miércoles, 19 de diciembre de 2012

Identidad y estética

El otro día fui al estreno de esta nueva súper producción de Red Bull sobre freeride. "Donde termina el camino". Guai. Un preestreno como los de antes, en una discoteca de Barcelona, con riders-estrella invitados (Andreu Lacondeguy en este caso), y una relativa promoción marketera. Bien. Un evento social algo destacable en medio del aburrido panorama del MTB español en los últimos años. Que parece que sólo tiene pulso los meses de septiembre en el Festibike, y cuando toca una copa del mundo cerca. Tenía agendado el evento desde hacía un par de semanas.

Así que, cual de preestreno de Hollywood se tratara, con la esperanza de insuflarme de energía biker, luces, flashes, celebrities, cámaras, etc... me fui a la sala Apolo 2 a ver Where the trail ends. Aparqué la single en la puerta y aguardé. Había una cola aceptable, parece que había expectación.

Supongo que me intentaba autoengañar, o fantasear con la magia de un estreno "como los de antes". Como cuando Cedric Gracia montó la de Dios en el Razzmatazz, en el New World Disorder 9, creo. Darse un baño de ambiente freerider, revivir una de esas noches de engorile que te inspiraban para darle caña a la bici más y más. Una (última) oportunidad al freeride, entendido como disfrutar de la bici en entornos remotos y exóticos.



Pero no duré ni media hora. El problema no fue la mierda de cerveza que me dieron en el Apolo (yo creo que era sidra), ni la escasa visibilidad de la pantalla. El siempre digno Pablo Moreno haciendo de speaker puede que fuera lo mejor de la velada, porque cuando le tocó hablar a Andreu se acabó la fiesta. Hablar en público no es el fuerte de nuestro freerider más internacional y loko, las cosas como son. Parecía que de un momento a otro iba a ponerse a emular a Aznar cuando lo de "estamos trabahando en ellou". Además, a esas alturas de la noche las gorras de plato no dejaban ver la pantalla que habían colocado en la sala. Sí, amigos. Las gorras de plato (casi de sartén) son a este tipo de eventos como los sombreros raros a las carreras de Ascot. Si no llevas una gorra de plato eres un deshecho humano. Y si es de Red Bull es que eres un pro.

En fin, todo esto no me sorprendía, ese no era el problema. Desde que el freeride entró a escena en el mountain, la estética también cambió. La ropa se hizo más casual, influyó el estilo BMX, snowboard, skater... Más urbano. Coño, yo mismo y mis amigos hemos participado de esta estética en un momento u otro, y no tiene nada de malo. Y la estética es importante, pero más que la estética es importante la actitud. Y la actitud es la misma desde hace 10 años.

La gente que estábamos allí congregada para ver la peli no éramos distintos de los aficionados a las motos que se dan cita para un evento sobre motos. O a los aficionados al boxeo que acuden a una velada. Cada afición o cada deporte tiene unos aficionados con algunos rasgos estéticos parecidos. No verás chavales con gorra de plato en una corrida de toros igual que no verás a jóvenes con camisa y flequillo en una carrera de bicis. ¡Normalmente! Nunca se puede generalizar, claro. Pero hay gustos que coinciden. El resto lo hace el marketing.

A lo que voy con todo esto es que en algunos deportes, aficiones o subculturas -como en los fixers, los punkis o el hip hop-, la estética es un elemento de identidad grupal. Eso es así. El freeride ha sido uno de los movimientos que más impacto ha tenido en el MTB en los últimos 10 años, y tuvo tanto impacto que influyó entre otras cosas en la estética y la identidad de los bikers como grupo. Como "tribu", si se quiere. Por supuesto, ha influido en el propio concepto de las bicis que se fabrican y en toda la industria. Es decir, ha sido una modalidad y una rama muy importante dentro del MTB, y ha tenido su estética propia durante los últimos 10 años. Pero... eh, aquí viene la noticia: SIGUE IGUAL. ¡No ha cambiado nada en 10 años!

