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miércoles, 1 de junio de 2011

Como perros sin collar

La carretera que conduce a Aínsa ya daba señales de que aquello iba a ser extraordinario. No era normal el color del pantano, ni los árboles sumergidos a media altura en el agua. El color turquesa, uniforme en todo el pantano, y el contraste con los tonos grises de las colinas de margas resaltaba en la tarde, que ya caía en esas altitudes. Los tonos anaranjados se reflejaban en las cotas altas de la Peña Montañesa, pero abajo en el pantano era el turquesa el color dominante. Y en las montañas, los grises del suelo y los verdes oscuros de los pinos. Y al fondo, Aínsa.

El plan era sencillo: elegir una de las 12 rutas que proponía la organización de la Quedada Zona Zero y completarla alegremente durante la mañana, para dedicarnos al solaz durante la tarde y la noche. Quizás el domingo haríamos otra ruta. Mientras tanto, disfrutando de la compañía de buenos colegas llegados de Madrid y Barcelona: los Team Members oficiales Dani y Simon, los grandes Jesús, Charlie y Carlos, desde Madrid, y el inconmensurable Willy desde Barcelona.

Así que el sábado de buena mañana nos dirigimos hasta la plaza central de Aínsa, donde nos esperaba la organización con un chocolate calentito. Despertamos un poco entumecidos por el recibimiento de la noche del viernes, que como siempre se prolonga un poco más de lo debido. Pero nos espabilamos pronto nada más salir del camping donde estábamos, y afrontar el primer sendero a la puerta del bungalow, como quien dice. Un sendero de subida por un bosquecillo hasta el castillo de Aínsa, un pueblo medieval precioso, empedrado y con olor a MEDIEVOOOO!

Pero el chocolate nos sentó como una patada. Ya íbamos con el estómago un poco revuelto, y aquello nos sacudió. Así que nada mejor que empezar la ruta subiendo para poner al organismo en su sitio. Senderos y pistas de subida, bien bonitos entre un cauce de lajas y pizarra, entre un riachuelo, fue el comienzo del tomate. Sabía que con esas referencias paisajísticas de los alrededores la ruta no podía defraudar.

Aquello iba poniéndose bonito e interesante. Tras ganar una buena cota, accedimos a un sendero endurero donde ya empezamos a salivar. Buenas piedras donde poner en práctica la técnica que cada uno buenamente tenga. Falso llano en trialera por bosque: un favorito. Piedra por aqui, raíz por allá... precioso. Enlazado una bajadita de vez en cuando... fantástico. Esto marcha.

Poco después subimos y bajamos cota casi seguido. Primera bajada interesante del día entre un canal de margas y colinas naturales de piedra suelta pero con una tracción sorprendente. Fabuloso. Y el paisaje, que sigue ganando: bosques y más bosques de coníferas, robles y boj, de media montaña prepirenaica.

Tras atravesar un pueblecito comenzó una dura ascensión prolongada por asfalto hasta otro pueblito, Oncins. Fue la parte más pesada, pero luego lo agradecimos. Porque empezaba un descenso casi contínuo por senderos ya de vuelta hasta Aínsa. Primero, una parte técnica de piedra suelta entre rocas, agujeros y cortados; luego una parte rapidísima de pedaleo por trialera abierta; y después un enlace hasta el tramo mágico de Bosque Bóveda (la especie autóctona de estos lugares): un larguísimo, merecido y esperado ¡¡singletrack por bosque abovedado!! El rey de la selva, el puto amo de las especies de caminos, la pieza maestra de todo buen cazador de senderos. Un pedazo de singletrack como Dios manda, con sus curveos, peraltes, zonas rápidas, de ir pedaleando a muerte rozando los árboles e ir gritando de gusto y de alegría. Uno de los mejores singletracks que puedo recordar, sin duda. Generoso, noble y completamente entregado a la causa. ¿O quizás era una hembra?

Pero no terminaba ahí la cosa. Después de unos 15 minutos de éxtasis quedaba lo mejor: como cuando terminas una Guinness y llegas a la espuma. Bueno, en realidad sólo podría compararlo con el sexo, pero tampoco voy a entrar en detalles porque quedaría demasiado porno describirlo con un símil.

Lo que hicimos después de ese singletrack pensaba que solo sucedía en los vídeos del Kranked. Pero no. Resulta que en HUESCA, ESPAÑA también. Un jodido descenso por una sucesión de dunas y colinas de margas, piedrecillas grises compactas, como una montaña rusa de asfalto granulado. Una jodida montaña rusa en medio del bosque y de colinas arcillosas como nunca antes había visto, salvo en las Bardenas o los Monegros. Pero aqui tú mismo ibas haciendo tu propia línea entre las colinas. Freeride. El puto éxtasis. ¡Y todo está grabado!

Así que después de semejante cierre para la ruta, sólo pudimos celebrarlo el resto del día. Una ruta épica para un día épico en el que todos disfrutamos como jodidos perros sin collar.

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