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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Salud, dinero y salud

La salud (la buena salud) puede que sea el bien más importante que tenemos en la vida. Se suele decir eso de "salud, dinero y amor"... Pero cuando te falta la primera, o le falta a alguien de tu entorno, el resto de problemillas que rodean nuestras pequeñas vidas se vuelven ridículos. Digo esto no por mi, sino por un buen amigo que está en una situación así, en modo "fight", como él dice.

En casos así, cuando tienes un problema de salud (ya sea una caries, un hueso roto o un cáncer), unos invocan a Dios, otros a los dioses, y otros a sí mismos, para recuperarse del trance. El dolor nos hace bajar a la tierra y humillarnos ante nuestra condición de seres frágiles y mortales. Nos despoja de todo lo que no es humano en nosotros, y nos deja en pelotas frente a frente con la vida y la muerte. Es entonces, para recuperar nuestra salud y volver a ser personas "completas" y seguir con nuestras vidas, cuando recurrimos a lo que buenamente puede cada uno.

No sé en qué pensaría Lance Armstrong para salir de su enfermedad y ganar el Tour 7 veces. Tengo pendiente leer su biografía, porque aunque no me simpatice, reconozco que Armstrong los tuvo bien puestos (nunca mejor dicho) para superar toda una adversidad como un cáncer de testículos. El tío dejó claro que la capacidad de recuperación de un ser humano es infinita, y que la voluntad lo puede todo.

Suelen decir que los deportistas tienen una capacidad especial para superar las enfermedades o las lesiones. No lo sé, pero quiero pensar lo mismo que pensó Armstrong si alguna vez me veo en las mismas. A él le dijeron que tenía menos de un 40% de posibilidades de sobrevivir. ¿Qué tendría en ese momento, un 0,001% de probabilidades de ganar 7 Tours?

Claro que en el caso de Armstrong, el dopaje también tuvo algo que ver. Pero también es verdad que sólo con hormona del crecimiento no se supera lo que ha superado este hombre.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Regalos



Los días soleados del otoño son un regalo inesperado para los que andamos por el monte en estas fechas. Cuando gran parte de la península ya sufre temporales y días de perros, en el Mediterráneo aún se disfruta de temperaturas templadas que invitan a adentrarse en los bosques dorados del otoño. Es un premio gordo que tienes que ir a cobrar al banco.

La fauna que merodea en esta época por el bosque se compone de alguna batida de cazadores en busca de senglares, o de setas. Ambos cazan. Otros cazadores, o más bien buscadores, somos nosotros. Como en el siglo XIX proliferaron los buscadores de oro, a mi me gusta pensar en una especie de "buscadores de caminos" -aunque suene un poco chorra. La diferencia es que nosotros no expoliamos ni nos llevamos lo que es del bosque, sino que en todo caso lo potenciamos: mantenemos los senderos vivos.

Hablando de denominaciones, otro nombre que he escuchado hace poco a un amigo para describir lo que hacemos es más original: Ciclomountain. Ni ciclocross ni mountain bike. Me parece perfecto, y combina el anglicismo con el latinismo en un palabro que no es ni una cosa ni otra, sino algo totalmente aparte. Brillante.

En fin, lo importante es que los caminos están ahora en su punto más dulce. Como las uvas al vendimiar. Alfombras amarillas de hojas crujientes, terrenos húmedos donde tumbar la bici desafiando la gravedad, y un efecto gloss de luz tipo Photoshop que te deja con la baba colgando.

Mis últimas salidas han sido en pedaladas y carreras populares en una zona de sierra y bosque mediterráneo, y he disfrutado como un verdadero enano. Para mi, el otoño es la época de mejores sensaciones sobre la bici, algo así como si un niño se quedara encerrado en una macrotienda de juguetes el día de nochebuena. O como saborear una buena cerveza o un buen vino. La magia de disfrutar de regalos inesperados antes de que termine el año.

martes, 16 de noviembre de 2010

Dar, dando, dándote.



