martes, 4 de mayo de 2010

La tormenta del desierto

Una semana en Dajla, en los campamentos de refugiados del Sahara occidental entre Argelia y Mauritania, da para mucho. Da para levantar un festival de cine en el desierto, para tragar arena y polvo, para dormir al raso mirando la luna y las estrellas, para sudar, jugar al fútbol contra una selección saharaui, para ver a un grupo de activistas jugarse el tipo desafiando a Marruecos viajando hasta el campo de refugiados, y para hacer amigos.

En el desierto todo es mágico, inmenso e intenso. Cuando sopla el siroco te sientes torpe y pequeño, un extraño en un medio hostil, el más hostil quizá, del planeta. El calor te ahoga, y los elementos no ayudan a la vida, precisamente. Pero sin embargo, al final todo sale adelante. La vida, si se respetan ciertas reglas básicas, sale adelante. Porque en el fondo, el desierto impone su ley de forma implacable, pero el hombre tiene la oportunidad de aprender de él y de sobrevivir, si sabe escuchar. Al hombre no le queda más remedio que aceptar su verdadera pequeñez, y rendirse a la voluntad del desierto, que es la de Alá y la de Dios. Y así, se da cuenta de lo poco que es necesario para desafiar al poder del desierto: una voluntad inquebrantable.

Sólo de esta forma, los saharauis y cualquier grupo humano que sobreviva en el desierto, como los tuaregs o los beduinos, son capaces de mantener su vida y su sociedad desde hace siglos. Esta voluntad inquebrantable es el único patrimonio de estos pueblos, su intangible más valioso. Y es la única razón que se me ocurre para que los refugiados saharauis lleven 35 años aguantando las condiciones extremas del mundo. Pero también, esa voluntad, no rendirse nunca, es lo que les llevará algún día a conseguir su objetivo: vivir en un país libre.

"Es preciso un corazón de camello para avanzar en la vida", dicen los saharauis. Un corazón de camello y la constancia del viento, que moldea el desierto y las montañas grano a grano durante siglos, son las únicas armas que tienen los saharauis para enfrentarse a los gigantes que les rodean.

viernes, 23 de abril de 2010

Al desierto

El lunes vuelvo al desierto, al Sahara. Esta vez, con el Festival de Cine del Sahara, una iniciativa que lleva 7 años acercando el cine a los refugiados saharauis en los campos de Argelia. El Festival dura una semana. Una semana en la que conviviremos con las familias saharauis en Dajla, cerca de Tindouf. Tomaremos té con ellos, veremos los amaneceres y anocheceres del desierto, y veremos con ellos las películas que interrumpirán su rutina en la Hammada, el pedregal del Sahara.



El cine bajo las estrellas, al aire libre, en los campos de refugiados. Una experiencia que seguro rompe esquemas y emociona. Los días previos al viaje están siendo frenéticos de actividad, así que aún no me veo allí. Hasta que no nos montemos en el (supongo) destartalado avión de Air Algerie, no estaré metido en el papel. Pero luego todo será muy rápido. Así que disfrutaremos todo lo que podamos, y sobre todo estaré atento a todo lo que tengan que enseñarme nuestros amigos saharauis, que son víctimas de un caso paradójico y único de doble personalidad.

Víctimas de los marroquíes, simples y de una sola cara, pero víctimas también de nuestra doble personalidad: la del pueblo español, que los estima, y la mezquina de nuestro gobierno, que los defrauda y menosprecia con alevosía.

miércoles, 21 de abril de 2010

En Gijón

El fin de semana pasado estuve en Gijón con motivo de una boda. El evento hizo que Cris y yo pasáramos unos días en esta agradable ciudad asturiana, donde pude confirmar que se trata de una de las mejores ciudades de España para vivir. Ya tenía mis sospechas, pero ahora lo corroboro. Una ciudad pequeña, sencilla y manejable, rodeada de montañas y bosques, y con una calidad de vida que parece muy alta. Definitivamente, Asturias, los asturianos y Gijón molan. Comer bien es inevitable, el paisaje es fantástico, la gente es amable y tranquila, y además tienen al paisano más universal del deporte español actualmente.

