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jueves, 16 de diciembre de 2010

Descomponiendo Wikileaks

El protagonismo mediático de esta última parte del año está situado en la revelación de hechos comprometedores para ciertos gobiernos, sobre todo de Estados Unidos, mediante el portal Wikileaks y varios medios de comunicación que colaboran en este proyecto.

Ahora mismo, es difícil comprender la trascendencia que supone la aparición de Wikileaks en la escena mediática mundial. Probablemente se trate de la primera de una serie de plataformas wiki que revolucionen la forma en que recibimos y procesamos la información. Quizás Wikileaks se diluya en el océano de sistemas de información libre que están cambiando y cambiarán aún más el modo en que nos comunicamos y conocemos el mundo. Pero no por ello es un fenómeno importante, aunque no tanto como ahora mismo parece.

Wikileaks lleva difundiendo "secretos de Estado" desde julio de 2007, con el vídeo donde un helicóptero Apache grababa el asesinato de varios civiles en Irak, periodistas incluidos. Sin embargo, ha sido con la difusión de los "cables" de las embajadas estadounidenses en todo el mundo cuando han pegado el pelotazo del año. Puede que de la década. Porque lo que me parece claro es que Wikileaks va a estar aqui un buen tiempo. El tiempo que el Poder les deje vivir.

Wikileaks difunde supuestos hechos que dejan en pelotas a los gobiernos, a empresas y a cuantos ostentan el "poder mundial". Esto, como estrategia de acción política y ciudadana es impecable. El objetivo es informar a la sociedad de los trapos sucios y los planes que el Poder trama a sus espaldas. Bien, es la reacción mundial ante el absolutismo democrático o el Imperio Democrático que nos domina. Los intentos de acallar y maquillar esos supuestos hechos evidencian que están en el buen camino: los poderosos reaccionan. La tecnología descentralizada, el anarquismo tecnológico, pone en jaque a los que manipulan y esconden las verdades. Hasta ahí, todo correcto. Viva Wikileaks que nos quita la venda de los ojos y nos hace libres.

Sin embargo, hecha así, la lectura de la historia es tan simple que no resulta creíble. Hasta hace muy poco tiempo, nos informábamos de la misma forma que hace 100 años. El Poder informaba de la misma forma que hace 100 años, pero la sociedad -por hablar de dos entes separados por una relación de utilidad-, ha cambiado su forma de informarse. La Prensa, por definición, informa a la sociedad de hechos y noticias de interés público. Y la Prensa en sí misma ha devenido en Poder. El medio, quizás por la naturaleza misma de la Prensa, se ha convertido en aliado del emisor y del mensaje. El propio sistema endogámico entre Poder y Medios ha terminado por metabolizarse en una especie de bastardo, parásito o engendro que no es ni una cosa ni otra. O es la misma: el Sistema, la "estructura" marxista.

Sin embargo, la información siempre fluye, y como el medio líquido escapa a los conductos que el Poder establece. Es la información alternativa.

Todo esto se comprende y puede ser más o menos aceptable. La idea de una verdadera prensa libre y tecnológica es cada vez más un hecho, que quizás sea trascendente para refundar la comunicación, y que estamos viendo nacer.

Pero la idea, cohabitando con la anterior, de que esa prensa libre y tecnológica esté basada en la cantidad y no en la calidad, es aterradora y devastaría cualquier alternativa a la comunicación tal como la conocemos.

Hay una serie de leyes inmutables que funcionan o deberían funcionar en cualquier relación que tenga que ver con la comunicación. Por ejemplo, que la credibilidad de un medio (alternativo o no) no debe medirse a través de la cantidad de secretos por minuto que desvela. La credibilidad de un medio tampoco puede medirse por el número de poderosos a los que saca los colores, o por la cantidad de secretos que guarda bajo la manga de redes anónimas. Un medio que se proclame como alternativo a lo establecido no puede estar al servicio de otros (y desconocidos) intereses, como seguro sucede con Wikileaks.

La credibilidad de un medio (entendiendo medio como cualquier plataforma de información pública), y la relevancia de sus noticias, reside no en otra cosa sino en la CALIDAD de sus historias: noticias contrastadas y fuentes demostrables -aunque sean anónimas-.  Esto no son imposiciones del periodismo tradicional, al que alguien puede acusar de aliado o cómplice del sistema para acallar las voces disidentes. Se trata de lenguaje y comprensión humana, del core business del periodismo: la verdadera, esencial y última función de la comunicación. Hablando ya en lenguaje epistemológico y buscando la molécula básica de la composición de la comunicación: comunicar implica ordenar el mundo. Narrar el mundo (las noticias) supone describirlo y componerlo en el conocimiento humano. Leer una noticia es componer un mapa mental de cómo es el mundo para cada uno. Aquí reside el valor inmutable de cualquier forma de comunicación humana, en cualquier medio.

Por esto es necesario mantener ciertas normas, reglas básicas, que no conviertan la comunicación en ruido, en cascada de datos inconexos, en entropía. Es necesario renovar el sistema y las formas en que nos informamos, esquivando a las fuentes corruptas de la información -el poder, los intereses de empresas-, pero manteniendo un nivel -quizás por redefinir- de exigencia y de calidad informativa. Y eso es responsabilidad del usuario de la información, que debe tener herramientas para poder procesar -y no sólo recibir como una bolsa vacía- información y noticias elaboradas, pues éste es y sigue siendo el trabajo -cada vez más ignorado y subcontratado- de los que transforman los datos y los hechos en información.

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