sábado, 6 de noviembre de 2010

Olores en peligro de extinción

Hay olores que nos transportan a años atrás, a personas o a momentos determinados. Alguien lo decía el otro día en La Contra de la Vanguardia. Es cierto, los olores son como máquinas teletransportadoras, agujeros del tiempo. Pero sin necesidad de ponernos trascendentes,hay olores muy especiales que a veces no se valoran lo suficiente. Por ejemplo, el olor de un coche nuevo. No soy capaz de reproducirlo o imaginarlo hasta que entro en algún coche nuevo. El del mío ya ha pasado, ya no huele así. Pero ese olor, el reconfortante y cálido aroma de un coche nuevo, es uno de los olores más intensos y emocionantes que conozco. Aparte, claro está, de los paisajísticos y consabidos olores (el cuerpo de una mujer, la tierra mojada, el olor de la gasolina, bla, bla, bla). No nos engañemos, ¿a quién no le gusta el olor a nuevo que respira una máquina de cuatro ruedas?

Esto viene a raíz de lo que pensé el otro día al entrar en Tomás Domingo. No me había dado cuenta hasta ahora, increíblemente, después de años de visitar tiendas de bicis. Pero el olor que despide una tienda de bicis no es el mismo que el de una tienda de discos, o de ropa, o de coches. El olor que despiden las bicis nuevas, las cubiertas sin estrenar, es un olor de virginidad tanto o más excitante que el olor de un coche nuevo. El chispeante olor de la pintura, los adhesivos, el caucho, mezclados con la química de los desengrasantes, el aceite y la mierdecilla, que suele venir de los talleres (si los hay). Toda esta mezcla sutil de aromas hace que una tienda de bicis huela más o menos igual en cualquier parte del mundo. Es un denominador común, un rasgo distintivo, como una contraseña secreta de la hermandad: "eh, esto es una tienda de bicis, amigo, sé bienvenido". Más dulce que el olor de un taller de coches, y más amigable que el de una tienda de ordenadores.

Las tiendas de bicis, las entrañables y ahora condenadas a desaparecer o a reconvertirse tiendas de bicis, con su color y sabor especiales, son sitios de culto. ¡Coño, son los putos templos de la bici! Y me apena ver que si quiero un producto concreto lo tenga que comprar por Internet, porque en las tiendas no tienen el que necesito, está agotado, o es ridículamente caro. Es el reflejo del tiempo que vivimos, el mercado libre, la demanda enorme de productos, la oferta competitiva... Quizás las tiendas de bicis de barrio se queden con cuatro productos y un taller, para arreglar pinchazos y vender parches. Quizás la moda de Internet pase.  Pero pensar que ese olor, como el de otros lugares de valor incalculable, y en peligro de extinción como herrerías, cerrajerías, afiladores, mercerías, ¡panaderías! puede terminarse algún día... me pone de mala hostia.

lunes, 18 de octubre de 2010

Un descubrimiento extraordinario








Tras varios fines de semana dejándolo de lado, entre pitos y flautas -un día por una cosa, otro día por otra-, he vuelto al proyecto "Restauración" de la bici de mi abuelo. Sorprendentemente, y aún estando la aire libre de la terraza, aun que tapada entre lonas, las lluvias, el verano y las inclemencias de estos meses no la han alterado, y sigue en el mismo estado en que la dejé. Cómo se va a alterar en 2 o 3 meses, si se pasó casi 20 años en un pajar del pueblo y todavía dura, y eso es peor que cualquier intemperie...





Así que, después de las ruedas, parte de la transmisión, y el desmontaje de varias piezas, el siguiente paso era limpiar el cuadro, es decir, ahora empieza lo bueno. Los bajos del pedalier y las punteras eran puntos negros, literalmente. La acumulación de grasa y tierra amenazaban con fosilizarse en un yacimiento prehistórico, previo incluso a la invención de la rueda. Creo que si se analiza alguno de los fósiles que he escarbado se pueden encontrar restos de vida. Todos esos estratos y capas debajo del cuadro de acero no salían ni con el cepillo de púas. He tenido que sacarlos con un cincel apropiado (es decir, un destornillador pequeño).






Y picando, picando, ayer hallé algo impactante. Eudald Carbonell, uno de los descubridores deAtapuerca, debió sentir lo mismo cuando se encontró con aquel cráneo de neanderthal o de lo que fuese aquel fósil. En el eje del pedalier de la bici de mi abuelo (Super BH de los años 60), al fondo de una capa de tierra solidificada en el cuadro, apareció un número, luego otro, y luego un tercero: 1, 2, 0. ¡El número de serie de la bici, 120! Lo siguiente que hice fue comprobar que mi abuelo no me estuviera enviando mensajes cifrados desde el más allá. No era así, todo seguía igual, por lo que abrí una cerveza y le di un largo trago, asimilando lo que acababa de descubrir. Después de más de 30 años oculto bajo el barro, la tierra y la grasa, había aparecido la identidad de esa bici, lo enterrado había vuelto a ver la luz. Ahora ya puedo saber quién era esta bici y cuándo se fabricó.