Vivimos tiempos en los que parece que todo vale o da igual. Situaciones en las que parece que cada vez tenemos menos el control de la realidad. Quizás la cosa, "the thing", se nos esté escapando de las manos en nuestros propios morros. Y no nos damos cuenta porque todas esas situaciones tienen un nexo en común: que estamos bien jodidos.

Situación 1: ¿Se hunde el capitalismo? ¿Hay crisis y hay que salvar de la quiebra a bancos y entidades financieras? No pasa nada, nos inventamos el socialismo capitalista: privatizamos las ganancias, socializamos las pérdidas, y todos tan contentos. ¿Algún problema? Ah, me había parecido escuchar que organizábais una huelga general... algo me parece oir a lo lejos, pero vamos, que a mi lo mismo me da. Te voy a seguir dando por el culo igual.

Situación 2: ¿Se violan los derechos humanos en el Sahara, en Palestina, debajo de casa, en el instituto? ¿Y a mi, qué? Por encima de los derechos humanos hay otras muchas cosas importantes en la vida: los acuerdos pesqueros, el buen talante para con los agresores, el no complicarnos la vida con el vecino... la última bufonada del entrenador del Madrid... Y todo eso son razones como para mirar hacia otro lado sin que me tiemble el pulso. Además, como levantes la voz te voy a dar por el culo hasta que votes Sí a la OTAN, así que más te vale no protestar.

Situación 3: ¿Unos políticos son investigados por haberse llevado fajos de billetes públicos en los bolsillos? Hombre, por algo lo habrán hecho. No son tan tontos como para hacer esas cosas siendo quienes son y pudiendo ser pillados. Nada, vosotros a lo vuestro, seguid pringando como parias que sois, pagadnos nuestros sueldos de 100.000 euros al año, trajes aparte, y dadnos las gracias de que no os robemos más. Gilipollas, que sois unos gilipollas. Mira que dejar que os robemos en vuestra puta cara... ¡Que sí hombre, que sí, que os estamos estafando! Pero vamos, que cada uno a lo suyo, a mi me da igual lo que digas, lo voy a seguir haciendo porque me da la gana. Por cierto, vótame en las próximas elecciones, para que pueda seguir dándote por el culo, que parece que te gusta.

...Simplificar las cosas y hacer un ejercicio de hipérbole a veces ayuda a entender mejor la realidad. La burguesía, finalmente, ha conseguido lo que tanto buscaba: dominar el pensamiento crítico y someterlo al dictado del progresismo liberal. Cuando el periódico más leído de este país es El País, es que algo va mal. Algo ha fallado en la matriz. ¿Un periódico "de izquierdas" con Vargas Llosa en nómina? ¿Me tomas el pelo? ¿Cuál fue el momento en el que las ideas se arrodillaron ante el poder? ¿Cuándo confiamos el poder ejecutivo a la Reserva Federal de Estados Unidos y al Banco Central Europeo? ¿Cuándo delegamos el poder legislativo a una panda de iletrados que confunden hacer políticas de igualdad y preservar los derechos humanos, con cambiar el género de las palabras? ¿Cuándo elegimos en las urnas a unos legisladores que no persiguen a quienes infringen la ley, o no la ponen en práctica, y encima nos gobiernan? Confirmado: ha ganado el mal, ha ganado el capital.

Parece que cuando Siniestro Total cantaba "cuánta puta y yo qué viejo" ya veían lo que se venía encima. ¡Ojo! que no lea esto la SGAE, que me empapelan.

martes, 9 de noviembre de 2010

¿Rejuvenecerse o tener una vejez digna?



Ahora ya están las ruedas. Después de mucho buscar y rebuscar, logré encontrar unas cubiertas checas de 700x35C, que ya apenas se fabrican. Son la medida de la rueda de 28 que calza la bici, pero no valen las más frecuentes 700x35B. Tenían que ser "C". Así que las pedí a una tienda madrileña que no conocía: Bicicletas La Duquesa. Y amablemente me las enviaron por correo en pocos días. Bien.

También he seguido limpiando el cuadro en las partes más sucias: eje de pedalier, frenos, punteras, dirección. Ahora ya está cada vez más limpia y lista para la fase final de acabado.

