Páginas

martes, 16 de octubre de 2007

Épico



Este puente del Pilar ha sido hardcore. Primero, el concierto de Héroes en Zaragoza el día 10 (tremendo), y luego desde allí a mi pueblo, epicentro del mountain bike mundial. Un fin de semana con acento maño, por otra parte, porque convoqué a seis colegas de Calatayud para hacer una ruta el sábado. El triángulo Barcelona-Calatayud-Alcubilla sigue hiperactivo.

Además, vino mi primo zamorano, que también le da a los pedales, y nos echamos unas rutas bien ricas. El viernes 50 km por el monte, pistas y senderos muy bonitos que yo no conocía del todo. La ruta era inédita y nos gustó especialmente. Desde el pueblo hasta Langa, donde nos tiramos unas birras en una terraza al sol, como lagartos. La vuelta costó un poco, pero cuando llegamos teníamos más hambre que el perro del afilador, y nos metimos p'al cuerpo medio kilo de tallarines, ideales para lo que nos esperaba el día siguiente. Terminamos de comer a las 7 de la tarde, y luego la sobremesa duró hasta que nos fuimos al sobre.

Amanecimos el sábado con otro día radiante y fresco. Sol pero fresco, de esas mañanas con un buen rocío en los caminos. Vinieron los de Calata a las 10, y salimos los 8 individuos con dirección al cañón del Río Lobos. La ruta prometía. Primeros kilómetros de rodaje y calentamiento. Luego la cosa se empezó a animar, al pasar el mirador del Portillo, ya en el Parque Natural. Vistas impresionantes y primeros amagos de cansancio entre la concurrencia. Fotos, risas, jiji jojo, y a seguir. Bajada final hasta el Puente de los Siete Ojos, impresionante y muy rápida. Y final clásico por el cañón, con bastantes peatones pero con las mejores estampas del día. La mejor época sin duda para ver el cañón.

Evidentemente, llegamos al final de la ruta jodidos pero contentos. Con 54 km en las piernas a través de las montañas. Pero como estaba planeado que fuera así, el final de la ruta coincidía con el restaurante El Cañón, otro clásico de la zona. Ser diseñador de la ruta tiene esa responsabilidad, pero cuando sale bien la satisfacción es doble. Corrieron las cervezas, volaron los platos de cordero (o más bien oveja), se esfumaron las botellas de vino y gaseosa... en fin, el típico banquete de después de una ruta épica. Luego seguimos con las celebraciones hasta la noche.

Resultado: un puente espectacular, en pleno otoño, con buenos colegas y buenos productos de la tierra. ¡Qué bien se lo pasa la muchachada y qué bien nos trata la madre tierra!

happy trails

1 comentario:

  1. Oh, man! Yo quiero hacer la del Cañón del Río Lobos!!!! Lo del atracón a comer es secundario. Planea una para más adelante y me uno a la fiesta.

    ResponderEliminar