A dos semanas de que termine 2008, el frío es más intenso en toda España. El sábado salí con mallas largas y doble guante, algo inaudito en estas latitudes, y aunque hacía cierto biruji y aire frío, después de mediodía se estaba muy bien en el campo al sol. Hice una bonita combinación de senderos técnicos y mojados en solitario, y eso me dio que pensar en las diferencias entre salir solo o con gente.
Cuando empecé a montar, (a long time ago in a galaxy far, far away) salía solo por la montaña. Eso tiene sus cosas buenas y sus cosas menos buenas. Mola salir solo porque vas a tu aire, la sensación de soledad en la montaña es mucho más intensa, más extrema. Aprendes de ti mismo y te conoces mejor: tus límites, la concentración, el esfuerzo, es una experiencia muy "entre tú y la montaña". También puede ser más peligroso, claro. Ante un problema, una caída, un accidente, estás solo y esto puede ser jodido.
Tiempo después empecé a salir con más gente, y descubrí otra forma de hacer mountain. Con los colegas, las cosas son distintas: aprendes otras formas de montar, aprendes nuevos senderos, te ríes, compartes anécdotas... es más entretenido. Por contra, si el grupo son demasiados se corre el riesgo de que aquello parezca una verbena. Parto de la base de que salir a la montaña es una cosa un poco trascendente, no es como ir a un garito. Es necesario un cierto respeto, una cierta solemnidad. Ir dando voces y contando chistes por la montaña no es mi ideal de salir a montar, la verdad -aunque a veces se nos escapen los gritos y las exclamaciones de placer...-
Hay gente que no soporta montar solo. A mi me gusta montar solo y acompañado. Cada una tiene sus pequeñas perlas. También depende de la compañía. Tener todos un nivel parecido y ser colegas, ayuda mucho a que una ruta buena se convierta en una ruta memorable. Aunque si te encuentras con una ruta increíble tú solo, en plan "solo ante un rutón", también es cierto que esa ruta buena se convierte en algo épico.
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