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jueves, 31 de enero de 2013

El mundo Strava

Uno de los fenómenos colaterales de la crisis económica que vivimos ha sido la invasión de deportistas en la montaña. Los gimnasios, piscinas y polideportivos se han vaciado en algunos casos, aunque en otros bien es cierto que también han visto aumentar sus socios. Pero en todas partes hay gente corriendo y montando en bici. Supongo que algunos, los que aún tienen un trabajo, buscan el deporte como vía de escape del estrés. Otros, que forman parte de ese ejército de 6 millones de parados -el ejército de EEUU tiene sólo 1,4 millones de soldados en activo-, se dedican con acierto a cuidar de cuerpo y mente, ante el riesgo de caer psicologías negativas, etc. Pero en general el deporte se ha consolidado como un valor social. "Hay que hacer deporte porque es bueno para la salud", dicen. De repente, la buena salud es un síntoma de bienestar. Como si ese concepto de "lo saludable" se quiera asociar a un estado individual y personal, casi espiritual. Y tiene sentido, porque esta idea se completa con un sofisticado plan para privatizar los servicios de salud desde el (los) gobiernos. Es como decir: "la salud es cosa de cada uno". Cuidate tú mismo porque el Estado no te va a cuidar. Eso sí, tampoco te va a poner fácil que tengas una buena salud. Pero si quieres, hay muchas formas de mantener una buena salud y estar guapo o guapa. Así no caerás enfermo. Caer enfermo es un fracaso personal, como el paro.

Es hacia donde vamos. El discurso entre líneas.

Pero en el fragor de este océano turbio y turbulento, a veces se ven pequeñas luces, lejanas boyas a las que seguir fijando el rumbo. Y algunas de ellas tienen que ver con la tecnología, precisamente uno de los malvados aliados de la super estructura y del océano turbio, para muchas personas. Sí, la tecnología puede tener todos nuestros datos, movimientos, gustos, apetencias, y un sinfín de información sobre nosotros. ¿Y? ¿Alguien sigue siendo tan naif para pensar que puede esconderse del ojo del gran hermano? ¿Siendo aborigen australiano, quizás? Quienes reniegan de la tecnología por la sospecha de que ésta controla nuestros pasos es porque no son conscientes del mundo en el que viven. Ya es un hecho; ya sucede.

De forma que aprovecha la tecnología (eso sí, racionalmente, minimiza el impacto, la huella digital, etc) y úsala en tu beneficio. En beneficio del gran circo que hay montado.

Pues bien, esto es Strava. Una extraordinaria aplicación desarrollada en Silicon Valley (es decir, la cuna del mountain bike), que permite grabar tus rutas y entrenamientos, extraer perfiles, medias, y todo tipo de datos. Hasta ahí todo normal y común con otras apps. Pero lo mejor de todo es esto: con Strava puedes comparar segmentos de tus recorridos con los de otros usuarios worlwide que también hayan hecho esos segmentos. Por ejemplo: si Tomi Misser (esto es verídico) ha hecho la misma ruta que tú (cosa bastante fácil), podrás comparar tu performance con la suya. O con la de tus colegas. O bajarte la ruta con la que quieras compararte con otro cualquiera. Con Hermida.

Y es genial. Una idea brillante para hacer de tus rutas, entrenamientos o lo que sea, experiencias únicas al alcance de cualquiera. Elevar a la categoría de global las cosas más individuales y de pequeña escala. Lo grande y lo pequeño relacionado con lo universal y lo municipal. El tramo de trialera en el que has marcado el mejor tiempo llega hasta un tipo de Marin County. Las cuentas de un tal Bárcenas y las islas Bermudas.

Una época fascinante, sin duda.

(Una prueba de producto como nunca la leerás en una revista de bicis).


 

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