Las lowride ya llevan un tiempo en España, y de vez en cuando vemos algunas que son verdaderas obras de arte. Más allá del rollo macarra y urbano que tienen estas bicis, hay cosas que merecen la pena de ellas. Son bicis muy asociadas a un estilo chopper, muy de la costa oeste de Estados Unidos, también de los mexicanos de California que personalizaban sus bicis como podían, con piezas de saldo, y que como no tenían dinero para customizar sus coches, lo hacían con las bicis. Son bicis, por tanto, culturalmente ligadas a un rollo bastante auténtico de customización, algo que en el fondo también generó las primeras mountain bikes en los años 70. Pero de una forma más marcada, estas bicis -como las motos- custom son una verdadera exaltación del rider que la lleva.
De hecho, el concepto "custom" es mucho más amplio y abarca la fabricación artesanal, más minoritaria y subterránea, de bicis de carretera y de montaña hasta cierto punto comerciales, pero muy exclusivas por sus componentes y diseños. No se limitan a la estética, como puede suceder en las lowrider, sino van a la esencia de la bici, bien se a su mínima expresión como a la más rebuscada.
Personalmente, me interesan mucho más estas creaciones custom: las más "artísticas" y menos "macarras" por llamarlas de alguna manera. Los artesanos que están detrás de estas bicis deben ser tipos de lo más freak que te puedes echar a la cabeza, comparables con los geeks informáticos más radicales y to
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Como muestra, las galerías del North American Handmade Bicycle Show, la feria anual más prestigiosa y alucinante de bicis artesanales del mundo. Una verdadera colección de maravillas sobre dos ruedas.
Happy trails.
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