Hoy en día muchos creen superado el freeride. Revistas especializadas, riders, etc, lo dicen: la época del freeride, en un mundo de vorágine como el nuestro, ya es cosa del pasado. Algo así como "los locos años 20" del desenfreno de saltos, bajadas imposibles y grandes eventos patrocinados por marcas de bebida energética. En realidad han pasado 10 años y un buen puñado de cosas en este tiempo, y el freeride sigue apostando por una identidad, estética y pose idénticas a las de hace una década. Ha habido películas como Life Cycles, cosas como el Enduro, que van modificando conceptos y formas de entender la bici. Para mi, el freeride se ha quedado anclado en una eterna juventud de gorra de plato. El Red Bull Rampage de Utah ha vuelto. Las mismas pelis de acción, saltos enormes, engorile y adrenalina. Las mismas voces en off de tipos duros, con su "mirada de las 100 yardas", de vuelta de todo porque han estado montando en El Culo del Mundo y han visto la cara de Wade Simmons en una sombra. Sí, es sólo marketing para enganchar a los jóvenes a la bici y para motivarlos con un buen espectáculo. De acuerdo. Pero ¿un poco de evolución es malo? La estética de chicos malos del mountain ha pasado de ser cool a ser hortera. La idea de gueto y de rollo guay ya produce más cansancio que respeto.

No es una cuestión, repito, de estética y de superficialidad. Hablo de tener personalidad y estilo propio. Un aficionado a la bici no debería tener etiquetas, y tener el estilo, la estética y la personalidad que le dé la gana. Pero no la que le impongan los cánones del marketing, sean los que sean en cada momento. El freeride (como otras etiquetas dentro del deporte y en concreto de la bici) fue un invento del marketing, y como tal una estética impostada. De pose. Eso, afortunadamente, se está acabando. Y se pasará a otra era, como ya sucede, en la que la gente monta en bici y se identifica con un grupo de iguales que también montan como les da la gana. Sin el postureo que a Red Bull, Monster, Specialized o Kona le parezca más cool o fotogénico para vender su concepto de Freeride, Enduro o lo que toque.

Eso, al menos, es lo que debería ser. Aunque a veces veo regresiones al pasado, como la del otro día en el estreno de la peli, y me entra la risa porque en cualquier momento aparece Marty McFly.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Mega-año

Antes de que las televisiones, revistas y medios en general empiecen a hacer balance del año 2012, haré el mío particular. Creo que es una sana costumbre echar la vista atrás (sólo lo justo) para obtener cierta perspectiva de las cosas, de los aciertos y los errores que uno va dejando atrás en esta vida, a menudo de locos.

Para mi, este 2012 en cuanto a lo que tiene que ver con las montañas y de lo que mayoritariamente hablo en este blog, ha sido excelente. Quizás no tanto en cantidad, al menos como otros años, pero sí en calidad. Uno va sobrepasando la mitad de la década de los 30, y empieza a preferir dormir en cama mullida a dormir en litera o colchoneta. Para entendernos, sí a los campings, pero sin abusar. En fin, que la cosa ya no es tanto de montar y montar, sino de degustar delicatessen. Me sigo comiendo un bocata de mortadela si hay que hacerlo, pero prefiero uno de 5 Jotas.

Por eso este año creo que ha sido un punto de inflexión poder ir a Zermatt, por ejemplo, en mitad de junio aunque sólo fueran 4 días. Un antes y un después, absolutamente. O a Aínsa un fin de semana, repitiendo experiencia. Las bajadas a Madrid este año también han sido grandes momentos, con algunos nuevos spots y un revival excelente en la Casa de Campo, por ejemplo. O la reciente escapada a Calatayud, completando Los 4 Clásicos Anuales (mi pueblo, Madrid, Aínsa y Calatayud). La experiencia como monitor y profesor de mountain bike en la Escuela Español de MTB, y las nuevas posibilidades que seguro va a ofrecer el nuevo invento/artefacto que me he agenciado: la tija (pija) telescópica.

