jueves, 24 de marzo de 2011

La caja de herramientas

La caja de herramientas es uno de los objetos de culto de cualquiera que utilice la bici para algo más que salir a pasear. Es el sancta sanctorum, la cripta o la bodega donde se guardan los secretos del convento. En ella guardamos todos los utensilios necesarios para llevar a cabo el mantenimiento de la bici, reparaciones y tuneos. Y además, una caja de herramientas define al usuario de la bici. Es como la cocina para los cocineros. Un lugar donde lo mismo puedes guardar reliquias como chatarra, pero donde encuentras casi todo lo que puedes necesitar para una reparación casera.

En mi caso, empecé guardando las herramientas en una bolsa de deporte: cadenas, platos, aceite... Pero lo tenía todo desordenado y siempre me tocaba rebuscar un rato para encontrar cualquier tornillo. Así que lo cambié todo a una de esas prácticas cajas de herramientas de los chinos, de dos pisos, que además de ordenada da la sensación de mu pofesional.

Pero es importante mantener una caja de herramientas ordenada y actualizada. Es fácil acumular mierda y cosas inútiles, pero difícil tenerla a punto para resolver buena parte de problemas o retoques que se le dan a la bici. A mi, por ejemplo, nunca me falta un juego de desviador y cambio, cables y fundas, 2 platos y 2 discos de freno, un juego de pedales automáticos, 2 cámaras, trapos, y por supuesto aceite, lubricante, caja para arreglar pinchazos, y un buen surtido de herramientas: allen, estrella, llave inglesa, llaves fijas, alicates, cortacables, desmontables, bomba para amortiguador, grasa, martillo de plástico, un bote de pulimento, tornillos de todo tipo, bridas, espaciadores, fondo de llanta, cierres automáticos... La verdad es que un inventario de la caja de herramientas sale más de lo que parece.  Quedan fuera de la caja recambios más grandes, por supuesto...

Esta semana me he hecho con dos herramientas que nunca había tenido: una llave para casete y de cadena. Sorprendente que nunca antes hubiese tenido unas propias, porque son realmente útiles. Nunca he destacado por ser un manitas, pero a fuerza de años haciendo chapucillas con la bici y a base de CLINICS, he aprendido a hacer algunas cosas básicas con bastante decencia: centrar ruedas o ajustar cambios y frenos, por ejemplo. Reconozco que casi siempre he tirado de taller para hacer reparaciones de nivel "medio". Pero me estoy dando cuenta de que la mayoría de la mecánica de la bici es factible y sólo requiere un poco de tiempo y algo de paciencia.

Y es que casi tan gratificante como montar en bici es retocar y hurgar en tu bici. Repararla y cuidar la mecánica es parte del juego de entender y conocer a tu bici, y cuando arreglas una rueda o ajustas un cambio resulta más seguro salir a montar luego. Te sientes más seguro sobre algo que has tocado y sobeteado.

martes, 15 de marzo de 2011

C'est la Machine

 

Hoy ha sido un día especial. He estrenado una vieja bici. Una bici con 17 años. Y claro, la sensación ha sido como ponerse a los mandos de un Mustang del 68. Una geometría que ya no se ve en las bicis modernas, avanzado y brazos juntos, por la larga potencia y el corto manillar; una forma de ir en bici que había quedado en el recuerdo de los primeros años de mountain bike... Ha sido extraño. El día lluvioso y áspero no invitaba a muchas alegrías, pero la verdad es que meterse bajo el intenso aguacero con una bici como esta ha sido definitivamente alucinante.

Y es que desde que el jueves pasado llegó la nueva-vieja dama, estoy como loco con esta bici. La veterana Sunn que tuve desde 1994 hasta 2006 terminó su vida siendo robada en la calle. Con esa bici, la primera, me estrené. Fue como la primera novia. El Camino de Santiago, la vuelta a Irlanda, miles de kilómetros hechos. Sólo quedaba ya de ella el cuadro original. Pero daba igual, era "la vieja dama". Durante años estuve convencido de que las bicis de acero y de XC habían quedado superadas por las dobles y el freeride. No había nada de estético ni de práctico en un cuadro rígido como una tabla, frente a la voluptuosidad de unas buenas suspensiones. Error.





El tiempo me ha hecho repensar las cosas. Valorar lo clásico y lo exclusivo por encima de las modas. Porque hay cosas que no pasan de moda. Ni pasan ni dejan de pasar. Simplemente están ahi y siempre estarán porque son superiores. Es el caso de un cuadro Tange, de una geometría única de una marca que lo fue todo y cayó a lo más profundo, de una estética cromada inspirada en el BMX, de unos componentes sacados de un libro de historia, de unos cantilever en estado perfecto. Es decir, de una pequeña porción de historia entre las piernas. Un jodido R-5 Copa o el mencionado Mustang del 68. Algo que, acostumbrado a otra conducción más moderna y fácil, se vuelve un poco salvaje y primitiva. Pero auténtico como la esencia misma de la montaña.

