Según un informe hecho público por WWF Adena, en España necesitamos 3,5 países para cubrir el gasto de recursos que tenemos en nuestra vida cotidiana. Y en el conjunto de todo el mundo, se calcula que en 2030 necesitaremos 2 planetas completos para satisfacer las necesidades de todo el planeta; 3 planetas en 2050, si seguimos a este ritmo. Evidentemente, el nivel de consumo y gasto que tenemos los países desarrollados a costa de los no desarrollados es insostenible. No sólo desde la equidad y la justicia social, sino desde la propia vida del planeta.
Ahora pienso en la cantidad de cosas que pueden generar más huella ecológica en nuestro día a día, y se me ocurren varias. El entramado que nos rodea ya es toda una gran huella, pero de él formamos parte todos, y en parte todos somos responsables. Lo que no sé es hasta qué punto. Pondré un ejemplo. Uno puede pensar qué impacto puede tener reciclar el papel que usamos o cultivar tus propias hortalizas, por ejemplo, si luego te vas de vacaciones a Tailandia, surcando el cielo con un avión que gasta el combustible que consume una persona de Mali en toda su vida. Supongo que “el entramado” en el que vivimos, el ritmo de vida, las empresas en las que trabajamos, las películas, envases, y artículos que consumimos, ya nos predispone a gastar de forma insostenible. Es decir, estamos condicionados por un tipo de vida basada en el consumo y el gasto no controlado de recursos, pero creo que existe un pequeño margen para poder contribuir personalmente a no empeorar la situación. Al menos, para no empeorarla del todo.
Contribuir no para cambiar el final, que a mi me parece inevitable y de color marrón-negruzco, sino hacerlo por propia convicción de que lo correcto es no consumir más de lo que puedes, o no gastar más de lo que tienes. Parece sencillo...
O falta planeta o sobra gente, no hay mas, un par de generaciones esterilizados antes de nacer y punto.
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