Aparte de esto, que me mantuvo alejado de las bicis el fin de semana, he empezado a actualizar mi exiguo y obsoleto arsenal tecnológico, y he adquirido una mini DV de segunda mano que me servirá para grabar próximas pelis y cosas varias. Junto a la cámara voy a hacerme con un nuevo portátil, jubilando al iBook, que ya no me sirve ni para ver powerpoints. Algo sencillo y que dé pocos problemas: es decir, un PC. Basta ya de la dictadura de los Mac y las gafas de pasta. Me rindo a los clones y al imperio del mal.

Y con la tontería ya estamos en miércoles, mi buen amigo David me ha regalado algo que merece un post solo, y ya estoy pensando en la ruta del próximo sábado. Yeah!

jueves, 15 de abril de 2010

24Doce

Hoy me he apuntado a la 24Doce, una carrera de 12 o 24 horas que se celebra en San Agustín de Guadalix el 27 de junio. Es la primera vez que voy a participar en una carrera de este formato, 24 horas, y la verdad es que hacerlo individualmente acojona un poco, pero debe ser alucinante. De hecho, parece que la modalidad que más ha crecido este año, según la organización, es ¡la de participantes individuales!

En fin, ya veremos. Pero a priori, tengo un montón de ganas de participar en esta locura. Las carreras de 24 horas hace tiempo que son populares en Estados Unidos, y no sólo por resistencia para los pros, sino sobre todo para tomárselo como una prueba de "a ver hasta dónde aguanto", para cualquier aficionado. El ambiente debe ser muy especial, y seguro que lo pasaremos bien. Además me he inscrito como "Team Rwanda"; a ver si les puedo dar una buena noticia a los amigos de Project Rwanda.

miércoles, 14 de abril de 2010

Decíamos ayer…

Aquí estamos otra vez. Desde aquella tarde de una semana santa, hace casi 10 años, en el bar del pueblo, han pasado muchas cosas. Esa tarde nació la idea de algo que, poco después, sería Ruedasgordas, una de las primeras webs no profesionales de mountain bike en España. Ruedasgordas era un proyecto curioso, innovador y vanguardista, que duró lo justo para crear escuela y dejar un rastro que hoy todavía sigue activo.



El espíritu de Ruedasgordas lo continuó Ridingplanet, una evolución hacia una web de experiencias en mountain bike, aventura y reportajes, que tuvo varios pequeños éxitos con entrevistas a los corredores más importantes del mundo, como Steve Peat, Brian Lopes, Cedric Gracia o Fabien Barel. Ridingplanet vivió el auge del freeride y de las webs 1.0 dedicadas a la bici, antes de la llegada de nuevas formas de expresión y comunicación en Internet.


Estos cambios llevaron a una renovación de la idea original de aquella tarde en el bar del pueblo. La idea había sido siempre “hacer algo diferente sobre el mountain bike en Internet”. Con el referente conceptual del gran Xavi Fané en la cabeza, la obsesión era llevar al nuevo medio que era la Red, lo que Fané contaba en las revistas escritas. Así nació Sierra Comunicación. Un proyecto que ya no era una revista online ni un foro personal, sino una microempresa especializada en la comunicación sobre ciclismo de montaña, viajes y deporte de aventura.


Sierra Comunicación ha asesorado en la comunicación y la publicidad a algunas de las marcas más reconocidas del sector en España: Haro Bikes y Transition. Pero Sierra no sólo se dedica a la comunicación profesional. Sobre todo, sigue manteniendo el espíritu que mueve el mountain bike: la búsqueda de la aventura, y el amor por la montaña. Una bici, en el fondo, es sólo una bici. El mundo es un lugar inabarcable y extraordinario en su belleza, pero igualmente frágil y contradictorio con un inquilino como el ser humano.


La sierra es un entorno natural y agreste, pero también cercano al hombre. Un lugar donde estar en contacto con la tierra y los elementos que nos rodean y que nos recuerdan qué somos. El sitio al que acudimos para respirar un aire más limpio desde otra perspectiva. Con este espíritu, Sierra sigue abierta, y sigue para quedarse.

Happy trails