Bienvenida de nuevo, dama de hierro.

 

martes, 1 de marzo de 2011

Morir con las calas puestas

Se veía venir. Cada cierto tiempo el Poder debe demostrar que nos controla y que puede seguir manejándonos como marionetas.  En una nueva demostración de poder, las ordenanzas municipales de Barcelona, vigentes desde el año 2000, ahora se estrechan sobre los ciclistas de Collserola (ahora gestionado por la Generalitat). La Guardia Urbana se ha empezado a poner firme, y amonesta y multa con 1.500 euros a todos aquellos individuos que encuentren montando en bici por senderos de menos de 3 metros de ancho.

Como ya sucedió en la Sierra de Madrid hace unos años, con algunos caminos emblemáticos como el Smidt vetados para las bicis, ahora le toca el turno a la sierra de Collserola. Un Parque Natural a las puertas de una gran ciudad es mala combinación para la convivencia entre excursionistas, caballos y bicis. Y una jugosa fuente de potenciales votos. Estamos de acuerdo en que la montaña es frágil y que la presión del ser humano no la beneficia. Pero la respuesta ante esta situación creo que no es tanto tirar de decreto como de buscar soluciones para el uso y disfrute sostenible por parte de todos, de un patrimonio que los ciclistas respetamos tanto o más que los boyscouts.

No se dice nada de la presión que ejercen las hordas de excursionistas que se pasean por la montaña como si fuese la Gran Vía o el Rastro. No se dice nada de la presión urbanística y por tanto de los vehículos que campan a sus anchas por el interior de una zona protegida. No se dice nada de las motos de la Guardia Urbana que recorren el parque para prohibir a los ciclistas. No se dice nada sobre los caminos y senderos que de no ser por las bicis, se cegarían y quedarían expuestos por ejemplo a más posibilidades de incendios forestales. Tampoco se dice nada sobre los cazadores que cada invierno realizan batidas (controladas) de jabalíes. Ya puestos, toda esta gente hace más daño al ecosistema y lo manipula mucho más que una bici. Ni se dice nada de las carreteras del parque en las que los coches se pasan los límites de velocidad por el arco del triunfo. Y por supuesto, el parque de atracciones más antiecológico del mundo está en todo lo alto de una montaña. No podía ser de otra forma.

Pero no. Sólo se fijan en algunas actitudes desde luego amonestables, que también se creen que están solos en la montaña y no respetan a los viandantes. Aunque habría que ver si esos viandantes circulan por en medio de los caminos, como si también estuvieran en su casa, dejando basuras en la montaña.

Lo peor de todo no es esto. Es que estamos indefensos ante el Poder. El Poder Público se ha convertido en un eufemismo para encubrir a los que dictan órdenes y mandatos en contra de Lo Público con mayúsculas, y nosotros somos sus víctimas. Nosotros, los que les votamos y pagamos sus sueldazos. Esto no es demagogia, sino una gran paradoja. ¿Y las asociaciones civiles?  Más de lo mismo. ¿El famoso IMBA? Una organización manejada por oportunistas que responden a sus únicos intereses: vinculación con la revista Bike a Fondo, vinculación con marcas comerciales como Canyon, etc. Puro humo. Una panda de amiguetes comprados por el Sistema. ¿Otras organizaciones? Puede haber muchas, pero desunidas y sin posibilidad de presionar o negociar con las autoridades. Es decir, estamos vendidos.

Estamos solos ante lo que quieran hacer unos cuantos autoproclamados "poderes públicos" que velan por el "interés general" y el "bien público". ¿Luchar para defenderse? No queda otra, pero es un camino largo, tortuoso y perdido de antemano. Sin embargo, es la única salida que nos queda. INSUMISIÓN Y RESISTENCIA.

martes, 15 de febrero de 2011

El riesgo de una nueva crisis alimentaria

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha advertido de que en el año 2011 se puede repetir la crisis mundial en el precio de los alimentos que se produjo en 2007-2008. Hace dos semanas, la FAO dio a conocer el informe “Guía para los países afectados por el alza de los precios alimentarios”, en el que alertaba de que el precio de los alimentos básicos está aumentando desde mediados de 2010 y que puede alcanzar los niveles de 2008, cuando muchos países sufrieron un drástico aumento de precios en los alimentos. El organismo de Naciones Unidas también ha solicitado a todos los países, especialmente a los productores y exportadores de alimentos básicos, que revisen sus políticas y no se tomen medidas generalizadas sino particulares para cada caso, orientadas a contener el alza de precios y no fomentar la exportación de excedentes.



