jueves, 18 de agosto de 2011

Lost, perdido en la montaña


Nunca he visto un solo capítulo de la serie Lost, pero cuando te toca a ti estar perdido te aseguro que echas mano a tu manual mental de supervivencia, venga de Lost o del flipado ese del Último Superviviente. Todo tu conocimiento sobre situaciones "comprometidas" se pone a examen. Y no es un examen fácil. Algo así me sucedió hace unos días en la serranía conquense.

Todos sabemos que no se pueden hacer ciertas cosas al salir a la montaña, sea en bici o andando o en cualquier otra actividad. Y los accidentes y percances en la montaña suceden tanto a gente inexperta como a gente habituada. Pero a veces la experiencia juega malas pasadas y uno se arriesga a hacer ciertas cosas, como ir solo por una zona que no conoces. La estadística no miente, y si no te ha pasado nada en años de salidas por la montaña, puede haber una que sí te suceda. El famoso 9 de cada 10 médicos recomiendan Colgate. Siempre hay un hijoputa que recomienda Binaca.

Aquel día cumplí todos los requisitos de seguridad y previsión ante una salida en bici por una zona desconocida, en solitario y en agosto: agua y comida abundante, mapa detallado (dejé una réplica del mapa de la ruta a mi novia, menos mal que hice caso a la vocecita interior que me lo dijo), batería en el móvil (que luego se demostró insuficiente), protección solar... En fin, que tomé las precauciones necesarias. Pero no fueron bastante para el palizón de kilómetros, el sol y lo difícil de orientarse y moverse en esa zona en concreto. Orientarse en la montaña no es cosa fácil, y la experiencia de muchos años no te garantiza nada, pero sin un buen mapa estás perdido. Esta vez, ni siquiera con un buen mapa me bastó.

La ruta había transcurrido sin problemas pero con algunas correcciones sobre la marcha, que había solucionado perfectamente. El típico sendero que tocaba retroceder porque no era el correcto, algún camino mal señalizado, etc. Pero el mapa y el marcaje de la ruta estaba demostrándose bueno. Me encaminaba hacia el bucle final ya de vuelta al pueblo de partida, desde el punto más alto de la montaña hasta el valle. La ruta decía que el camino se terminaba y que debía buscar un enlace a través del monte hasta otra pista que bajaba hasta una carretera, y de ahí al pueblo. Pero el monte estaba impracticable, totalmente cerrado y además había un barranco que según las curvas de nivel no debería estar allí. Retrocedí para buscar una alternativa que bajara por el monte. Imposible. Un rebaño de cabras sin pastor andaba por allí, pero no conducían a ningún sendero. A esas horas de la tarde ya notaba todo el peso de la jornada y del sol acumulado. Seguí buscando alternativas bajando por un cauce seco, ya con la bici al hombro. Nada. Conducía a otro barranco. Todo parecía indicar que estaba perdido y lo que era peor: el mapa no me ayudaba en nada.

Roto por el cansancio, subí otra vez con la bici al hombro por el cauce seco hasta un collado. Si me asomaba por unos árboles podía ver perfectamente el pueblo al que tenía que bajar, allí en el valle, pero no había forma humana de llegar hasta él a través del monte, y tenía que retroceder unos 7 km de subidas y bajadas por pista para llegar a una bifurcación que quizás me llevara a otro pueblo. Eso, estando completamente sin fuerzas y desde ese momento, para añadir más desgracia, también sin agua. En resumen: estaba jodido. Traté de buscar otras opciones, pero ya solo encontré una: la llamada de auxilio.

Desde entonces hasta que me encontraron unos amables tipos que había en el camping, con el 4x4, pasaron otras 3 horas. No eran capaces de localizarme por las referencias del mapa, sino por las suyas locales, así que ya pensaba que iba a pasar la noche bajo los buitres y algunos perros que andaban por allí. Allí no había ni rastro de civilización. Solo un inmenso silencio, pajaritos y chicharras, que parecían reirse de mi por subestimar esas montañas. Al final, vi el 4x4 acercarse a lo lejos y recogerme exhausto. La solución era difícil porque estaba en una zona sin salida. Tendría que haber retrocedido 7 km y bajar por unas pistas (sin marcar) hasta otro pueblo distinto. Es decir, muy posiblemente también me habría perdido. Se trata de una zona que solo conocen los cazadores de la zona, muy poco marcada y transitada. No apto para visitantes atrevidos.

En fin, el examen fue largo y tuve suerte, pero he aprendido muchas lecciones, entre otras: intentar evitar salir solo por zonas desconocidas, y... ¡¡comprarme un jodido GPS!! Es curioso lo que te pasa por la cabeza en esas situaciones. Eso, si te deja el cansancio extremo y los nervios que tienes encima. Pensaba en quién coño me mandaba estar una tarde de agosto perdido en la montaña, jodido de cansancio y de calor. No encontré la respuesta.

miércoles, 17 de agosto de 2011

La vida en Marte

Como decía la canción de Bowie, la vida en Marte vista desde el vehículo Opportunity parece mucho más tranquila de lo que es hoy en día en muchos puntos de nuestro querido planeta Tierra. Agobiados por la crisis/estafa económica mundial, por sequías, hambrunas y otros dramas, la vida en nuestro planeta Azul se antoja más complicada que la apariencia silenciosa y quieta del planeta Rojo.

