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viernes, 4 de enero de 2013

Nuestros caídos

En las últimas semanas han perdido la vida dos grandes ciclistas en la carretera: Iñaki Lejarreta, el 16 de diciembre, con 29 años de edad; y ayer mismo el sudafricano Burry Stander, de 25 años. Dos ciclistas cuya muerte, por ser reconocidos, ha trascendido en los medios (ligeramente, eso sí). Pero que se suma a las de otros muchos anónimos, víctimas de las carreteras. España es el país de Europa con más muertes de ciclistas en sus carreteras. Mientras el gobierno se hinchaba de satisfacción recientemente al decir que en 2012 se han alcanzado las mismas muertes en carretera que en 1960, no se decía que el único grupo -junto a los motoristas- donde han aumentado los accidentes han sido entre los ciclistas: 47 muertos en 2012, 14 más que en 2011.

Para un usuario habitual de la bici en la ciudad como yo, el contacto con los automóviles es algo normal y cotidiano, aunque no por ello menos peligroso. Al revés. La coexistencia de ambos vehículos en un entorno pensado para los primeros, y en el que las bicis jugamos en campo visitante permanentemente, se puede aprender a llevar bien. Pero las cosas se rompen por el lado más frágil, y en este caso son las bicis. Y hay mucho palurdo que no sabe conducir.

Por eso, se necesita mayor concienciación de los conductores hacia los ciclistas. No sirve de nada implantar o regular el uso obligatorio del casco, por ejemplo. La mayoría de los accidentes se deben a imprudencias de los conductores y a un índice alto por consumo de alcohol o drogas. La UCI, como responsable de las federaciones internacionales de ciclismo, debe presionar a los países para que legislen discriminando positivamente a los ciclistas. Y las federaciones, clubes ciclistas, tiendas y todos nosotros, presionar también a los gobiernos para que nos escuchen y aumente la concienciación de los conductores. Y sí, también la precaución de los ciclistas.

Pero mientras esto no suceda y se siga ninguneando al ciclista, lo único que se puede hacer es saltarse a la torera la normativa, no reconocer a una autoridad que no nos tiene en cuenta, y ser un "insumiso vial", eso sí, montando con los siete sentidos puestos en la carretera. Estamos solos ahí fuera, jugando en campo contrario, pero somos más fuertes.

Descansen en paz nuestros compañeros.

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