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miércoles, 14 de octubre de 2009

Cercedilla-Segovia




Siempre es un placer reencontrarse con la Sierra. Pero lo es más cuando descubres una ruta nueva. Y todavía resulta más placentera si la ruta es inédita. Y el placer se convierte en nirvana cuando la ruta es improvisada. Eso ocurrió el sábado pasado en Cercedilla. Iba para la clásica a Segovia, pero una serie de circunstancias me llevaron por otro sitio no habitual -es decir, me perdí-. Perderse es a veces una bendición, aunque yendo solo por la montaña no es la mejor manera de decirlo, pero pone a prueba tu capacidad de reacción y de orientación. Y cuando descubres una ruta nueva estando perdido, es como si fueras Orellana y estuvieras descubriendo El Dorado.

Así que el disfrute fue verdadero y puro en esta ruta. La época, además, era la idónea: otoño, robles y hayas en declive, temperatura perfecta, y senderos enmoquetados con agujas de pino. Vacas, caballos, y la fauna típica de esa tierra, surcada por el río Eresma. Y de postre, pasado Valsaín, ascenso al monte para retomar el descenso original y auténtico que lleva a Segovia. Un rápido singletrack entre las praderas, ya en Castilla, que termina en el mismito acueducto.

Y la Black Mamba, en perfectas condiciones.

ride on

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