Llevar al cine la vida y obra de Margaret Thatcher, la Dama de Hierro, es un proyecto arriesgado dependiendo de cómo se enfoque la historia. La película de Phillida Lloyd retrata a una tierna anciana que a sus ochenta y tantos años se encuentra con demencia senil y no sale de su casa de Londres prácticamente para nada. Eso hace eliminar al espectador cualquier hostilidad preconcebida hacia la otrora dominadora de Europa, la temida Iron Lady, como la bautizó el bloque soviético por su feroz política anticomunista. Ver a una anciana en ese estado (con lo que tú has sido) ya provoca cierta compasión. La historia está llena de flashbacks sobre algunos episodios de su vida política, sus comienzos, ascenso en el partido conservador, y las decisiones más importantes de su carrera a modo de repaso histórico. El acierto de la película es mostrar los claroscuros de una dirigente política (la primera Primera Ministra que accedió al poder en Reino Unido) controvertida y dura de pelar.
La conclusión de la película es que, por muy inflexible que fuera la señora Thatcher, que lo fue y mucho, no es fácil juzgar a un dirigente solamente por sus actos políticos, sino también por las circunstancias que tuvo que lidiar en su momento y las situaciones a las que tuvo que hacer frente. Y sobre todo, mostrando que al final se trata de una persona de carne y hueso, con sus errores, dudas y tempestades personales. Esa condescendencia que propone la película hace pensar que en fondo los dirigentes son los hijos de su época. Lo cual es bastante arriesgado desde el punto de vista histórico. Imagínense un retrato humano y comprensivo de un Nicolae Ceaucescu o de un Heinrich Himmler. No es lo mismo exactamente, pero no sé si cuela. Por otra parte, el paralelismo con el momento actual, desde aquel Reino Unido de los años 80, en plena crisis y proceso de reconversión industrial, hasta la España actual de la crisis y los 5 millones de parados, también es evidente. ¿Quieres decir que en el futuro veremos una peli de Mariano Rajoy el Justo, que tuvo que recortar derechos sociales pero luego fue un tierno abuelete jubilado? No lo sé, pero lo cierto es que primero tendrían que elegir a un tipo como Luis Tosar para acercarse al papelón que hace Meryl Streep de la Thatcher. Y luego ya hablaríamos.
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