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jueves, 15 de marzo de 2012

Empieza la fiesta

El Team en Moralzarzal, a few weeks ago. 
La primavera se otea en el horizonte. El desastre climático en el que vivimos hace que a comienzos de marzo ya se vean almendros en flor, los pastos verdear, y los animales con las hormonas alteradas buscando copular como locos. Vamos, como nosotros. Con la diferencia de que nosotros, los homínidos, gastamos la energía en otras cosas aparte de en copular. De ahí lo que nos separa del resto de las especies. Un animal ocupa su tiempo básicamente en dos cosas: procurarse un alimento y asegurar la supervivencia de la especie. Nosotros tenemos una pirámide de necesidades algo distinta: procurarnos una remuneración que nos asegure el alimento y una serie de comodidades vitales. Si no hay dinero, habrá poco alimento, menos comodidades, y desde luego ninguna procreación de la especie. De manera que todo depende, en nuestro caso, de las  monedas. De lo que la teoría económica de Smith, Marx llamaba "la fuerza de trabajo". Es decir: de la inteligencia, habilidad o maña que uno tenga para ganarse el pan. ¡Bueno, eso nos acerca a los animales! El problema es que hoy en día ya no es cuestión de inteligencia sino de suerte. No se garantiza que el mejor preparado, ni mucho menos el más honesto, llegue más lejos. Es como si en el reino animal sobrevivieran muchas golondrinas que no saben construir nidos, por ejemplo, todo porque conocen a un águila que las protege. En cambio, otras golondrinas muy capaces de proteger a su especie, no gozan del favor de ese águila y no sobreviven. Con el tiempo, las golondrinas -ya lo dijo Darwin- sobrevivirán, sí, pero serán unas inútiles -como dijo Nietzsche-. Puede que desarrollen otras habilidades en lugar de hacer nidos, pero básicamente degenerarán su especie y sobre todo tendrán siempre por encima de ellas al águila o a quien quiera que sea el que las protege.

En fin, me estoy saliendo del tema. Es primavera. Los animalitos, las flores, y eso. Y tenemos tanta energía, porque ya el hombre ya no hace la guerra, y -algunos- no tenemos que preocuparnos de la supervivencia de la especie porque ya está más que asegurada, que tenemos que sacarla de alguna forma. ¿Y cómo damos salida a tanto chorro de vitalidad, de energía no utilizada en las funciones animales que alguna vez tuvieron nuestras especies pasadas? Pues haciendo algo si no constructivo -porque no conduce a ningún, no nos engañemos-, al menos que nos devuelva a nuestro lugar de origen: el bosque, y nos haga recordar las raíces animales en medio de este mundo enloquecido. Creo que no está suficientemente estudiado el aspecto antropológico del deporte, al menos de los deportes de montaña: por qué son tan terriblemente adictivos, por qué son tan tremendamente satisfactorios y por qué son tan diabólicamente bonitos en sí mismos. Supongo que algo de eso tiene que ver, ya lo he dicho muchas veces: el encuentro con nuestras raíces. El homo sapiens bajó de los árboles hace tan solo 200.000 años. Las primeras especies de homo erectus datan de 2,5 millones de años. Una insignificancia evolutiva.

Por eso: empieza la primavera. Empieza la temporada. Empieza la fiesta.

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