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martes, 7 de junio de 2011

No es un día cualquiera


Todo parecía indicar que hoy sería un día más de la semana. Un martes de junio. Pero no del todo. No exactamente. A veces los días se suceden sin pena ni gloria. Otros llevan más penas que glorias, y otros la balanza cae más hacia las glorias. Vamos, que no hay un día igual a otro, pero a veces se parecen. Pues hoy ha sido uno de esos días curiosos.

Comenzaron las curiosidades cuando fui a la presentación de la temporada de verano de Vallnord y Grand Valira. El gran Óscar Saiz me estuvo contando las novedades de Grand Valira Bikepark, y estuvimos charlando un rato de esto y aquello. Por allí andaba también el no menos grande Cyril Despres, tres veces ganador del Dakar. Luego conocí a una chica que resultó ser amiga íntima de una compañera de trabajo. Nos reimos un buen rato por la coincidencia. Esas cosas que pasan porque el mundo es un pañuelo.

Después, no tenía ganas de ir a comer a la oficina. Así que me he quedado en el rompeolas de la playa tomando el fresco viento que venía de levante y comiendo una ensalada. Unos chavalines que estaban correteando por las piedras me han preguntado si quería que pescaran un cangrejo para mi. Les he dicho que no, y que tuvieran cuidado. Luego se han ido a otra parte con sus patinetes, que se están poniendo de moda otra vez, pero ahora tuneados.

Al salir del trabajo he ido al Decartón a comprar un par de cosas. Me he metido con la bici en las callejuelas del casco antiguo y por la Plaza de Sant Felip Neri, acribillada a balazos de la guerra. Y a la vuelta de una esquina me he topado casi de bruces con Sebas Romero, Andreu Lacondeguy y Alex Echevarría, que iban de camino a ver a César Rojo. He quedado con Sebas en tomarnos algo un día de estos y contarnos planes.

Y por fin, ya en casa y con una tarde de tormenta magnífica, ha venido el Sr. Gómez (el mirlo que viene todos los días a la terraza) y se ha puesto a cantar como un loco durante un buen rato. Mientras tanto, yo grababa el sonido en el móvil, y luego lo reproducía, lo cual él interpretaba como si hubiera otro mirlo cerca suyo. El pobre pájaro debía estar alucinando. Espero que mi bromita no le haya molestado...

Así que ese ha sido mi día de hoy. Aunque todavía no ha terminado, por supuesto. Aún queda la noche.

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