
El Team vuelve a la carretera como cada año. La imagen de este año está dedicada a esos locos cachar
ros con los que jugábamos -y seguimos jugando-. Nuestros juguetes preferidos.
Por Chiquito, por la AFMB... ¡Viva el Team!

Las Harley son una de las marcas de motos más carismáticas del mundo. La legión de seguidores de las Harley son miles, millones diría yo. Un claro ejemplo de cómo una marca ha sido capaz de trascender a su producto, y se ha convertido en una forma de vida, en una leyenda. Los poseedores de una Harley-Davidson son como los marines americanos: forman parte de una hermandad durante toda su vida. Unos usuarios no ya fidelizados a la marca, sino que está interiorizada, es una marca emocional.
Entre los muchos eventos que la marca organiza por todo el mundo, las concentraciones son las más espectaculares. Los fanáticos de las Harley se reúnen en un lugar durante varios días, con conciertos, actividades y actos de todo tipo. En Barcelona, hace dos años, tuvo lugar una de las citas europeas, y este año han repetido.
Vaya por delante mi enorme respeto hacia todos los moteros en general. Pero especialmente, rindo tributo a los de las Harley por varias razones. Primero, los moteros y los bikers tenemos muchas cosas en común. Pero más aún con los de las Harley, o con los chopperos en general. Yo al menos encuentro similitudes en la filosofía del asunto. Ambos buscamos lo mismo: la sensación de libertad bajo dos ruedas. Y de formas parecidas: con una actitud “independiente”, crítica, inconformista, incluso grosera o bastarda. Rock and roll, cerveza, etc.
Con las bicis no ha pasado del todo lo mismo. Creo que afortunadamente. Pero quién sabe. Como todos los movimientos contraculturales que importamos de Estados Unidos (en Europa no tenemos contracultura, sólo minorías), quizás esté destinado a cuajar y convertirse en un movimiento cultural per se. Sinceramente, prefiero que siga siendo pequeño.