Ahora lo comprendo: esto no es restaurar una bici, es arqueología.













miércoles, 13 de octubre de 2010

3 planetas

Según un informe hecho público por WWF Adena, en España necesitamos 3,5 países para cubrir el gasto de recursos que tenemos en nuestra vida cotidiana. Y en el conjunto de todo el mundo, se calcula que en 2030 necesitaremos 2 planetas completos para satisfacer las necesidades de todo el planeta; 3 planetas en 2050, si seguimos a este ritmo. Evidentemente, el nivel de consumo y gasto que tenemos los países desarrollados a costa de los no desarrollados es insostenible. No sólo desde la equidad y la justicia social, sino desde la propia vida del planeta.



Ahora pienso en la cantidad de cosas que pueden generar más huella ecológica en nuestro día a día, y se me ocurren varias. El entramado que nos rodea ya es toda una gran huella, pero de él formamos parte todos, y en parte todos somos responsables. Lo que no sé es hasta qué punto. Pondré un ejemplo. Uno puede pensar qué impacto puede tener reciclar el papel que usamos o cultivar tus propias hortalizas, por ejemplo, si luego te vas de vacaciones a Tailandia, surcando el cielo con un avión que gasta el combustible que consume una persona de Mali en toda su vida. Supongo que “el entramado” en el que vivimos, el ritmo de vida, las empresas en las que trabajamos, las películas, envases, y artículos que consumimos, ya nos predispone a gastar de forma insostenible. Es decir, estamos condicionados por un tipo de vida basada en el consumo y el gasto no controlado de recursos, pero creo que existe un pequeño margen para poder contribuir personalmente a no empeorar la situación. Al menos, para no empeorarla del todo.


Contribuir no para cambiar el final, que a mi me parece inevitable y de color marrón-negruzco, sino hacerlo por propia convicción de que lo correcto es no consumir más de lo que puedes, o no gastar más de lo que tienes. Parece sencillo...

martes, 28 de septiembre de 2010

Diesel y Barro 3. Ya está aqui.

Copón, Copín et Copette from Jan der Klaander on Vimeo.



Tras meses de espera, un año exactamente, llega la nueva superproducción del Team. La saga Diesel y Barro tiene una tercera parte: Copón, Copín et Copette. Basada en hechos reales, y adaptada a partir de una novela de Pericles de los Palotes, Diesel y Barro 3 es una obra maestra del cine gore de terror, sin olvidar que se trata de un musical infantil inspirado en el cine mudo.

Según ha dicho la crítica, nadie en su sano juicio puede perdérsela, y mucho menos verla repetidas veces hasta que le supuren las pupilas. Galardonada con el Primer Premio de la Mostra de Cine Fantástico de Burriana, Diesel y Barro 3 no sólo es una película sobre las máquinas y el ser humano. Es, sobre todo, una gran bufonada.

“He tratado de plasmar todas las dimensiones de la complejidad humana en esta película, pero no he podido” –ha dicho el director, conocido como Mudmax entre sus amiguetes, en el festival de cine de Alcopete del Copón, donde se estrena el próximo 12 de octubre.

Esperemos que, al igual que el Padrino III o Regreso al Futuro III, la tercera parte de Diesel y Barro termine aquí y no siga intoxicando al mundo con una cuarta parte.

lunes, 27 de septiembre de 2010

El camino de las sombras

Oscuridad, tinieblas, y polvo. Los mismos caminos se convierten en el lado oscuro de la luna. Pero no hay butacas en este circo de la Luna. No des nada por supuesto, pues no se parecen entre sí. Cualquier parecido entre el día y la noche es pura coincidencia. Nocturnidad que implica sangre, lujuria y miedo. En esto también es así, amigo. La noche, con sus bestias de ojos brillantes acechando. Miedo a la oscuridad ancestral, la anclada en la noche de los tiempos. Susurros ocultos, desconocidos. Sombras imprevistas, luces inquietantes.




Las bicicletas no son para la noche, diría un forastero. Cuando desaparecen los colores llegan las apariciones. Cosas que nunca se ven salen a la superficie. Cosas que siempre viste quedan bajo la capa freática. La luz y las tinieblas comprenden cómo funciona el mecanismo. Nosotros sólo lo interpretamos.



Cuando la luz deja de ser fuerte y dominar a la materia, despierta la no-

materia y se adueña de todo. Del ser y del no-ser. De las piedras y de las sombras. De los árboles y los arroyos. De los caminos. Sólo tú, tu bici

y un buen par de luces, te separan de las tinieblas. El corazón de las tinieblas es cualquier camino, cualquier bosque, en cualquier noche. Y nadie más lo comprende, sólo los que han visto lo no visible.