viernes, 2 de noviembre de 2007

Llinars



A veces las circunstancias te envuelven en la pereza y la desgana. La falta de nuevos retos, de nuevas superaciones, te atan a la cama con una maroma (en el sentido estricto y en el figurado) y te cuesta salir de ese sueño fingido o provocado que suele aparecer entre las 9 y las 12 de la mañana de un día festivo. Justo cuando se supone que hay que salir a montar. Con lo bien que se está en la cama, cualquiera sale a sufrir... Últimamente me encontraba así, un poco desganado y falto de apetito, y no sexual precisamente.

Pero héte aquí que llegaron los 2 Días de Llinars. Los habituales de los sábados nos propusimos ir de nuevo a este lugar, buscando los fantásticos senderos marcados por los Misser en los alrededores de Can Bordoi, en una pedalada-competición que se celebra desde hace la friolera de 16 años. Joder, desde que empezó todo.

Así que ayer de buena mañana nos encontramos Willy, Oscar, Eduardo y el nuevo fichaje David (pronunciado deivid, que es alemán), en el parking de Can Bordoi. Ajustes, risas, calentamientos, y a las 10.30 comienza la prueba. Los 15 primeros kilómetros son para estirar el pelotón de más de 250 enfermos y enfermas que corríamos, y desde el principio bastante en serio, sobre todo por delante. Casi todo rallymanes, pero cada vez más dobles. Al principio, pista y sendero, con algunas subidas complicadas y mucho rompepiernas. El bucle de los 15 km se termina, y empieza lo bueno. Hasta ahora, el recorrido es genial, mezcla de senderos y pistas rápidas.

Pero ahora empieza la parte de bosque y toboganes larguísimos de singletrack. Todo entre robles y estrechos pasos. Paisaje y senderos de fantasía hasta la misma línea de llegada.

Al terminar, bocata y refrescos, camiseta y buen rollo general al explicar lo que ha dado de sí la prueba. Hemos llegado todos enteros y satisfechos, con un gran "Oooooohhhhh" de admiración. Uno de esos días en los que agradeces el esfuerzo por esos pequeños sacrificios que hay que hacer para disfrutar de algo así. Aunque claro, hay tiempo para todo.

jueves, 18 de octubre de 2007

La potencia cuando pinchas no sirve de nada

La maldición de los pinchazos que llevo arrastrando en los últimos meses puede tocar a su fin a partir de este fin de semana. Después de una desafortunada y descabellada idea como fue la de comprar un par de Maxxis Mobster similares en peso a las ruedas de un tractor John Deere, he vuelto a la cordura y he calzado un par de Kendas. Sí, donde dije digo digo Diego. Porque dije que nunca en la puta vida iba a volver a poner unas Kenda en la Blur, y he vuelto por mis fueros. Sólo que esta vez hay un componente extra.

Como me resisto a pasarme al tubeless y sigo fiel a la escuela clásica de las cámaras y los parchecitos, he optado por una solución intermedia: las cámaras con moco. Unas cámaras Specialized (los únicos productos de la marca que he consumido en mi vida), con una mezcla de látex y líquido antipinchazo parecido a la nata líquida. Con esto espero frenar la espiral de pinchazos en la que había caído en las últimas salidas con la Blur.

Bueno, esto y una nueva cubierta Nevegal de 2.10 con flancos reforzados. Cosa fácil si se tiene en cuenta que los flancos normales de la Nevegal son casi tan finos como el papel de culo.

Probaré estas cositas en la próxima salida del sábado. La última, por cierto, me costó un esfuerzo extra porque tuve que arrastrar esas malditas Mobster durante casi 3 horas.

Por cierto, vendo una pareja de Maxxis Mobster 2.10 con una salida, al módico precio de 15 euros cada una (la mitad de lo que me costaron, oiga).

happy trails

martes, 16 de octubre de 2007

Épico



Este puente del Pilar ha sido hardcore. Primero, el concierto de Héroes en Zaragoza el día 10 (tremendo), y luego desde allí a mi pueblo, epicentro del mountain bike mundial. Un fin de semana con acento maño, por otra parte, porque convoqué a seis colegas de Calatayud para hacer una ruta el sábado. El triángulo Barcelona-Calatayud-Alcubilla sigue hiperactivo.

Además, vino mi primo zamorano, que también le da a los pedales, y nos echamos unas rutas bien ricas. El viernes 50 km por el monte, pistas y senderos muy bonitos que yo no conocía del todo. La ruta era inédita y nos gustó especialmente. Desde el pueblo hasta Langa, donde nos tiramos unas birras en una terraza al sol, como lagartos. La vuelta costó un poco, pero cuando llegamos teníamos más hambre que el perro del afilador, y nos metimos p'al cuerpo medio kilo de tallarines, ideales para lo que nos esperaba el día siguiente. Terminamos de comer a las 7 de la tarde, y luego la sobremesa duró hasta que nos fuimos al sobre.