La crisis alimentaria que se produjo en 2008 tuvo su origen en el aumento del precio de varios productos básicos, especialmente de cereales como el maíz, la soja y el arroz. Una de las causas de este incremento fue que los países productores y exportadores de cereal, como Estados Unidos o Brasil, llegaron a destinar hasta un 20% de sus cosechas para fabricar biocombustibles, en detrimento de la exportación como materia prima para alimentos. Los países importadores de cereal, muchos de ellos en vías de desarrollo y muy sensibles a la elasticidad de los mercados, se encontraron con menor oferta y por consiguiente mayores precios, que se trasladaron a toda la cadena de distribución y a los alimentos de consumo. En ese momento, el precio del arroz, la soja y el maíz en el mercado mundial había llegado a aumentar un 70% respecto a 2007.

El ritmo de crecimiento de la población mundial, las malas cosechas de los últimos dos años, y sobre todo la falta de compromisos para regular la producción y el mercado de materias primas entre los países productores, han provocado que el precio del arroz, la soja, el maíz o el azúcar vuelvan a estar en niveles del año 2008. En diciembre de 2010, los precios de estas materias primas alcanzaron los niveles de 2008, y se prevé que sigan aumentando estos índices durante al menos la primera mitad de 2011.

Por esta razón, ya son muchas las voces críticas en todo el mundo que denuncian y reclaman medidas para garantizar el acceso a los alimentos en aquellos países con menos capacidad de hacer frente a las fluctuaciones del mercado. Las consecuencias de una nueva crisis alimentaria entre la población mundial, especialmente entre los más vulnerables, los niños y niñas, y sus familias, pueden ser de nuevo un problema de alcance internacional durante este año.

miércoles, 9 de febrero de 2011

El campillo

Durante una época -hace ya unos añitos, cuando vivía en Madrid-, me aficioné mucho a los campillos. Aunque en realidad, ahora que lo pienso, de pequeño también era campillero. Todos los veranos solía fabricarme una especie de circuitillo en la chopera del pueblo, a la orilla del río. Digo todos los años, porque como buen campillo había que reconstruirlo cada año y hacer de nuevo el trazado, ya que se quedaba cegado por las hojas y las ramas. Cada verano, o cuando iba a pasar una temporada larga en el pueblo, lo primero que hacía era limpiar el circuito (secreto, por supuesto), para empezar a rodarlo cuanto antes. Pasaba horas enteras dando vueltas al sencillo circuito, que ya tenía algún que otro saltito, unas cuantas curvas cerradas, otras rápidas... Supongo que era una forma preescolar de aprender algo de técnica sobre la bici.

Ya con bicis hechas y derechas, de doble suspensión y eso, volvió la fiebre campillera con circuitos de saltos inspirados en los de BMX. Saltos dobles, empalmadas, peraltes, pasarelas, etc. Para mi, hubo dos escuelas de todo aquello: la Dehesa de la Villa (la Ensaladilla), y el campillo de Bike Comp. La primera era un lugar de reunión de gran parte de los bmxeros de Madrid durante algunos años. Un circuito pequeño, donde a menudo había que hacer cola para montar, y que tenía varios dobles divertidos. Estaba escondido entre Ciudad Universitaria y la Dehesa de la Villa. Allí veías a gente de todo tipo, pero también empezaron a ir los primeros dirt jumpers con ruedas de 26", y los colegas del descenso con bicis de dirt. Allí empezamos a hacer nuestros primeros dobles, a perder el miedo a los saltos (no sin antes un buen rato de mentalización...) Y un poco más tarde, para perfeccionar y dar un paso más bruto, estaba el circuito de los González: el campillo de su casa, literalmente. Esto ya eran palabras mayores. Varios recorridos llenos de saltos, pasarelas y peraltes, para todos los niveles y en medio de un pinar aislado. Nos pasamos horas, días enteros paleando saltos, montando y de risas con los colegas. Había puntos realmente jodidos, pero al final terminabas haciendo casi todas las zonas, sobre todo si tenías un día de engorile.

Pero un campillo siempre es un oasis de paz. Tener un campillo es tener un amigo fiel, que sabes que nunca te defrauda. Un sitio hecho a tu medida y a la de tus colegas donde puedes explayarte, ajustar, pulir y manejar a tu antojo con el único objetivo de hacerte feliz. Un recinto que marcas como si de una propiedad animal se tratara. En vez de mear o dejar tu rastro como hacen los animales, dejas un fino sendero de demarcación para advertir que en esa zona hay bichos de dos ruedas. Luego, hay que rezar para que no te lo echen abajo, pero incluso así tampoco es un problema. Siempre habrá espacios para hacerse otro campillo.

Porque claro, todo campillo, por definición, debe ser ilegal y secreto. Y se debe cuidar. No convertirlo en un parque de atracciones, con chiringuitos de bebidas y eso. Debe mantenerse mimetizado con el entorno, y aprovechar al máximo la naturaleza y el relieve del terreno.

Por eso, es un gran acontecimiento anunciar que "me he hecho un campillo". Que me paso horas arreglando y puliendo el trazado, y que en estos meses de invierno me lo paso teta brincando y sorteando arbolitos, cerca de casa y en medio de un bosquecillo urbano. Espero que dure.