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lunes, 18 de octubre de 2010

Un descubrimiento extraordinario








Tras varios fines de semana dejándolo de lado, entre pitos y flautas -un día por una cosa, otro día por otra-, he vuelto al proyecto "Restauración" de la bici de mi abuelo. Sorprendentemente, y aún estando la aire libre de la terraza, aun que tapada entre lonas, las lluvias, el verano y las inclemencias de estos meses no la han alterado, y sigue en el mismo estado en que la dejé. Cómo se va a alterar en 2 o 3 meses, si se pasó casi 20 años en un pajar del pueblo y todavía dura, y eso es peor que cualquier intemperie...





Así que, después de las ruedas, parte de la transmisión, y el desmontaje de varias piezas, el siguiente paso era limpiar el cuadro, es decir, ahora empieza lo bueno. Los bajos del pedalier y las punteras eran puntos negros, literalmente. La acumulación de grasa y tierra amenazaban con fosilizarse en un yacimiento prehistórico, previo incluso a la invención de la rueda. Creo que si se analiza alguno de los fósiles que he escarbado se pueden encontrar restos de vida. Todos esos estratos y capas debajo del cuadro de acero no salían ni con el cepillo de púas. He tenido que sacarlos con un cincel apropiado (es decir, un destornillador pequeño).






Y picando, picando, ayer hallé algo impactante. Eudald Carbonell, uno de los descubridores deAtapuerca, debió sentir lo mismo cuando se encontró con aquel cráneo de neanderthal o de lo que fuese aquel fósil. En el eje del pedalier de la bici de mi abuelo (Super BH de los años 60), al fondo de una capa de tierra solidificada en el cuadro, apareció un número, luego otro, y luego un tercero: 1, 2, 0. ¡El número de serie de la bici, 120! Lo siguiente que hice fue comprobar que mi abuelo no me estuviera enviando mensajes cifrados desde el más allá. No era así, todo seguía igual, por lo que abrí una cerveza y le di un largo trago, asimilando lo que acababa de descubrir. Después de más de 30 años oculto bajo el barro, la tierra y la grasa, había aparecido la identidad de esa bici, lo enterrado había vuelto a ver la luz. Ahora ya puedo saber quién era esta bici y cuándo se fabricó.





Ahora lo comprendo: esto no es restaurar una bici, es arqueología.













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