Ahora que lo pienso, lo de planeta Azul y planeta Rojo puede querer significar algo...

El Opportunity ha tardado 3 años en recorrer 21 km en Marte, para llegar al cráter Endeavour. Qué cosas...

jueves, 21 de julio de 2011

Una bici cambiará el mundo


Propongo que, ahora que estamos en pleno verano, los políticos se vayan todos de vacaciones a hacerse una lobotomía forzada. De esta forma, quizás con un poco de suerte volverían en septiembre con un cerebro renovado y con capacidad suficiente para decir más de dos frases coherentes. ¿Y qué hacemos en este país durante el verano sin fútbol y sin políticos? Muy fácil: sustituirlos por los tertulianos de Sálvame. En vez de hablar de si uno le ha puesto los cuernos al otro, o de que fulano le dijo a mengano que era una persona non grata, que cambien el sujeto "Ortega Cano", por decir alguien, por "Zapatero"; "Ana Obregón" por Dolores de Cospedal; y "Falete" por Mariano Rajoy. Y listo. Ya tenemos debate político de calidad para todo el verano: entretiene, divierte y genera conversación de terraza y sombrilla.

Para el caso, la política en este país se reduce a eso: hablar de chismorreos. Lo mismo da escuchar el discurso de José Blanco que el de Kiko Matamoros. Y no nos engañemos: es mucho más divertido oir barbaridades de un profesional del medio como Matamoros, que de un pobrecito hablador como Pepe Blanco.

El nivel de desarrollo de un país debería medirse por dos indicadores: el índice de circo mediático que hay en sus televisiones y el índice de bicis por habitante. Leía el otro día el amplio reportaje de Borja Echevarría en El País: Revolución ciclista, en el que analiza -ahora ya dejando de lado las ironías- que la bicicleta se está convirtiendo en un reflejo del nivel de felicidad/desarrollo de un país. La forma en que el ciudadano se relaciona con el espacio en la ciudad está cambiando. Como está cambiando el papel del mismo ciudadano en relación a las instituciones, al gobierno, al poder, a la política, a los medios. Estamos frente a una revolución, no frente a una crisis. Superar una crisis supone volver después a un punto inicial parecido al original. En este caso, las cosas no volverán a ser como antes. Para bien o para mal. Por eso estamos en una Revolución. Y el vehículo de esta revolución bien puede ser un vehículo sencillo pero acorde a la nueva sociedad.

Nuestra sociedad en estos momentos es "impredecible y vertiginosamente cambiante". Descentralizada, con el papel del Estado en entredicho, con una clase política y pública en franca decadencia, el individuo se convierte en el centro del mundo, en protagonista de su propia Historia. Vuelven a cuestionarse las cosas que se cuestionaron en la época de la pre-Revolución Francesa (¿es el Estado el garante de nuestros derechos, tenemos libertad de elección, somos todos iguales?). Como somos protagonistas y dueños de nuestro destino, ¿por qué dejarlo en manos de los políticos? ¿Por qué dejarlo en manos de los poderes fácticos?

Curiosamente, aunque cada vez hay más máquinas, cada vez más buscamos más el beneficio individual en ellas, no el del progreso científico, por ejemplo. No se inventan aparatos para hacer que los ciegos vean o los sordos oigan. Se inventa el iPad. Pero lo cierto es que las máquinas y la tecnología nos igualan. Somos todos igual de individualistas con las nuevas herramientas. Conectados a un mundo virtual pero desconectados con el vecino. Y eso crea masas críticas con el sistema real, ya que en el físico ya existe otra lógica de relación, verdaderamente democrática. Y una masa crítica conectada en lo virtual también puede llegar a estarlo en lo real. Y cambiar el sistema.

Por eso, la bici simboliza el nuevo espíritu ciudadano del siglo XXI: libertad, igualdad, fraternidad. Redes de información descentralizadas y sin monopolios mediáticos. Rutas de bits conectados por nodos espontáneos y naturales como líderes de opinión, no líderes económicos o políticos/de partido. Herramientas de cambio social, no de entretenimiento. Sería muy irónico que lo que en un momento de la Historia se utilizó y consideró como "ocio" acabe siendo un elemento de cambio social: las tecnologías, los medios sociales, como sistema de organización ciudadana y de control político; y la bicicleta como vehículo antiguo, denostado y minusvalorado, que resurge como vehículo sin dependencia energética, globalizador y democrático.

viernes, 15 de julio de 2011

Campaña Detox de Greenpeace

La nueva campaña de Greenpeace apunta directamente a los fabricantes de ropa deportiva como Nike o Adidas, que utilizan productos tóxicos en sus procesos productivos, especialmente en las fábricas de China. Esto supone, entre otras cosas, el vertido y la contaminación del medio ambiente.

La campaña dice: Únete a nosotros y diles a Adidas a Nike y a otros posibles campeones JUST DO IT y rétales a liderar el camino hacia un futuro libre de tóxicos, para que demuestren de una vez por todas que IMPOSSIBLE IS NOTHING.