miércoles, 9 de julio de 2008
Andorra la bella
Siempre es un placer escaparse a Andorra en verano, cuando las hordas de turistas son un poquito menos que en invierno, y las montañas se derriten y quedan al descubierto los caminos que las recorren. Como la multitud de objetos -sobre todo de esquí- que quedan bajo la nieve durante el invierno y afloran en primavera, así los caminos salen de la hibernación y nos saludan efusivos cuando llega el buen tiempo.
En Andorra hay unas cuantas estaciones dignas de ser visitadas continuamente. Se trata de Vallnord y de Grand Valira. Ambas ofrecen grandes extensiones de senderos y pistas para nosotros, los freaks del mtb.
En esta ocasión, me invitaban a pasar el fin de semana en Vallnord coincidiendo con un festival de mountain. Y pasé dos días de reencuentro con los caminos de Andorra, siempre divertidos y magníficos. Son caminos generosos con el biker: raíces, piedras, desnivel... descensos larguísimos, técnicos a ratos, sencillos en otros momentos, y siempre muy bonitos. Montar a más de 2.000 metros de altitud siempre te permite tener los macizos y valles en las narices. Tienes ganas de frenar y ponerte a ver el paisaje, pero las ansias de rodar son mayores, y al final terminas por obviar la belleza del paisaje. Se produce una especie de inmersión, como cuando buceas en el mar. Te sumerges en las montañas y es entonces cuando aprecias realmente el paisaje. Aunque no lo estés mirando, te está entrando por los ojos y por el resto de los sentidos.
Eso pasa cuando montas en Andorra.
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Oh man! Qué ganas de subir unos días... se me escapó la oportunidad de Les Gets este año...
ResponderEliminarSaludos! Emilio.