jueves, 21 de julio de 2011

Una bici cambiará el mundo


Propongo que, ahora que estamos en pleno verano, los políticos se vayan todos de vacaciones a hacerse una lobotomía forzada. De esta forma, quizás con un poco de suerte volverían en septiembre con un cerebro renovado y con capacidad suficiente para decir más de dos frases coherentes. ¿Y qué hacemos en este país durante el verano sin fútbol y sin políticos? Muy fácil: sustituirlos por los tertulianos de Sálvame. En vez de hablar de si uno le ha puesto los cuernos al otro, o de que fulano le dijo a mengano que era una persona non grata, que cambien el sujeto "Ortega Cano", por decir alguien, por "Zapatero"; "Ana Obregón" por Dolores de Cospedal; y "Falete" por Mariano Rajoy. Y listo. Ya tenemos debate político de calidad para todo el verano: entretiene, divierte y genera conversación de terraza y sombrilla.

Para el caso, la política en este país se reduce a eso: hablar de chismorreos. Lo mismo da escuchar el discurso de José Blanco que el de Kiko Matamoros. Y no nos engañemos: es mucho más divertido oir barbaridades de un profesional del medio como Matamoros, que de un pobrecito hablador como Pepe Blanco.

El nivel de desarrollo de un país debería medirse por dos indicadores: el índice de circo mediático que hay en sus televisiones y el índice de bicis por habitante. Leía el otro día el amplio reportaje de Borja Echevarría en El País: Revolución ciclista, en el que analiza -ahora ya dejando de lado las ironías- que la bicicleta se está convirtiendo en un reflejo del nivel de felicidad/desarrollo de un país. La forma en que el ciudadano se relaciona con el espacio en la ciudad está cambiando. Como está cambiando el papel del mismo ciudadano en relación a las instituciones, al gobierno, al poder, a la política, a los medios. Estamos frente a una revolución, no frente a una crisis. Superar una crisis supone volver después a un punto inicial parecido al original. En este caso, las cosas no volverán a ser como antes. Para bien o para mal. Por eso estamos en una Revolución. Y el vehículo de esta revolución bien puede ser un vehículo sencillo pero acorde a la nueva sociedad.

Nuestra sociedad en estos momentos es "impredecible y vertiginosamente cambiante". Descentralizada, con el papel del Estado en entredicho, con una clase política y pública en franca decadencia, el individuo se convierte en el centro del mundo, en protagonista de su propia Historia. Vuelven a cuestionarse las cosas que se cuestionaron en la época de la pre-Revolución Francesa (¿es el Estado el garante de nuestros derechos, tenemos libertad de elección, somos todos iguales?). Como somos protagonistas y dueños de nuestro destino, ¿por qué dejarlo en manos de los políticos? ¿Por qué dejarlo en manos de los poderes fácticos?

Curiosamente, aunque cada vez hay más máquinas, cada vez más buscamos más el beneficio individual en ellas, no el del progreso científico, por ejemplo. No se inventan aparatos para hacer que los ciegos vean o los sordos oigan. Se inventa el iPad. Pero lo cierto es que las máquinas y la tecnología nos igualan. Somos todos igual de individualistas con las nuevas herramientas. Conectados a un mundo virtual pero desconectados con el vecino. Y eso crea masas críticas con el sistema real, ya que en el físico ya existe otra lógica de relación, verdaderamente democrática. Y una masa crítica conectada en lo virtual también puede llegar a estarlo en lo real. Y cambiar el sistema.

Por eso, la bici simboliza el nuevo espíritu ciudadano del siglo XXI: libertad, igualdad, fraternidad. Redes de información descentralizadas y sin monopolios mediáticos. Rutas de bits conectados por nodos espontáneos y naturales como líderes de opinión, no líderes económicos o políticos/de partido. Herramientas de cambio social, no de entretenimiento. Sería muy irónico que lo que en un momento de la Historia se utilizó y consideró como "ocio" acabe siendo un elemento de cambio social: las tecnologías, los medios sociales, como sistema de organización ciudadana y de control político; y la bicicleta como vehículo antiguo, denostado y minusvalorado, que resurge como vehículo sin dependencia energética, globalizador y democrático.

viernes, 15 de julio de 2011

Campaña Detox de Greenpeace

La nueva campaña de Greenpeace apunta directamente a los fabricantes de ropa deportiva como Nike o Adidas, que utilizan productos tóxicos en sus procesos productivos, especialmente en las fábricas de China. Esto supone, entre otras cosas, el vertido y la contaminación del medio ambiente.