Y junto al balance vienen los proyectos. Hay muchos para el año que viene: un nuevo intento de 24Doce; los 4 Clásicos de nuevo, por supuesto; y alguna escapada al exterior. Un proyecto que podría cuajar y que llevo tiempo detrás de él es este. El clásico de los clásicos del descenso de larga distancia: el Megavalanche de Alpe d'Huez. Tras prometerme no volver a correr en una de esas carreras, después del fiasco de una Maxiavalanche en Vallnord, intento engañarme a mí mismo y me digo que el Mega es distinto. Debe ser distinto. Una fiesta del DH-freeride-enduro en Europa. Una montaña mítica, un ambiente divertido (aunque monopolizado por franceses e ingleses, que tiene su miga)... veremos. Pero en cualquier caso seguro que nos esperan grandes momentos sobre la bici ¡Happy trails!

Aquí, una muestra de la edición del Mega este año:

DirtTV: Megavalanche 2012 a Mountain Biking video by orpheusproductions

jueves, 15 de noviembre de 2012

Top 5 Rutas

La lista de hoy son las cinco mejores rutas que he probado. Rutas con predominio del sendero, el bosque y el enduro, aunque no exclusivamente enduro. Hay muchas más zonas, senderos y rutas memorables, en Les Gets, Morzine, Calatayud, los Monegros o Almería, pero por simplificar en un listado con un poco de distintos lugares por donde he montado, estos son los que salen.

1. Sunnega-Täsch-Zermatt, Suiza
Se lleva la medalla de oro esta ruta memorable, que parte de la cota 2.200 del Sunnega (Zermatt) y recorre las faldas de una montaña alpina durante unos 12 km casi sin perder altura, a través de un singletrack colgado de las alturas. El singletrack perfecto. Después, a partir del pueblo de Täsch, la ruta se adentra en una zona de denso bosque y veritiginosos senderos, y se vuelve a Zermatt siguiendo otro pedazo de sendero paralelo al tren cremallera, más técnico y rocoso. Todo esto teniendo al Matterhorn, ese icono de las montañas, a la vista durante 4 o 5 horas. Por panorámica, simplicidad de líneas y mezcla entre sencillez, rotundidad y técnica, esta es la mejor ruta que he podido hacer en más de 20 años de MTB, sin ninguna duda.

2. Ruta Bajo Peñas, Aínsa (Huesca)
La excelente red de rutas que ofrece Aínsa a través de su CentroBTT Zona Zero es casi interminable. La primera que hicimos hace dos años fue esta, y quizás por eso también es la que recuerdo con más cariño, por la cantidad de sorpresas y novedades que nos encontramos. Hacer una ruta así la primera vez que llegas a una zona inédita en el pirineo de Huesca, tiene muchas posibilidades de convertirse en épica, y esta lo fue. Senderos larguísimos, bosques, paisajes variados y un final apoteósico nos hizo admirar desde el principio esta comarca, que se coloca en un merecido segundo puesto, también reconociendo el compromiso y entusiasmo de sus riders locales. Desde entonces, Aínsa se ha convertido en un destino obligatorio cada año.


3. Alcubilla-Río Lobos, Soria
Qué puedo decir... La travesía "Mi pueblo-Cañón del Río Lobos" es un clásico que organizo cada año para los colegas, y una ruta de extraordinaria belleza, diversión y disfrute. La Paris-Roubaix del MTB, para nosotros. Una ruta clásica de cross country por parajes semidespoblados, de verdadera naturaleza campestre y rural, que desemboca en uno de los rincones de Castilla y León más interesantes, donde sólo habitan los buitres leonados. Historia, geología, flora y fauna en una ruta para disfrutar de la bici en estado puro, y de un silencio que sólo se puede escuchar igual en las tierras de Castilla. Medalla de plata claramente.


