril de 2009

Quicksilver

La fiebre por las bicis urbanas sigue, y seguirá mucho tiempo. En estos tiempos de crisis la gente no está para invertir en bicis de montaña ultracaras, que se quedan obsoletas en una sola temporada, y de la que puede disfrutar el poco tiempo libre que dispone. Bueno, cada vez seremos menos en la montaña, en ese caso, ¡bien! El futuro es la bici como medio de transporte low cost, independiente, flexible y amigable en las ciudades. Y si a esto le añadimos una incipiente cultura underground (mucho más madura en otros países), tenemos que la bici urbana será más que un medio de transporte, una salida más que digna al incierto mercado del mountain bike, estancado hace mucho tiempo como un deporte minoritario.

Sólo con pasar un par de días en Londres, Amsterdam o cualquier ciudad europea es como asomarse por una ventana al futuro. Y en este futuro hay cada vez más bicis por la calle. Y bicis con personalidad: bicis de pista tuneadas, con piñón libre o fijo, singlespeeds, carretera, custom, low ride, bicis de chatarra pero curiosas, bicis de carbono para ir a comprar el pan... Infinitas posibilidades de llevar al terreno de la bici eso que llaman cultura urbana, y que no es más que la reivindicación del individuo, la originalidad y el estilo contracultural (o su pretensión). Más que una moda, la bici en la ciudad será una necesidad, y una forma de entender la relación del invididuo con la urbe en el siglo XXI. Esto último no lo he copiado de ningún ensayo de urbanismo pedante. Es que soy así de freak.

En fin, buen momento para recordar una mítica peli ochentera sobre bicis: Quicksilver. ¡Increible ver a Kevin Bacon sobre una singlespeed de carretera por San Francisco en los años 80! Tengo que conseguirla como sea...

http://www.youtube.com/watch?v=J9bQi_fqH5U

Y otra japonesa:

martes, 14 de abril de 2009

El mapa del tiempo

Todos sabemos que la primavera es una estación jodidamente traicionera. Puede amanecer despejado y en dos horas empezar a llover a muerte, o bien que bajen las temperaturas por un frente polar que te deja tieso, o hacer un sol implacable como en pleno mes de julio. La primavera es así, y en los tiempos del cambio climático, todavía más.

Por eso, el pasado viernes día 10 de abril, Viernes Santo, vi cómo caían copos de nieve del tamaño de un huevo frito, en mi pueblo. Y dos días después, estaba en mangas de camisa (casi) montando en bici bajo un sol radiante, aunque a 10 o 12 grados. Vamos, que no se sabe con lo que te vas a encontrar.

Para evitar esto en parte, existe la predicción meteorológica. El hombre o la mujer del tiempo. Pero hacer caso a las predicciones de la tele, la radio o los periódicos es perder el tiempo. NO DAN UNA.

Las predicciones del tiempo están basadas en fórmulas, algoritmos y patrones matemáticos, y hay numerosos modelos. Los buenos no los utilizan los civiles. Efectivamente, habéis acertado. Los buenos son los que usan los militares.

Estos enlaces son mapas de predicción basados en modelos que utiliza la marina y la aviación norteamericanas. Y sólo ellos predijeron que el viernes nevaría en mi pueblo, y no el Florenci Rey de turno. Son dos buenas herramientas para predecir (no asegurar) qué tiempo va a hacer esta primavera. Son un poco complejos de utilizar, pero con un poco de tiempo se pueden averiguar muchas variables: temperatura, humedad, viento, etc. Y casi siempre aciertan.

FNMOC WXMAP
GFS Europa - Modelo de predicción numérica

lunes, 6 de abril de 2009

Un lunes cualquiera


Hoy he ido al curro con bastante tiempo, algo más que de costumbre. Mejor dicho, el tiempo que suelo emplear para llegar a la oficina me ha cundido más hoy, porque esta semana muchos empiezan las vacaciones de pascua, los colegios cierran, y el tráfico es sensiblemente menor por la calle, dejando vía libre a las bicis.

Me he levantado a la misma hora, aunque con una sensación mucho mejor que la media de los lunes. Los lunes son de por sí jodidos. Cuesta mucho levantarse un lunes de invierno. La cama está muy calentita, estás hecho un ovillo de lana con tu chica, ahi fuera están cayendo chuzos de punta, y durante el fin de semana te has acostumbrado a que las sábanas se te peguen a la cara. De ahi que cuando llega el lunes maldigas a tu empleador por haber puesto un horario como el tuyo.

Sin embargo, en primavera es distinto. Esta mañana, por ejemplo, a las 7.30 el sol empezaba a teñir de naranja los tejados de la ciudad, llegando hasta el Tibidabo. El aire fresco me ha llenado los pulmones, un café recién hecho me ha despejado después de la ducha, y estaba deseando coger la bici y lanzarme a la calle. Además, con la mitad de coches por la ciudad, ir en bici se ha convertido en una excursión. Tenía que haberla grabado en vídeo. Y es que me alucina cada vez más callejear por el barrio gótico a las 8 de la mañana, sorteando camiones de reparto, chicas de oficina que van al trabajo, y otros elementos urbanos. Es realmente divertido, toda una escuela de Dual Slalom.

Y por fin, llegando al trabajo, el mar. La playa Icaria donde desemboca la ciudad, y empieza el abismo. En una mañana como ésta, el mar en calma sugiere armonía. Pero hay que verlo en invierno, cuando es gris, metálico y frío, y no da ni puta gana pensar en él como algo poético sino como un dios respetable. Ahora, el mar es grandioso y amigable, y verlo por las mañanas de camino al trabajo me hace pensar que el resto del día lo pasaré en una oficina. Pero en realidad siempre está ahi, y lo volveré a ver a la salida. Seguirá siendo salvaje y desconocido, y por las mañanas seguirá donde está, por mucho más tiempo del que yo o cualquiera de los que conozco lo veamos en nuestra vida. Efectivamente, el mar sobrevivirá a nosotros. Esa sensación de ser finito, hace que me sienta más libre cuando miro al mar desde la bici, y cuando le doy la espalda y me marcho a la oficina.