La campaña dice: Únete a nosotros y diles a Adidas a Nike y a otros posibles campeones JUST DO IT y rétales a liderar el camino hacia un futuro libre de tóxicos, para que demuestren de una vez por todas que IMPOSSIBLE IS NOTHING.




jueves, 14 de julio de 2011

El Sol


Imagen del Sol tomada en el mes de junio, durante el solsticio de verano. The Boston Globe/NASA.

martes, 12 de julio de 2011

El futuro son las chapas

Ahora que me he enterado de que el freeride ha muerto, es hora de desempolvar la hemeroteca y decir con voz alta y clara: ¡YO TENÍA RAZÓN! Cuando hace 5 o 6 años la gente se volvía loca comprándose hierros con 180mm de recorrido, y las entonces llamadas enduro de 120 empezaban a desmarcarse de esos modelos, algunos visionarios con poderes extrasensoriales dijimos: "el futuro es el enduro". Y así ha sido. El enduro ahora no es de 120, sino de 160. Porque el enduro se ha fagocitado al freeride literalmente, y lo que antes era enduro ahora es all-mountain.

Como dice el artículo de Mitchell Scott en Pinbike, el mountain bike tiene más subcategorías y subgéneros que la tabla periódica de elementos. O más subgéneros que el "rock", también se podría añadir. Y evoluciona tanto porque es un deporte joven y en crecimiento, muy ligado a la competición y al desarrollo tecnológico. Aunque la competición está reservada para dos ramas del MTB muy claras y definidas (rallye y descenso), el usuario tiene una gama inmensa de tipos de bici para la modalidad que prefiera practicar. Y eso lo hace rico, pero también confuso y poco accesible al público. La gente que no sabe de bicis no tiene por qué tener claro si quiere hacer all-mountain, freeride, cross-country, descenso, con ruedas de 26, de 29, rígidas o dobles. Por eso la bici de carretera siempre será (más aburrida) pero también más popular y reconocida.

El otro día me subí, por cierto, a una Pinarello ultramegaquetecagas. Y por poco me rompo. Increíble la postura y la sensación de peligro en una flaca. Hacía tiempo que no me subía a una, y volverá a pasar mucho tiempo antes de que me suba a otra. Lo cual hace que admire mucho más a los ciclistas de carretera y de competición. Pero como dice un amigo: "lo nuestro es el surf".

martes, 28 de junio de 2011

La escuela de calor


Las últimas semanas han sido ajetreadas y de mucho viajar los fines de semana. Como recién graduado Técnico Monitor y Guía de Mountain Bike, por la Escuela Española de Mountain Bike y la Federación Madrileña de Ciclismo, puedo decir y digo: "¡joder, qué calor!" Y es que el verano ya ha llegado, y nadie sabe cómo ha sido. De repente, han empezado a derretirse los Kinder Sorpresa en las tiendas de golosinas y los caminos se han secado como el cerebro de los gobernantes que nos mangonean. Todos los síntomas inducen a pensar que es verano y que tenemos por delante unos meses a base de chanclas y gazpacho. Y también de salidas nocturnas, de viajes, de montar con los colegas, de cervezas y de terracitas. Cambio climático aparte, el verano es una de las estaciones que más me simpatizan, aunque reconozco que hay que saber montárselo para no caer en los tópicos y cagarla con todo el equipo. Huir de las muchedumbres y el enjambre dominguero, escapar de las colas y caravanas, apostar por las verbenas de pueblo, estar a la fresca, por el paseo playero o montañero y, sobre todo, por los espacios abiertos y poco explotados. Esos que no salen en el País Semanal o en cualquier otro medio de desinformación de masas.

Personalmente, y para evitar el síndrome post-vacacional o post-estival, creo que es un error sobreestimar o tener altas expectativas hacia esta estación. El verano son dos días y pasan volando. Tampoco es pa tanto. Hay que disfrutarlo exactamente igual que el resto del año, un poco más porque hay más tiempo libre, sí, pero sin verlo como un permiso carcelario a nuestras rutinarias y apestosas vidas. Antes que llegar a tener un concepto tan bajo de nuestra existencia, habría que preguntarse si algo falla. Es como los fines de semana. Si estás deseando que llegue el viernes porque crees que tu vida entre semana es una mierda, es que algo no marcha bien, ¿no te parece, amigo?

Quizás este quitarle hierro al verano sea una reminiscencia del efecto Vacaciones Santillana, y de aquellos infernales libros de tareas que nos recordaban que en verano también había que currar, cuando éramos niños. Aunque fuera solo durante un par de días -yo solía hacer todas las tareas del tirón y después me tumbaba a la bartola-, te hacía ser consciente de que el verano no era totalmente un agujero negro. En cualquier caso, el verano es una buena época para hacer cosas distintas a las habituales, o hacerlas con más intensidad, depende del caso. Y todo por dos razones: más Tiempo para hacer cosas y más Sol.

Así que ya está abierta la Escuela de Calor. También están abiertos los Bike Parks, los Clinics, las piscinas, los aceleradores de partículas, el medievo, los helados, las galletas, los nite-rides...