4. La Molina 2500-Alp, Cataluña
Las rutas y senderos fuera de los mapas suelen ser un atractivo adicional, por lo que tienen de clandestino. Ha habido unos cuantos de este tipo a lo largo de los años, pero quizás el de La Molina a Alp, que conocí por vez primera en un descenso avalancha, es el que más nos ha gustado y nos ha hecho repetir más veces. Dentro del concepto Bike Park, como es el de La Molina, existen puntos a favor y en contra para el uso de la bici. En los Alpes franceses, por ejemplo, la cantidad de senderos fuera de pista es considerable y de altísima calidad, por lo que perfectamente se puede disfrutar de un bike park con una bici no de descenso, sin bajar por las pistas específicas de DH. De hecho, la evolución del concepto enduro (y de los propios parks) cada vez hace más aptas las bicis para entornos de alta montaña y remontes. Así que, por barrer para casa, el descenso desde la cota 2.500 del Bike Park La Molina hasta el pueblo de Alp se gana un lugar en el top 5. Por ser uno de los más largos y sin embargo accesibles (apto para cualquiera), y también bonitos y completos.

5. Travesía Cercedilla-Segovia, Madrid/Segovia
Otro de los lugares especiales para la bici que he podido probar es, como no podía ser de otra manera, la Sierra de Madrid. Y dentro de ésta, existen innumerables recorridos (el Descenso 2000 de Los Leones, la ruta de Cueva Valiente, las de Cercedilla, la Tubería, el Ortiz...) Pero si tengo que escoger uno, dentro del concepto de Ruta de larga distancia, me quedo con la travesía de Cercedilla hasta Segovia, cruzando la sierra de Guadarrama. Especialmente si es en otoño, los paisajes y las vistas son excelentes, y tras coronar la carretera de la república nos adentraremos en un frondoso bosque lleno de senderos, rincones y riachuelos que nos conducirán casi hasta las puertas de Segovia. Una ruta entre dos mundos: el que simboliza una megaurbe como Madrid (las torres al fondo) y una tranquila y noble ciudad de provincia como es Segovia. En medio, uno de los bosques más bonitos de la cordillera central.



viernes, 9 de noviembre de 2012

En la Tierra Media

En mi último viaje a la Tierra Media junto a mi compañera, quisimos explorar de nuevo el territorio de la Laguna Oscura, un remoto paraje de las Tierras Altas de Rohan en el que según la leyenda habitan seres mágicos. Antiguamente este territorio estaba oculto bajo el hielo de los glaciares, y también estuvo poblado por animales fantásticos como lobos y dientes de sable. Ahora, siglos después, el lugar es un paraje de montañas abruptas, frío viento y bosques inmensos que en otoño se pueblan de hojas amarillas y tonos mostaza.


Las Tierras Altas de Rohan y la Laguna Oscura son paisajes mágicos para los medianos y sus habitantes, llamados así mismos numantinos. Son una raza de humanos fuertes y duros, de estatura corta pero muy voluntariosos, habituados a un clima extremo de inviernos fríos. También habitan esa tierra los elfos y algunas familias de enanos. Al otro lado de las montañas se ocultan los ejércitos de los orcos, dominados por el Señor Oscuro.














La Laguna Oscura es una puerta de entrada al territorio del Señor Oscuro, y hasta allí quisimos llegar mi compañera y yo: hasta la Puerta Negra, el llamado Pico Turbión. El límite de la Tierra Media y la frontera con el reino del temido Señor Oscuro. Más veces habíamos intentado atravesar la frontera y nos fue imposible. Así que esta vez tenía que ser la definitiva, pero una terrible ventisca nos lo impidió. Más arriba de la Laguna Oscura todo era viento y niebla, y el páramo de montaña pantanoso se había convertido en una trampa. Ni la magia del conjuro Gore-Texum nos libró de las inclemencias. Nuestra misión era depositar la bandera roja de nuestra Comunidad del Castillo en en la Puerta Negra. Pero las fuerzas del Señor Oscuro son muy poderosas. Es el señor del viento y el frío, y los utilizó en nuestra contra para hacernos fracasar en nuestro objetivo.

Así que mi compañera y yo volvimos a nuestra aldea, contentos por haber llegado al territorio de las Tierras Altas y haber vuelto sanos y salvos a nuestra comunidad. Ávidos de nuevas aventuras la próxima vez que volvamos a las Tierras Altas de la Tierra Media.