Amanecimos el sábado con otro día radiante y fresco. Sol pero fresco, de esas mañanas con un buen rocío en los caminos. Vinieron los de Calata a las 10, y salimos los 8 individuos con dirección al cañón del Río Lobos. La ruta prometía. Primeros kilómetros de rodaje y calentamiento. Luego la cosa se empezó a animar, al pasar el mirador del Portillo, ya en el Parque Natural. Vistas impresionantes y primeros amagos de cansancio entre la concurrencia. Fotos, risas, jiji jojo, y a seguir. Bajada final hasta el Puente de los Siete Ojos, impresionante y muy rápida. Y final clásico por el cañón, con bastantes peatones pero con las mejores estampas del día. La mejor época sin duda para ver el cañón.

Evidentemente, llegamos al final de la ruta jodidos pero contentos. Con 54 km en las piernas a través de las montañas. Pero como estaba planeado que fuera así, el final de la ruta coincidía con el restaurante El Cañón, otro clásico de la zona. Ser diseñador de la ruta tiene esa responsabilidad, pero cuando sale bien la satisfacción es doble. Corrieron las cervezas, volaron los platos de cordero (o más bien oveja), se esfumaron las botellas de vino y gaseosa... en fin, el típico banquete de después de una ruta épica. Luego seguimos con las celebraciones hasta la noche.

Resultado: un puente espectacular, en pleno otoño, con buenos colegas y buenos productos de la tierra. ¡Qué bien se lo pasa la muchachada y qué bien nos trata la madre tierra!

happy trails

viernes, 5 de octubre de 2007

Ríos de color oro


Después de una semanita sin salir a la montaña por el Festigay, el cuerpo necesita las endorfinas necesarias para equilibrar el subconsciente y la vida real. Eso de soñar que estás bajando los Alpes con una V-10 es una prueba de que tu cuerpo necesita las bonitas sensaciones de una ruta por los senderos de charquitos y vegetación casi tropical de Collserola. Así que desde el miércoles tengo preparada la Black Mamba para su reaparición fugaz por los bosques. Cabe incluso la posibilidad de que hoy a última hora le cambie las cubiertas. Las Kenda Nevegal Stick-e de 2.35 delanteras siguen siendo una cruz, y no dejan de proporcionarme pinchazos y más pinchazos, así que creo que voy a volver a lo bueno -pero pesado- y conocido, y voy a calzar unas Maxxis, que no tienen tan buen agarre como las Kenda, pero no ponen a prueba mi paciencia con los pinchazos.

El tiempo se presenta prometedor. Las fuertes lluvias de esta semana anuncian caminos con chocolate espeso o semiespeso, y un grip intenso. El otoño, ese gran amigo de los bikers, está empezando a dejar la capa freática de los caminos deslizantes y divertidos, y la temperatura es idónea para rutear durante horas sin peligro a deshidratarse. Para más inri, uno de los componentes del team de la ciudad condal se ha hecho con una nueva máquina: una flamante Heckler gang green, y si la tiene lista para hoy es posible que el domingo se produzca el estreno oficial, con lo que seguro que después habrá celebración heinekeniana.

Cuando la semana ha sido un tobogán de actividad y sensaciones, la montaña es como volver a casa, y la oportunidad de volver al estado ideal del ser humano: embarrado, cansado y con una sonrisa de oreja a oreja.

Happy trails.

viernes, 28 de septiembre de 2007

¿Qué marcha me llevas?

Después de adquirir una supercadena Luma antirrobo con eslabones de 10 mm, blindada, y con un candado que parece el de las mazmorras de Mordor, ya puedo echarme a la calle con la Kona Unit sin ir acojonado porque me la roben. La cosa está peligrosa ahí fuera, y no es cuestión de jugársela. Un juguete tan atractivo como la Unit puede caer en manos de cualquier indeseable, así que la sacaré a lucir sólo en contadas ocasiones, y seguiré utilizando la VPP (Virtual Pisa Panchitos) de 150 euros para ir al trabajo. El otro día intentaron reventarme la pitón, pero si me quitan esa bici me la suda. Lo único es que no tengo la rapidez de movimientos que con la Unit.

Así que el primer viaje con la Unit, ayer, fue divertido. El 32-17 de desarrollo se queda en un molinillo bajando por Muntaner o Balmes, pero luego se pedalea fácil en llano, y se puede mover también correctamente subiendo la empinada cuesta de Santaló, por ejemplo. Es decir, un desarrollo que vale para todo, aunque vas un poco vendido si quieres adelantar a vehículos motorizados, en plan bicimensajero. La aceleración en los semáforos es excelente (sales siempre el primero), y la absorción del cuadro es extraordinaria. Quizás con un 42-17 la cosa se pondría más seria. Pero quizás más adelante.

Este fin de semana toca descanso, o más bien excursión a Madrid y Festibike. La Black Mamba está aparcada, esperando que se pase la Maldición de los Pinchazos, que me lleva atormentando los últimos meses. Como la combinación "banda antipinchazos" + cámaras Tioga gordas no funcione, pensaré seriamente en pasarme a los tubeless, sucumbiendo a mis principios. Ya pasé por algo parecido cuando me compré mi primer móvil. Son cosas que sabes que son útiles, pero te niegas a reconocer que el peso del progreso aplasta a las cosas obsoletas. En el fondo, es puro romanticismo.