A rey muerto, rey puesto, dice el dicho. Y es así. Si me levantan la bici, no sólo me vuelvo a comprar una, sino dos. No es que me haya tocado la primitiva -bueno, me ha caído un quinquenio, pero tampoco es por eso-. Siempre quise tener una Marin, y la ocasión la pintaron calva -nunca mejor dicho- en una tienda de Barcelona, BikeLand, la de los Lacondeguy. De hecho, me cobró el padre de los Lacon. No conocía esta tienda, y está bastante bien, por cierto.
El caso es que la macchina nuova es una rígida que bien puede servir para hacer rutas de XC como para bici urbana con cubiertas finas. A los pocos kilómetros de uso, he observado que es una geometría muy cómoda y endurera. No es para nada una rígida racing de las que vas encorvado. Es ágil y con un eje de pedalier bajito. Creo que puede dar mucho juego para hacer rutas divertidas de pedaleo y endureo.
Lo que pasa es que por componentes y por aspecto general es una bici que canta por la calle. Y ya se sabe. En principio la quiero utilizar en contadas ocasiones como bici de calle, y mantenerme con lo que queda de la Decathlon tuneada. Pero... va a ser que no. A la Decathlon tuneada (negra de paseo con manillar alto) le han quitado el freno trasero completo, los puños, y el otro día también el sillín y la tija. Vamos, que está en el esqueleto. Así que para lo que tendría que gastarme en sustituir estas cosas, me voy a pillar esta otra Decathlon: una versión barata de la Unit. Y a tomar por culo. Así que me hago una bici de XC y otra de calle por menos de lo que me costó la Unit. Creo que es un buen deal.
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