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Llegando al pueblo abandonado de Morcat. |
Un año más, como manda la tradición de las últimas tres temporadas, los amiguetes queremos celebrar la llegada de la primavera y marcar el inicio de la temporada alta de bici. No hace falta convencernos mutuamente porque el largo y duro invierno nos ha dado tiempo de sobra para ansiar ocasiones como esta. Desde febrero o marzo tenemos marcado en el calendario el fin de semana del 25 y 26 de mayo. Los permisos familiares y conyugales tramitados. La logística preparada y las velas a los santos para protegernos del mal tiempo, encendidas. Todo listo para un breve pero intenso fin de semana en Aínsa, que tiene cierto parecido fonético con "ansia". Sí, será eso, Aínsa, "ansia viva" de bici y aventura.
Este año, además, localizamos una
casa rural magnífica en pleno centro del pueblo, de piedra, con enormes y limpias habitaciones, garaje para bicis y todas las comodidades que un grupo de sucios bikers embarrados necesitan. Sobra decir lo bien que comimos y bebimos en todo momento.
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Pirineos nevados a finales de mayo... WTF!? |
Arribados y cenados el viernes por la noche, no podíamos ocultar la excitación de las grandes ocasiones. El día siguiente prometía, y las sensaciones eran de que iba a ser una ruta épica. La elección de Master Jesús este año era una ruta con nombre más que sugerente: "Viaje al coño del mundo". Una ruta negra de 20 km y entre 4 y 6 horas de duración. Las que nos gustan. El
CentroBTT Aínsa Zona Zero siempre nos ha tratado más que bien, y las rutas marcadas son de lo mejorcito que hemos hecho todos nosotros, así que el listón estaba alto. Pero siempre nos sorprenden con nuevas cotas de calidad y belleza.
Y así fue. Salimos desde Aínsa con dirección a Margudgued por una pista que bordeaba el caudaloso río Ara, afluente del aún más caudaloso Cinca. Para calentar motores suavemente. Nada más abandonar Margudgued comenzaba la verdadera ruta, con un comienzo demoledor en subida. Después comenzaba una sucesión de sube-baja muy bonito, ya en sendero, que se adentraba en el monte atravesando varios tipos de vegetación y relieves, como las famosas y autóctonas margas de terreno arenisco gris.
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Morcat. |
El objetivo del día era alcanzar Morcat, un pueblo abandonado en lo alto de una de las montañas del condado. Lo que algún día habría sido un pueblo de pastores, con su iglesia, su bar y sus casitas de piedra, ahora no eran más que esqueletos y ruinas. Sólo parece haber sobrevivido una casa rehabilitada en refugio para caminantes. Desde este punto se podía atisbar toda la comarca de Aínsa y el Sobrarbe, el embalse de Mediano y las cumbres de los Pirineos oscenses, increíblemente tupidas de nieve siendo las fechas que son.
El viento del norte era intenso en lo que quedaba de Morcat. Así que rebautizamos aquel manojo de casas dejadas de la mano de Dios como Mordor. Fue el momento de reponer fuerzas, comer y prepararnos para el descenso a otro valle, persiguiendo su correspondiente río, y en busca del preciado tesoro del "Coño del mundo". Un descenso trepidante, otra sucesión de subes y bajas por sendero, y por fin llegamos al ansiado paraje.
El "Coño del mundo" es una garganta horadada por el río, con numerosas pozas, cortados y cavidades. De hecho nos encontramos un grupo de descenso de barrancos. Llegamos al fondo de la garganta andando, atravesamos el cauce del río, que pasa sin cubrir los pies sobre un lecho de roca caliza como las que abundan en la zona, y una vez allí abajo, entre cascadas, pozas y cuevas, se apareció la roca mágica. Evidentemente, el nombre es bastante gráfico pero acertado. Seguro que si esta roca estuviera en tierras de aborígenes australianos, la habrían considerado sagrada. Lo más curioso de esta roca es que no tiene nada que ver con las que la rodean. Parece una roca volcánica en medio de una zona de rocas sedimentarias y calizas. Y sobre todo, las aguas transparentes y el suelo blanco del fondo del cauce dan a las pozas un color turquesa intenso.
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Alfonso y Simon. |
Uno no tiene todos los días la oportunidad de estar en el Coño del mundo, así que nos quedamos allí un buen rato. Hubo algún baño en las frías aguas, incluso. Pero había que volver. Reemprendimos la marcha y retomamos el sendero de rompepiernas, siempre subiendo y bajando. Durante toda la ruta estuvimos jugando con las tijas telescópicas, ya que era imposible mantener una altura constante. A cada bajada le seguía una subida igual de pendiente. Por eso mismo tampoco podíamos apenas cambiar de plato y nos manteníamos en un desarrollo de plato pequeño jugando con los piñones. Ahora entendíamos por qué una ruta de apenas 20km tardaba 5 horas en hacerse.
Los kilómetros ya empezaban a pesar, pero aún quedaban dos buenas bajadas. La primera, un impresionante sendero bordeando la ladera de la montaña, y con el valle de Boltaña a la izquierda. Cualquier pequeño fallo en esa bajada significaba rodar como un rolling stone entre el bosque, al menos 500 metros de caída. Pero el sendero estaba en tan buen estado, tan bien trazado y bajábamos tan concentrados que afortunadamente no hubo nada que lamentar. Una bajada sinuosa de las que se graban en la retina.
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El "Coño del mundo" (el nombre es así). |
La segunda bajada era de propina, pues ya habíamos terminado la ruta oficial y teníamos la opción de alargar el día subiendo hasta otra colina, en el pueblo de El Guaso, para desde allí lanzarnos de vuelta hasta Aínsa y hacer un happy end como Dios manda. El día estaba siendo épico, no había habido ningún incidente destacable y estábamos engorilados. Era nuestro día, así que decidimos seguir. Tras un pequeño malentendido y posterior rescate a uno de los miembros de la expedición, terminamos la ruta con un vertiginosos y pedregoso descenso para terminar de machacar las manos y los antebrazos.
Habían sido unas seis horas de ruta, 30km totales y un par de miles de calorías perdidas por los intrincados senderos de Aínsa. Pero habíamos llegado y vuelto de un lugar que desprendía magia. ¿Te imaginas que en realidad esa cueva extraña fue en un tiempo muy lejano el origen de los senderos?
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Los integrantes de la ruta: Alfonso, Charlie, Simon, Alfonso, Guillermo, Jesús. |
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