Pero... ahora viene la duda. Ante un cuadro tan machacado, que ya no tiene el color original, y del que sólo se adivinan los adhesivos, ¿merece la pena pintarla entera, o dejarla tal cual? Porque claro, si la pinto entera puede quedar regular, a menos que me gaste una pasta y la pase a cromado, aerógrafo, etc. Pero si la dejo así, en plan "esto es lo que hay", sin ocultar el paso del tiempo, ni intentar rejuvenecer lo que ya no es joven, puede quedar muy bien. Estéticamente más transparente. Obviamente, antes trataría el material y aplicaré unas capas de anticorrosión. Es decir, la dejaría "igual" pero cuidada. En lugar de intentar hacer una bici-bótox tipo Sara Montiel. Creo que me decantaré por esta opción.

¿Qué es mejor: tener una vejez bien llevada, o intentar parecer más joven de lo que eres? En el caso de las bicis, y supongo que también en el de las personas, encuentro más honrado lo primero. A menos que seas Elton John o Ana Obregón, es decir, una víctima de tu propio ego, ser viejo no es tan horrible como nos quieren hacer pensar. Es más, ser asquerosa y decrépitamente viejo puede ser un gran síntoma de que has exprimido la vida y ahora estás en un nivel superior al del resto de los mortales. Puede que hasta seas un poco sabio, que hayas aprendido algo.

Así que, creo que voy a dejarla como está.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Olores en peligro de extinción

Hay olores que nos transportan a años atrás, a personas o a momentos determinados. Alguien lo decía el otro día en La Contra de la Vanguardia. Es cierto, los olores son como máquinas teletransportadoras, agujeros del tiempo. Pero sin necesidad de ponernos trascendentes,hay olores muy especiales que a veces no se valoran lo suficiente. Por ejemplo, el olor de un coche nuevo. No soy capaz de reproducirlo o imaginarlo hasta que entro en algún coche nuevo. El del mío ya ha pasado, ya no huele así. Pero ese olor, el reconfortante y cálido aroma de un coche nuevo, es uno de los olores más intensos y emocionantes que conozco. Aparte, claro está, de los paisajísticos y consabidos olores (el cuerpo de una mujer, la tierra mojada, el olor de la gasolina, bla, bla, bla). No nos engañemos, ¿a quién no le gusta el olor a nuevo que respira una máquina de cuatro ruedas?

Esto viene a raíz de lo que pensé el otro día al entrar en Tomás Domingo. No me había dado cuenta hasta ahora, increíblemente, después de años de visitar tiendas de bicis. Pero el olor que despide una tienda de bicis no es el mismo que el de una tienda de discos, o de ropa, o de coches. El olor que despiden las bicis nuevas, las cubiertas sin estrenar, es un olor de virginidad tanto o más excitante que el olor de un coche nuevo. El chispeante olor de la pintura, los adhesivos, el caucho, mezclados con la química de los desengrasantes, el aceite y la mierdecilla, que suele venir de los talleres (si los hay). Toda esta mezcla sutil de aromas hace que una tienda de bicis huela más o menos igual en cualquier parte del mundo. Es un denominador común, un rasgo distintivo, como una contraseña secreta de la hermandad: "eh, esto es una tienda de bicis, amigo, sé bienvenido". Más dulce que el olor de un taller de coches, y más amigable que el de una tienda de ordenadores.

Las tiendas de bicis, las entrañables y ahora condenadas a desaparecer o a reconvertirse tiendas de bicis, con su color y sabor especiales, son sitios de culto. ¡Coño, son los putos templos de la bici! Y me apena ver que si quiero un producto concreto lo tenga que comprar por Internet, porque en las tiendas no tienen el que necesito, está agotado, o es ridículamente caro. Es el reflejo del tiempo que vivimos, el mercado libre, la demanda enorme de productos, la oferta competitiva... Quizás las tiendas de bicis de barrio se queden con cuatro productos y un taller, para arreglar pinchazos y vender parches. Quizás la moda de Internet pase.  Pero pensar que ese olor, como el de otros lugares de valor incalculable, y en peligro de extinción como herrerías, cerrajerías, afiladores, mercerías, ¡panaderías! puede terminarse algún día... me pone de mala hostia.