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lunes, 26 de enero de 2009
Los dioses nos castigan
El cambio climático es lo que tiene. Aunque el hijo de puta del Bigotes quiera negarlo, el cambio climático es un hecho. Y lo del otro día no fue normal. Vientos de 100 km/h en Barcelona no eran normales. Árboles arrancados, postes de luz rotos, cables a ras del suelo, y Collserola como si fuese el escenario de rodaje de Apocalipsis Now, perdone usté, señor Bigotes, pero no es normal.
Pero el hombre es atrevido, desafiante. Desafía a los científicos, a los políticos, a las autoridades. Desafía su propia estupidez, desafía al calentamiento global. Desafía a los elementos y se los pasa por el forro. Somos así de chulos. Entre nosotros mola mucho montar en cualquier condición, lloviendo, tronando, esté como esté el día. Nos gusta así, en cualquier situación. No es cuestión de echarle huevos, sino de placer. Cada elemento tiene su sabor y su paladar. Pero hay que saber a qué te expones cuando desafías a las inclemencias. Y el otro día hicimos oídos sordos a las señales.
Normalmente, los dioses producen señales de advertencia a los que quieren escuchar. Y los dioses de la montaña son implacables. Las pequeñas osadías de los intrusos humanos con máquinas de acero se pagan caras. Ni siquiera estamos hablando de los dioses de las grandes montañas, léanse Los Alpes o El Himalaya. Ésos ya son harina de otro costal. Esos dioses, si estás en el lugar equivocado y el momento equivocado, te fulminan, te borran del mapa. Ponen un precio muy caro a estar en su casa. Los nuestros, los de aquí, algunas veces también, pero menos. Tienen su genio, pero no son tan duros. Eso sí, algo común a todos ellos es que si los subestimas, te putean. Eso es así.
Así que el sábado, efectivamente, nos putearon. Pusieron todo tipo de obstáculos en nuestro camino, amenazaron con sus bramidos, pincharon nuestras ruedas, no encontrábamos el flow... y aún así nos dejaron un resquicio de disfrute. Incluso así, los dioses nos premiaron. Debieron pensar: "estos chicos son un poco tontos, pero en el fondo nos respetan, quieren a las montañas... vamos a dejar que tengan un buen flow". Y al final nos dejaron media hora de gran riding. Gracias.
En la imagen, una de las moradas de los dioses de Collserola, que el otro día no dejaba de bramar.
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